Los 10 albergues transitorios que no podés dejar de conocer (según me contaron)

[Dios]

- Y ahora qué hacemos?

- No sé..

- Vamos a algún lado?

- Adónde?

- No sé, a un lugar donde se alquilan habitaciones.

 

Con hidro, cama de agua, ducha escocesa, sauna, sillón erótico, espejos en el techo, cobertores plásticos, faraónica, romana, infernal, para hacer un turno o pernoctar, con desayuno o 2 consumiciones, en Buenos Aires hay infinidad de albergues transitorios. Mejor conocidos como telos, han cobijado cantidades de historias, mitos y fantasías de los argentinos activamente sexuales desde los 60’s, hasta la actualidad. En mi caso particular, la falta de lugar me llevó a hacer de estos lugares una especie de segundo hogar por un lapsus de 10 meses. Para algo me tenía que servir esta experiencia.

 

1. General Paz. Y los que fuimos, todos sabemos por qué. Por servicio, estilo y clase, el GP es el único Gran Hotel, un 6 estrellas en la mitad de la Panamericana. Es el Disney World de los telos. Obviamente, para ir en alguna ocasión especial y con un tiempo considerable de abstinencia sexual, ya que sino se corre el riesgo de quedarse dormido en el jacuzzi doble con luces de colores rojas y azules o de perdersee mirando la pantalla más gigante que jamás hayas visto, bajando del techo solo para mostrarte toda la programación de Directv mientras te clavás un bandejón de sushi de Bokoto.

(te cogen con el precio, pero los domingos te dan sushi gratis.)

 

2. Costa Azul. Es el mejor telo precio/calidad. Es el telo más estratégicamente ubicado, ya que se encuentra a un paso de la General Paz, pero del lado de Provincia, lo que lo hace más económico, pero de fácil acceso (porque está CASI en Capital, pero no.) Todo esto lo convierte en un telo amigo, de esos que vas seguido a pernoctar. Además, no te cansás nunca porque todas las habitaciones son temáticas, lo cual lo convierte en un lugar tan interesante como cantidad de puertas tiene. Y cuando ya conociste todas las habitaciones, de vuelta a empezar. Total, no está tan mal conocer dos veces el Infierno.

 

3. Acostumbrado a estar al final, aquí lo ponemos tercero, porque Etc. etc. merece una mención especial. Como cuando presentan una película diciendo que es “de los productores de”, en este caso debemos decir “del locutor de: quedan 10 minutos para que se termine el turno.” Los que lo hemos pedido el desayuno varias veces, sabemos que todos los teléfonistas de telos del Universo se copiaron del locutor frustrado devenido a telefonista/conserje del Etc Etc. Su dedicada atención y la calidad del desayuno (4 medialunas de manteca y café con leche larga vida), nos volvieron socios gold de este nido de amor. Y con gold no estoy exagerando. Los del Etc Etc saben cómo tartar a sus clients VIP’s, ofreciéndoles una tarjeta dorada con descuentos y cosas especiales. Todo eso a cambio de pagarle la facultad al hijo del dueño, claro.

 

 

4. Los Jardines de Babilonia. un Señor Telo. De estilo amoblado‚ (telo viejo y clásico), Los Jardines rescatan toda la escencia de las mejores películas de la historia argentina. Y con éstas me refiero a toda la saga de Olmedo y Porcel, en la Edad de Oro del Cine Nacional. Cuando Moria y Susana entraban en un S y Brodsky no tenía la cara llena de botox. Un imperdible. Prestar especial atención al jacuzzi redondo en la mitad del living y a los acolchados de Palette de color rosa viejo, que conservan originales desde el día de la inauguración.

 

 

5. Samoa/Jamoa Ruta Hotel. Todos aquellos que transitamos el Camino del Buen Ayre, sabemos de qué lugar estoy hablando. Ese extracto del Southbeach de Miami, incrustado en la mitad de la nada, lleno de palmeras iluminadas en color verde. Recuerdo verlo desde que tengo uso de razón, y recuerdo también intentar decidirme entre si se llamaba Samoa o Jamoa. Siempre creí que era Samoa, porque Jamoa me sonaba a jamón. Hasta que un día me enteré de que había una película española llamada “Jamón Jamón”, que es medio subidita de tono, y otra vez me entró la confusión. El hecho es que apenas tuve el auto, un novio y medio tubo de vino en sangre, fui a conocer este enigma de la arquitectura argentina. Estábamos tan rotos que ni fuerzas para irnos teníamos y terminamos compartiendo hasta las toallas con gente con la que no compartiría ni las sábanas.

 

 

6. Otro telo que recuerdo desde la infancia es el L’Hirondelle, que es todo lo contrario a lo glamoroso de su nombre. Recuerdo contadas ocaciones en las que el micro escolar frenaba en el semáforo, dejándonos a la misma altura que las ventanas de L’Hirondelle, y tratábamos sin éxito, de descubrir si veíamos algo (yo y no sé quién más. Quizás era yo sola ahora que lo pienso...) Años más tarde, esa misma nena mirona se convirtió en una señorita sexualmente activa y fue a conocer el lado de adentro de lo que jamás había podido ver más que por una rendija de la persiana de alguna habitación. Entonces, una noche pagamos $35 (en ese momento era más que ahora, aunque tampoco era tanto) y entramos a la habitación, que en mi recuerdo era para una especie de enanos perdidos entre Neanderthal y el Homo Sapiens. Nos dimos la vuelta y nos fuimos, recuperando en el camino nuestros $35, obviamente. Era poco, pero era un upgrade a Hidro en el Etc Etc.

 

 

7. Le Village Apart Intimo, de Ituzaingó. Más que un telo, parecía una cancha de mini golf en la dimensión desconocida. Llegar fue una aventura, manejamos tanto como para ir a Mar del Plata hasta cruzar una puerta imaginaria que te hace pasar por el Central Market a las 2am, y luego caer en las garras de unos policías de la Provincia (obviamente corruptos, que pensás que te matan pero terminan aceptando una coima de 20p que no les alcanza para la pizza, pero la aceptan porque les da pena que no te alcance para pagar el telo.) En fin, cuando llegamos estábamos tan estresados que lo único que queríamos hacer era tirarnos todo el fin de semana en la pileta privada de la cabaña del telo mini golf, pero como se habían confundido la reserva y nuestra cabaña de telo mini golf no tenía pileta, nos fuimos a la mierda apenas el Sol iluminó Ituzaingó y terminamos en Temaikén, sin poder ver a las suricatas (habíamos ido a verlas especialmente), pero descubriendo que los murciélagos son bastante graciosos y elásticos. Y los monos.. bueno, de cómo empezar hablando de telos y terminar hablando de monos.

 

 

8. Caravelle, cuenta con la más famosa habitación temática: el barco. Y parece que los piratas también se cuidan, pero tiran los forros al mar para que los que nadan después los encuentren flotando en la mesa de luz. Aunque no puedo tener un mal recuerdo del Caravelle porque fue el primero que albergó el inicio de un amor. Eso y que al concerje le gustaba musicalizar las habitaciones con discos de Gloria Trevi (la que le gusta andar con el pelo suelto.)

 

 

9. Hotel Siglo XX, un oasis de placer en la mitad de Congreso. Cuando me dijo que quería ir a conocer un telo en Congreso (sí, el barrio, no la calle.) Yo lo miré y pensé: “Debe estar buenísimo, quizás pega toda la vuelta. Está en Congreso, pero está bárbaro.” Nah. Estoy empezando a pensar que quería ir ahí porque era barato.

 

 

10. Y qué mejor lugar para festejar las cosas buenas de la vida que en el Nuevos Vientos, un telo en frente de un hospital (nunca major pensado.) No sé si sera por las cajas de preservativos de marca Nuevos Vientos o por la voz en off que te saluda cuando entrás a la habitación, pero el Nuevos Vientos tiene ese je ne se quoi, que te hace sentir tan cómodo como en un hotel de verdad. Tanto que hasta cuando te tocan la puerta para avisarte que está el pedido, se me ha llegado a escapar un “ya va!”

 

 

Y ha llegado el fin de la nota y no podemos despedirnos sin hacer mención al momento incómodo de pedir habitación (cuidado hombres, esto es proporcional a la diversion del resto de la noche), o al esperar en el hall de entrada junto a otras parejas desconocidas, a que se desocupen las habitaciones. Y uno sabe que ellos también van a garchar, y les ve las caras y se los imagina teniendo SEXO en una sábana que vas a usar vos la semana que viene. Y tu culo va a rozar contra el suelo del jacuzzi lleno de pecesitos bastardos que dejaron los del turno anterior. Aunque en el General Paz lo podés frotar tranquilo porque ahí va toda gente vian.

 

En fin, después de estos 10 meses de dormir un promedio de 4 veces por semana en telos, nunca más volví a uno. Ahora tengo mi casa.

 

Fuente: http://blogvulgar.blogspot.com.ar/