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guiller

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Mensajes publicados por guiller

  1. Re: "Están quebrando la convivencia social"

     

    PS: mis valores de tolerancia y defensa de las libertades individuales me llevan a no defiender a ningun tipo de dogmatismo, incluidos aquellos de las religiones, pero no porque el sociologo que escribio el articulo no piense asi voy a consider que el articulo carece de valor. Uno siempre es libre de separar la paja del trigo y eso es un gusto que podemos darnos hoy pero que nuestros antecesores humanos no siempre pudieron hacer sin pagar un costo. La parte del articulo que se refiere a las listas sabana me parecio magnifica, por ej.

     

    Saludps

  2. Re: "Están quebrando la convivencia social"

     

    Mirà, Guiller, voy a suponer que si posteas este articulo es porq estàs de acuerdo.

    Estimado Bisbal:

     

    Por favor, no lo supongas: siempre que posteo un articulo es porque me parece interesante y no lo evaluo con la logica de si estoy de acuerdo o no. Es mas, los mas interesantes siempre son aquellos que contienen puntos de vista disimiles al mio. Lo que me parece importante es que quien lo escriba diga algo interesante e inteligente. En este caso particular, considero que articulo y autor pasan esos requisitos y, claro esta, hay cosas con las que estoy de acuerdo y otras con las que no, pero eso me pasa con todos los articulos. El disenso es muy positivo y la aceptacion y valoracion del mismo, un valor fundamental de la convivencia en armonia. Aspiro a que esos valores sean la moneda corriente en una sociedad como la nuestra, basada en la logica de la confrontacion (basta ver como se trata un deporte como el futbol, por ej). Me parecio importante aclarar este punto de vista mas alla del contenido especifico de este articulo.

     

    Saludos

  3. Domingo 22 de octubre de 2006

     

    Infancia en riesgo / Nota I de II

    Cómo es la vida de un chico que se cría dentro de una cárcel

     

    Está junto a su madre hasta los 4 años

     

     

     

    La mayoría nunca vio la luna. Ni conoce qué es un perro. O una plaza. Tampoco sabe la palabra “afuera” o cómo pincha una barba. Muchos tienen problemas de vista, acostumbrados a ver siempre a distancias cortas. No juegan a la mamá y al papá, sino a las visitas y a la requisa. Porque todo lo que conocen del mundo es la cárcel.

     

    Son niños y viven entre rejas desde que nacieron o desde que sus madres cayeron presas. Los más grandes tienen casi cuatro años. Cuando llegue su cumpleaños, ese mismo día, tendrán que irse. Con un familiar o a alguna institución para menores.

     

    Así es la vida de los 150 chicos que viven hoy en cárceles federales y de la provincia de Buenos Aires. En la Unidad 31 del Servicio Penitenciario Federal viven casi cien. En 1996, esta cárcel se inauguró para que cada presa tuviera una celda privada para vivir con su hijo. La medida se tomó luego de un motín en la Unidad 3. Se buscó reducir los riesgos que corrían los chicos al vivir en una cárcel con presas comunes y a la vez evitar que se separara a la madre y a su hijo en la primera infancia. Lo mismo ocurre en la cárcel provincial de Los Hornos, donde viven 51 menores de cuatro años y otra decena de chicos se reparten en las prisiones de Bahía Blanca, San Nicolás, Mercedes y Mar del Plata.

     

    "Las cárceles no fueron diseñadas para los chicos y limitan su desarrollo." Lo dice Florencia Der Torossian, psicóloga de la fundación Sacdem, que asiste todos los lunes para trabajar con los chicos y las madres en Ezeiza. Lo confirman el jefe de gabinete de la Subsecretaría de Asuntos Penitenciarios, Alejandro Marambio, que recibió a LA NACION en su despacho del Ministerio de Justicia, y la psicopedagoga que trabaja en el penal 31, María Virginia Delgado.

     

    "Estamos preocupados porque vemos que los chicos adoptaron el encierro como única forma de vida. Juegan a la requisa o la visita. A cualquier hombre que pasa por el penal lo llaman «papá». El silencio que se siente por las noches es opresivo. No hay llantos. No hay berrinches. No es un niño normal: es un niño institucionalizado... El esfuerzo que se hace desde la Unidad para que sea un ámbito de desarrollo es grande, pero la limitación, también. Porque, por más de que el jardín de infantes tenga dibujos de Disney en las paredes, esto sigue siendo una cárcel", dice Marambio.

     

    El dilema que enfrentan las autoridades es cómo conjugar el derecho de los niños "a no ser separados de sus madres" y el derecho a "crecer en libertad" y en un ambiente "que les permita desarrollarse física, mental, moral, espiritual y socialmente en forma saludable y normal", según consagra la Convención sobre los Derechos del Niño.

     

    Si algo queda en claro al recorrer la Unidad 31 es que la vida de los chicos en la cárcel sigue la estricta rutina del sistema penitenciario. No pueden vestir de ciertos colores: nada de azul, de celeste, negro o gris.

     

    El riesgo es que esos colores se confundan con los uniformes de las agentes penitenciarias. No pueden tener espejos ni jugar con una soga. Allí no entran los sacapuntas. Y el día se termina a las siete de la tarde, cuando tienen que volver a la celda.

     

    Hay una para cada madre, y en ella entran una cama y una cuna. Es todo lo que cabe en un cubículo de dos metros por dos. Muchas de las madres prefieren obviar la cuna y que los chicos compartan la cama con ellas. Allí, el espacio no sobra.

     

    "Desde el punto de vista pediátrico, se detecta un importante retraso en pautas madurativas. Es muy difícil para las madres llegar al destete y a que los chicos controlen esfínteres. Entre la madre y el chico se desarrolla una relación simbiótica, de mucho apego", dice Delgado.

     

    Las madres más débiles de carácter se aferran a ellos como una protección. Los tienen siempre alzados hasta casi el año y medio de vida; así se sienten a resguardo. Pero esto puede tener consecuencias para los bebes, porque de esa forma no desarrollan las extremidades, explicó Der Torossian.

     

    "En un entorno de crianza pobre en estímulos, los niños en prisión con sus madres pueden calificarse de niños en riesgo." Esa es la conclusión a la que llegaron los psicólogos de la Universidad Complutense de Madrid, luego de estudiar durante cinco meses a 60 niños que viven en cárceles. El trabajo, al que tuvo acceso LA NACION, se realizó en 1998 a pedido del por entonces defensor de menores de Madrid, Javier Urra, y es uno de los pocos estudios de casos de niños en prisión.

     

    "Su desarrollo no plantea problemas especiales hasta los dos años. Después, el internamiento es discutible, pues disminuye la incidencia de la herencia filogenética en el desarrollo y cobra importancia el ambiente. Es entonces cuando comienzan a aparecer trastornos de conducta derivados del rechazo del medio y del temor a ser separado de la madre. Estos hallazgos aconsejan que la separación, si es necesaria, es preciso planificarla para que se produzca efectivamente alrededor de los 24 meses", apunta el informe.

     

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    Los chicos del penal de Ezeiza siguen la rutina penitenciaria: el día termina a las 19, cuando deben volver a la celda junto con sus madres Foto: Carlos Crusoe

     

     

     

    Idioma "tumbero"

     

    La psicóloga Delgado agrega que, en Ezeiza, los chicos más grandes incorporaron jergas y actitudes propias de la vida en cautiverio. "Cuando llegan a una puerta, se paran al costado para esperar que les ordenen que pueden pasar. La experiencia por exploración, propia de esta edad, está muy limitada por el entorno", dice.

     

    También en la cárcel provincial de Los Hornos viven 61 chicos con sus madres. Un informe elaborado por el Comité Provincial Contra la Tortura, con el título de "Nacidos en encierro", advierte sobre las secuelas. "Una peculiaridad que pudimos registrar es que el lenguaje que aprenden en los establecimientos carcelarios afectarán su futura vinculación social. Entre sus términos cotidianos, incluso entre sus primeras palabras, figuran "gato", "te pusiste la gorra" y "celadora", relata Laurana Malacalza, quien redactó el informe. En el documento figura una cita textual de una madre, llamada Norma, que dice: "El problema que tengo es que empieza a hablar [su hija] como tumbera".

     

    Para los chicos, el día comienza a las 8 y termina a las 19.30. Las madres pueden enviarlos a la guardería del penal, entre cuatro y seis horas, de mañana o de tarde, cuando la mayoría de ellas trabaja. Allí tienen juegos y una especie de pelotero.

     

     

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    La relación entre madre e hijo se construye con la vigilancia de guardiacárceles Foto: Carlos Crusoe

     

     

    La Unidad 31 está dividida por rejas cada 20 metros. Hay varias en el ingreso y otras tantas en la entrada de cada pabellón. A ellas se prenden las mujeres y los niños cuando quieren conversar con otras internas. Por el pasillo hay pequeñas mirillas que permiten ver el interior de los pabellones. Desde allí vigilan todo las guardiacárceles. Hay una pequeña ventanita en el extremo de cada pasillo: por ella se ven los alambres de púa del cerco perimetral.

     

    "La vida de los niños en las prisiones está ordenada según una rígida disciplina, que deriva tanto de las limitaciones horarias establecidas por los turnos de las funcionarias como del necesario sometimiento de sus madres a la vigilancia propia del medio penitenciario", señala el estudio de la Universidad Complutense.

     

    Sin varones

     

    "La prisión es un entorno monótono desde el punto de vista sensorial: el color, los objetos, los sonidos, los olores, cubren una gama reducida. No hay tráfico ni plantas ni animales ni vidrieras. Todo esto contribuye a limitar sus experiencias", agrega.

     

    Algunas, muy significativas: por ejemplo, el hecho de que estos niños se desarrollen en un mundo carente de la presencia de varones. Sus relaciones con el padre se limitan, en el mejor de los casos, a visitas esporádicas. Lo mismo puede decirse del resto de la familia: hermanos mayores, abuelos, tíos son sólo figuras de las que se tienen referencias verbales.

     

    "Independientemente de las actitudes o preparación de la madre y de las personas encargadas de su educación, el entorno limita las posibilidades de desarrollo de estos niños", concluye el informe.

     

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    Poco y nada conocen los niños más allá de las rejas Foto: Carlos Crusoe

     

     

    Por Evangelina Himitian

    De la Redacción de LA NACION

     

    Sin reglas uniformes

     

    * No existe una regla internacional sobre la edad hasta la cual un niño debería permanecer en prisión junto con su madre. En algunos países, por ejemplo China, la regla es que si una mujer está embarazada o tiene un bebe de menos de 12 meses, no puede cumplir su condena en la cárcel hasta que el chico haya alcanzado el año de vida, tras lo cual deberá ingresar en prisión sin él. En Italia, los hijos pueden estar en prisión con sus madres hasta los tres años, lo mismo que en España y Portugal. En Francia, hasta los 18 meses y en Inglaterra deben salir entre los nueve meses y el ano y medio de vida. En Bolivia pueden estar hasta los seis años.

     

     

     

    Link corto: http://www.lanacion.com.ar/851627

  4. Domingo 8 de Octubre de 2006

    El momento de las dudas

     

     

    ¿Cómo y por qué sospechar de un engaño? ¿Hombres y mujeres lo perciben del mismo modo? La respuesta a estos interrogantes es apenas una parte de Infidelidad (Del Umbral), un libro en el que Janick de Oliveira Cézar ofrece los resultados de una investigación sobre la traición y sus protagonistas

     

     

     

    "¿Sabés por qué creo que me engaña? Porque él siempre me dice que soy la número 1, la mujer más importante en su vida. Y me repite eso, «la número 1», una y otra vez. Si vos le decís a tu mujer que es un número, ¿no es justamente porque ella es un número? ¿Y que si dice el número 1 es porque hay un número dos y un número tres y quizás otros más?"

     

    El testimonio, uno de los tantos que recoge la escritora argentina Janick de Oliveira Cézar en su libro Infidelidad. Cómo, dónde, cuándo, por qué, con quién (Del Umbral), da cuenta de que las parejas que atraviesan situaciones de infidelidad enfrentan procesos en los que no se excluyen la negación, el shock del descubrimiento, la ira, la confrontación y diversos sentimientos que llevan la relación a diferentes puertos: el divorcio, la reconstrucción... o el olvido.

     

    Según la autora, ellos y ellas sospechan de manera diferente. En el capítulo titulado Las sospechas lo explica así: "Los hombres –normales, que no padecen celos patológicos– por regla general no sospechan de su mujer. No conciben la idea de infidelidad de su mujer, a quien consideran su mejor amiga; no se conciben cornudos.

     

    Si su mujer recibe flores, o luce una nueva alhaja, o comienza a usar una lencería especial, o cambia totalmente su look, el hombre puede preguntar y casi nunca dudar de la respuesta: «Lo conseguí baratísimo»; «me lo regaló mi amiga X».

     

    "Como en el ambiente en el que se mueve, los halagos hacia la mujer resultan socialmente naturales –incluso los lances representan un estímulo para su ego, pues son una demostración de que su mujer es atractiva– descartan de plano la idea de que, en privado, su mujer pueda corresponder al deseo de otro.

     

    "En una reunión, en una mesa, pocos son los hombres capaces de interceptar una mirada «intensa», ni entre su mujer y otro hombre ni entre otras personas presentes. Una mujer, en cambio, es más susceptible de captar ese tipo de miradas. Y mucho más si el emisor o el destinatario de esas miradas es su propio marido.

     

    "Cuando las mujeres se encuentran con una amiga a la que hace tiempo no ven – y la notan radiante– rara vez atribuyen este esplendor al marido. Tienden a creer que detrás de este cambio hay otro hombre.

     

    "Al marido no se le ocurre asociar el cambio de su mujer con un rival (...). Habitualmente, atribuirá este cambio al estrés, a un desajuste hormonal o a cualquier explicación que le dé su mujer.

     

    "(...) El hecho de que los hombres no tiendan a sospechar de sus esposas radica en que el foco principal de su atención está puesto en el trabajo.

     

    "No disponen del entrenamiento emocional de las mujeres, que pueden descifrar, a través del lenguaje corporal, el estado de ánimo de sus seres queridos.

     

    "Un hombre que llega a su casa notará cambios en su mujer, pero no tratará de averigüar su origen. Estará feliz de verla bien y disfrutará de su cariño sin hacerse más preguntas. Inversamente, si al llegar la encuentra poco afectuosa, su reacción será la de distanciarse emocionalmente de lo que él juzga como un problema que no puede resolver."

    Las alarmas y la negación

     

    "El mal humor crónico y las burlas de un marido infiel, con la contrapartida de jaquecas, angustia e insomnio –entre otras dolencias– de la mujer engañada, que además le entrega demasiado poder a su pareja, ilustra un fenómeno comprobado por la mayoría de las mujeres entrevistadas: su cuerpo registró, a través de diversos síntomas, el profundo malestar que su mente no supo o no pudo, durante años, reconocer claramente.

     

    (...) "La manipulación del dinero fue otro tema que salió a la luz en el testimonio de Claudia, que se brinda a continuación. Era una forma de control, como los llamados telefónicos: su marido se comunicaba antes de que ella pudiera hacerlo para que se quedara tranquila y no tratara de ubicarlo cuando no estaba en su trabajo.

     

    (...) "Para esa época, dejé de trabajar –relata Claudia–. Tuve que pedirle plata. Me la daba, pero solamente para los gastos cotidianos y cada día preguntaba invariablemente: ¿y qué te pasó con lo que te dejé ayer? Me acuerdo de que al mismo tiempo empezó a dejar de hacerme el amor. Me decía que estaba demasiado cansado, que teníamos que «sublimar nuestra libido», ésas fueron sus palabras. ¡Qué estúpida fui! Nunca lo llamaba ni a la oficina ni al celular para no molestarlo. El, en cambio, llamaba todos los días y nunca dejaba de avisarme cuando llegaría tarde. ¡Yo le estaba tan agradecida por ese gesto de cortesía!

     

    (...) "La negación es sana. Es una etapa de autodefensa ante un peligro que el sujeto no está preparado para afrontar. El tema que más desvela a las personas que sospechan de ser engañadas es averiguar a qué tipo de infidelidad marital se están enfrentando. El testimonio de Agustina, la señora que no pudo reconocerse como aludida en las preguntas de su amiga que la invitó a tomar el té, valida el poder y el sentido de esta negación: Años después me di cuenta de que si lo hubiera aceptado entonces, me explotaba la cabeza, me mataba, me moría, me desintegraba.

     

    "La verdad, para muchos, es terrorífica. Significa romper con todo –las creencias, la identidad del otro, el sentido de la propia identidad– y replantearse el propósito del matrimonio y de todo un modo de vida. Peor aún, la persona engañada tiene que enfrentar la posibilidad de haber contribuido de alguna manera a la infidelidad de su cónyuge."

    Cuándo sospechar

     

    Las sospechas de infidelidad, según la investigación de Janick de Oliveira César, surgen en las siguientes circunstancias clave:

     

    # 1. Cuando el cónyuge se ausenta demasiado.

     

     

    Por ejemplo, realizar viajes constantes de trabajo (o hacerlo solo si antes se compartían) y, de regreso a casa, estar distante e indiferente.

     

    # 2. Cuando el cónyuge está físicamente presente y mentalmente ausente.

     

     

    Estar pendiente del teléfono; salir de la casa por breves períodos, con excusas; pasar mucho tiempo frente a la computadora.

     

    # 3. Cuando cambia bruscamente ciertos patrones de su vida.

     

     

    Variaciones en el aspecto físico, demandas de "mayor espacio", cambios en la vida sexual (desde falta de interés hasta nuevas técnicas).

     

    # 4. Cuando irrumpen en la vida de la persona engañada ciertos detalles incongruentes.

     

    Encontrar profilácticos en una cartera, un bolsillo, un saco; un perfume nuevo; llamadas telefónicas que se cortan en forma reiterada.

     

    Fuente: Infidelidad (Ed. Del Umbral), de Janick de Oliveira Cézar

     

    Link corto: http://www.lanacion.com.ar/846635

  5. Re: Enviar msjes de txt por internet

     

    Salud Dionisio:

     

    Lo que se puede hacer es enviar mensajes de texto desde el portal web de las empresas de telefonia celular a un telefono movil con linea en esa empresa. De todas maneras, no siempre son 100 % efectivos (al menos en mi caso). Moviestar siempre me dio problemas, CTI algunas veces y Personal nunca. Por ejemplo, fijate aca:

     

    http://sms.personal.com.ar/Mensajes/msn.htm

     

    Personal tambien te permite recibir mensajes, pero esa posibilidad nunca la experimente.

     

    Aca tenes la de CTI: http://www.cti.com.ar/

     

    Y esta es la de Movistar: http://www.movistar.com.ar/

     

     

    Saludos

  6. Sábado 21 de octubre de 2006

     

    "Están quebrando la convivencia social", dice José Miguens

     

    El sociólogo opina que en la Argentina "se cavan trincheras por todos lados"

     

     

     

    El sociólogo José Enrique Miguens no puede disimular su indignación. “Están quebrando la convivencia social”, dice. “Una sociedad se destruye cuando se empiezan a cavar trincheras por todos lados y eso es lo que estamos viendo los argentinos con estos ataques, odios y persecuciones de cada día”, se lamenta.

     

    Desde su departamento de un piso 25, en Retiro, el destacado intelectual – participó de los estudios pioneros de la sociología en la Argentina junto con Gino Germani– mira por la ventana. El día es soleado y el aire es tan diáfano que se percibe la silueta de la costa uruguaya. En el medio se interponen decenas de torres, ninguna de las cuales existía cuando Miguens se mudó a ese edificio apenas terminado de construir, hace ya cincuenta años.

     

    Ese puesto de observador privilegiado le permitió seguir todos los cambios físicos y las transformaciones visibles de la gran ciudad, así como desde su disciplina de estudio se ha dedicado a observar, a lo largo del último medio siglo, las mutaciones, no siempre tan claramente perceptibles, de una ciudadanía que todavía dirime con enormes sobresaltos su destino democrático.

     

    Doctor en Derecho y Ciencias Sociales (UBA), con estudios de posgrado en Sociología en la Universidad de Harvard -donde fue discípulo de Talcott Parsons, uno de los maestros de la sociología moderna-, Miguens fue fundador y director del Departamento de Sociología de la Universidad Católica Argentina, profesor titular de Sociología de las Universidades Nacionales de Buenos Aires, La Plata, Rosario y Luján, y profesor invitado de las universidades norteamericanas de North Carolina, Notre Dame y Connecticut.

     

    Ha publicado más de treinta trabajos científicos y quince libros de su especialidad, entre ellos "Política sin pueblo: Platón y la conspiración antidemocrática"; "Desafío a la política neoliberal: comunitarismo y democracia en Aristóteles" y "Democracia práctica: para una ciudadanía con sentido común".

     

    Su larga trayectoria universitaria y sus libros revelan una vida dedicada a la docencia y una vocación apasionada por desentrañar la madeja en la que se entrelazan muchos de nuestros conflictos. Miguens destaca el momento presente como especialmente complejo, y advierte que vivir en democracia no es solamente votar. "Democracia es diálogo, es respeto mutuo, es rotación en los cargos", dice.

     

    "Por suerte, en Misiones hay un obispo, seguido por otros religiosos y por laicos, que están peleando por la democracia y le están demostrando al país cómo defenderse para no caer en la dictadura de las reelecciones indefinidas", se entusiasma.

     

    -Los conflictos que se plantean entre el poder político y el religioso son, justamente, tema de un próximo libro suyo

    -Así es. Con el profesor Roberto Bosca, publicaremos un libro que se llama Estado y religiones: enfrentamiento o diálogo . Las religiones aportan muchas cosas, por lo pronto una defensa de la convivencia, de la solidaridad. Defienden a la sociedad de caer en la desintegración y el caos, una de las grandes amenazas de la vida moderna. También luchan contra las injusticias sociales.

     

    -¿Apoya la participación del obispo Piña y de otros miembros de la Iglesia en los comicios de Misiones?

    -Hay un principio básico, que comparten todas las religiones, que es el de no meterse en lo mundanal, en lo político entendido en el sentido chico de la palabra. Pero cuando hay una realidad manchada de injusticia social, de pobreza, de corrupción, las religiones alzan su voz y esto ha sido siempre así, en todos lados. En Misiones están haciendo eso. Se está defendiendo al país de caer en las dictaduras. Hay un obispo, seguido por laicos, que están peleando por eso. Y no es una cuestión política, es defender los valores básicos de la convivencia. Los hermanos judíos también están apoyando esta postura.

    -¿Por qué se enoja Kirchner?

     

    -El Presidente ha sacado toda su artillería verbal, sin miramiento. Yo diría que se siente amenazado por esta decisión de poner un "parate" a las aspiraciones hegemónicas. Entonces dice: "Están haciendo política". Pero no es así, lo que están haciendo allí es defender valores muy superiores a los de la política. Un ejemplo que figura en nuestro libro es parecido. A los tres meses de la llegada de Hitler al poder, los obispos alemanes empezaron con los sermones de advertencia sobre lo que estaba ocurriendo en Alemania. Entre 1933 y 1945 hubo decenas de pastorales de obispos alemanes protestando por las atrocidades. Por supuesto que muchos de ellos terminaron presos en campos de concentración, o fusilados. Y algo similar pasó también con muchos pastores protestantes. Mientras tanto, los nazis decían: "Hacen política"

     

    -¿Se ha enrarecido la convivencia de los argentinos?

     

    -Yo siento que, en este momento, somos una sociedad autodestructiva. Parece que acá los gobiernos creen que la sociedad se sostiene sola, sin percibir que la desintegración y el caos son peligros siempre latentes. Serruchan las bases que sostienen a la sociedad con leyes que atacan a la familia, con una falta de convicción acerca de la importancia de fortalecer la educación formal y no formal, y de acortar las enormes brechas educativas. Y luego lo que ya dijimos de la religión. Las religiones colaboran con mensajes de paz y solidaridad y se las está atacando. Eso es gravísimo.

     

    -Lo que usted señala, ¿se daría por acción o por omisión?

     

    -Yo creo que no es a propósito: no se dan cuenta. Son como aprendices de brujo. Ellos creen que van a cambiar la sociedad, pero las sociedades no se pueden cambiar así, cavando trincheras por todos lados. Ataques, odios, persecuciones. No comprenden que una sociedad no puede funcionar sin convivencia social, sin amistad, sin afecto. Todo eso desapareció y lo que hoy vemos son grupos enfrentados, mirándose hostilmente.

     

    -Dentro de este panorama, ¿cómo analiza lo ocurrido en San Vicente?

    -No se puede tratar este hecho aisladamente, como si fuera un caso único. Es uno más de la creciente ocurrencia de hechos de violencia en nuestra sociedad. Yo también creo que las cosas no suceden por casualidad, pero no en el sentido voluntarista y conspirativo que le dio a esta frase el presidente de la Nación. Cuando los hechos de violencia son tantos y tan repetidos -fútbol, boliches, escuelas, hospitales, cortes de ruta, incendios de comisarías, incendios de trenes y de vías férreas- se trata de erupciones o emergentes sociales que por algo se repiten en todo el país.

     

    Cuando una sociedad como la nuestra padece una situación, impuesta políticamente, de injusticia, decisiones arbitrarias, prepotencias, falta de ecuanimidad en los premios y castigos, desaparece el técnicamente llamado "control social" y surge la violencia descontrolada. La experiencia enseña a todos que, aquí y ahora, gana el que pega más fuerte, el que tiene mejores contactos con los gobernantes, el que puede ejercer mayor violencia para hacer oír sus reclamos o defender sus posiciones, y no el que tiene razón.

    -¿El tono de los discursos excita esa violencia?

     

    -El Presidente y sus equipos políticos la vienen predicando, y el enfrentamiento, la culpabilización de sus adversarios, la excitación de la iracundia, para llevar a la población hacia los objetivos políticos que ellos encaran. No se dan cuenta de que la violencia social es incremental y funciona ciegamente. Como en la leyenda del aprendiz de brujo, han desatado irresponsablemente fuerzas terribles, difíciles de controlar. Como nos alecciona el sabio refrán español: "El que siembra vientos, cosecha tempestades".

     

    -Por ahora, la personalidad confrontativa de Kirchner parecería que le ha aportado ventajas electorales

    -En algunas encuestas ese tipo de actitudes le miden bien, pero yo creo que el odio, la revancha y la venganza, a la larga le van a jugar en contra. Pero lo que más me preocupa es que, con esas actitudes, atenta contra la convivencia democrática.

     

    -¿Qué elementos caracterizan a una sociedad democrática en serio?

     

    -El diálogo es fundamental. La convivencia, enriquecerse cada uno con las ideas del otro, buscar consensos, tratar de achicar diferencias. Siempre habrán divergencias pero se las lima y se sale enriquecido. Sin embargo, parece que hemos perdido el sentido común, nos han envuelto en abstracciones, en ideologías, en tonterías. Al final no entendemos lo que está pasando. Ahora, otro señor en Misiones quiere perpetuarse en el poder. ¡No puede ser! La falta de rotación en los cargos, querer perpetuarse, es otro atentado a la democracia. Aristóteles decía: "Lo único que justifica gobernar a hombres libres e iguales es que cada uno gobierne por turno y, por lo tanto, que haya rotación en los oficios públicos". Cuando los gobernantes se perpetúan, dice Aristóteles, dejan de ser ciudadanos y se vuelven tiranos, y entonces todos nos convertimos en súbditos.

     

    -Algo que ha ocurrido mucho en nuestra región...

     

    -En Paraguay, por ejemplo, Stroessner duró 35 años en el cargo, había elecciones cada dos años y ganaba por 90% de los votos. Pero, ¿alguien puede afirmar que eso era una democracia? Hay que decirlo con todas las letras porque me parece que la gente ha perdido las nociones políticas: el tipo que se perpetúa en un cargo -aunque lo vote la gente- es un dictador. A mí me dicen: "Ah, si la gente lo vota, se tiene que quedar". No señor, eso no es democracia. Se necesita alternancia.

    -¿Qué papel le asigna a la clase media en la consolidación del sistema democrático en nuestro país?

     

    -La clase media, en toda sociedad, es un factor equilibrante contra los excesos de los demasiado ricos y los demasiado pobres y sus potenciales enfrentamientos. Eso ha sido así desde Roma hasta hoy. La clase media mantiene una posición amortiguadora de choques y equilibradora y en la Argentina cumplió magníficamente ese papel durante muchas décadas. Entre 1869 y 1960 pasó del 11% al 45% de la población argentina. Es decir, casi la mitad de la población era la clase media y a pesar de los líos, las revoluciones y las crisis políticas que siempre tuvimos, la sociedad se mantuvo equilibrada. Pero eso se fue desdibujando de los años 60 en adelante, con las hiperinflaciones, las pesificaciones, la desocupación y el golpe mortal del corralito. No nos olvidemos que acá llegó a estar más de la mitad de la población bajo la línea de pobreza. Hoy, según datos del PNUD, nuestro país es uno de los peores de América latina en distribución de la riqueza y es el país que más drásticamente rompió el equilibrio social de los últimos 40 años. Hoy tampoco tiene peso político alguno.

     

    -¿Por qué llegó a ser tan fuerte?

     

    -Primero, porque era muy "metedora". En su mayoría fue de origen inmigratorio. La gente venía con hábitos de trabajo europeos y entonces trabajaba y ahorraba para mandar a sus hijos a la universidad. Venían con valores muy dinámicos y un sentido crítico moral muy grande. En cambio, ahora el nuevo rico acepta cualquier cosa. El prototipo de la clase media, en lo sociológico, fue la indignación moral. Su meta era formar una familia sólida y respetable, mantenerla dignamente. Con su trabajo fue un factor dinamizador de la economía y le indignaban las inmoralidades políticas. Ahora eso se acabó: nos hemos convertido en una sociedad poco dinámica e inestable.

     

    -¿A qué atribuye la pobre calidad, en general, de nuestras dirigencias?

    -La gente capaz no quiere meterse y es entendible, porque los partidos políticos los manejan los punteros; entonces, una persona que tiene un gran prestigio y capacidad en determinados temas tiene que subordinarse al puntero que viene con quinientas fichas y lo pasa por encima. Las listas bloqueadas nos impiden tachar nombres que la integren. Cuando yo era chico, existía la ley de tachas y enmiendas, y entonces uno sacaba al que no le gustaba. Ahora hay gente de segunda categoría, que no responde al ciudadano que lo votó sino al jefe del partido o al puntero. Les dan una orden y dicen amén, porque si no, los bajan de las listas. Esto no es democracia: es partidocracia. En el país no hay lugar para los independientes, porque si alguno de ellos, hipotéticamente, ganara, ¿cómo hace después para gobernar?

     

    -¿Ve posibilidades de cambio?

     

    -Es complicado, porque la clase política se abroquela en la defensa de sus privilegios. Me parece que va a ser una lucha muy dura.

     

    Por Carmen María Ramos

    Para LA NACION

     

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  7. Viernes 20 de octubre de 2006

     

    Informe del Indec

     

    Crecen los salarios, pero siguen debajo del nivel de 1993

     

    Altibajos en su relación con el PBI

     

     

    Peor que en el apogeo de la convertibilidad, aunque mejor que después del estallido de la crisis en 2002. Así puede resumirse la evolución de la participación del trabajo asalariado sobre la distribución funcional del ingreso en los últimos 13 años, según un informe oficial difundido ayer.

     

    El informe del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) sobre la Cuenta de Generación del Ingreso señala que la participación salarial en el producto bruto interno (PBI) en 2005 se ubicó en el 38,6%, con una caída de 6,1 puntos porcentuales respecto del techo del 44,7% que registró en 1993 y una suba de 3,3 puntos en relación con 2003, cuando registró su piso.

     

    El trabajo asalariado pasó al 39,2% en 1994, antes de la crisis desatada en la región por el efecto tequila, en México; subió al 37,1% en 1997, mientras asomaba el temblor en el sudeste asiático. En 2001, cuando se precipitó el final de la convertibilidad, llegaba al 42,1%, para descender abruptamente al 34,6% en 2002 y al 34,3% en 2003.

     

    Luego la tendencia comenzó a revertirse, con un 36,1% en 2004 y un 38,6% en 2005. Según el Indec, "el proceso de recuperación de la participación del trabajo asalariado en la distribución del ingreso es un efecto combinado de los incrementos en el número de horas trabajadas y por la suba de los salarios nominales por encima de los precios implícitos en el PBI".

     

    El economista Roberto Frenkel, del Centro de Estudios de Estado y Sociedad (Cedes), recordó a LA NACION que desde 1994 se produjo una continua caída del salario real, hasta la salida de la recesión en 2003, aunque aclaró que -en términos de ingresos funcionales- no hubo variaciones fuertes desde que comenzó la medición con las nuevas cuentas nacionales, en 1993.

     

    "No hay cambios grandes porque existen núcleos duros en términos de marginación social. Si continúa este modelo de crecimiento, debería seguir aumentando la participación del trabajo asalariado, con una reducción paralela de la pobreza, aunque no necesariamente de la desigualdad", explicó Frenkel.

     

    En el Palacio de Hacienda detallaron que, a diferencia de lo que ocurría hasta 1974 (cuando se frenó la medición de la Cuenta de Generación del Ingreso), el nuevo índice incorpora al sector asalariado informal, por lo que resulta complicado efectuar comparaciones de largo plazo, al menos por ahora. Además, subrayaron la suba de los salarios en el sector privado desde la última devaluación.

     

    Por otro lado, el informe destaca que el excedente bruto de explotación de las empresas (la ganancia bruta) alcanzó su pico en 1997, con un 46,7%, muy cerca del 47,3% registrado en 2005. De todos modos, los niveles más altos se observaron en 2002 (51,9%), 2003 (52,3%) y 2004 (50,1%), con ganancias extraordinarias que tienden a normalizarse.

     

    Por Martín Kanenguiser

    De la Redacción de LA NACION

     

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  8. Miércoles 11 de octubre de 2006

     

    Los hombres que no crecen

     

    Por Sergio Sinay

    Para LA NACION

     

     

    Cuando llega la hora de vender, la publicidad puede denunciar, sin proponérselo, a su pesar y aun así de manera incontrastable, ciertas zonas oscuras de nuestro inconsciente colectivo.

     

    Un mes antes del Día de la Madre, una empresa de telefonía celular lanzó una campaña de anuncios televisivos en los que se ve a una mujer vistiéndose, maquillándose, preparándose para una salida que no puede ser con otro que con un hombre. Las imágenes son claras, para que no nos queden dudas. Luego la vemos salir apresurada y deseable en busca de él (antes nos han mostrado sus piernas enfundadas en medias de seda, sus labios rojos y carnosos, sus ojos húmedos). Y finalmente sabremos de quién se trata. Es su pequeño hijo, a quien recoge en la escuela y con quien luego va a tomar un café, al parque de diversiones (donde quien paga es él) y a otros lugares a los que irían muchas parejas, antes de terminar ambos a solas, en un lugar apartado, acostados sobre el capó del auto, mirándose arrobados bajo la luna y las estrellas. El 15 de octubre es el Día de la Novia, dice un texto sobreimpreso en esta imagen.

     

    En una primera versión decía: "El 15 de octubre es el día del Primer Amor" (ése que, en otras épocas, dedicábamos a la maestra y que para algunos publicitarios de hoy debe resultar demasiado inocente o poco perverso).

     

    Es notable, en esta breve pieza, la ausencia total del padre y, digámoslo, de una auténtica figura masculina. No sabemos si ese niño tiene un padre, si ella es una madre soltera, si el hombre, en caso de existir, tiene algún vínculo con su hijo. No está, no existe. Para ella, la mamá, no hay otro varón que no sea su hijo (alguien todavía muy lejano de la hombría madura, por mucho que la imite de un modo patético, que el aviso supone tierno). Para el niño no hay otra mujer que no sea su madre y, frente a ella, lejos de una esencia infantil, despliega una forzada, improbable adultez.

     

    El problema sobreviene cuando los hombres, en nuestra cultura, ausente la referencia paterna, hacen de la madre la única fuente de formación emocional y acaban por ser lo que Carl Jung llamaba un puer .

     

    El puer es un niño eterno, un varón, valga la redundancia, pueril, que se niega a crecer, que teme serlo y comprometerse, que se siente frágil y vive a la espera de la mujer perfecta, es decir, la reencarnación de la madre. Ese puer es, para seguir con Jung, la sombra que se esconde tras la mayoría de los hombres adultos de nuestra cultura, tras la máscara del varón ejecutivo, seguro, fuerte, asertivo, autoritario, que desfila por las pasarelas de la política, de los negocios, del deporte, del mundo público en general. Es la parte de sí que está oculta en lo más profundo de su conciencia, la que se niega a aparecer.

     

    Ese modelo de varón es siempre hijo. Es hijo de su esposa, es hijo de su novia, es hijo de su amante y, por fin, acaba por ser hijo de su hija.

     

    Mientras tanto, crece con "hambre de padre", el síndrome de quienes han padecido la ausencia emocional de un padre que sea transmisor de valores, de patrones masculinos nutricios espiritual y emocionalmente, que sea guía, referente, sustento afectivo. Como hijo eterno, el varón puer se permite "travesuras" y espera que, como una madre paciente, su esposa, su novia o la mujer adulta que acompaña su vida adulta las comprenda y las disculpe. Luego acaso escriba tangos rememorando melancólicamente a "la vieja". O le recrimine a su esposa el no ser como su madre (la de él).

     

    Como hijo eterno, es incapaz de desenvolverse solo en el área doméstica. Poderoso en el mundo externo y público, puede morir de inanición cuando tiene que atenderse a sí mismo en el plano cotidiano. Necesita una mujer que lo alimente, que llame al médico por él, que se haga cargo de la crianza de los hijos de ambos, que administre la vida social y emocional de la pareja y la familia.

     

    El aviso de marras nos muestra claramente a partir de qué consignas ("no hay nada como una madre", "madre hay una sola", "la madre es el primer amor", etc.) una sociedad forja un tipo de personalidad y de vínculo.

     

    Por otra parte, la mujer del anuncio es la misma que posiblemente luego terminará resentida por no haber tenido a su lado un marido real, un par, un compañero adulto para que, diferentes e integrados, ambos pudieran alcanzar la complementación de lo femenino y lo masculino en una relación trascendente.

     

    Es curioso que ninguna organización preocupada por la cuestión femenina, que ningún organismo educativo, que ninguna de las comisiones supuestamente "autorreguladoras" de la publicidad, hayan encontrado nada objetable en este anuncio. Acaso porque estas creencias están tan enraizadas en nuestra cultura como para que las imágenes del aviso sólo puedan verse como "tiernas" o "poéticas", cuando en realidad son inquietantes y peligrosas. No tanto por lo que muestran como por lo que dicen acerca de nuestro imaginario colectivo y acerca de las relaciones entre hombres y mujeres en nuestra sociedad, aquí y ahora.

     

    El autor es escritor, periodista, especialista en vínculos humanos. Su último libro es Elogio de la responsabilidad.

     

     

     

    Link corto: http://www.lanacion.com.ar/848299

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