Jump to content

Pequeñas historias de una gran ciudad


El_perrero

Publicaciones recomendadas

Respuesta: Pequeñas historias de una gran ciudad

 

A quien le reclama la historia por las demoliciones de estod edificios

 

PALACIO ORTIZ BASUALDO

 

 

 

7021_1226076887987_1110977591_30713370_4257335_n.jpg

 

 

Situado sobre Arenales, entre Basavilbaso y Maipú, frente a la Plaza San Martin, fue el regalo de bodas de Don Nicolás de Anchorena y su esposa, Doña Mercedes Castellanos, a su hija Matilde, con motivo de su enlace con Don Carlos Ortiz Basualdo.

 

7021_1226077408000_1110977591_30713371_4176962_n.jpg

 

 

Obra del arquitecto belga Jules Dormal, ocupaba una superficie de aproximadamente 3000 m2, distribuídos entre el magnifico palacio de 3 pisos y el jardín con su bella fuente de mármol.

 

Inaugurado en 1904, mereció el "Primer Premio a la Mejor Fachada", otorgado por la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires.

 

7021_1226077648006_1110977591_30713372_2836962_n.jpg

 

 

Demolido en la década del ´60, en el solar hoy se levanta el edificio de "American Express".

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

  • Respuestas 76
  • Created
  • Last Reply

Top Posters In This Topic

Respuesta: Pequeñas historias de una gran ciudad

 

Café de Hansen

 

 

 

7021_1210133329408_1110977591_30662157_1029104_n.jpg

 

 

Café de Hansen en 1895 (ca.)

Café de Hansen, Antiguo Hansen, Lo de Hansen, Restaurant del Parque 3 de Febrero o Tarana, son los nombres con que se conoció a un restaurante que fue fundado en la década de 1870 por el alemán Juan Hansen, en la Avenida de las Palmeras (actual Avenida Sarmiento), en el barrio de Palermo, en Buenos Aires, Argentina. Es considerado por muchos como una de las cunas del tango. La construcción fue demolida en 1912.

Historia

En 1877 el alemán Juan Hansen obtuvo la concesión para transformar su vivienda en un Café. Se encontraba situado frente a donde hoy se halla el Planetario de Buenos Aires, y tenía entrada por la Avenida Sarmiento. Era, para la época en que existió, un lugar muy retirado de la ciudad, desde el cual podía observarse el Río de La Plata.

Hansen fue su propietario hasta el día de su fallecimiento en el año 1892. El café continuó abierto hasta 1912, dirigido por Anselmo Tarana.

Hay distintas versiones sobre si se bailaba o no en el lugar, así como quienes fueron los que lo frecuentaron. En opinión de Enrique Puccia en las primeras horas se daba el desayuno a los niños, a media mañana leche y yema batida para jinetes y ciclistas. A la tarde merienda o aperitivo. Al anochecer se cenaba. A la noche los amantes del tango llegaban para disfrutar de esa música que allí se tocaba. Felipe Amadeo Lastra aseguraba que: no se bailaba, estaba prohibido como en todos los sitios públicos. Recién se pudo bailar en el Pabellón de las Rosas, primera Boite que hubo en Buenos Aires.

 

7021_1210135769469_1110977591_30662174_50858_n.jpg

 

 

En 1912 fue hecho demoler por orden del intendente Joaquín S. de Anchorena, para realizar una ampliación de los accesos al velódromo.

El lugar adquirió una gran fama al exhibirse en 1937 la película dramática "Los muchachos de antes no usaban gomina" dirigida por Manuel Romero, que hacía trancurrir parte de la historia en el café, y por vehículo de los versos cantados en ella:

¿Te acordás, hermano, la Rubia Mireya

que quité en lo de Hansen al guapo Rivera?

¡Casi me suicido una noche por ella,

y hoy es una pobre mendiga harapienta...!

¿Te acordás hermano, lo linda que era?

¡Se formaba rueda pa´verla bailar!

Cuando por la calle la veo tan vieja,

doy vuelta la cara y me pongo a llorar...

Letra: Manuel Romero

Música: Francisco Canaro

Año: 1926

En diciembre de 2008 fueron hallados algunos restos de la construcción del café, junto a túneles de una usina eléctrica que abasteció al parque y había sido mandada construir en 1883 por Domingo Faustino Sarmiento.

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

  • 7 months later...

Respuesta: Pequeñas historias de una gran ciudad

 

La Facultad de Ingeniería: Mito y realidad

 

 

 

 

La construcción de la facultad de ingeniría de la avenida Las Heras guarda una leyenda por más intrigante, aunque muchos conocedores de la historia dicen que contrasta con la realidad

 

 

11165_200607624815_199093079815_3999471_4847781_n.jpg

En el barrio de la Recoleta se levantan leyendas alrededor de su cementerio, se admiran los palacetes que sobreviven a lo largo de la avenida Alvear y los paseantes disfrutan de sus amplios paseos y parques.

 

 

Un edificio ícono del barrio se ubica en la avenida Las Heras al 2200, es el anexo de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Buenos Aires conocida como “La Catedral”. Su nombre se debe al estilo gótico o “neogótico” –como lo llaman los especialistas- de la construcción.

 

 

El edificio es admirado por todo aquel que pasa por allí, diariamente ingresan alumnos para los cursos de la carrera de ingeniería que se dan en ese lugar como así también su sede central ubicada en la avenida Paseo Colón.

 

 

Quien contempla la catedral realiza una primera comparación con la Catedral de Notre Dame de París; sin embargo a medida que levanta la vista se encuentra con un corte abrupto en la parte superior; pues los estilos góticos se caracterizan de altas torres y adornos que lo acompañan. El edificio de la avenida Las Heras presenta una curiosa terraza plana dejando mostrar una inconclusa construcción. Es allí donde nace la leyenda de este edificio que contrasta con la historia de la obra.

 

 

Cerca del año 1909 el gobierno llamó a la presentación de proyectos para la construcción de la nueva sede de la facultad de derecho de la Universidad de Buenos Aires, la anterior quedaba en la calle Moreno 350 lo que es hoy el Museo Etnográfico y fue construído por el afamado arquitecto Pedro Benoit.

 

 

El concurso fue ganado por el ingeniero Arturo Prins, un uruguayo nacido en 1877 y radicado en Buenos Aires donde se recibió en ingeniería en 1900. Entre las obras de Prins se cuenta el Banco Nación de la avenida Santa Fe y la calle Azcuénaga y el club 20 de febrero de Salta. También construyó el palacete de Manuel Quintana, algunos rumores de la época decían que eso podría haber ayudado a ganar el concurso ya que Quintana estaba muy conforme con la construcción de su vivienda y era el Presidente de la Nación.

 

 

El ingeniero Prins era un profesional muy reconocido en su época, era muy estricto con sus empleados y consigo mismo y muy detallista en todos los cálculos de sus obras; admiraba profundamente la perfección a tal punto que algunos decían que eso se convirtió en una obsesión.

 

 

En el año 1912 se coloca la piedra fundamental, era el trabajo más grandilocuente de toda su carrera y no quería perder ningún detalle de la construcción. Para que los empleados no llegaran tarde, Prins construyó previamente una casa de vivienda a pocos metros de allí para los capataces.

 

 

Los planos de la construcción constaban de algunas plantas que luego sobresalía una gran torre en el medio acompañado por dos torres en sus costados, también de estilo gótico. En 1925 se inauguran las primeras tres plantas donde empezó a funcionar la facultad de derecho; sin embargo, en el año 1938, una vez finalizado la primera etapa, se interrumpió misteriosamente la construcción.

 

 

Sobre ese hecho surgen dos historias, una es una leyenda con tinte lírico y el otro es un relato más terrenal. La leyenda cuenta que los costos de la construcción habían superado en gran parte el presupuesto asignado para su construcción; esto fue motivado por la volatilidad de los mercados en aquellos años y el consiguiente alza de precios de los materiales.

 

 

25098_327541780748_617985748_3726224_5640565_n.jpg

Sin embargo, al año siguiente, se le comunica al ingeniero Prins que se había aprobado una ampliación del presupuesto y que podía continuar con la etapa final de la construcción. Es aquí donde suceden algunos hechos que formaron parte de la leyenda de la facultad y que fue negada por historiadores de la arquitectura porteña.

 

 

Notificado Prins de la excelente noticia, se dirigió inmediatamente a su estudio y desempolvó los planos que había guardado creyendo que nunca más los volvería a ver. Estaba preparándose para el inicio de la segunda etapa de la construcción de la facultad de ingeniería. Los relatos de aquella época dice que Prins se desencajó al ver los planos con mayor detalle, de hecho le pidió a su secretaria que nadie lo moleste hasta terminar el trabajo que se había impuesto.

 

 

Al día siguiente, la secretaria notó que Prins no fue a dormir a su casa, y que había innovado en un precario cuarto con el sillón de su despacho. La esposa llamaba incesantemente al estudio y se le informaba que él estaba bien pero no quería ser interrumpido bajo ningún motivo, incluso ni por su llamado. Frente a la insistencia de ella, los empleados golpean la puerta para avisar de la llamada, recibiendo como respuesta un grito de Prins diciendo: “no molesten, dije que tengo que terminar este trabajo, sigan con lo suyo”.

 

 

Los empleados no se animaban a contradecirlo y siguieron con su trabajo, nadie quería interrumpirlo a menos que su jefe lo solicite. Al día siguiente, Prins convoca a su despacho a dos amigos suyos, son los arquitectos Francisco Gianotti y Mario Palanti, dos profesionales italianos muy reconocidos en Buenos Aires.

 

 

Finalmente a ellos les confiesa la causa que lo inquieta tanto, motivo por que cual se ha ausentado dos días de su casa y no ha dejado ni por dos minutos su estudio.

 

 

En ingeniero contó a sus amigos que, mientras hacía los últimos preparativos para el inicio de la segunda etapa de la construcción de la facultad de derecho, notó un error de cálculo que no es mínimo, es tan importante que si no es corregido cuando construya las torres la estructura no aguantará y se caerá completamente el edificio.

 

 

Gianotti y Palanti calmaron a Prins y le dijeron que esto seguramente tiene solución a lo que respondió que estuvo días buscándola y no la encontraba, es por ello que citó a sus amigos para que ayuden a arreglar ese error que daría fin al crecimiento del edificio.

 

 

P1140236__e.jpg Los arquitectos tomaron los instrumentos necesarios para los cálculos matemáticos y de ingeniería y se pusieron a trabajar; luego de unas horas ambos admitieron que el error no podía ser corregido. La única manera de poder construir las torres es tirando abajo el edificio y volverla a construir con los cálculos correctos.

 

 

Prins sabía que no había cálculo que subsane el error, pero también sabía que el gobierno le diría que no al reinicio de la obra porque eso elevaría considerablemente los costos y el presupuesto a duras penas puede sostener la segunda etapa de la construcción. Luego de que sus amigos se retiraron del despacho, Prins quedó solo ante los planos con una fuerte decepción a sí mismo, él era muy exigente y no admitía que un error dejara una trabajo suyo inconcluso, muchos menos el más importante de su carrera, el que lo coronaría en un estilo gótico en Buenos Aires.

 

 

A la mañana siguiente la secretaria de Prins entró a la oficina como todos los días, ella es la primera en llegar para ordenar el escritorio de su jefe que siempre llega unos minutos después. Cuando ingresa al despacho del ingeniero una escena dantesca la acongoja, encontró al ingeniero muerto con una pistola en el suelo. Se había suicidado pegándose un tiro.

 

 

Las conjeturas indican que, un hombre tan detallista y exigente como Prins no pudo admitir que un error suyo condenó a su obra a no continuar, y por ello optó por suicidarse.

 

 

El estado le encomendó al arquitecto Palanti continuar con la obra pero éste les comunicó que solo Prins podía terminarlo; es por ello que finalmente se resolvió dejar inconcluso la facultad y construir una nueva en el predio que queda en la avenida Figueroa Alcorta, y así se llegó a la actual facultad de Derecho dejando la “Catedral” para la facultad de ingeniería.

 

 

En la historia universal otros hombres apasionados y “obsesivos” por las ciencias exactas han muerto en la búsqueda de soluciones a sus cálculos; el más conocido es el del matemático griego Arquímedes; en la primera guerra púnica cuando su ciudad fue capturada por los enemigos el matemático se encontraba en la playa dibujando números en la arena, cuando un soldado le exige presentarse ante el general enemigo, Arquímedes le responde “Que espere a que termine mis cálculos”, molesto el oficial le clava la espada en su pecho dándole muerte.

 

 

Hasta aquí la leyenda, otra historia dice que el gobierno –por falta de presupuesto- paralizó la construcción dejándola como está actualmente, en el momento en que se aprobó un nuevo presupuesto para la Facultad de Derecho las autoridades observaron que la población estudiantil crecía exponencialmente y por ello resolvieron que, con ese dinero, se construya un edificio nuevo en la avenida Figueroa Alcorta y se entregue su sede de Las Heras a la facultad de ingeniería.

 

 

Para darle veracidad a esta historia, sus defensores cuentan que existe una anécdota en la que un amigo de Prins se encontró con el ingeniero en el año 1939 y le contó que se estaba rumoreando sobre un suicidio suyo por el trabajo inconcluso, éste con una carcajada respondió: “Me puedo suicidar por cualquier cosa menor por no terminar un trabajo”. Ese mismo año falleció y sus descendientes iniciaron un juicio al estado reclamando una indemnización por incumplimiento del contrato, muchos años después cobraron una suma irrisoria.

 

 

27228_119953731355136_100000215298002_301780_539656_n.jpg

La leyenda del suicidio tiene continuidad años después. Cuentan que por los años ’50 un estudiante que siempre tenía excelentes notas y le faltaba pocas materias para recibirse de ingeniero armó una tesis para poder continuar con la obra inconclusa de Prins, a partir de allí no pudo aprobar ninguna materia más y siempre sus cálculos eran errados, finalmente el muchacho dejó la carrera y nunca pudo recibirse y matricularse para poder cumplir el objetivo que se había propuesto. Muchos años después otro estudiante avanzado quiso realizar el mismo trabajo y le cayó la misma “maldición” no pudo recibirse por más esfuerzo que hiciera en sus estudios, y tuvo que abandonar la carrera.

 

 

Todos los que pasan podrán observar el corte abrupto de la terraza de la facultad de la avenida Las Heras, y ahora se sabe dos historias sobre ello, una es más banal y cotidiana en el acto administrativo de cualquier gobierno, y la otra más romántico y legendario porque habla de un hombre apasionado y de su error; un error de cálculo que terminó con la vida de Arturo Prins y que aún sigue viéndose en la Facultad de Ingeniería.

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Respuesta: Pequeñas historias de una gran ciudad

 

El Palacio de los Bichos

 

 

 

 

En la zona de casas bajas del barrio de Villa de Parque emerge una mansión de cinco pisos con una cúpula en lo alto del edificio; el castillo es conocido como el Palacio de los Bichos y guarda una rica historia de amor, tragedia y misterio.

 

 

El+Palacio+de+los+Bichos.jpg

La leyenda de este palacio es conocida por los vecinos del barrio, su imponente presencia despierta curiosidad a cualquier persona que no sea de la zona y pase por allí. No hay vecino que quiera despejar las dudas a los transeúntes que quieran conocer detalles del edificio.

 

 

El castillo fue bautizado como “Palacio de los Bichos”, porque en sus orígenes la construcción estaba ornamentada por gárgolas con formas de animales y bichos. Para conocer la legendaria historia del lugar tenemos que remontarnos a fines del siglo XIX.

 

 

Allá por esos años un rico italiano que vivía en Salerno de nombre Rafael Giordano –descendiente del célebre pintor Giordano- y su esposa Vittoria D’Olvilli deciden embarcarse a la aventura de echar raíces en la lejana América.

 

 

En este viaje llevan a su pequeña hija Lucía y deciden ir a la Argentina. Recién llegados los inmigrante, los Giordano contaban con una holgada posición económica y, luego de recorrer varias zonas de la ciudad de Buenos Aires, deciden instalarse en una zona de quintas al oeste del centro porque le recordaba a su ciudad natal; años después esa zona se denominará Villa del Parque.

 

 

Instalado en la quinta, Giordano comenzó a hacer negocios y a acrecentar su fortuna. En forma inmediata perteneció a la alta sociedad porteña de su época, se lo podía ver en el club del progreso o en el lujoso Plaza Hotel tomando café y cerveza con sus amigos. A escasos dos kilómetros tenía un vecino peculiar, era el conde Antonio Devoto quién fundaría el Barrio de Villa Devoto.

 

 

Rafael, Vittoria y Lucia Giordano vivían felices en aquella zona de quintas. La hija de ambos iba a un colegio en Monserrat y llevaba siempre excelentes calificaciones entre primaria y secundaria, era el orgullo de su padre.

 

 

Lucía creció y su padre instó a que haga una carrera universitaria, también empujado por su progenitor, ella decidió hacer la carrera de medicina. En aquella época ser médica era un futuro asegurado. Pasaron pocos años y notó que su vocación estaba lejos de la medicina y se empezó a interesar por la música, especialmente por el piano, desde chica le agradó el sonido de aquel instrumento.

 

 

Victoria+de+Giordano+%28con+texto%29.jpg

Si bien su padre renegaba de aquella decisión, ya que tenía muchas ilusiones en tener una hija doctora, fue su esposa quién lo convenció de que la carrera no era para su hija y que con la música se iba a desarrollar en plenitud.

 

 

Finalmente Lucía abandonó la universidad y fue al conservatorio de música para estudiar piano. Como era de imaginar, era una alumna sobresaliente y aprendió en forma rápida a tocar el instrumento. Quienes la conocían disfrutaban de las melodías que ella tocaba con mucha pasión.

 

 

En su paso por el conservatorio Lucía conoció a un joven que estudiaba violín y sería el gran amor de su vida y protagonista de la tragedia de esta historia. Su nombre es Angel Lemos, de apenas 22 años luego de recibirse de farmacéutico quería dedicarse a su otra pasión, el violín.

 

 

Angel Lemos proviene de una familia del centro de la ciudad de Buenos Aires, su padre era director de una importante tienda general de aquella época. Era oriundo de San Telmo, pero las distancias no eran obstáculos para que los jóvenes confluyeran en su amor.

 

 

Esta relación fue rápidamente aprobada por Giordano, y en el tiempo, las familias Giordano y Lemos trazaron una hermosa amistad a través del noviazgo de sus hijos. Lucía era hija única pero Angel tenía seis hermanos más, por ello la pareja quería –en un futuro- formar una familia prolífica, ella porque no tuvo hermanos y él porque gustaba de las familias numerosas como la suya.

 

 

Finalmente corría el año 1911 y los novios deciden dar un paso más a su amor y le avisan a Rafael que van a casarse en otoño, la felicidad de don Giordano era de tal magnitud que sin dudarlo les aviso que de regalo de bodas les va a construir una mansión cerca de su casa para que ellos vivan.

 

 

Es así que le encargo al arquitecto Muñoz González la construcción de un palacio distinguido y que pueda ser visto por todos los vecinos del lugar. Nació el palacio de los bichos. La mansión de cinco pisos con balcones y ornamentado por bichos fue terminado antes del enlace de los novios. Por ello Rafael decidió festejar la boda en la misma mansión.

 

 

La fecha elegida fue el 1° de abril de 1911, aquella noche de otoño la temperatura estaba agradable y no había ninguna amenaza de lluvias, por ello la fiesta fue siempre placentera y divertida. Por el camino de tierra llegaban automóviles lujosos de la época y un chofer de ropa elegante característica abría la puerta para que los invitados pudieran ingresar a la recepción de la boda.

 

 

Los propietarios y habitantes de las quintas vecinas observaban atónitos y contestes el evento porque veían esa enorme casa en todo su esplendor. Doña Vittoria se encargó de los detalles de la fiesta, había músicos que siempre animaban la fiesta, no podían faltar las bebidas y canapés, algunos decían que era uno de los eventos sociales más importantes del año.

 

 

La fiesta trascurrió con normalidad, con mucha música y alegría, había muchos invitados, entre ellos se puede contar a un político amigo de Giordano, el socialista Alfredo Palacios. Angel Lemos era aficionado al fútbol, tenis y remo, por eso en su boda se encontraban presente miembros del Alumni, del Lawn Tenis y del Rowing Club.

 

 

Los novios estaban muy felices, tenían muchos proyectos juntos, ella de formar una nueva familia y él de formar negocios farmacéuticos con el capital que le fuera regalado por su familia. Todos disfrutaban de ese romance que, a veces, era envidiado por algunos. Sus miradas entre ellos demostraban estar hechos uno para el otro.

 

 

Cerca de las cinco de la mañana la fiesta estaba por finalizar, el automóvil que los iba a llevar al centro los esperaba del otro lado de las vías del tren que quedaba a escasos treinta metros de la mansión.

 

 

El_palacio_de_los_bichos.jpg

Se dice que el chofer los esperaba en ese lugar porque en la calle de tierra donde se encuentra la mansión las vías estaban levantadas y la calle que tiene el camino al nivel de las vías –donde normalmente pasan los automóviles- estaba inundada por una fuerte lluvia en los días anteriores. Los autos de aquella épocas tenían neumáticos muy angostos y frágiles y pasar las vías levantas podía dañan las ruedas, por ello se estimó que era más fácil que los novios cruzaran las vías a que el auto anduviera kilómetros para encontrar un paso a nivel.

 

 

Esa decisión sería culminante para la historia del palacio de los bichos. Esa noche, era cuarto menguante por eso no había una luna que aclarara el lugar, las luces románticas de la calle eran de velas porque aún no había alumbrado público eléctrico, es por ello que no había mucha visión.

 

 

Los invitados salieron a los balcones del palacio para saludar a los novios que estaban en la calle dirigiéndose al automóvil en el otro lado de las vías. Entre los que saludaban estaban los padres de los contrayentes. La felicidad de los novios y sus padres quedaba estampada en sus rostros.

 

 

Mientras los novios saludaban, el tren del Sur al Pacífico se dirigía a mucha velocidad hacia la estación de retiro. A pesar de que la estación estaba cerca, el tren era de carga por eso no tenía parada hasta la estación central. La luminosidad era tenue porque esos vagones no tenían una fuerte luz.

 

 

En el instante en que los novios cruzaban las vías saludando a los invitados, el tren impacta sobre ellos dejando sus restos esparcidos a cien metros del lugar del impacto. Los invitados observaron atónitos la tragedia, los porteros y mozos que se encontraban en la salida corrieron apresurados hacia donde se encontraban las víctimas pero nada pudo hacerse, ambos novios murieron en el acto.

 

 

El tren nunca frenó y el chofer se enteró del accidente en la estación de Retiro cuando las autoridades lo fueron a buscar y lo anoticiaron de lo sucedido. El ferroviario alegó que la máquina era tan ruidosa y había tan poca luz en la zona que nunca pudo advertir la presencia de las víctimas y el impacto.

 

 

Rafael Giordano y su esposa cayeron en una profunda depresión, pues el día más feliz de su vida se convirtió en un segundo en el peor día de su vida. Había muerto su única hija y su yerno en su propio casamiento.

 

 

El_Castillo_de_los_Bichos%5B1%5D.JPG

Los diarios de la época no relatan la crónica de lo sucedido porque Giordano no quería que se contara ningún detalle del accidente, su dolor lo sentía tan privado que no lo quería compartir con nadie. Es por ello que decidió volverse a su Salerno natal para nunca más volver, llevando consigo los cuerpos de su hija y yerno para darle sepultura en el cementerio local.

 

 

Sentía tanto desprecio por la mansión en donde vio morir a su hija que resolvió tapiarlo y no venderlo para que nadie viva nunca más en ella. Ese casamiento fue el único hecho donde el palacio brilló en todo su esplendor.

 

 

El tiempo pasaba y la zona donde se encontraba el palacio se estaba parcelando y construyendo viviendas a su alrededor. Alrededor de la mitad de los años ´20 un hecho peculiar sucedió en aquel barrio. Un día de otoño un vecino le reclamó a otro el haber realizado una fiesta con música fuerte hasta altas horas de la noche, cuando le dijo que no había sido él la recriminación fue dirigida a otro vecino y obtuvo la misma respuesta. Una vez indagado todos los vecinos la conclusión era que nadie hizo la fiesta o uno estaba mintiendo.

 

 

Exactamente un año después uno de los vecinos se levanta abruptamente de la cama porque una fuerte música venía de la calle y no lo dejaba dormir en altas horas de la noche. Advertido de que quién realiza la fiesta podría negarlo decide salir para ubicar el lugar de tanto barullo. Otros vecinos toman la misma decisión.

 

 

Buscan la casa de donde viene la fiesta y no encuentran ningún vecino de festejo. Enfocan sus miradas al único lugar abandonado: EL Palacio de los Bichos. Para sorpresa de todos, la música salía de ese lugar, además se podía observar algunas siluetas de personas bailando en su interior.

 

 

El tren del sur al pacífico continuaba con el mismo plan de recorrido que hizo aquel día del fatídico trayecto. En el momento en que pasa el ferrocarril a la misma hora que ocurrió la tragedia años atrás, se deja de oír abruptamente la música y desaparecen en el mismo instante las figuras que se observaban en movimiento.

 

 

Escudo+del+barrio+de+Villa+del+Parque.jpg

Este fue el inicio de varios sucesos fantasmagóricos que se producirían en el tiempo. Hubo denuncias de escuchar gritos de espanto de una mujer y ruidos en el palacio, como así también espectros que traspasaban paredes. Otro maleficio se agrega a esta historia, pues el deseo de Rafael Giordano de que no se conocieran los detalles de la muerte de su hija y su yerno era tan fuerte que quienes investigaban y escribían sobre el hecho sufrían extrañas enfermedades o percances que no le permitía continuar con el trabajo.

 

 

En los años noventa el edificio fue reciclado y se quitaron las gárgolas características que le dieron al palacio su nombre. Hoy funciona un edificio de viviendas particulares y un amplio spa en planta baja.

 

 

El Palacio de los Bichos cuenta una historia tan fuerte del barrio que su figura se encuentra estampada en el escudo oficial. Es así que pasan los años y la leyenda se mantiene viva en el barrio porque a pesar de ser una historia de tragedias y misterio, no deja de ser la historia de amor de Lucia y Angel una historia de amor del barrio de Villa del Parque.

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Respuesta: Pequeñas historias de una gran ciudad

 

PLAZA SICILIA

 

 

 

La plaza ubicada en la av. Sarmiento y av. Libertador frente al zoológico, donde se encontraba la quinta de don Juan Manuel de Rosas, guarda una serie de datos que refieren a la historia de la batalla de Caseros

 

 

Quinta+de+Rosas+%28Letras%29.jpg

La historia argentina tiene la característica de ser tan pasional que, a veces, en nombre de la casualidad, las distintas ideas y frentes dejan huella en la ciudad de Buenos Aires.

 

 

En los lagos de Palermo, se encuentra una plaza que a simple vista es una más del gran pulmón verde de la ciudad. Es la plaza Sicilia, un amplio espacio verde circundado por las avenidas Libertador, Sarmiento, Berro y Casares; allí está ubicado también el Jardín Japonés. En ella hay una calesita y un lago donde nóveles pescadores realizan allí sus prácticas antes de internarse a los ríos del país.

 

 

En la plaza también hay una estatua muy peculiar, es la de caperucita roja, realizada por un escultor francés. Hay pocos monumentos que evoquen el cuento infantil, fue colocado porque no hay lugar mejor para ubicar a caperucita y el lobo feroz como los bosques de Palermo.

 

 

Por ello quién se interna en el parque, no verá nada fuera de lo común, verde y monumentos; pero su historia es muy peculiar. En aquella plaza se encontraba hace más de 150 años la quinta del gobernador de Buenos Aires don Juan Manuel de Rosas.

 

 

La quinta de Rosas poseía una casa amplia, con un gran patio central y galerías con muchas columnas en el exterior. La extensión de los parques era de varias hectáreas; dentro de lo que era su terreno se encuentran el jardín botánico, el zoológico, la rural y los lagos de Palermo.

 

 

El destino de la quinta y la historia de la actual plaza Sicilia debemos buscarlo en los hechos que sucedieron en los últimos años del gobierno de Rosas.

 

 

Justo+Jose+de+Urquiza+%28letras%29.jpg

Juan Manuel de Rosas, conocido como el restaurador de las leyes, fue una figura polémica por su forma de ejercer su gobierno y cosechó enemigos a los largo de su mandato, la mayoría de ellos se encontraban exiliados en Chile o Uruguay. Sin embargo la providencia hizo que el enemigo que lo iba a derrotar surgiera de las líneas federales, frente del cual el gobernador era el líder y caudillo máximo.

 

 

En el año 1852 algunos caudillos federales del interior del país no estaban conformes con las últimas decisiones políticas que el gobernador de Buenos Aires había tomado, los exiliados liberales aprovecharon la situación para unirse a ellos, y buscar que brasileros y uruguayos se unieran con el objetivo común de sacar del gobierno a Rosas.

 

 

Fue así que se gestó la formación de un ejército conformado por entrerrianos, uruguayos y algunos brasileros para combatir a los ejércitos de rosistas. El 3 de febrero de 1852 –es importante recordar esta fecha- se realizó la batalla de Caseros en la que finalmente Rosas fue derrotado y se dio fin a su gobierno de más de tres décadas. Luego de la derrota el gobernador se dirigió a Inglaterra y pasó el resto de su vida en Southampton.

 

 

En la batalla de Caseros surgieron dos enemigos claros que salieron victoriosos, uno de ellos era su enemigo de armas, el caudillo entrerriano Justo José de Urquiza que se iba a hacer cargo de Buenos Aires como jefe de la Confederación argentina. El otro, era un intelectual que desde Chile siempre escribió en contra de Rosas, era Domingo Faustino Sarmiento. Ambos fueron presidentes de la República y dejaron huella en la plaza Sicilia.

 

 

Una de las primeras medidas de gobierno que tomó Urquiza luego de la victoria de la batalla de Caseros fue la expropiación de los bienes de Rosas, entre ellos figuraba la quinta de Palermo. En esa casa se instaló por muchos años el batallón y el arsenal del ejército argentino.

 

 

La expropiación no es el único hecho sino que es el principio de una serie que nos llevará a lo que es hoy la plaza. Hemos dicho que tenemos que tener presente la fecha de la batalla de Caseros durante este relato. Si nos vamos a la provincia de Buenos Aires, la batalla de Caseros se realizó en la localidad de Caseros que se encuentra en el partido 3 de febrero; aquí la primera evocación a la victoria de Urquiza y Sarmiento sobre Rosas.

 

 

Domingo+Sarmiento+%28Letras%29.jpg

Volviendo a Palermo, el presidente de la Nación Domingo Sarmiento crea el Zoológico y el Jardín Botánico, como así también, le encomienda al paisajista Carlos Thays el diseño de los bosques de Palermo. Hasta allí todo es normal, sin embargo el nombre que le pusieron a todo ese complejo es por lo menos sugestivo. El presidente denominó todo ese complejo como “Parque tres de febrero”; nuevamente se evoca la derrota de Rosas y, como corolario, en el lugar que fue su quinta.

 

 

No termina allí la cosa, para condimentar el lugar, se decidió derribar la casa de la quinta para hacer un parque público, el día de la demolición también es “coincidente”, fue el 3 de febrero de 1899. También la avenida principal que cruza lo que fue la quinta de Rosas es peculiar, es la avenida Sarmiento.

 

 

Sobre la av. Sarmiento en la intersección con la av. Figueroa Alcorta se levantó un monumento imponente homenajeando a Urquiza, el caudillo que derrotó a Rosas en la batalla de Caseros. Si se presta atención la estatua, se lo ve al entrerriano contemplativo y su caballo en dirección al centro de la ciudad, pareciera la entrada triunfal a Buenos Aires luego de la batalla que derrotó al restaurador haciendo parada y dirigiendo su mirada hacia la quinta, como si estuviera observando las tierras privadas del derrotado.

 

 

El corolario final al homenaje de los hombres liberales que derrotaron a Rosas, lo podemos ver en lo que fue el solar del dormitorio de Juan Manuel de Rosas en su quinta. En ese lugar –queda en la esquina de la av. Libertador y la av. Sarmiento- se instaló un monumento cuyo autor es Rodín, el mismo que esculpió el famoso “Pensador”.

 

 

Si bien es una obra de arte y no tiene nada fuera de lo común instalar una estatua en donde estuvo ubicado el dormitorio de Rosas, lo peculiar es de quien es ese monumento, pues corresponde nada más ni nada menos a Domingo Sarmiento.

 

 

Esa última coincidencia es la que despierta los pensamientos de que hubo suspicacias en la planificación de la creación de la plaza Sicilia, pues en el mismo dormitorio de Rosas se instaló la estatua de Sarmiento, como quitando el sueño al gobernador en la eternidad.

 

 

Así quedó la plaza donde estuvo ubicada la quinta de Rosas, con una avenida y monumentos que evocan a sus enemigos y con el nombre que homenajea la fecha en que se dio la batalla final que terminó con su gobierno.

 

 

Juan Manuel de Rosas murió en su lugar de exilio, Southampton, y fue enterrado allí. Nunca más había vuelto a su patria. Un siglo y medio después de la batalla de Caseros, en un “proceso de pacificación con la historia”, el gobierno del presidente Carlos Menem repatrió los restos del caudillo federal y éstos fueron depositaron en el cementerio de la Recoleta.

 

 

Juan+Manuel+de+Rosas+%28letras%29.jpg Tiempo después, en la transición del gobierno entre Menem y de la Rúa, continuando con ese proceso de pacificación de la historia, se erigió un monumento a Juan Manuel de Rosas en la esquina de enfrente en diagonal al monumento de Sarmiento.

 

 

 

Ese monumento muestra a Rosas con su chambergo y en posición de paso rápido sobre su caballo en dirección hacia su habitación, como llegando de sus quehaceres para ingresar a su propiedad y su figura lo muestra en autoridad de recuperar lo que se le ha quitado. Es así como, en forma romántica, se le da fin a la dicotomía entre Rosas y Sarmiento – Urquiza, tratando de cerrar una etapa de pasiones de un momento de la historia argentina.

 

 

 

A pesar de que hoy existe un monumento a Rosas y sin entrar en valoraciones políticas; cuando paseo por los bosques de Palermo, observo sus monumentos, sus avenidas y escucho el nombre de parque tres de febrero, es en ese momento en que mi cabeza no puede dejar de hacer siempre la misma pregunta, la historia… ¿la escriben los vencedores?

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Respuesta: Pequeñas historias de una gran ciudad

 

El edificio Otto Wolf

 

 

En la esquina de la avenida Belgrano y Perú se destaca un edificio que, a primer vista, se podría interpretar como una construcción esotérica o masónica; sin embargo ese edificio guarda una historia local y, a su vez, relacionada con un imperio europeo de la época de la primera guerra mundial

 

 

P1200594+%282%29.jpg

El edificio Otto Wolf se encuentra ubicado en la esquina de la Av. Belgrano y Perú y fue mandado a construir por el empresario naviero y cónsul austro-húngaro Nicolás Mihanovich y por el empresario Otto Wolf para albergar la sede diplomática del imperio Autro-húngaro. El edificio también fue llamado "La casa de la vieja virreina" aludiendo a la casona que había existido en el lugar que fuera adquirida en 1801 por el octavo virrey del Río de la Plata Joaquín del Pino y Rozas para albergar a su familia (siete hijos de un primer matrimonio y nueve del segundo matrimonio). El virrey falleció en 1804 y vivió en la casa su viuda Rafaela de Vera Mujica y López Pintado que murió en 1816. Juana del Pino y Balbastro, una de las hijas del matrimonio, vivía en las proximidades de esta casa en la calle Defensa 346/356 pues desde 1809 era esposa de Bernardino Rivadavia, primer presidente argentino (1826-1827).

 

 

La casa era una de las más importantes de la capital del virreinato del Río de la Plata, no solo porque era una de las más ostentosa sino también porque era visitada por los hombres más importantes de la ciudad de Buenos Aires de la época colonial.

P1200555+%282%29.jpg

 

Aquella casa tenía un elaborado pretil calado y heráldica en la puerta, siendo modelo de las grandes casas patriarcales porteñas. En la parte superior había una azotea protegida con una balaustrada de mampostería, calada por aberturas, llamadas "oculus", y varios pináculos sobre la baranda. Desde allí se luchó el 5 de julio de 1807 cuando los ingleses quisieron tomar por asalto la vivienda.

 

Luego el edificio perteneció al padre del obispo Medrano, quien hizo grabar su escudo de familia sobre la puerta principal y fue residencia obispal de la ciudad de Buenos Aires, vivienda del ministro de Portugal ante la Confederación y desde el 23 de mayo de 1878 sede del Montepío Municipal, (antecesor del Banco Ciudad de Buenos Aires). A fines del siglo XIX esa casa fue convertida en inquilinato.

 

 

P1200548+%282%29.jpg

Finalmente vino la venta en pública subasta en la cual Mihanovich adquirió la casa en $ 60.000.- y la posterior demolición de las construcciones existentes, y su reemplazo por el edificio Otto Wolf. El arquitecto danés que diseñó el edificio, Morten F. Rönnow, antes de demoler la casa, realizó un relevamiento que entregó a la Escuela de Arquitectura.

 

 

La legación austrohúngara tuvo allí su sede desde la inauguración del edificio hasta el derrumbe del imperio austrohúngaro al finalizar la Primera Guerra Mundial. Actualmente está dividida en 56 unidades ocupadas por oficinas comerciales y profesionales, principalmente estudios de arquitectura, siendo su entrada por la calle Perú.

 

 

P1200558+%282%29.jpg El estilo arquitectónico del edificio ha sido ubicado en el Jugendstil, la versión germana del art nouveau, pero también tiene rasgos renacentistas, del neogótico y del eclecticismo, más algunos trazos esotéricos del Palanti, principalmente los de su maravilloso edificio Barolo de la avenida de Mayo.

 

 

Una excentricidad que viene de los tiempos de la arquitectura griega consiste en reemplazar las columnas por figuras humanas, reviviendo así a las cariátides, unas mujeres que sostienen aparentemente sin esfuerzo el techo del pórtico lateral de un templo llamado Erecteión, que está en la Acrópolis de Atenas. Cuando esas figuras son masculinas se llaman atlantes. En este edificio lucen ocho atlantes, tres sobre la calle Belgrano y cinco sobre Perú, de cinco metros, en actitud de estar sosteniendo desde el segundo piso el resto de la construcción, cada uno de los cuales representa uno de los artes y oficios relacionados con ella: herrero, carpintero, albañil, forjador, aparejador, escultor, y en la ochava el jefe de obras y el arquitecto o sea el mismo Rönnow. Una curiosidad es que las figuras tienen rasgos correspondientes a la población autóctona. En el fuste, hay unas esculturas de cóndores de 5 metros de altura y también de otros ejemplares de la fauna local, tales como osos, loros, pingüinos y lechuzas. Las figuras no son de piedra sino de hormigón armado, señalando que los constructores prefirieron las técnicas más modernas.

26160_423462309815_199093079815_5233166_3755409_n.jpg

El edificio está rematado por dos bellas torres cupuladas, a partir del séptimo piso, cada una con un depósito de agua disponible en caso de incendio, hechas -como los atlantes- en hormigón armado, que rematan en dos altas agujas. Como una lleva el sol en su extremo y la otra una corona, (parece que perdió la luna original), que se conjeturó que representaban al emperador Francisco José y a su esposa, Isabel de Wittelsbach-Wittelsbach, conocida como Sissí que muriera en 1898 y, asimismo, a la alianza imperial entre Austria y Hungría.

 

 

En la actualidad el edificio Otto Wolf sigue llamando la atención de los transeúntes, su imponencia en aquella esquina atestigua la opulencia de Buenos Aires en los primeros años del siglo XX.

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Respuesta: Pequeñas historias de una gran ciudad

 

El mirador de Salaberry

 

 

 

 

28228_1405412771272_1110977591_31195568_3531705_n.jpg

 

 

Fue la segunda construcción hacia la mitad del siglo pasado, en la actual superficie del barrio de Mataderos; la primera fue la casa de los Moyano en la esquina de Av. del Trabajo (hoy Eva Perón) y Escalada, pero esa construcción ya no existe, mientras que ésta se yergue como un vigía, aunque ahora acompañado por edificios más altos, que lo van empequeñeciendo paulatinamente. Para llegar a él, debemos dirigirnos por la Av. de los Corrales hasta la Av. General Paz en su altura del 13.500, doblar a la izquierda por un sendero de tierra, donde nos llamará la atención un árbol añoso, que fuera salvado por un jardinero japonés, que rellenó el hueco que se iniciaba en la bifurcación del tronco y estaba irremediablemente destinado a secarse, con escombros, ladrillos y lo taponó con cemento; fue podado, cuidado y hasta hoy muestra su follaje rejuvenecido y si sigue recibiendo las atenciones de las personas que lo aman, podrá agregar a sus casi 150 años otros 100 seguramente.

 

En el año 1858 iniciar una construcción de esas características en plena “pampa” llamaba la atención; un edificio alto, en un descampado total, ante una interminable llanura apenas interrumpida por las lomas luego llamadas “del mirador” por una construcción similar que hubo en Provincias Unidas, ya dentro de la actual superficie de la provincia de Buenos Aires, no tendría significado, pero los hermanos Salaberry, viejos tamberos de la zona de Las Heras, a indicación de un ingeniero italiano, pensaron que bien podría servir para ojear el horizonte. Los indios estaban lejos, había algunos por Lobos, otros más adentro de la provincia, pero un malón fue siempre un temor pánico para los habitantes de nuestras tierras y todas las previsiones parecían pocas; cien o doscientos kilómetros eran devorados por la velocidad de los caballos que montaban en pelo las tribus indias, por eso poderlos distinguir desde un alto mirador cuando aparecía en el horizonte la “polvadera” era una posible salvación.

 

Pero los indios nunca llegaron a menos de 100 kilómetros de nuestra zona y el mirador tuvo otra finalidad; desde arriba de la terracita que tiene una dimensión de 3.30 x 1.80 m, aparte de poder ver hermosas macetas con vistosas flores que son visibles desde el Puente de Chicago, se ve la tapa de un enorme tanque de agua con capacidad para 15.000 litros; el tanque ocupa todo el espacio, cuya mitad es una ficticia ventana y la finalidad fue –mediante cañerías- poder abrevar a los animales que venían conducidos por Reseros por el “Camino de las Tropas”, la actual Av. General Paz, hacia su sacrificio en el cercano Mercado Nacional de Haciendas y Matadero Municipal de principios del siglo XX.

 

Para llegar hasta la terraza se sube por una escalera que en la parte interior tiene un total de 37 escalones; luego sale al exterior y la escalera caracol –de hierro original de la construcción-, tiene otros 27 escalones y al llegar arriba la vista abarca un panorama hermoso, pudiéndose distinguir por un largo trecho la Av. General Paz y prácticamente todas las casas que forman buena parte de la zona compuesta por el barrio de Mataderos y las de Villa Insuperable, Lomas del Mirador, Villa Madero, Tablada, etc. Demás está decir que desde esta terraza puede gozarse de un espléndido sol en invierno y en la noche de los meses de verano, resulta gratificante poder disfrutar una constante y suave brisa que invita a platicar y a recordar.

 

Las paredes de esta construcción son de barro, como eran las de todas las construcciones que se realizaban en aquella época, pero tienen un espesor de 45 centímetros y entre ellas hay “cañerías” de aire lo que permite que no se conozca la humedad y la casa esté fresca en pleno verano y muy acogedora durante el invierno.

 

Hay todavía materiales originales; la familia Salaberry importó de Italia hasta el roble para las puertas y los ventanales y en la primitiva cocina aún se hallan empotradas en la pared, la ganchera donde eran colgados los cucharones, espumadera, etc. y algunas de las puertas interiores conservan aún las manijas originales, de hierro artístico ovalado.

 

De la planta baja se desciende al sótano, de reducidas dimensiones; allí hubo un hermoso aljibe, que ahora los ocupantes han convertido su brocal en algo útil; al levantar la tapa, se descubre el pozo totalmente seco, que debe tener una profundidad de unos 4 o 5 metros. Enfrente del aljibe aparece taponada con cemento una “entrada a un túnel” que fue la vía de escape prevista por el constructor ante el temor al malón, vía de escape que según dice, llegaba hasta la actual Av. de los Corrales hasta el camino de Bonaparte, o actual diagonal calle Coronel Cárdenas.

 

Don Juan Salaberry y dos hijos, que llevaron los nombres de Juan y Guillermo vivían en sus tambos en la zona de Las Heras, provincia de Buenos Aires. Luego los nietos, solían realizar frecuentes reuniones en el mirador; en una de tantas –nos cuentan- se matizaba con una guitarreada y el cantor repetía el estribillo

“Abrete tierra o dame su amor”; menos mal que sucedió al día siguiente, porque justamente donde estuvo parado el cantor la tierra comenzó a hundirse! Era el lugar donde se iniciaba el aljibe que por entonces no era visible.

 

En la construcción de planta baja y jardín con parra, durante un tiempo se realizaban reuniones de la Unidad Básica política, fiestas y reuniones para adoctrinamiento y cantos. Durante un tiempo también se utilizó el Mirador para la actuación de una “troupe”: se tendió un cable de acero de la terraza del mismo hasta sobre el Puente de Chicago y por él los equilibristas hacían las delicias de los concurrentes, recordándose especialmente la actuación de una señorita que, anudado su cabello en el cable, descendía suavemente ante las exclamaciones de los mataderenses.

 

Hoy el Mirador de Salaberry pertenece a una familia, en forma privada, que lo ha ido embelleciendo en su parte interior. Su fachada es la misma desde hace más de 150 años y sigue siendo admirado por los vecinos como la representación más antigua de su ser y que bien las autoridades hubieran podido convertirlo en un lugar turístico.

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Respuesta: Pequeñas historias de una gran ciudad

 

El conde de caballito

 

 

 

=1110977591&p[]=409408729084"]

 

29294_1393397590900_1110977591_31169649_7639760_n.jpg

 

 

Si desean hacer un viaje en el tiempo y toparse con una auténtica peluquería y barbería de épocas remotas, sólo hay que preguntar por el “Conde de Caballito”. Con semejante título nobiliario, Miguel Ángel Barnes es más que un peluquero de la zona oeste capitalina. Basta con mirarlo, para darse cuenta de que no es el frívolo estilista entrado en años que aconseja mover las cabezas ni tampoco el peluquero principiante que rocía las cabelleras con una interminable lluvia de spray. El Conde sabe de qué se trata esta esmerada profesión y hace un culto de ella.

 

Como todo noble ejerce su jurisdicción, en este caso en el condado bautizado con nombre equino. Allí, con pasión y alma de coleccionista, fundó ni más ni menos que la Peluquería y Barbería “La Época”, que a su vez es un museo dedicado exclusivamente a exhibir los elementos y productos de belleza característicos de este oficio antiquísimo. Para más datos, el Ford rojo con techo blanco, tapizado y llantas haciendo juego, estacionado sobre la calle Guayaquil 877, y la bacha de pie sobre la vereda, con la jarra, la toalla y la piedra para afilar navajas indican que estamos en su territorio.

29294_1393400110963_1110977591_31169651_1495596_n.jpg

 

 

Dueño de una elegancia impecable de la punta de la cabeza hasta los pies, con camisa a prueba de arrugas, tiradores más blancos que el algodón, reloj de bolsillo y relucientes zapatos de charol blanco y negro, el Conde se asoma, sonriente, tras el amplio vidrio fileteado de su barbería y me invita a descubrir su salón de coquetería masculina.

 

Como bienvenida, un cartel en la puerta me advierte: “Por orden del comisario, se prohibe entrar armado y con sombrero al despacho de bebidas”. Es que esta peluquería-museo cuenta también con un bar que rememora a las pulperías de antaño, con la salvedad de que aquí las mesas de café están flanqueadas por un inmenso vitrinero donde se pueden encontrar los más insólitos artículos de tocador, como el Jabón Curativo “Tinkal”, que cura y preserva la piel de las enfermedades contagiosas porque contiene principios curativos de las aguas de los lagos medicinales de la India; o el Jabón de Tocador “Verdoll”, a base de aceite de oliva y clorofila; o el Jabón de Tocador “Radico”, a base de aguas de sales radioactivas.

29294_1393402311018_1110977591_31169653_1849768_n.jpg

 

 

Un poco más allá y ordenados con obsesiva prolijidad, los estuches de papel de las hojas de afeitar nos enseñan a quienes no tenemos barba que no sólo la tradicional marca Gillete rasuró con envidiable precisión los rostros de nuestros abuelos y bisabuelos, sino también las Filomatic, Legión Extranjera, Lord, Jewel, Staheler o Geri. En el local hay, además, cremas y lociones para después de afeitar y colonias que hicieron historia, como la Atkinsons, la Ambré de Polyana, la York, la Bouquet del Rhin, entre otras, que se mezclan armoniosamente con navajas, tijeras, peines, brochas, talcos, pulverizadores, perfumeros y los más de diez mil objetos y piezas de viejas barberías que el Conde adquirió a lo largo de su vida.

 

En las paredes y en los espejos proliferan las publicidades de Glostora, Palmolive, Brancato, Lancaster, Pantera, Old Spice, así como muchísimas fotografías antiguas relacionadas con la profesión. En el salón principal, no dan abasto los ojos para apreciar tantos recuerdos en delicada consonancia: la caja registradora National; el teléfono de pie; el gramófono de ciento veintidós años; la “bacía”, una especie de palangana pequeñita que se usaba hace más de un siglo para remojar la barba y formar agua jabonosa; un matafuego de cobre; un antiguo toallero y los inconfundibles sillones de peluquería para los clientes. Cerca del bar-pulpería, un piano francés de 1907 está allí para quien quiera robarle algún acorde, como una pareja de turistas extranjeros que en su paso por tierras porteñas se animó a tocar una pieza musical.

29294_1393403671052_1110977591_31169654_4346168_n.jpg

 

 

Única peluquería-museo en toda América Latina, fue declarada de interés cultural por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y lugar turístico por la Secretaría de Turismo, por lo que también es sitio elegido para la organización de encuentros culturales y bailes de tango. Abre sus puertas al público de martes a viernes en horario fraccionado y los sábados en horario corrido.

 

Extravagante como pocos, entre tijeras, peines y secadores de cabello, el Conde prepara su mejor actuación. Pocos segundos le toma envolverse en su inconfundible capa negra que llega casi hasta el piso de la peluquería. Con total naturalidad, posa para la cámara e insiste en fotografiarse con sus clientes más pequeños. Reconocido como vecino solidario por el gobierno porteño, Miguel Ángel Barnes es el ejemplo de quien no sólo ama lo que hace, sino también de quien está dispuesto a compartir con todo aquel que lo desee los más entrañables recuerdos que aloja en su peluquería, esos de los que casi ya no quedan en Buenos Aires.

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Respuesta: Pequeñas historias de una gran ciudad

 

gracias perre, las historias de los edificios son maravillosas, a mi personalmente la que mas me gusto es la del palacio de los bichos, por su historia tragico-romantica, soy una romantica empedernida, que se le va a hacer.

 

me encanta este post, es maravilloso, vuelvo a felicitarte!!!!!!!!!!!!

 

gina

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Respuesta: Pequeñas historias de una gran ciudad

 

La verdad que yo les agredezco a ustedes ya que me estan alentando a no volver a abandonar los posteos en este tema que ya hace batante tiempo atras habia abierto. Muchas gracias, los quiero. Bessos

gracias perre, las historias de los edificios son maravillosas, a mi personalmente la que mas me gusto es la del palacio de los bichos, por su historia tragico-romantica, soy una romantica empedernida, que se le va a hacer.

 

me encanta este post, es maravilloso, vuelvo a felicitarte!!!!!!!!!!!!

 

gina

 

Felicitaciones..

La verdad que hoy recién descubri éste post. Increible La información y sobre todo las fotos.

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Respuesta: Pequeñas historias de una gran ciudad

 

El Misterio de los restos mortales de Manuel Alberti

 

A 200 años de la revolución de mayo, aún persiste el misterio sobre el lugar donde se encuentra enterrado el vocal del primer gobierno patrio de 1810, el sacerdote Manuel Alberti. Su historia está relacionada con la antigua iglesia de San Nicolás de Bari

 

 

Manuel+alberti+2.jpg

Entre los integrantes de la Primera Junta de gobierno formada el 25 de mayo de 1810 se encontraba un hombre del clero, su nombre Manuel Alberti. El sacerdote nació en Buenos Aires en 1763. Estudió teología en la Universidad de Córdoba y fue ungido sacerdote en 1786.

 

 

Era un hombre desinteresado y caritativo, según la iglesia de la época, por ello le encomendaron durante algunos años que se haga cargo de la Santa Casa de Ejercicios Espirituales que hoy se encuentra en la av. Independencia y Salta.

 

 

Durante las invasiones inglesas, el cura mantenía correspondencia epistolar con el ejército español, por ello fue encarcelado por los ingleses y liberado por las tropas que recuperaron la ciudad.

 

 

En el cabildo abierto de la semana de mayo de 1810 votó por la renuncia del virrey Cisneros, él pertenecía al grupo de Cornelio Saavedra, y quizá por ello tuvo el honor histórico de ser vocal de la Primera Junta. Si bien apoyó las medidas tomadas por el gobierno patrio, se opuso –por una cuestión de principios- al fusilamiento de Santiago Liniers y de los contrarrevolucionarios de Córdoba.

 

 

Foto+san+nicol%C3%A1s+con+letras.jpg

La primera Junta comenzó a incorporar a representantes del interior, por ello luego pasó a llamarse la Junta Grande. Alberti fue el primer miembro de la junta grande en fallecer, pues ocurrió el 11 de enero de 1811. Murió de un síncope.

 

 

Esta es una breve historia de único sacerdote en el primer gobierno patrio. En sus últimos años, Alberti vivía en la antigua iglesia de San Nicolás de Bari que quedaba entonces en Corrientes y Carlos Pellegrini, donde actualmente se encuentra el Obelisco y la Plaza de la República.

 

 

En la época de la revolución de Mayo la iglesia de San Nicolás de Bari estaba ubicada en una zona no muy cercana al centro de la ciudad, pero era una de la más importantes de la época, como será su importancia que el barrio de San Nicolás debe su nombre justamente a esa parroquia. En el año 1936 la iglesia fue demolida completamente y se mudó a su actual lugar en la avenida Santa Fe. Más aún, la iglesia nueva aún conserva algunos elementos o restos de la antigua.

 

 

Obelisco+con+letras.jpg

Manuel Alberti fue enterrado en la iglesia de San Nicolás de Bari en 1811 y es allí donde surge el misterio. Cuando la iglesia fue demolida en los años ’30 para construir el Obelisco y ensanchar la avenida 9 de Julio. Luego de la mudanza de la iglesia a su actual lugar, no quedaron rastros de los restos de Alberti.

 

 

En el cementerio de la Recoleta no hay una tumba del vocal ni tampoco hay datos de que se encuentren en otro lugar. En función del cadáver de Alberti se desarrollo la teoría de que nunca fue mudado a otro lugar, permanece en el mismo lugar que se lo enterró la primera vez. La burocracia, el olvido de algún responsable de la demolición, el tras papeleo de la orden de exhumación, nadie sabe por cual motivo no se hizo la mudanza o al menos no existen datos fehacientes de que se haya hecho.

 

 

Lo cierto es que es muy probable que los restos de Manuel Alberti aún permanezcan en su lugar original, si es así, diariamente muchos transeúntes pasan sobre ella, porque el radio donde podría está enterrado es en el obelisco y la plaza de la República, uno de los lugares céntricos más transitados de Buenos Aires. Alberti descansa en paz en el lugar más ruidoso de la ciudad.

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Guest
Este tema está cerrado a nuevas respuestas.

Escorts Buenos Aires Foro Escorts ESCORTS ESCORTS Zona Sur ESCORTS Zona Norte ESCORTS Zona Oeste ESCORTS Mar del Plata ESCORTS La Plata ESCORTS Cordoba ESCORTS Rosario ESCORTS Mendoza ESCORT Buenos Aires ESCORTS CABA ESCORT ESCORT Belgrano ESCORT Caballito ESCORT Centro ESCORT Chacarita ESCORT Microcentro ESCORT Palermo ESCORT Puerto Madero ESCORT Recoleta ESCORT Tribunales Escorts Almagro Escorts Belgrano Escorts Caballito ESCORTS CABA Escorts Centro ESCORTS Cordoba Escorts Flores ESCORTS La Plata ESCORTS Mar del Plata ESCORTS Mendoza Escorts Microcentro Escorts Once Escorts Palermo Escorts Recoleta ESCORTS Rosario Escorts Tribunales ESCORTS Tucuman Escorts Devoto Escorts Villa Urquiza ESCORTS Zona Norte ESCORTS Zona Oeste ESCORTS Zona Sur Travesitis Premium ESCORTS Travestis São Paulo Travestis Bogota Travestis Barcelona Travestis Madrid Travestis Peru Travesitis FANS Escorts en Argentina // Escorts en Bolivia // Escorts en Brasil // Escorts en Chile // Escorts en Colombia // Escorts en Costa Rica // Escorts en Ecuador // Escorts en Mexico // Escorts en Panama // Escorts en Paraguay // Escorts en Peru // Escorts en Uruguay // Escorts en ESPAÑA // Escorts en FRANCE // Escorts en ITALIA


×
×
  • Crear nuevo...