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Experiencias raras/locas con nenus.Hilo para pasar el rato.


PasivoCHI

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Hola gente:

Atento que es un "hilo para pasar el rato" cuento unas experiencias que no tienen nada que ver con el rol "escort - cliente" sino, con el rol "docente - alumna trans". Digo esto, porque al que le interese puede seguir leyendo y el que no, que siga de largo.

Hace mucho tiempo, tenía unos amigos que disponían de un departamento por flores (limite con floresta) en el cual habían montado un negocio. Era frecuente que los fuera a visitar, motivo por el cual pasaba por la zona de Bonifacio entre Quirno, José Martí y Portela. Como muchos de ustedes sabrán, por esas cuadras abundan tanto las chicas como las trans trabajando a distintas horas del día. Si bien creo que es ocioso ahondar en detalles, pero por las dudas, a la noche abundan las trans y de día las mujeres. No obstante, notaba a una petisa durante el día, de buenos pechos que siempre merodeaba la zona. Y eso era también durante la noche. Lo primero que me llamó la atención era que me parecía trans, pero que arrancaba trabajando durante el día. Ella, a diferencia de las otras chicas, estaba siempre. Mi idea era que las mujeres aparecían o desaparecían en relación a si estaban trabajando (entiéndase bien, atendiendo a un cliente) para lo cual se subían a algún auto o iban de a pie a alguno de los telos aledaños.

Para ese entonces, me hacía atender por una paraguaya que era un bombón y, si bien tentado a preguntarle a la paraguaya por la petisa, nunca lo hice porque no es correcto "mezclar la hacienda". Sin embargo, un día que no estaba la paraguaya me acerqué a la petisa. Al acercarme y saludarla, me esquivó de manera alevosa. Confundido repasé acerca de cuáles podrían ser los motivos. Supuse que como era verano, podría tener algo de olor a transpiración. Insistí en alguna otra oportunidad y logré sacarle un "no tabajo", con lo cual certifiqué que la petisa, era trans. 

Más dudas me asaltaron. ¿Qué carajo hacía ahí parada durante el día si no trabajaba (a diferencia de las paraguayas y dominicanas, de las cuales había una pléyade de experiencias en este foro), soportando calor en verano y frío en invierno de manera estoica? 

Por la noche, también estaba, solo que compartía las veredas con otras trans. Y sucedía lo mismo. Las trans iban y venían y la petisa siempre dando vueltas. 

Un buen día, la petisa desapareció. No podía preguntarle a mis amigos si sabían algo, porque me vendería como "come trava", aunque ellos sabían de mis tiroteos con la paraguayita. 

Años después, "Memito" un preso en una cárcel federal me habló de una estudiante trans que era muy bonita. Vamos a inventar un nombre, digamos que era "Jessica". La chica estudiaba alguna carrera y creo que Memito la quería incorporar a mi curso. Fue un día que mientras daba clases, Memito estaba parado en la puerta del aula y veo que detiene a alguien que había salido de una oficina aledaña. No dí importancia y seguí con lo mío, aunque noté que Memito charlaba con esa persona, a la que no podía ver porque la espalda de Memito la tapaba, a pesar que el preso era de baja estatura. 

En eso siento:

- Profe - Memito me llamaba estirando su brazo al interior del aula para que me acerque.

- ¿Sí? - e hice caso y me acerqué.

- Le presento a Jessica. 

Ante mi estaba la petisa de Flores. La trans que me llamaba la atención que pasara horas y horas y que siempre estuviera. A la que intenté abordar y no me dio calce.

Tras saludarla de manera cortés, entré. Al rato hizo lo mismo Memito para decirme:

- ¿Viste las gomas que tiene?

- Sí, se colocó demasiado para su cuerpo y estatura. 

- ¡Bueno che! ¡No seas jodido! Acá es una reina.

- Claro - pensé - lo era en ese contexto para hombres que hacía años que no estaban con una mina y, supongo, que "Jessica" devolvía favores que le harían sus compañeros, con algún pete o una cojida improvisada en el baño. No dije nada, aunque supuse que el interés de Memito era el de lograr que "Jessica" se incorpore (con la veña mía, claro está) al curso que llevaba semanas de haber comenzado y, que de aprobarlo, le serviría para incrementar el "estímulo educativo"  consiguiendo que el juez le acorte el tiempo de encierro. Dicho en otras palabras, irse antes "a la calle". Por ende, ante tal favor, Memito conseguir garcharla de onda a modo de agradecimiento. Me callé, no tenía sentido indagar esas cuestiones tumberas, tan solo me limité a preguntar: "¿Por qué está en cana?".

- Vendía falopa por la calle; por Flores.

Se hizo luz sobre el misterio, gracias a Memito. A los días, otra trans me dió más especificaciones. "Ella no hace cuerpos, se limitaba a vender y a aguantar falopa para dársela a otros". 

No había sido que tuviera olor a chivo esa tarde de verano; me sentí aliviado. 

¿Sigo o los embolé?

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olvido de una preposición
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Veamos.

Tras la sanción de ley de identidad de género, las chicas trans que tenían identidad (DNI femenino) las alojaban en la cárcel de mujeres. Luego, se trasladó a chicas que estaban alojadas en pabellones especiales en la de hombres a la de mujeres, con lo cual, alguna de esa chicas trans que conocí en la de hombres, me las reencontré en la de mujeres. 

Con una de ellas, que se la tenía por excelente persona por el resto de los presos estudiantes, tengo varias anécdotas de distinto tipo.

Un día llego y, producto de unas lluvias torrenciales que habían caído, las computadoras las habían desenchufado, desconectado y puestas sobre mesas. Esto porque el agua salía de las alcantarillas y se armaba un enorme charco en el piso en el centro educativo. Para cuando llegué, el piso estaba seco en su mayoría y procedí a bajar las máquinas junto a "Víctor", un preso de casi treinta años, muy bien parecido y que no encuadraría en la imagen de "Pibe chorro" que seguramente tienen. Víctor estaba (está) estudiando algunas carreras universitarias, purga una larga condena por robo y cuando ocurrió esta anécdota ya tenía sobre el lomo casi una década encima. 

Mientras trabajamos. "Paloma" (pongo ese nombre de ficción) nos miraba de reojo como íbamos rearmando el laboratorio, sin decir una palabra. 

En un momento, al tratar de levantarme, me puse cocrante. Mis rodillas crujieron como cuando una madera de un cajón de frutas se rompe. 

- ¡Mirá como te suenan las rodillas! - advirtió Víctor, para concluir - ¡estás viejo loco!

- Mirá que más viejo es el viento y todavía echa polvo - le dije al instante para cerrarle la broma a Víctor, sin embargo, me regalé.

- Ay profe. ¿Así que echa polvo usted? ¿Qué tipo de polvos echa? - me preguntó con un tono afectado y bromista Paloma, a la vez que jugaba con su largo pelo ensortijado. 

No podía salir de mi rol y responder de manera grosera. Para colmo lo miré a Víctor y se le llenaron los ojos de lágrimas por la risa contenida. Bah, carcajada.  

Luego, Víctor me encaró - cuando Paloma no estaba cerca- ¡¿Cómo arrugaste eh?! ¡tan rápido que sos para responder pero ahí te dejaron sin letra!. Me tuve que aguantar las burlas, hasta que comencé a tomar revancha...

¿Sigo?

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Paloma en realidad estaba avanzada. Si bien no poseía una condena abultada, se había preocupado por estudiar. Supongo que en realidad le gustaba hacerlo. Y el comentario del resto de los presos era el de ser una persona muy solidaria. Luego, con el devenir del tiempo pude comprobarlo en múltiples oportunidades, motivo por el cual era respetada.

No obstante, Paloma guardaba esa cuestión de mostrarse tipo "Fem fatal" y en ese lugar, despertaba ciertas miradas. Obviamente ella lo sabía y creo suponer que lo disfrutaba. 

El mismo día del comentario anterior, tenía a mis alumnos en clase y estaba explicándoles. Todos muchachos de pabellón de población, pibes sufridos, que purgan condenas enormes, algunos que vienen del interior con lo cual mucho más sufridos y otros esperando condena para que los lleven a sufrir - o a morir - a los penales del interior. permitanme que lo diga sin mucha vuelta, que los maten de un facazo por un par de zapatillas, un sobre de jugo en polvo o una remera. 

La clase estaba en silencio, mientras yo hablaba. Solo "paloma" estaba afuera. Y, entraba, daba una vuelta, con la única finalidad aparente de hacerse notar, luego de lo cual volvía a salir y así varias veces. Cada vez que entraba, a los pibes se le iban los ojos. Y yo debía rearmar el discurso cada vez que se iba. Se imaginarán que al rato logró hincharme los testículos lo suficiente, motivo por el cual, le manifesté:

- Escuchame. Decidite qué vas a hacer. ¿Te quedas afuera o te quedás en clase? Mirá que para que me hinchen las pelotas ya tengo a la madre de mis hijos y ella no precisa ayuda, se basta solita. 

Mi frase, fuerte, no tanto para frenarla a ella, sino para demostrar carácter con presos rudos, generó un silencio en el curso. Silencio que la voz de Paloma se encargó de romper. 

- ¡Ay profe! Yo no voy a ser la madre de su hijo (sic).

Ahí nomás, sonreí y aproveché para empatar el partido. Fue entonces que viendo el arco libre, avancé.

- Mirá nena, de pocas cosas estoy tan seguro en la vida como que vos jamás vas a ser madre de un hijo mío. 

Fui cruel, quizá. El resto del alumnado bajó la vista y se llevaron la mano al rostro para taparse la risa. Paloma, a los días redobló la apuesta; el resto, sabía que yo era de respuesta rápida y que los podía dejar sin letra facilmente, lo que implicaba que era para respetar. 

A los días, Víctor y Paloma estaban sentados juntos en clase haciendo una tarea que les había asignado. Creo que Víctor había llegado tarde, no recuerdo bien. Lo que me acuerdo era que le dí una serie de indicaciones. A la media hora me llama y había hecho todo, pero todo al revés de lo que le había indicado. Comencé a hacérselo notar, con voz contrariada.

- Uy, tenés razón. Soy un boludo - reconoció Víctor.

Paloma le colocó la palma derecha sobre el hombro izquierdo de Víctor, luego apoyó sobre el reverso de su mano derecha, la palma izquierda, miró la tarea de Víctor por unos segundos, tras lo cual giró la cabeza para mirarme. Sonriente, le dijo:

- Ay profe, qué mal (ella no usó jamás el tumbero - salvo una vez, pero años después, ya en libertad en referencia a un escort trans) no hizo ni una bien. Digame qué quiere que le haga. ¿Le tiro de las orejas? ¿Le tiro el pelo? ¿Qué quiere que le tiré?

Víctor me miraba sonriente. Se hizo un silencio que fue de un segundo en que no se oía nada. Debía responder al desafío y reaccioné de manera inmediata.

- Tirale de dónde quieras, menos de las pelotas porque le va a doler. 

La carcajada fue de Víctor, pero el resto de los muchachos festejaron la escena. En medio de la risotada, la voz de paloma se dejó oír.

- Ay, profe ¡qué grosero!

- No, por qué; yo te advierto porque tal vez vos no sepas que ahí a los hombres nos duele mucho.

Y seguí con la clase.

 

Al tiempo estuve muy mal de la próstata. Creo que alguno lo recordará. Para ser franco, todo comenzó con que empecé a eyacular sangre. Y digo bien, no eyaculaba semen rojizo; era sangre como si me hubiese cortado una arteria. Era tal el susto que empezaron a hacerme ecografías hasta del pelo. Meta estudios y estudios para disipar cáncer de testículos. Yo, el bobo, seguí yendo a trabajar. Y, acorde a mi estado, comenzó a abultarse el vientre. En realidad no era gordura, sino que la próstata estaba en un estado dilatado que dificultaba la acción de orinar, retenía y ahí estaba la explicación. 

Voy a salir del curso y a mi izquierda estaba Paloma, enfrentada a mi. A mi derecha el tano. Un "elefante blanco", preso de unos cuarenta años que debe llevar más de su mitad de vida preso. Vivo, hábil, fumando como una chimenea, a pesar de las indicaciones médicas a que deje de hacerlo. 

Al pasar por entre ellos, Paloma le dice al "Tano".

- ¿Qué panza? - en clara burla mi vientre abultado.

Me detuve. Ella no sabía lo que me pasaba. Ignoraba todo, aunque muchos de los muchachos sí lo sabían. El Tano y Víctor si lo sabían. Me paré, me tomé con ambas manos la busarda, la miré y le dije:

- No te confundas, esto no es una panza.

- ¡A no! ¿Qué es entonces?

- El tanque de combustible de una máquina sexual.

- ¡Ah! - fue lo único que atinó a decir Paloma.

- ¿Y ahora qué le vas a contestar al profe? - recriminó el tano, metido en una nube de humo de cigarrillo, el cual corrió a un costado, hacia una de las comisuras, para poder hablar. 

 

Editado por Profe tumbero
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En 12/21/2019 a las 1:20 PM, Casio dijo:

No pregunte más Profe, siga.

Se me armó lío estimado, lea el comentario anterior que ahí sigue el anecdotario.

Paloma consiguió obtener su identidad femenina, con lo cual terminaron alojándola en una cárcel de mujeres, donde tiempo después la reencontré. 

Mi relación ahí se tornó diferente. No era picante, con ese contrapunto verbal que describí. Ella estaba perdidamente enamorada de un preso, que supongo que se la debe haber cojido cuando compartían penal. Pero, acá viene un paréntesis y debo explicar algunas cosas.

El preso gay o transexual es, generalmente, mal visto. Hay una suerte de dualidad. Por un lado, si se puede se lo cojen para descargar, pero el hacerlo implica quedar como trolo activo, lo cual - como mencioné- no está muy bien visto. Por lo tanto, no se hace bandera de haberse garchado a un trava, no es un signo de honra. En cambio, a veces tras una pelea por ahí sí se cojen a alguno, pero como una suerte de demostración de poderío sobre el otro. Con esto quiero decir que la cuestión homosexual es complicada de entender. Existen presos que buscan refugio dentro de los pabellones de homosexuales sin serlo, porque las requisas con más suaves, porque se evitan ser trasladados al interior a penales donde esa opción no existe, etc. Cuando son descubiertos en su carácter de hetero sexual (y por ende de refugiados) son vistos de mala manera por los homosexuales como que se aprovecha de los logros de los mismos putos. Asimismo después no puede salir de esos pabellones de homosexuales, porque está de esa manera y, de ser alojado en un pabellón común...no la va a pasar bien. Termina siendo mujer de pabellón. es decir, brindando todo tipo de servicios al pabellón completo (cocinar, limpiar, arreglar ropa, lavar ropa, los enseres domésticos e incluso hasta puede tener que entregar el cuerpo) por lo tanto declararse homosexual - sin serlo - puede ser un cuchillo de doble filo.

Bien. Alejandro, el preso que se garchaba a Paloma, estaba próximo a recuperar la libertad. En una oportunidad me presentó por foto a su novia, que ignoro cómo fue que la conoció. Novia que tuve oportunidad de conocer en persona en una ocasión en una ceremonia. Una piba muy linda, mujer ella. Esto, Paloma no lo sabía. Ella seguía embobada con Alejandro y pensaba que cuando ella recuperaría la libertad lo encontraría afuera e iba a proseguir con su trunca relación. Con ese motivo, todas las semanas, sin falta, Paloma me hacía entrega de cartas repletas de labios marcados (con el labial) y textos que chorreaban almibar para Alejandro, al cual lo iba a visitar su novia e incluso ya tenían visitas higiénicas. Es decir, Alejandro lo último en que estaba pensando era en Paloma. Le sirvió para satisfacerse durante el transcurso de su abultadísima condena por robo calificado, resistencia a la autoridad (se agarró a cohetazos con la cana) y tenencia de arma de guerra (lo hizo con un fierro bien piola) y, estando a nada de recuperar la libertad, él solo tenía ojos en darle a la piba que me presentó (que por cierto era preciosa).

Y pasaba el tiempo y Paloma me daba carta tras carta, que yo le comentaba a Alejandro y que él no mostraba interés en recibirla. Lo curioso era que ella no me preguntaba

"¿Se la diste?" "¿Qué te dijo?"

Todo siguió hasta que un día, no pude más y estalló mi parte del genoma colombiano (soy hijo de esa nacionalidad) y abrí mi bocota, diciendo la verdad a un precio no exento de meterme en quilombos.

- Decime Paloma ¿Él te responde?

- No.

- ¿Te llama?

- No.

- ¿No te das cuenta acaso?

Se hizo un silencio no solo de Paloma, sino de otras trans que formaban parte de mi clase.

Y proseguí, diciendo la verdad, pero de manera ruda. Cosa que mucho tiempo me llevó a pensar que había sido demasiado cruel. le dije:

- Él te usó. Te usó para descargar sexualmente porque eras lo mejor que tenía a mano en su momento. No sigas pensando que cuando salgas él te va a esperar o que te va a dar bola -sí, omití decirle lo de la novia porque era darle una puñalada en el alma y soy duro, pero no hijo de puta- porque afuera va a estar atrás de alguna mina. Ël no te va a presentar a vos a la familia o amigos como su novia, porque ya no te va a ver como mina, sino como un puto disfrazado. 

Sí, le dije eso. Y ni bien lo dije, pensé "no puede ser tan bruto". El resto de las trans, e incluso paloma, por unas milésimas de segundo me miraron con el ceño fruncido, luego cambiaron el tenor de sus miradas. No era con odio hacia mi, era una suerte de resignación. 

Años después me encontré con Paloma, ya ella en libertad. Tuve la oportunidad de pedirle disculpas y de tratar de brindarle mi explicación. No me dejó.

- &&&&& (mi nombre) no hace falta. Todo lo que me dijiste, tenías razón. Lo busqué afuera (en la facultad) y si bien me saludó, pretendía evitarme. Se la pasaba acompañado de chicas y a mi únicamente me daba el saludo. Vos, tan sólo quisiste abrirme los ojos para que no me rompa el corazón y fue mejor, porque cuando vi la realidad, me acordé de tus palabras. 

¿Aburro Casio? 

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Un día estaba dando clase en la cárcel de mujeres. Una clase mixta. Varias mujeres y cuatro o cinco trans que estaba en el fondo. En eso soy interrumpido por una que me dice:

- Profe, profe. ¿Usted anduvo por camino de tierra alguna vez? - tras lo cual alguna de las trans largaron la risotada como si fuera una paso de comedia extraído de los Muppets. 

- Sí, y con mermelada de frutilla también (en alusión a la menarca de la mujer). ¿Cuál es? - respondí como si lanzara un latigazo, sin inmutarme siquiera. 

Proseguí con la explicación pero pude escuchar como "Zarina" (la trans que me apuró) decía:

- "¿Lo escuchaste? ¡Es un zarpado!"

 - Yo te dije que no lo jodas, que es más tumbero que todas nosotras juntas - le hizo notar Paloma. 

Bueno, esa fue la primera de las dos veces que a Paloma le escuché decir algo en el argot carcelario. Como los presos de nivel, se cuidaba mucho de evitar que se le pegue y que eso denote su paso por la cárcel. La segunda fue que, estando ella libre, nos encontramos a tomar un café y le comenté que estaba perdidamente enamorado  de una trans (que  publicaba hasta hace muy poco). Me pidió que le muestre una foto de ella y tras verla, reconoció su belleza, para preguntarme "qué hacía esa estúpida que no estaba sentada donde ella estaba", tras lo cual se arrimó y me dijo "esa gata pestañó" y me enchufó un prolongado beso.  

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Y aquí viene otro aporte, no creo que sea el último; espero. Es posible que lo deje por un tiempo y el mismo lo borre, porque es de cierto cuidado.

Un cuatrimestre me asignaron por primera vez el pabellón (o los para ser exactos) de homo sexuales. Había trabajado en clases mixtas, si se me permite el término que no pretende ser discriminatorio, sino intenta dejar claro el texto. Clases en donde grupos estaban formados por heterosexuales y había algunas trans (o trans, en la de mujeres). Para que se entienda, grupos de alumnos hombres con una chica (trans) o mujeres con un hombre (trans) o "chongo". O, mujeres con varias chicas trans. ¿Me hice entender?

Esa era mi experiencia, hasta ese momento, pero me asignaron un pabellón de homosexuales. Para mi sorpresa, aparecieron dos trans dentro del grupo. Para ese entonces suponía que todas las trans, por la ley de género, habían sido llevadas a la cárcel de mujeres, pero evidentemente no. Una de ellas, no tenía el cuerpo operado. No poseía prótesis y su transición aparentaba ser incipiente. Venía muy maquillada y con lápiz labial, pero tenía rastros de una tupida barba. Digamos sombra, pero no pelos. La otra, en cambio, tenía una transición bien comenzada. No había ningún registro de barba, su voz era bastante femenina, aplicaciones en glúteos y cadera (de esas que algunas trans niegan) y prótesis en senos. Mi pregunta era simple: ¿Qué mierda hace acá?

Charlé del asunto con un preso muy famoso, que se recibió de sociólogo adentro y del cual soy muy amigo. Él me explicó lo siguiente: Si tienen documentación con identidad femenina, van a la cárcel de mujeres; sino, las mandan acá. Miré la lista y ambas eran ellos. Hasta ahí, se entendía, pero por qué una piba tan femenina no se había hecho la documentación femenina. Ignacio (el preso sociólogo) me señaló una posible alternativa:

- Es extranjera, quizá exista alguna suerte de conflicto con sus papeles.

Le marqué el caso de Paloma que era de la misma nacionalidad de "Gilberto" (la trans femenina) y que sin embargo había conseguido sus papeles acorde con su autopercepción. Ignacio, me respondió de manera sabia:

- - Qué se yo amigo; no te enrosques. Vos dale clase, tratala como mina, si aprueba le armas la lista con el nombre legal y ya fue. 

Entré al curso dispuesto a trabajar y les pedí que escriban sobre algún tema que les resulte de interés en una extensión de una carilla. Casi todos se sentaron y comenzaron a hacerlo. Pero, casi todos no es lo mismo que todos. Gilberto estaba paradita, mirándome con la más absoluta displicencia de abajo a arriba y de arriba a abajo. Estudiándome y dejando libre un gesto de desprecio. 

- ¿Por qué no te sentás querida? Digo, porque para trabajar te va a ser más cómodo - deslicé haciendo caso omiso a su gesto provocador y marcando el terreno que ella debía laburar como el resto. Al acercarme, Gilberto colocó su culo con metacrilato sobre el asiento, pero sin despojarse de su gesto despreciativo, me clavó la mirada, para preguntarme:

- ¿Sobre qué quiere que escriba?

- Sobre el tema que te resulte de interés.

- No me interesa nada.

- Sobre lo que quieras entonces, porque te advierto que para aprobar y llevarte el cartón (diploma) vas a tener que laburar; mirá que no "está todo pago". ¿Eh?

Me lanzó una mirada desafiante, la cual detuvo sobre mi pubis - yo estaba parado al lado de él (o ella).

- ¿Puedo escribir? Soy mucha manzanita para tú gusanito. 

Me limité a hacer un gesto de aprobación, pero  le remarqué que pensara en los argumentos, ya que debía llenar una carilla. 

 

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A las semanas Gilberto desapareció. Bueno, para ser francos, desaparecieron varios de los integrantes de ese curso. Había discutido con uno de los homosexuales cuando pretendió hacerse el vivo y, que tras mi reto me advirtió que me llevaría a tribunales. Luego la otra trans a la que por milésimas de segundo no la pesqué con las manos en mis pertenencias, pero era notorio que después de cada clase me faltaran lápices, lapiceras, goma, etc. 

Expuse la situación de los sucesivos robos a los presos veteranos y esa deserción la adjudiqué a las represalias que pueden haber tomado ante las faltas de respeto. 

Ahora debo abrir otro paréntesis. Las cárceles argentinas son manejadas por los ladrones. Sean chorros o ladrones importantes. Los transas y ni que hablar los demás presos, son de segunda clase. Los ladrones presos no van a permitir que un transa extranjero venga a faltar el respeto de manera gratuita a un docente que les permite ganarse algún (nos) beneficios, tanto como el de hacer una carrera, curso que les permita ganarse la vida de otra manera o irse antes a la calle. Bajo estas premisas pensé "a estos los limpiaron" y no hice preguntas. 

Sin embargo, dentro del grupo había un preso, también del pabellón de homosexuales que hablaba hasta por los codos y que, por prolijo y laburador, trabajaba en secciones codo a codo con la cúpula que administra el penal, con lo cual se enteraba de todo.

Un día me comentó la realidad de Gilberto.

- Ella viene de la de mujeres.

- ¡¿Cómo?! Ahora sí que no entiendo nada. ¿No es qué para estar en la cárcel de mujeres tiene que tener DNI con identidad femenina?

- Exacto.

- Pero acá en lista está con nombre de varón - dije colocando el dedo sobre el nombre de Gilberto, la trans que me intrigaba.

Mario, el preso que me comentaba, lanzó la carcajada y comenzó a destrabar el misterio.

- Ella tenía documentación, pero "tuvo" que hacerse la masculina.

- ¿Cómo? - con lo cual mi confusión era mayor.

- Gilberto, era Gladys, pero resulta que en la cárcel de mujeres tuvo un affaire con una presa, que quedó embarazada. Como se andaba cojiendo a las minitas, la tuvieron que traer para acá. 

 

Mucho más, no puedo comentar. sabrán disculpar. 

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Acá abro un paréntesis, muy largo. Digamos, con descarnada honestidad, iba a relatar una historia, pero relataré dos. El famoso "dos por uno"; veremos que tal queda. Espero que se entienda y que ahora no se queden muditos y comenten. Y si les gusta, cuando salga la novela, la compren. ¡No sean canutos!

Paloma había intentado ubicarme tras su libertad. Probó con varios muchachos, pero todos le hacían la siguiente pregunta ¿para qué? Y ella, según sus manifestaciones, no aclaraba. Un amigo, preso, me comentó que estaba tratándome de ubicar, pero me advirtió:

- Ojo.

- ¿Por qué no le pasaste mi número?

- Porque te quiero cuidar.

- Pasame el de ella entonces.

- No.

- ¿Por?

- Porque te quiero cuidar. Si vas para adelante, sabe que entrás en zona de riesgo y buscala vos. Gil no sos, la vas a encontrar, pero yo no quiero perjudicarte.

Listo, códigos tumberos. Habló, pero de manera medida, advirtió sin perjudicar, apelando a lo que sabía de ella y que yo tome mi decisión, sabiendo a qué me exponía. 

Tomé el riesgo. Ubicarla fue muy fácil. La contacté vía cara de libro. Algunos de mis contactos (ex presos) la tenían dentro de sus contactos. Así de simple y procedí a escribirle.

No fue difícil retomar la relación. Al principio consistió en ponernos al día con los chismes y con nuestras vidas. Luego, me manifestó que trataba de conseguir a un hombre mayor para ser su pareja. Es decir, arrancó tirando con mira telescópica. 

Ante los avances de ella, que si bien se entendían pero no era totalmente directa, seguí con su mismo juego. Con el mismo tenor. Y ella prosiguió con el mismo sendero, en su historia, con lo cual me confundió bastante y no supe, pararla para preguntarle algo muy simple: "¿Qué carajo pretendés?"

Si bien en Libertad, ella tenía en ciernes una causa muy importante por la cual se la podía expulsar del país. Y, de echo, se había solicitado eso. Digamos que sus antecedentes le jugaban en contra. Ella, como imaginarán, trataba de evitar que la devuelvan a su país. Para eso, con abogados de una ONG exponían su situación: su familia estaba radicada en la Argentina, ella tenía trabajo y estudiaba una carrera universitaria. La puntuación que había obtenido en su progresión de pena era notablemente satisfactoria y, el sistema podría ejemplificar con ella que era un "notable caso de resocialización". Ahora, eso la tenía preocupada. Y, si bien no lo dijo jamás con claridad, ella buscaba armar una pareja sólida que blindara su situación de expulsión del país. Digamos que vislumbré cuál podía ser su interés, quizá advertido por mi amigo. No era complicado entenderlo. Ella en pareja con un docente universitarios que carece de antecedentes penales y que podía justificar (y probar) cómo era que lo había llegado a conocer (fue alumna mía), era otro elemento más que aportaba a ese remanido concepto de resocializar. Y si obtenía el matrimonio, era disipar por completo ese peligro de perder la causa e irse a su país natal. No obstante, había un detalle que Paloma me contó durante la salida. Ella estaba en pareja con un preso, con el cual tenía visitas íntimas. Eso era otra señal de alarma, ya que meterse con una mujer de un preso, no es estar buscando mantener la salud, digamos. Asimismo era algo que podía tirar por tierra sus logros ante los ojos del juez que atendía la causa y daba sustento al argumento de tener que expulsarla del país. Para que se entienda. Ella mantenía un vínculo con el mundo del delito. 

Para mis adentros, la situación me confundía (creo que ya lo dije) porque por un lado me tiraba cierta onda como que buscaba algo serio, pero al mismo tiempo, comenzó a hablarme de su pareja. Lo sensato para mí, era huir. ¿Qué mierda buscaba? ¿Una pareja "sana" que la alejara del submundo del delito o un gil que hiciera de pantalla hasta que el peligro se disipara? Eso me llamaba la atención, pero a la vez me hacía sonar las alarmas. Fue entonces que comencé a hablar de mi relación con una señorita trans que publicaba. Esto llevó a la escena que mencioné antes, que lejos de echar agua al fuego, significó que Paloma se me abalance y terminemos a los besos en el bar.  Como se imaginarán, terminamos en un telo.

Al entrar al albergue transitorio, estaba todo ocupado e incluso había cola para sacar turno. Más que un telo parecía rentas del gobierno de la Ciudad o una farmacity en fin de semana. Todos con una mujer; yo, en cambio, con una chica trans que se notaba evidente su condición. Y ella super romántica, cada tanto me abrazaba y debía bajar su cabeza para encontrar la mía para estrecharme un acaramelado beso. 

Cuando llegamos al cuarto, arrancamos a los besos. La acosté, seguimos y ella que no terminaba de quitarse el muy apretado pantalón de jean. Esto me obligó a solicitarle que se lo quite. Se levantó y, al hacerlo, una lluvia multicolor salió de su bolsillo de atrás. 

- ¡Uh! - dijo con cierta preocupación Palomita, quizá por verse expuesta o por el daño a su mercadería. 

Miré el piso y ante mi sorpresa, me encontré con sobrecitos de papel glase de color metalizado que disparaban colores por reflexión de las luces del cuarto, en el piso. Inmediatamente Paloma se abocó a levantarlos, ante mi silencio y a lo evidente. Hicimos lo que teníamos que hacer, ella una pasiva preciosa. Que pretendió que pernoctáramos, pero me negué. En cierta manera, aunque tangencial, dejé en claro mi postura. 

- Mañana viene a casa esta chica a tomar clase - advertí.

- ¿La travita? 

Las mismas trans son tan jodidas entre ellas. La misma chica trans, de la cual estuve enamorado e iba a estudiar a mi casa en referencia a otra, hizo una pregunta similar con el mismo sentido. Y tengo varios ejemplos. Ellas misma se discriminan descalificándose. 

Le escribí a mi escort -flirt - alumna - amiga para ver si tenía pensado cumplir con nuestra cita.

- Por nada del mundo pienso dejar de ir - señaló, a pesar que estaba dentro de una discoteca.

La afirmación de la "Fulanita" llevó a varias cosas.

1) La peor cara de Paloma.

2) Frenar un avance para otro polvo. No le quedó otra que aceptar e irnos. No obstante la acompañé a su casa.

Al otro día, tras acompañar a "Fulanita" a su casa, mientras íbamos camino por la calle Varela, "Fulanita" me pidió

- TTTTTT (mi nombre) ¿No me pasas el dato de Paloma? Quiero tener alguna amiga Trans.

Revoleé los ojos. Pasarle el dato, Paloma lo primero que haría sería comentarle que me la había cojido, con lo cual Fulanita me iba a picar en Juliana. De más está decir que no podía dárselo. Apelé a algo muy serio y honesto, que también era un argumento sólido. Le conté respecto a la lluvia de sobrecitos, solo que le dije que había sido dentro del bar cuando trató de sacar un pañuelo de su bolsillo y no en el telo. ¿Cómo explicaba que dentro del bar se había quitado el pantalón? Luego, le señalé algo que también fue muy honesto.

- Ella sigue en esa joda. Si salís con ella, es posible que la estén siguiendo e investigando. No quiero que la cana te agarre junto a ella; imaginate, dos trans, de determinada nacionalidad, ella con antecedentes por venta de droga...vas a terminar en cana aunque no tengas nada que ver.

Todo fue absolutamente cierto. No había mentira en mi temor, aunque si un ocultamiento. 

Paloma insistió varias veces en "venir a desayunar a casa (ella compraba medialunas y yo ponía la leche)", " a ayudarme a estudiar" y a "escucharme a como tocaba música". Jamás lo consiguió y desistió. En cambio Fulanita, a los días me preguntó, cuando íbamos a ver una pelí:

- ¿Tuviste SEXO con esa chica?

Respiré hondo y medité qué decirle. Esos segundos hicieron que "Fulanita" sonriera nerviosa al igual que los boxeadores al verse afectados por un golpe, con lo cual me preguntó:

- ¿Es pasiva, versátil o activa?

- No, ya te dije, fuimos tan solo a tomar una gaseosa.

No tenía sentido decirle la verdad, más que ponerla celosa, más de lo que estaba  - cosa que aunque ella jamás reconocería - y perjudicar a lo que terminó siendo una maravillosa salida. Y fue la primera y única vez que le mentí a Fulanita.  

 

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hace 2 horas, Profe tumbero dijo:

Acá abro un paréntesis, muy largo. Digamos, con descarnada honestidad, iba a relatar una historia, pero relataré dos. El famoso "dos por uno"; veremos que tal queda. Espero que se entienda y que ahora no se queden muditos y comenten. Y si les gusta, cuando salga la novela, la compren. ¡No sean canutos!

Paloma había intentado ubicarme tras su libertad. Probó con varios muchachos, pero todos le hacían la siguiente pregunta ¿para qué? Y ella, según sus manifestaciones, no aclaraba. Un amigo, preso, me comentó que estaba tratándome de ubicar, pero me advirtió:

- Ojo.

- ¿Por qué no le pasaste mi número?

- Porque te quiero cuidar.

- Pasame el de ella entonces.

- No.

- ¿Por?

- Porque te quiero cuidar. Si vas para adelante, sabe que entrás en zona de riesgo y buscala vos. Gil no sos, la vas a encontrar, pero yo no quiero perjudicarte.

Listo, códigos tumberos. Habló, pero de manera medida, advirtió sin perjudicar, apelando a lo que sabía de ella y que yo tome mi decisión, sabiendo a qué me exponía. 

Tomé el riesgo. Ubicarla fue muy fácil. La contacté vía cara de libro. Algunos de mis contactos (ex presos) la tenían dentro de sus contactos. Así de simple y procedí a escribirle.

No fue difícil retomar la relación. Al principio consistió en ponernos al día con los chismes y con nuestras vidas. Luego, me manifestó que trataba de conseguir a un hombre mayor para ser su pareja. Es decir, arrancó tirando con mira telescópica. 

Ante los avances de ella, que si bien se entendían pero no era totalmente directa, seguí con su mismo juego. Con el mismo tenor. Y ella prosiguió con el mismo sendero, en su historia, con lo cual me confundió bastante y no supe, pararla para preguntarle algo muy simple: "¿Qué carajo pretendés?"

Si bien en Libertad, ella tenía en ciernes una causa muy importante por la cual se la podía expulsar del país. Y, de echo, se había solicitado eso. Digamos que sus antecedentes le jugaban en contra. Ella, como imaginarán, trataba de evitar que la devuelvan a su país. Para eso, con abogados de una ONG exponían su situación: su familia estaba radicada en la Argentina, ella tenía trabajo y estudiaba una carrera universitaria. La puntuación que había obtenido en su progresión de pena era notablemente satisfactoria y, el sistema podría ejemplificar con ella que era un "notable caso de resocialización". Ahora, eso la tenía preocupada. Y, si bien no lo dijo jamás con claridad, ella buscaba armar una pareja sólida que blindara su situación de expulsión del país. Digamos que vislumbré cuál podía ser su interés, quizá advertido por mi amigo. No era complicado entenderlo. Ella en pareja con un docente universitarios que carece de antecedentes penales y que podía justificar (y probar) cómo era que lo había llegado a conocer (fue alumna mía), era otro elemento más que aportaba a ese remanido concepto de resocializar. Y si obtenía el matrimonio, era disipar por completo ese peligro de perder la causa e irse a su país natal. No obstante, había un detalle que Paloma me contó durante la salida. Ella estaba en pareja con un preso, con el cual tenía visitas íntimas. Eso era otra señal de alarma, ya que meterse con una mujer de un preso, no es estar buscando mantener la salud, digamos. Asimismo era algo que podía tirar por tierra sus logros ante los ojos del juez que atendía la causa y daba sustento al argumento de tener que expulsarla del país. Para que se entienda. Ella mantenía un vínculo con el mundo del delito. 

Para mis adentros, la situación me confundía (creo que ya lo dije) porque por un lado me tiraba cierta onda como que buscaba algo serio, pero al mismo tiempo, comenzó a hablarme de su pareja. Lo sensato para mí, era huir. ¿Qué mierda buscaba? ¿Una pareja "sana" que la alejara del submundo del delito o un gil que hiciera de pantalla hasta que el peligro se disipara? Eso me llamaba la atención, pero a la vez me hacía sonar las alarmas. Fue entonces que comencé a hablar de mi relación con una señorita trans que publicaba. Esto llevó a la escena que mencioné antes, que lejos de echar agua al fuego, significó que Paloma se me abalance y terminemos a los besos en el bar.  Como se imaginarán, terminamos en un telo.

Al entrar al albergue transitorio, estaba todo ocupado e incluso había cola para sacar turno. Más que un telo parecía rentas del gobierno de la Ciudad o una farmacity en fin de semana. Todos con una mujer; yo, en cambio, con una chica trans que se notaba evidente su condición. Y ella super romántica, cada tanto me abrazaba y debía bajar su cabeza para encontrar la mía para estrecharme un acaramelado beso. 

Cuando llegamos al cuarto, arrancamos a los besos. La acosté, seguimos y ella que no terminaba de quitarse el muy apretado pantalón de jean. Esto me obligó a solicitarle que se lo quite. Se levantó y, al hacerlo, una lluvia multicolor salió de su bolsillo de atrás. 

- ¡Uh! - dijo con cierta preocupación Palomita, quizá por verse expuesta o por el daño a su mercadería. 

Miré el piso y ante mi sorpresa, me encontré con sobrecitos de papel glase de color metalizado que disparaban colores por reflexión de las luces del cuarto, en el piso. Inmediatamente Paloma se abocó a levantarlos, ante mi silencio y a lo evidente. Hicimos lo que teníamos que hacer, ella una pasiva preciosa. Que pretendió que pernoctáramos, pero me negué. En cierta manera, aunque tangencial, dejé en claro mi postura. 

- Mañana viene a casa esta chica a tomar clase - advertí.

- ¿La travita? 

Las mismas trans son tan jodidas entre ellas. La misma chica trans, de la cual estuve enamorado e iba a estudiar a mi casa en referencia a otra, hizo una pregunta similar con el mismo sentido. Y tengo varios ejemplos. Ellas misma se discriminan descalificándose. 

Le escribí a mi escort -flirt - alumna - amiga para ver si tenía pensado cumplir con nuestra cita.

- Por nada del mundo pienso dejar de ir - señaló, a pesar que estaba dentro de una discoteca.

La afirmación de la "Fulanita" llevó a varias cosas.

1) La peor cara de Paloma.

2) Frenar un avance para otro polvo. No le quedó otra que aceptar e irnos. No obstante la acompañé a su casa.

Al otro día, tras acompañar a "Fulanita" a su casa, mientras íbamos camino por la calle Varela, "Fulanita" me pidió

- TTTTTT (mi nombre) ¿No me pasas el dato de Paloma? Quiero tener alguna amiga Trans.

Revoleé los ojos. Pasarle el dato, Paloma lo primero que haría sería comentarle que me la había cojido, con lo cual Fulanita me iba a picar en Juliana. De más está decir que no podía dárselo. Apelé a algo muy serio y honesto, que también era un argumento sólido. Le conté respecto a la lluvia de sobrecitos, solo que le dije que había sido dentro del bar cuando trató de sacar un pañuelo de su bolsillo y no en el telo. ¿Cómo explicaba que dentro del bar se había quitado el pantalón? Luego, le señalé algo que también fue muy honesto.

- Ella sigue en esa joda. Si salís con ella, es posible que la estén siguiendo e investigando. No quiero que la cana te agarre junto a ella; imaginate, dos trans, de determinada nacionalidad, ella con antecedentes por venta de droga...vas a terminar en cana aunque no tengas nada que ver.

Todo fue absolutamente cierto. No había mentira en mi temor, aunque si un ocultamiento. 

Paloma insistió varias veces en "venir a desayunar a casa (ella compraba medialunas y yo ponía la leche)", " a ayudarme a estudiar" y a "escucharme a como tocaba música". Jamás lo consiguió y desistió. En cambio Fulanita, a los días me preguntó, cuando íbamos a ver una pelí por puerto madero:

- ¿Tuviste SEXO con esa chica?

Respiré hondo y medité qué decirle. Esos segundos hicieron que "Fulanita" sonriera nerviosa al igual que los boxeadores al verse afectados por un golpe, con lo cual me preguntó:

- ¿Es pasiva, versátil o activa?

- No, ya te dije, fuimos tan solo a tomar una gaseosa.

No tenía sentido decirle la verdad, más que ponerla celosa, más de lo que estaba  - cosa que aunque ella jamás reconocería - y perjudicar a lo que terminó siendo una maravillosa salida. Y fue la primera y única vez que le mentí a Fulanita.  

 

Un gusto leer todos los relatos que compartió, yo le compro la novela

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Venía caminando por la avenida Córdoba, una noche de invierno, fría, tanto como el desamor. Tras cruzar esmeralda, eché un vistazo en un local de ropa masculina. A unos metros de la vidriera, una trans. Bajita, de cabellera ensortijada, de un físico indescifrable debido a la ropa puesta. Al pasar frente a ella, se me insinuó. Me acerqué, pensé que la cifra sería baja para un servicio, ya que la trans trataría de salvar la noche conmigo. Como mencioné, hacía demasiado frío, era tarde, no pasaba nadie, era día de semana. es decir, todo presagiaba que las posibilidades de conseguir algo de guita serían poco factibles. Desde mi punto de vista, podía llegar a negociar el precio. Fue entonces que comenzó un diálogo característico en estas circunstancias, que si bien no recuerdo sus comienzos con exactitud, lo que inventé a continuación no se va a alejar mucho del que en realidad ocurrió. 

- Hace frío ¿no tenés ganas de hacer algo?

- Y, todo depende.

- Podemos ir a algún lugar, darnos besitos.

Fue entonces como la trans se me aproximó a mi, de manera acaramelada. Como un gato, se comenzó a restregar sobre mi sobretodo azul oscuro. 

- Ay, que abrigadito que es, que linda tela.

Dijo deslizando la palma de su mano sobre mi prenda, pero sin dejar de mirarme a los ojos. Y el diálogo se desvío de lo que sería el habitual que tendría una escort con su potencial cliente, ofreciéndome ir a su departamento, aranceles, servicios, etc. No obstante seguía acaramelada, preguntándome de dónde venía, de qué trabajaba, hacia dónde iba.

Fue entonces que bajé la vista y veo como su mano salía del bolsillo interno izquierdo de mi sobretodo, con una libretita de color verde, que no era otra cosa que mi DNI. En un santiamén la trans tenía su muñeca apretada por mi mano izquierda. Y mi pulgar, extendido incrustado sobre sus huesos del carpo. Sí, con intención de hacer doler. Lo admito. 

- Dejá eso en su lugar - ordené con voz firme y tono sórdido.

- Se estaba cayendo - buscó justificarse, como pudo.

- No, no se estaba cayendo, lo querías chorear.

- En serio, se estaba cayendo - insistió la travita.

- Dejalo en su lugar - ordené de nuevo, solo que esta vez, fui más allá.

Levanté mi antebrazo izquierdo y se lo coloqué a la altura del cuello, al tiempo que apretaba con fuerza la muñeca derecha. Di uno o dos pasos hacía adelante, apretando la espalda de la trans contra la puerta de un domicilio, me coloqué la mano derecha a la altura de la cintura. Ella podía ver mis movimientos. No, no los podía ver, porque no dejaba de mirarme a los ojos, pero de seguro podía interpretar qué estaba haciendo. Entonces, de manera tajante y brutal, pero sin elevar el tono de voz, ordené.

- Dejá eso ahí. ¿O querés tocar el fierro también?

La miré con mis ojos penetrantes, con la intención de atemorizarla. Sentí como sus músculos se movían para extender sus dedos, dejando caer el DNI dentro del bolsillo. No dijo una palabra más. Creo que después que vocalicé "fierro" no volvió a respirar. No recuerdo si le dije algo más, tan solo que caminé los metros que quedaba a la parada de colectivo, en una acera oscura como mi humor y regresé a casa. 

Esta anécdota la he contado infinidad de veces, adentro. Todos, absolutamente todos, concluyeron lo mismo.

"La trava se pensó que eras cana de la brigada".

Años más tarde, una escena casi calcada, pero a una cuadra de Plaza Flores, de verano y, como supondrán, sin portar un sobretodo. Tenía sí, un saco de lino gris, pero a diferencia esta vez la trans me aplastó ella contra un kiosko de diarios y su mano extrajo un billete de veinte pesos de la ubicación parecida al caso anterior. Ah, a expensas de ser señalado por xenófobo, en ambos casos, las trans eran peruanas. Como la travita presa que vendía droga por Flores de la historia anterior y como la otra, "padre de familia", como la apodaron en tono burlón sus compañeros del pabellón de homosexuales. 

Lo mismo, igual pase de comedia, solo que esta vez la frené con la mano derecha, poniéndole sobre el cojote mi antebrazo derecho y, con menos parsimonia, le advertí:

- Dejá esa guita de dónde la sacaste. ¿O querés que te agarre a fierrazos acá nomás?

Al colocarle mi antebrazo en su cuello, quedamos mirándonos mutuamente. Vi, el temor en su mirada. Esbozó la misma explicación.

- Se estaba cayendo.

- Deja esa guita o te cago a fierrazos.

Lo dije en un tono más firme, pero sin elevar el volumen de mi voz. Estábamos sobre avenida Rivadavia, me daba cuenta que la gente se comenzaba a parar al ver esta escena que daría la apariencia de forcejeo.

- Ya está - me señaló.

La alejé con mi antebrazo, empujándola hacia atrás, sin dejar de mirarla a los ojos, al principio. Luego controlé sus manos,  para ver si tenía la guita y por si no tenía algún "corte". Escuché unas palabras, que no provenían de ella, pero que eran afeminadas. Eso me dio la pauta que podría no estar sola y sentí cierto temor a que me pudieran apuñalar desde atrás. Me había alejado del kiosko de diarios y eso había sido un error, regalé la espalda. Fue entonces que me acordé de lo que me dijeron muchos de mis alumnos presos. Y lo usé.  

- Agradecé que estoy ocupado, sino te llevo. No te quiero volver a ver más por acá (la insulté) porque vas a terminar peteando a toda la comisaría ¿Estamos?

Y me fui tras ver como se alejaban tres punga travas en dirección a Liniers, haciendo gran esfuerzo para ir a paso ligero con sus tacos altos. 

Manga de hijos de puta, no los travas, ustedes. Me hicieron trabajar como descosido. 

 

Editado por Profe tumbero
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    • Hay al menos dos xps mías con la susodicha...ya no recuerdo el nombre porque lo cambia a menudo. Yo la pasé muy bien, es mucho más activa que pasiva. Hubo luego algunas xps no tan positivas. Es muy flaca, porque si busca pasivas no creo que le guste pero si quiere una buena cogida  la puede pasar muy bien. Por algún motivo que desconozco se cambia el nombre y el lugar muy seguido. Mis xps tienen al menos dos años....la primera vez fué muy buena, la segunda fué positiva pero no más....tal vez  la primera que fuí sin definir mi rol que terminó siendo pasivo fué mejor que la segunda...la sorpresa tiene mucho que ver. No volví a verla ni a contactarla....no debe ser una chica fácil pero conmigo fué muy simpática y se prendió bien a pesar que ya supero los 50 largos.

    • Yo estuve con ella antes de que se operara. Está muuuy buena. Un cuerpo increible y mucha onda. Le gusta la onda dominación. La verdadq ue vale la pena. Cuando la veía cobraba menos, luego mejoró de zona y lugar y aumentó los precios, pero la verdad que está buena!!

    • carlos42

      Publicado (editado)

      Totalmente. Varias de Bonitas pasaron a Gemidos; algunas brevemente (cómo Cande, por ejemplo) pero nunca resignando ganancias. Igual que Irene, ahora Camila, o Lucía, o Megan (aunque Megan hace rato que se pasó de Bonitas a Gemidos): mantienen los mismos precios.

      Editado por carlos42
    • Creí que al haber dejado una página "cara" como bonitas y pasar a gemidos bajaría el precio. Que ingenuo fui 🥹🥹🥹

    • Yo le mande WhatsApp para que me pase info, como no tiene lugar quería saber que onda, esta a pocas cuadras del Byen Ayre, tenes que pasarla a buscar e ir al telo que esta en Panamericana y Camino del Buen Ayre (Samoa). Por la ubicación la zona no es muy linda que digamos. Si le hablan tiene que ser para el momento, no le gusta que la llamen para arreglar para otro día, como yo le escribí para averiguar, se enojó y me bloqueo.


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