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Levantes: historias de terror.


ciuta

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Me parece que leí un foro similar pero no lo encontré, por eso inicio este.

 

Puse de "terror" para darle un poco más de enganche al mismo, pero en mi caso fue una de las experiencias mas feas que pasé.

 

Cuando era mas joven, mi forma de conocer chicos era a través de una línea gay (que no se si todavía existe) donde apretabas un número para mandar mensajes y charlar con otro de la línea que te haya llamado la atención.

 

Así, nos contactamos con Pablo (nombre de ficción porque no lo recuerdo) Estuvimos hablando por horas esa noche, super interesante el flaco para mi, un lector de aquellos que me hablaba de libros, autores e historias (una de mis debilidades) y yo podía escuchar por horas. Además me gustaba mucho su voz. Nunca daba mi teléfono a nadie, siempre me lo daban a mi. Así seguí el contacto con Pablo.

 

Lo llamé a los dos días creo y me atendió con una alegría que me enterneció. Estuvimos nuevamente hablando por horas y entre esas charlas de madrugada e insomnio, le conté una historia personal de mi infancia que lo puso como loco queriendo defenderme, haber estado ahí en ese momento. A cada rato me decía que quería protegerme, defenderme y cuidarme. Me gustaba y me daba un poco de gracia lo que me decía a la vez que me resultaba extraño su extremo proteccionismo. Si bien era mas grande que yo, eran sólo unos años.

 

Finalmente decidimos encontrarnos y me invita a su casa, una quinta por la zona de Pilar. Como mis viejos tenían casa en un country de la zona no me parecía tan lejos ni tan complicado llegar. Quedamos en que iría a las 23 hs. Desde una estación de servicio donde quedé en llamarlo me dió las indicaciones de como llegar, igualmente ibamos hablando durante mi trayecto a su casa. Cuando llego, veos unos paredones (lo que recuerdo) y un gran portón de chapa que no permitía ver hacia adentro de la casa. Me había dado tanta confianza él que no lo dudé, toqué bocina y salió a abrirme el portón. Cuando lo abre no era lo que yo esperaba pero tampoco pensaba en ir a coger sólamente. Como dije, era super amena la charla con él.

 

Cuando me bajo del auto me dió un abrazo de 1 minuto como de alguien que reencuentra a su familiar mas querido luego de años.

 

Me hace pasar a su casa luego de cerrar el portón y ahi me encontraba yo, en una casa que no sabía bien donde estaba, con alguien que no me parecía tan confiable como telefónicamente, y donde no recordaba haber visto en el trayecto muchas casas de vecinos (al menos cerca).

 

Me ofrece de tomar cerveza bien fría (era verano y hacía calor) pero le digo "traje cocas light, tomo esto".

 

Hablamos un buen rato pero yo no veía las horas de irme y pensaba en como salgo de aquí. Cuando ve que me paro y le digo "bueno Pablo, que bueno conocerte, pero se hizo tarde...y bla, bla, bla" se levanta y me da nuevamente un abrazo y me saca las llaves del auto y me dijo, "no te vayas, como te vas a ir?" y me empezó a besar. No sabía que hacer, no quería ponerme violento ni decir nada que lo lastime, la puerta estaba cerrada y se puso las llaves del auto en su pantalón. Me agarró de la mano y me llevó a la habitación mientras yo le repetía "me tengo que ir".

 

Por primera vez vi que su cara no me parecía tan confiable como ma había parecido. Me empezó a desnudar (yo con bermudas y camisa) mientras me besaba. Fue la sensación mas fea que viví alguna vez. No sabía como pararlo. Me bajo los pantalones y se arrodilló a chuparme la pija. Le decía "me tengo que ir, en serio. Otro día nos vemos" No paraba, hasta que siento que raspa la piel de la pija con su barba (de un día pero dura) y me queda colorada. Lo empujo y le digo "pará flaco, me estás lastimando" a lo que cambia su cara y me empieza a dar besos despacito, casi llorando diciendo "sana, sana...) y me besaba los pies y volvía a darme besos en la pija donde me lastimó.

 

Le digo que tengo que ir al baño. Paso y me doy cuenta que había dejado el celu en el living. Por la ventana del baño no veía una luz. Al menos no escuhé ni ví perros en la casa por si salía corriendo. Ya mi mente deliraba cualquier cosa.

 

Cuando salgo, veo que no está en la habitación, voy al living y tenía chocotorta servida en un plato (le había dicho que me encantaba en una de nuestras charlas) Su cara de felicidad contrastaba con mi cara de asombro, bronca y susto, todo junto.

 

"Pablo, en serio, me tengo que ir, me voy" Agarré las llaves, me fui hacia la puerta sin pensar en nada y siento que me abraza por atrás y me pregunta "nos vamos a volver a ver?" "Obvio" le respondí.

 

Salimos, antes de meterme en el auto le doy un beso en la mejilla aunque el trato de darme un piquito. Ni le pregunté como salir para la ruta. Mientras me abría el portón y veía como movía su mano despidiéndome solo pensaba en acelerar e irme a la mierda.

 

Nunca más lo ví ni hablé con él, y nunca mas me encontré con nadie sino en la ciudad, en un bar y con mucha gente a la vista.

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Re: Levantes: historias de terror.

 

Pobre Ciuta....qué cagazo....sin embargo, me da pena Pablo; se me hace que era un tipo que padecía una extrema soledad. Tan solo se sentía (se me ocurre) e incapaz de procesarlo que se volvió un poco loquito. Conozco algunas personas así. A algunos se les da por el juego, a otras por el alcohol o cualquier cosa que les sirva como para dejar de pensar en eso que les hace falta. A Pablo creo que le falló encontrar una distracción y así ante el primer ser humano que le dió bola no quería dejar escaparlo. Si uno presta atención, siempre te dan algunas señales. Se me ha cruzado cada loco en el camino que ya estoy bien entrenado.

 

ahh..con respecto a la historia similar que Ciuta no recuerda, debe ser el relato del forista GANSOTE en el siguiente hilo.... http://www.escortsxp.com/foro/discusiones-generales-gay-/319621-tu-mayor-verg-enza-sexual-ac-mia-3.html

Editado por joel_70

Siempre este parche en el ojo fue más lejos que mi corazón...:pirate:

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Invitado expedizion78

Re: Levantes: historias de terror.

 

Coincido con Joel en que el tal Pablo probablemente no fuera un psicópata sino alguien muy solo.

 

En estos tiempos tan deshumanizados que vivimos, a veces la necesidad de afecto puede pasar por una desesperación cuasi psicótica.

De todas formas, yo tampoco hubiera probado esa chocotorta... a ver si uno de sus ingredientes principales era el clonazepam, jeje.

 

 

Muy bien contada la experiencia. Realmente lograste transmitir esa sensación de alienación, de "esto no puede estar pasando" que todos, en algún que otro momento de nuestras vidas, hemos sufrido.

Editado por expedizion78
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Invitado Juli Stefa

Re: Levantes: historias de terror.

 

Que situación tan incómoda...

 

No podía dejar de imaginarme una habitación en penumbras en la casa, con 4 chicos como vos embalsamados desnudos y al palo, cada uno sentado en una silla y una quinta silla vacía esperando al próximo que tomara cerveza o comiera chocotorta. Y él diciéndote que te quedaras a la fiestita que te había organizado, con otros chicos que te estaban esperando desde el primer día en que habían conversado y que querían ser tus amigos.

 

Ya que estamos, te cuento una que me pasó a mí.

 

Verano, de noche tarde, tipo una de la mañana. Estación de San Isidro. Yo tendría 20 años y había ido a ver si me encontraba con un chico que trabajaba de prostiputo en la estación y con el que cogía seguido solo con él o con una puta de la estación con la que éramos amigotes los tres.

 

Estaciono y me quedo dando vueltas caminado, a ver si aparecía.

 

En el interín veo a un señor que tendría unos sesenta y pico que se acerca a otro chico que estaba trabajando y empiezan a caminar. Se veía que el señor estaba negociando.

 

Me dio morbo ver como terminaba la cosa y los empecé a seguir de lejos. En un momento el chico se da vuelta y se va. Se ve que no llegaron a un acuerdo.

 

Como estaba caliente, me quedé esperando al señor que volvía a buscar otro chico.

 

Yo estaba vestido onda reo. Una remera, jean y ojotas (que recién en ese momento se empezaban a usar como para salir a la calle), con lo cual pasaba perfecto por taxiboy sanisidrense.

 

Cuando llega a donde yo estaba, lo miro, le mantengo la mirada mientras me acaricio la bragueta. Bien obvio.

 

Se me acerca el señor y me saluda. Me pregunta si quiero ir con él a su casa. Le aclaro que estaba trabajando.

 

Arreglamos el arancel y nos vamos a su departamento.

 

Llegamos y era el típico departamento de un gay sesentón de hace 48 años atrás. Departamento de tres ambientes, con muebles antiguos grandes, heredados de la casa familiar.

 

Me invita una copa de vino y yo la rechazo. Le pregunto si podía sacarme la remera y me dice que sí. En patas y con el jean puesto, me acerco por atrás, lo abrazo y lo beso. Le digo que tenía ganas de coger con él.

 

En ese momento, él me ofrece coger en el dormitorio o en su escritorio.

 

Yo opté por el dormitorio, porque me imaginé cogiendo sobre un escritorio con el tipo ese, haciendo equilibrio y preferí una cama.

 

Cuando entramos al dormitorio me encuentro con una cama antigua de una plaza, velas encendidas, música de Wagner y como una docena de fotos grandes de la mamá del tipo, mirándome fíjamente. La mamá era la típica vieja castradora loca. Ojos claros y mirada seria de general prusiano. Te helaba la sangre la mamá y todas las fotos miraban de manera que siempre convergía la mirada de la vieja sobre la cama, en la que yo tenía que garcharme al hijo.

 

En ese momento y pensé, "¿Cómo carajos me caliento con Wagner, la mamá mirándonos y este viejo baboso y loco?"

 

Casi le pregunto si no me dejaba echar una mirada al escritorio, en ese momento.

 

Si bien yo era más grande de cuerpo que este hombre, estaba en su casa en un edificio con guardia de seguridad abajo, con lo cual necesitaba de él para huir.

 

"¿Podrías sacar la música, por favor?", le pedí.

 

La cuestión es que sacó la música y me terminé de desnudar.

 

Me tiro en la cama y el hombre se me pone a chuparme la pija. La peor chupada de pija de mi vida.

 

Por algún motivo que desconozco, él creía que si a uno le raspaban la verga justo debajo de la cabeza, donde nace el frenillo, uno se calentaba. Y para colmo tenía un poco de barba, como el amigo de ciuta, y también me raspaba mal la chota.

 

Entre las raspadas y la docena de sus madres mirándonos, eso iba a ser muy complicado.

 

Por suerte yo tenía solo 20 años y estaba lleno de hormonas.

 

Cerré los ojos y me dije, "Juli, vos tenés que cumplir tu parte del contrato". No pude evitar acordarme del Dr. Favier Dubois, mi profesor de Derecho Económico en la facultad.

 

Le agarré de la cabeza y para evitar que me raspara, le empecé a coger la boca, metiéndole la pija como si lo cogiera. De esa manera lo obligaba a abrir bien la boca y no podía rasparme, porque se la metía hasta el fondo a la verga y eso le hacía abrir grande la boca.

 

Al rato de esto, y para cambiar de posición, le pido que me deje cogerlo. Él medio que no quería, porque decía que yo la tenía muy grande y que le iba a doler. Yo ya no soportaba más que me raspara la pija con los dientes y sus dedos.

 

Que sí, que no, lo convenzo de que traiga la vaselina. Trae vaselina en pasta. Era como lubricarme con una cosa pastosa y seca, horrible. Se la meto a la vaselina por el culo y lo entro a coger.

 

Así estamos un rato, me pide que la saque y yo le ofrecí pajearlo. Me deja que lo hiciera acabar y me pide que me pajée.

 

Cuando me empiezo a pajear me entra a frotar otra vez el frenillo con los dedos. "¡Pero la puta que lo parió! ¿Quién le dijo al viejo este que eso es agradable?", pienso yo. Pero como me estaba pajeando, con extender el recorrido de mi mano, lo saqué de mi pija.

 

Al ratito logré sobreponerme a la mirada de la madre y pude acabarme encima.

 

Me invita a bañarme y cuando voy al baño, el señor se sentó a mirar como me enjabonaba. Desde luego que le di el baño que él quería ver. Más no me pude manosear, jajaja...

 

La cuestión que terminé el baño, me vestí, me pagó y me acompañó hasta abajo con la promesa de volver a vernos y llevarme comprar algún regalo, la próxima vez que nos encontráramos.

 

Me dio su teléfono y me dijo que lo llamara en unos días.

 

Él era profesor de colegio secundario y yo le había dicho que vivía solo con mi viejo y que me prostituía porque estaba sin trabajo y mi novia se tenía que hacer un aborto, jajaja... Fue lo primero que me salió, cuando me preguntó por qué lo hacía. Desde luego que era una infame mentira. Mi novia no necesitaba ningún aborto, por suerte, y no trabajaba porque me mantenían mis padres para que estudiara.

Me compró un muy lindo traje de baño, en la galería esa que está en la principal de San Isidro y que parece una galería de Pinamar, jajaja... En el negocio que estaba en la punta adelante, por si alguno es de San Isidro. Ese fue nuestro segundo encuentro. Regalo que agradecí cogiéndolo, desde luego. Y cobrándole, porque yo necesitaba el dinero, porque tenía que devolverle a mi viejo lo que me había prestado para terminar de garpar el aborto de mi noviecita, jajajaja...

 

En un tercer encuentro, me compró un par de zapatillas Adidas y comimos en su casa con otro señor mayor amigo de él y otro protiputo que había llevado el amigo.

 

Terminamos cogiendo el chico, un pendejito morochito, reo y muy porongudo, mientras ellos nos miraban, jajaja... fue una buena experiencia.

 

A esa altura de la relación, yo ya me garchaba a la madre muerta si me la traía, jajaja... Estaba totalmente acostumbrado a que la mami nos mirara cogiendo.

 

Casi que lo disfrutaba. Como que pensaba, mientras me lo cogía, que le decía a ella : "¿Viste vieja castradora y jodida de mierda en lo que convertiste a este pobre hombre? En un viejo que solo goza cuando lo vive un prostiputo callejero".

 

Se ve que psicológicamente para él era como excitante que lo cogieran ante la mirada de la madre. No se si por joderla a la vieja, o si por sentirse acompañado por la mamá.

 

Preferí nunca enterarme de lo que le pasaba por su loca cabecita. Ni él se enteró de lo que pasaba por mí loca cabecita tampoco, desde luego.

 

Pero la primera, fue como coger en una suerte de casa de la familia Adams. Yo me imaginaba al cadáver de la madre en el escritorio, onda el cadáver de Evita. En un ataúd parado iluminado por unas largas velas en candelabros de plata.

Editado por Juli Stefa
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Invitado pamperito_desenfrenado

Re: Levantes: historias de terror.

 

Mi historia: luego de la ruptura con mi único y gran amor antes de graduarme en la universidad (1996), mi ex me había dejado en un posición holgada $$$ y sumado a que estaba recibido y con buen laburo comencé a darme la gran vida. En otro post ya hablé de esa relación. Había regresado yo de unas vacaciones por Inglaterra e Irlanda y vuelvo al "yirotaje" por las calles del otoño porteño. Nos miramos, nos seguimos un par de cuadras, café y directo a su casa a coger. El, maduro - como a mi me gustan - y yo 24 años.- Todo estaba bárbaro hasta que en la cama y ya bien comenzado el juego sexual el me propone atarme a la cama. A lo cual en la calentura accedí. Se va de la habitación y aparece luego de 15/20 minutos vestido todo de cuero y cadenas. La cosa no me gustaba...Comienza a lamerme, manosearme y el juego se torna bruto. Le pedí que me desatara a lo que no accede. Sube el volumen de la música y empieza a darme cachetadas mientras me decía de todo menos bonito (puto, así que te gusta andar jodiendo, reventado, etc) Estaba asustado al margen que sus trompadas me provocaban dolor. Se va de la habitación y regresa a los 10 minutos con una plancha caliente. Aún hoy todavía queda las marcas en la espalda .....mejoraron mucho con dos cirugías pero no se fue del todo. En esa época no me atreví a denunciarlo a pesar de la insistencia del médico que fue muy contenedor porque me largué a llorar desconsoladamente en su consultorio. El muy hijo de puta lo encontré muchos años después en la terminal de BUQUEBUS de Montevideo con su mujer e hijos......

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Invitado laplatanight

Re: Levantes: historias de terror.

 

Mi historia: luego de la ruptura con mi único y gran amor antes d7e graduarme en la universidad (1996), mi ex me había dejado en un posición holgada $$$ y sumado a que estaba recibido y con buen laburo comencé a darme la gran vida. En otro post ya hablé de esa relación. Había regresado yo de unas vacaciones por Inglaterra e Irlanda y vuelvo al "yirotaje" por las calles del otoño porteño. Nos miramos, nos seguimos un par de cuadras, café y directo a su casa a coger. El, maduro - como a mi me gustan - y yo 24 años.- Todo estaba bárbaro hasta que en la cama y ya bien comenzado el juego sexual el me propone atarme a la cama. A lo cual en la calentura accedí. Se va de la habitación y aparece luego de 15/20 minutos vestido todo de cuero y cadenas. La cosa no me gustaba...Comienza a lamerme, manosearme y el juego se torna bruto. Le pedí que me desatara a lo que no accede. Sube el volumen de la música y empieza a darme cachetadas mientras me decía de todo menos bonito (puto, así que te gusta andar jodiendo, reventado, etc) Estaba asustado al margen que sus trompadas me provocaban dolor. Se va de la habitación y regresa a los 10 minutos con una plancha caliente. Aún hoy todavía queda las marcas en la espalda .....mejoraron mucho con dos cirugías pero no se fue del todo. En esa época no me atreví a denunciarlo a pesar de la insistencia del médico que fue muy contenedor porque me largué a llorar desconsoladamente en su consultorio. El muy hijo de puta lo encontré muchos años después en la terminal de BUQUEBUS de Montevideo con su mujer e hijos......
y no le gritaste nada????????? Lo dejaste asi de impune??????? A vos sos taradisimo!!!! Yo me lo cruzo con la mujer e hijos le grito las 40!!!
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Re: Levantes: historias de terror.

 

Tremenda tu experiencia Pamperito. Que hijo de mil putas! Conocí el caso de un tipo que en un levante por chat fue drogado en su casa, despertándose dos días después meado y cagado y con el departamento dado vuelta.

Tambien una pareja que acostumbraba a llevar terceros a su cama. Una vez, uno los drogó y les vació la casa. En este último caso estuvieron graves por el tipo de droga que le habian puesto (algo para caballos)

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Re: Levantes: historias de terror.

 

Me parece que leí un foro similar pero no lo encontré, por eso inicio este.

 

Puse de "terror" para darle un poco más de enganche al mismo, pero en mi caso fue una de las experiencias mas feas que pasé.

 

 

El terror causado por este post se minimiza un poquito con un suceso auspicioso: fue agradecido por el queridísimo e irremplazable Anoshvan, por lo que queda la esperanza que vuelva a sorprendernos reapareciendo muy pronto, con su natural inteligencia, perspicacia y don de gentes, y con su sugerente nuevo avatar!.

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Re: Levantes: historias de terror.

 

Una sola vez me pasó algo que me asustó mucho. Fue hace varios años, cuando recién empezaba con los levantes.

 

El levante fue por contactos que se publicaban en internet (no se utilizaba el chata aún). En ese entonces yo tenía varios filtros antes de conocer a alguien cara a cara. Pero todo fue joya para que nos encontremos y tomemos un café.

 

Es difícil que yo me equivoque al ver a una persona. Enseguida me doy cuenta cómo es. Si es buen tipo, confiable o no, si es seguro, inseguro , piola , mediocre, etc. etc. El flaco me cayó muy bien, muy buena onda. me gustaba físicamente y me calentaba. En esa charla conversamos sobre gustos sexuales y aclaramos que a mi me gustaba mucho la franela, los besos, que era más activo (el flaco tenía un culo buenísimo jeje) y demás. El me dijo que era versátil.

 

A los días nos encontramos para ir a un telo. Entramos en la habitación y comenzamos con la franela y ahí noto que no le iba mucho y que me daba piquitos evitando besarme. me dice que me desvista, pero ya de un modo que no me gustó, como dándome órdenes. me desvisto. me dice que me ponga en la cama mostrandole el culo. No me gustó. Lo hago y comienza a querer meterme el dedo ya con una actitud de dominación, diciéndome cosas, como "te gusta puto?" "decime que querés más" y cosas por el estilo. Algo que no va para nada conmigo. El flaco nada que ver con lo que me pareció.

 

Ahí la corto y le digo que no quiero así y el tipo se pone mal con cara de sorprendido como diciendome pero como ¿no te gusta? Le digo que pensé que sería diferente.

el no lo acepta. Se enoja y comienza a recriminarme que le estaba haciendo perder el tiempo. Trato de tranquilizarlo y calmarlo hablandole en tono moderado, y diciendole que no me siento bien así, que prefiero dejarlo aca. el flaco se pone peor. Que soy un mal bicho, que si estamos aca es para tener SEXO., que ahora no le puedo decir que no. yo me pongo re mal. Hay que pensar que recien me iniciaba en esto y lo que menos queria es un kilombo.

 

yo seguía con tono tranquilo porque me quería ir de ahí, y no sabía como safar. Pensé que me iba a pegar o cualquier cosa y que yo quería evitar a toda costa. A todo esto yo ya me estaba cambiando (el aun estaba cambiado porque no se había desvestido) y todo el tiempo le digo que no quiero seguir y que me quiero ir, mientras el me miraba de mal modo y me seguía diciendo cosas. Todo el tiempo ese que me cambiaba con el miedo que se desate de sí y me haga algo. Hasta que salgo de la habitación y el atrás mio.

 

Por suerte salimos del telo sin decirnos nada, cada uno para un lado distinto y yo respiré hondo.

 

Lo que más bronca me dio es no haberme dado cuenta cómo venía la mano, ya que nunca me había equivocado con la gente así.

Eduardo

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Invitado expedizion78

Re: Levantes: historias de terror.

 

La mía fue una auténtica PESADILLA.

 

Lo conocí por la línea telefónica. Hasta ahí todo bien: me sentía pisar en terreno firme. Hacía años que era usuario del canal y creía manejar al dedillo todos los filtros necesarios a fin de evitar sorpresas desagradables.

Cuán equivocado habría de estar...

 

Mensaje va, mensaje viene, había la suficiente onda como para encontrarnos. ¿El gancho? Un flaco directo, expeditivo, cuya descripción física me cerraba y que, como frutilla del postre, decía que era un fisioterapeuta diplomado, algo que por ese entonces necesitaba desesperadamente puesto que me había fallado mi masajista -no sexual- de cabecera.

Lo de los Masajes, claro, sería "de onda", lo cual volvía a la propuesta más atractiva aún.

 

Sin mayores preámbulos, le dí mis señas y esperé.

Lo primero que me llamó la atención fue su tardanza, que consideré excesiva, al punto que pensé que, lejos de ser el flaco expeditivo que parecía en el teléfono, era otro más del ejército de vuelteros.

Pero cuando estaba por tirar la toalla, a punto de irme a dormir, suena el timbre. A todo esto había pasado cerca de una hora.

Sin muchas ganas lo atiendo, casi pensando en qué palabras emplearía para despacharlo sin que se sintiera ofendido.

Cuando bajo y lo veo cambio al instante de parecer: un pedazo de macho musculoso me sonreía detrás de la puerta. Subimos. Hablamos un poco de todo. La tonadita dulce del flaco contrastaba agradablemente con su aspecto fornido.

Noté, sin embargo, que preguntaba sobre cosas que a priori me parecían demasiado íntimas para un encuentro de esa naturaleza. Sin embargo le seguí el juego, deseando que esos Masajes "de cortesía" derivasen en algo más, ya que quería hincarle el diente a ese lomazo.

De lo poco que contó sobre él, dijo que era oriundo de Entre Ríos (de allí la tonadita, me dije), y mencionó algo de haber hecho el servicio militar...

En cierto momento, recordando la generosa oferta que me había hecho, me pide que me ponga de espaldas. Yo lo hago. Entonces el flaco me levanta como una pluma y me hace "sonar" los huesos. "Wow", me dije, pensando en que en pocos minutos no sólo me comería a un flor de machazo sino también ligaría unos buenos masajes.

 

Pasamos a mi habitación. A su pedido, me acuesto boca abajo. Ambos estábamos vestidos. Él comienza a masajearme los hombros, luego va bajando por la espalda. Para mi sorpresa, noto que su toque es demasiado suave, como desganado. Sin embargo lo dejo hacer, confiando en que en algún momento la cosa iba a tomar un ritmo más interesante.

Pero dicho ritmo parece no llegar nunca. Cada tanto me toma una mano y me la estira hacia atrás, pegando el dorso contra la espalda. Repite el movimiento con mi otra mano. Yo, mientras tanto, algo aburrido, me pregunto qué sentido tendrá todo aquello.

En eso suena su celular. Él detiene su desangelado masaje y centra su atención en el aparato. Yo no puedo verlo, ya que estoy boca abajo, pero siento que se trata de algo importante, a juzgar por el tiempo que le dedica y el silencio sepulcral que se genera. Pero cuando le pregunto él desestima la importancia del mensaje diciendo que se trata de un amigo.

Retoma la tarea, con la misma parsimonia que, fracamente, comienza a hartarme. A esa altura de la noche incluso dudo de que el otro tenga alguna intención sexual conmigo.

 

Entonces, sin saber bien cómo, todo cambia. Él vuelve a tomar el dorso de mi mano y lo pega contra la espalda, sólo que ahora no lo hace con delizadeza sino con toda la fuerza. Comienza a maniatarme. Se me acerca al oído y en un tono castrense, en las antípodas de la dulce tonadita entrerriana, me insta a que me quede quieto y mudo, porque si no me "abre como un cerdo". Dice esto enseñándome una navaja.

Sin terminar de caer, incapaz de creer que aquello que tantas veces había visto en las películas de terror me estuviese sucediendo a mí, sólo atino a permanecer quieto. Un fuego "helado" me recorre. Entre amenaza y amenaza, el falso masajista (y posible milico) aprovecha para revisar de punta a punta el departamento. Lo oígo revolver prolijamente mis papeles. Sin mucho esfuerzo encuentra dinero y documentos. Yo atino a pedirle que por favor no me mate, que se lleve lo que quiera pero que no me mate. Esto hace que el otro se enfurezca todavía más.

—¿Qué te pensás que soy, eh? ¿Uno de esos pendejos que te matan por dos pesos? Yo soy un profesional.

 

Casi casi que para mis adentros agradezco que así sea. Incluso, en mi extrema impotencia, llego a agradecerle (¿agradecerle... qué???) y, en uno de esos gestos que sólo se entienden cuando se está bajo una presión insoportable, en una cuestión literalmente entre la vida y la muerte, le digo que es una buena persona.

—No soy una buena persona. Soy un hijo de puta —replica, en lo más parecido a una atocrítica que habría de salir de sus labios.

 

Luego, ya más en "confianza" (:ojotes:) se despacha con una diatriba contra el gobierno y los "miserables" 3000 pesos que le pagan. Ahí me cae la ficha de su empleo como policía o milico, ya que ese era el sueldo promedio en aquella época para los agentes de las fuerzas de (in)seguridad.

Luego me confiesa que quien había llamado efectivamente era un amigo. Más precisamente, su amigo y cómplice. Tras tomar mi tarjeta de débito y sacarme la clave me anuncia que su amigo acaba de llegar. Baja a abrirle, no sin antes advertirme que cualquier movimiento me implicaría autómáticamente la muerte.

Por las dudas, obedezco. Siempre había creído que el sér víctima de una situación así me haría rebelar, pero sin embargo experiemto un extraño aplomo (quizás porque sé que, como buen "profesional", al tipo no le temblará el pulso al momento de quitarme la vida).

Regresa a los pocos minutos, anunciando que su cómplice ha ido al banco a sacar la plata. Nuevamente la amenaza: si dí una clave equivocada, que me olvide de vivir para contarla. Una amenaza al viento, claro, ya que ni en mis sueños más salvajes me habría atrevido a intentar burlarlos con una clave falsa.

Pero el amigo tarda en avisar del éxito de la operación, y el chorro y presunto asesino sigue allí, en mi casa, como amo y señor. Éste fue el momento más aciago, ya que empecé a temer que aquello no terminaría nunca, que aquella pesadilla adquiriría ribetes impensados. Después de todo, estaba a merced de un psicópata, de un tipo que podía ser un dulce de leche en un momento, y al siguiente un nazi despiadado capaz de abrirme como una res con absoluta frialdad.

 

 

Luego de unos minutos más de tortura moral y psicológica, finalmente me avisa que la operación había tenía éxito. Casi me hace gracia cuando me dice, en el mismo tono marcial y amenazante, que ha dejado un cuchillo en el borde de la mesada de la cocina; un cuchillo que podré usar una vez que haya esperado lo suficiente como para darle tiempo a irse.

 

Luego de esto, el vacío. Un silencio que se prolonga, no sé por cuánto tiempo.

Finalmente, luego de varios minutos, me percato de que aquel vacío no es una trampa sino una realidad. Una increíble, grata y misericordiosa realidad. En puntas de pie avanzo hasta la cocina. Allí está, efectivamente, el cuchillo.

Para mi sorpresa, el delincuente tuvo la cortesía de dejar la llave del lado de adentro del edificio, tal como en un momento me atreví a pedirle.

 

 

Lo más loco (como "perlita") es que, salvo el dinero, lo único que me robó fue el One Million de Paco Rabanne.

Lo que se dice, la quintaesencia del chorro metrosexual.

 

 

 

 

¿Moraleja?

No abrirle la puerta a extraños, desde ya, pero también una reflexión más profunda: nunca confiar demasiado en la propia astucia, nunca creer que se tiene la sartén por el mango y que nuestro método es infalible... por más pruebas favorables que se hayan tenido hasta ese momento. Porque todo puede cambiar en un segundo, y del modo más inverosímil.

Editado por expedizion78
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Re: Levantes: historias de terror.

 

Una noche de yiro en auto, no había nada en la calle. Por ahí aparece un Falcon rojo muy nuevo (eran fines de los 80') y me empieza a seguir. Se pone a la par mío y frena. Yo paro y me acerco. Era un tipo en sus treintas pero no muy agraciado, medio gordo y con aspecto desalineado, pero a mis 18 años las hormonas mandaban, así que acepté seguirlo hasta su casa. Una vez allí en el living, me pide que me ponga en bolas y me recueste en el sofá, cosa que hago. El tipo me la empieza a chupar medio desesperado, pero con la calentura que tenía yo, me puse al palo en seguida. Después empieza a acariciarme el torso y a subir con su lengua hasta el cuello y mi cara. Yo medio lo esquivaba porque lo único que quería es que me la chupara y me haga acabar, pero él insistía, y de golpe me metió la lengua en la boca, cosa que me dio bastante asco, entonces di vuelta la cara lo más disimuladamente posible. Volvió a chupármela y entonces me pidió que se la ponga. Cuando se desnudó me resultó más desagradable de lo que podía soportar, por lo que se me bajó y no la pude remontar más. Le dije que me disculpara, que no sabía por qué me había pinchado, y el tipo se empezó a poner violento, a decirme que para qué mierda había ido si no iba a hacer nada, que era un pendejo pelotudo. Yo le decía que me disculpara, y empecé a agarrar mi ropa para ponérmela, pero como no encontraba el calzoncillo, demoré, entonces el tipo de una puerta del modular sacó un revólver y lo empezó a revolear para todos lados mientras seguía increpándome. Cuando vi eso, traté de mantener la calma, cerré la boca y empecé a vestirme sin el calzoncillo. El tipo en todo momento seguía hablando fuerte, insultándome y moviendo el arma para todos lados. Cuando estuve vestido, con toda la frialdad que pude y mi mejor cara de póker fui hasta la puerta y le dije "¿me abrís por favor?". No sé si mi frialdad lo descolocó o de golpe retomó la cordura, pero me abrió, en bolas y con el arma en la mano. Yo salí sin mirarlo y sentí el portazo detrás mío. Me subí al auto y juro que de la manera en que arranqué, transformé al viejo 504 en un Bugatti. Después me puse a pensar en lo que podría haber pasado, si el arma era de verdad o no, en cómo puede reaccionar la gente ante el rechazo, porque debo haber sido muy evidente, y en los riesgo que corría conociendo gente en la calle, pero a pesar todo esto y del susto, a esa edad bragueta mata sensatez, y a los pocos día estaba otra vez con mi auto en la calle yirando.

Editado por cldsfe
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Re: Levantes: historias de terror.

 

Gracias por contar tu experiencia Expedizion78.

Horrible lo que te pasó, pero creo que tuviste algo de suerte que no hayan estado los dos juntos en tu casa y que en cierto modo le caiste bien, de lo contrario podría haber sido peor.

Totalmente de acuerdo en tu conclusión final.

Eduardo

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Re: Levantes: historias de terror.

 

Leyendo la histortia de Expedizion, recordé un hecho que me sucedió y que a partir del cual nunca jamás llevé a nadie a mi casa. Yo tendría unos 30 años, recién mudado a un departamento por Balvanera, y con trabajo nuevo. Era la época en que todavía se cobraba con sobre y no te depositaban el sueldo en el banco. Como yo no tenía un gran sueldo, solía tenerlo en mi casa e iba sacando de a poco lo que iba necesitando. Hablo de principios de los 90. Yo estaba recientemente de novio con quien unos años después fue mi esposa, y como no vivíamos juntyos todavía me seguía manejando con el descuido habitual de cuando uno está solo. Yo ya llevaba años de actividad bisexual, y nunca había tenido inconvenientes con nadie, ni en mi casa, ni en la del eventual amante, con lo que uno erroneamente se confía. Me acuerdo que ese dia de verano, donde los dias son más largos y volves del trabajo con sol, me bajo en la estación Pza Miserere de la línea A, como para ver que onda la zona camino a mi depto que quedaba más cerca de Congreso, pero imaginé que Once era una zona de levante. Dicho y hecho, apenas bajo del subte cruzo miradas con un muchacho de mi edad, flaco de buen físico, cara de trampa, parecía simpático, aunque cuando conectamos para empezar a hablar mientras caminamos noto que era bastante parco. Yo no lo quería para charlar, así que poco me importaba. La pregunta típica de si tenemos luigar, y acostumbrado a llevar desconocidos a mi depto le ofrezco ir al mio que quedaba cerca. Llegamos, entramos al edificio, poca charla en el trayecto del ascensor, llegamos a mi departamento. Entramos y me dice que se quiere higienizar, "por supuesto" le digo, le pregunto si se quiere bañar y me dice que solo con la pileta. Lo dejo tranquilo, escucho el agua que corre, pasa un minuto o mneos pero parecía mucho tiempo, me asomo porque la puerta estaba entreabierta y lo veo todo vestido con el pantalon subido y solamente la bragueta baja y el boton desabrochado. Entro sonriente pensando que había terminado, con intenciones de empezar algun jueguito tipo meterle la mano en el lompa, besarnos o cualquiera de las cosas habituales, y el me rechaza, "que pasa?", le pregunto, "no, no", me dice mientras salía empujandome y cerrándose el pantalón. "Que pasó?, no querés?", pregunto suponiendo inocentemente que se habría echado atrás, se habría asustado o algo más normal en nuestro mundo del histeriqueo, y me dice, "no, dame plata", "queeee?" pregunté desconcertado (hasta esa época y durante muchos años después jamás pagué por SEXO con lo que me resultó muy extraño lo que oía). "Si, yo cobro", y ya empieza con un tono más firme, le cambió la cara por la de alguien más peligroso, y de a poco levantando la voz. Le dije que ni loco y que se fuera. Me dice que no se va hasta que le paque porque el cobraba y que lo había hecho perder el tiempo. Yo boludamente trataba de hacerlo entrar en razones con explicaciones racionales como que él no me había dicho nada antes, entonces yo no tenía como saber que el cobraba, por eso no correspondía que le pagara y otra serie de gansadas justicieras que era al pedo mencionarlas porque el tipo claramente quería sacarme plata y nunca tuvo intención de nada sexual. Piqué en la calle como un chorlito, pensé que lo habóa levantado y lo real era que él había cazado a un ingenuo. Por supuesto que intente de todas las maneras habladas de decirle que se fuera pero él subía más y más la voz y me decía que me iba a armar flor de quilombo. Yo estaba medio recién mudado, ya conocía a un par de vecinos y conocían a mi novia. No podía zafar de esa sin pagar, así que fui a mi habitación, agarré $200 que son los mismos billetes de hoy en día pero mi sueldo era de aprox. $2000, así que era mucha plata, casi el alquiler de mi depto. Obviamente cuando le di la plata se calló y logré que se fuera, claro, encima tuve que bajar a abrirle. Desde ese día jamás de los jamases llevé a ningún desconocido a mi departamento. Cuando después me casé decidí además no llevar ni a los conocidos, pero eso es otro tema.

Editado por Esteban Roca
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