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Callejera Morón


Explorador

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Queridos colegas

Hoy quisiera compartir con ustedes una reciente experiencia. La misma ocurrió el día de ayer en la zona de Morón a las 18:30 horas. Como siempre que publico alguna XP, me gusta hacer una breve introducción, por lo que si ustedes no desean desgastar sus ojos en las siguientes líneas, pueden pasar directamente a la tablita.

Morón tiene para mi una historia muy particular. Mi primer experiencia sexual fue en un viejo privado, una “cooperativa de putas” como me decía una mujer, ya entrada en años que atendía y también trabajaba. Fue hace muchos años, allá en el 2003 y recuerdo que fui por un “bucal” a nada más ni nada menos que $30. Recuerdo que el “vaginal” estaba $50 la media hora y $100 la hora. Mi primera experiencia fue con una chica que se llamaba “Anabella”, como todo primerizo reincidí con ella hasta el cansancio y con todas las demás. Y luego comencé a ir de departamento en departamento… y luego de Morón a San Miguel, y luego de San Miguel a Moreno, y luego de Moreno a Capital… primero en la zona de Congreso… y luego… ya me volví un “catador”.

Mi historia no debe ser muy diferente a la de otros colegas. Y por eso, al igual que los colegas que están aquí desde hace años, tengo ciertos hábitos y cierta tendencia a volver por los mismos lugares. Por eso, pasar por Morón para mi es sinónimo de búsqueda de cenicientas de saldo y esquina. Y casi de casualidad, como quien no quiere buscar, pero desea encontrar la vi. Una chica joven, cercana a los veintipocos, cabello teñido de rubio, piel clara, labios pintados de un rojo furioso, mucho maquillaje, el horrible rodete que vuelve a la chica más bonita un mohicano, un jean ajustadísimo tiro bajo, un top que realzaba sus, de por sí grandes pechos… el top era blanco, las uñas rojas como su boca, el teléfono en la mano derecha recibía su atención mientras miraba a los transeúntes. La vi y me quedé en la esquina de Uruguay y Rivadavia. A una cuadra de las vías del tren, entre toda esa marea de gente… entre esos comentarios como “que culo que tenés mamita” o “mirá que tetazas”… fije toda mi atención en ella.

Yo venía desde Capital y había bajado de la combi en la Universidad. Como estaba pensando hacer las compras de las fiestas. Estaba por lo tanto vestido de oficina. Llevaba un traje azul, camisa blanca y corbata azul petróleo a rayas. Me acerqué. Nos miramos y sentí que el pulso se me aceleraba. No cabían dudas de que estaba vestida como una meretriz pero… ¿Y si no lo era?

-¿Te puedo hacer una pregunta? –Dije mientras me ponía delante de ella y a poca distancia. Mi mirada pasó de sus ojos a sus pechos, y de ellos a la tanga que se podía aprecias sin mucha dificultad gracias al tipo de pantalón.

-La que quieras…

-¿Estás trabajando?

-Sí. $400 el servicio completo, papi.

Debo decir que si bien tenía el aspecto de esas minas reas, con menos cultura que un neandertal, siempre me llama la atención esa manera tan poco elegante, tan poco educada… tan poco femenina que tienen algunas de estas chicas.

-Te puedo pagar $350 y si sos buena darte una propina.

-Mmmm dale. Hay un telo acá “nomás”…

Asentí y preferí decir que no lo conocía. Hicimos los casi doscientos metros hasta un hotel barato, obscuro, con un hedor a sudor, latex y lavandina. La habitación, olvidable, música horrible que no podía acallar los fingidos gemidos de las meretrices que estaban realizando su faena junto a nosotros, adolescentes que se habían escabullido y que con esfuerzo juntaban el dinero para darse unos minutos de amor, tramposos y piratas de todas las categorías… toda una muestra del universo se conjugaba en la lujuria de esas paredes horribles, de esos baños descuidados, de esos espejos sucios donde miles de manos se apoyaron queriendo emular escenas de una película porno barata.

Volviendo… le pedí que vaya al baño a higienizarse y me miró como si estuviera pidiéndole algo en ruso. En ese mismo momento descarté la idea de un 69… pero también de perderme en esos enormes pechos que quería ver libres. Fue al baño y a los minutos salió, yo hice lo propio y volví mientras ellas se sacaba los pantalones. La tomé por detrás y mis manos fueron a sus pechos.

-Te gustan, eh –dijo mientras su mano se proyectaba sobre mi miembro erecto.

-No hables tanto –le dije-, no hace falta hablar.

En instantes quedamos los dos desnudos y sus pechos enormes saltaron, libres, violentos, audaces… casi groseros. Los pezones obscuros denunciaban lo obvio: falsa rubia. Hubo besos pero su aliento amargo y rancio denunciaba a una fumadora empedernida. Vi en el reflejo que el labial me había dejado la boca marcada. Bajé a sus pechos y ¡Dios mío! ¡El gusto me espantó! Tenían un sabor acre entre perfume, sudor y sabrá el Creador que más.

La senté casi de un empujón en la cama y me puse delante de ella para que iniciara la felación. Estiró la mano hacia la cartera pero, mientras la tomaba por el mentón y la dirigía hacia mi miembro erecto le ordené:

-Lo quiero sin forro.

Y empezó. El bucal era tan bueno que me hizo olvidar los detalles que bajaban puntos. Buena petera en una palabra. Sabía como hacerlo y lo hizo muy bien. Bajó a los testículos y me miraba a los ojos mientras me la chupaba. Se la sacaba de la boca y se daba golpes en la mejilla para volver a metérsela. Varios minutos dándome placer así hizo que casi me corriera en su boca, pero preferí hacer uso de mi derecho… del derecho que me dieron los $400. La tomé de la mano, la levanté y luego la puse en cuatro. Ella se volvió y comprobó que me estaba poniendo el preservativo y sin mucho miramiento entré en ella. Primero despacio, entré y salí completamente. Otra vez adentro y otra vez afuera del todo y después el bombeo. Cada vez con un rito más rápido y más profundo. Mis manos s eproyectaron a sus pechos enormes y se los agarraba mientras hundía mi cara en su cuello. Me incorporé y tomándola de las nalgas seguí dándole todo lo que podía.

Me decía a mi mismo que ella estaba trabajando, que era su trabajo y que yo iba a disfrutar de cada momento con ese cuerpo que había rentado. Nunca me había violentado tanto que yo recuerde, pero ya estaba moviéndome con furia… cada vez más y más hasta que me corrí… y como si no tuviera el preservativo pensé que estaba llenándola y seguí moviéndome hasta que dejé de manarle semen.

Ella se incorporó, los dos estábamos trabspirados y con cuidado y una servilleta de papel me quitó el preservativo. Le acerqué el pene flácido a los labios y le pedí, por favor que volviera a chuparla. Me acosté boca arriba y ella hizo lo propio. Sentí como el miembro se endurecía, sentí como ella buscaba desesperada que saliera algo de ellí y siguió y siguió hasta que finalmente se dio cuenta que estaba por correrme por vez segunda. Metiéndose el pene entre sus enormes pechos me fui en un alarido que no pude ahogar.

Sentí que todo se ponía azul… sentí que el tiempo se iba haciendo más lento y creo que hasta me dormí, porque luego de parpadear ella estaba poniéndose los pantalones y acomodando sus enormes tetas en un corpiño, por lo menos dos tallas menores.

Me levanté, fui al baño y al volver empecé a vestirme. Salí del lugar, tranquilo, en paz… sintiéndome bien conmigo mismo y con el universo entero.

Queridos colegas

Hoy quisiera compartir con ustedes una reciente experiencia. La misma ocurrió el día de ayer en la zona de Morón a las 18:30 horas. Como siempre que publico alguna XP, me gusta hacer una breve introducción, por lo que si ustedes no desean desgastar sus ojos en las siguientes líneas, pueden pasar directamente a la tablita.

Morón tiene para mi una historia muy particular. Mi primer experiencia sexual fue en un viejo privado, una “cooperativa de putas” como me decía una mujer, ya entrada en años que atendía y también trabajaba. Fue hace muchos años, allá en el 2003 y recuerdo que fui por un “bucal” a nada más ni nada menos que $30. Recuerdo que el “vaginal” estaba $50 la media hora y $100 la hora. Mi primera experiencia fue con una chica que se llamaba “Anabella”, como todo primerizo reincidí con ella hasta el cansancio y con todas las demás. Y luego comencé a ir de departamento en departamento… y luego de Morón a San Miguel, y luego de San Miguel a Moreno, y luego de Moreno a Capital… primero en la zona de Congreso… y luego… ya me volví un “catador”.

Mi historia no debe ser muy diferente a la de otros colegas. Y por eso, al igual que los colegas que están aquí desde hace años, tengo ciertos hábitos y cierta tendencia a volver por los mismos lugares. Por eso, pasar por Morón para mi es sinónimo de búsqueda de cenicientas de saldo y esquina. Y casi de casualidad, como quien no quiere buscar, pero desea encontrar la vi. Una chica joven, cercana a los veintipocos, cabello teñido de rubio, piel clara, labios pintados de un rojo furioso, mucho maquillaje, el horrible rodete que vuelve a la chica más bonita un mohicano, un jean ajustadísimo tiro bajo, un top que realzaba sus, de por sí grandes pechos… el top era blanco, las uñas rojas como su boca, el teléfono en la mano derecha recibía su atención mientras miraba a los transeúntes. La vi y me quedé en la esquina de Uruguay y Rivadavia. A una cuadra de las vías del tren, entre toda esa marea de gente… entre esos comentarios como “que culo que tenés mamita” o “mirá que tetazas”… fije toda mi atención en ella.

Yo venía desde Capital y había bajado de la combi en la Universidad. Como estaba pensando hacer las compras de las fiestas. Estaba por lo tanto vestido de oficina. Llevaba un traje azul, camisa blanca y corbata azul petróleo a rayas. Me acerqué. Nos miramos y sentí que el pulso se me aceleraba. No cabían dudas de que estaba vestida como una meretriz pero… ¿Y si no lo era?

-¿Te puedo hacer una pregunta? –Dije mientras me ponía delante de ella y a poca distancia. Mi mirada pasó de sus ojos a sus pechos, y de ellos a la tanga que se podía aprecias sin mucha dificultad gracias al tipo de pantalón.

-La que quieras…

-¿Estás trabajando?

-Sí. $400 el servicio completo, papi.

Debo decir que si bien tenía el aspecto de esas minas reas, con menos cultura que un neandertal, siempre me llama la atención esa manera tan poco elegante, tan poco educada… tan poco femenina que tienen algunas de estas chicas.

-Te puedo pagar $350 y si sos buena darte una propina.

-Mmmm dale. Hay un telo acá “nomás”…

Asentí y preferí decir que no lo conocía. Hicimos los casi doscientos metros hasta un hotel barato, obscuro, con un hedor a sudor, latex y lavandina. La habitación, olvidable, música horrible que no podía acallar los fingidos gemidos de las meretrices que estaban realizando su faena junto a nosotros, adolescentes que se habían escabullido y que con esfuerzo juntaban el dinero para darse unos minutos de amor, tramposos y piratas de todas las categorías… toda una muestra del universo se conjugaba en la lujuria de esas paredes horribles, de esos baños descuidados, de esos espejos sucios donde miles de manos se apoyaron queriendo emular escenas de una película porno barata.

Volviendo… le pedí que vaya al baño a higienizarse y me miró como si estuviera pidiéndole algo en ruso. En ese mismo momento descarté la idea de un 69… pero también de perderme en esos enormes pechos que quería ver libres. Fue al baño y a los minutos salió, yo hice lo propio y volví mientras ellas se sacaba los pantalones. La tomé por detrás y mis manos fueron a sus pechos.

-Te gustan, eh –dijo mientras su mano se proyectaba sobre mi miembro erecto.

-No hables tanto –le dije-, no hace falta hablar.

En instantes quedamos los dos desnudos y sus pechos enormes saltaron, libres, violentos, audaces… casi groseros. Los pezones obscuros denunciaban lo obvio: falsa rubia. Hubo besos pero su aliento amargo y rancio denunciaba a una fumadora empedernida. Vi en el reflejo que el labial me había dejado la boca marcada. Bajé a sus pechos y ¡Dios mío! ¡El gusto me espantó! Tenían un sabor acre entre perfume, sudor y sabrá el Creador que más.

La senté casi de un empujón en la cama y me puse delante de ella para que iniciara la felación. Estiró la mano hacia la cartera pero, mientras la tomaba por el mentón y la dirigía hacia mi miembro erecto le ordené:

-Lo quiero sin forro.

Y empezó. El bucal era tan bueno que me hizo olvidar los detalles que bajaban puntos. Buena petera en una palabra. Sabía como hacerlo y lo hizo muy bien. Bajó a los testículos y me miraba a los ojos mientras me la chupaba. Se la sacaba de la boca y se daba golpes en la mejilla para volver a metérsela. Varios minutos dándome placer así hizo que casi me corriera en su boca, pero preferí hacer uso de mi derecho… del derecho que me dieron los $400. La tomé de la mano, la levanté y luego la puse en cuatro. Ella se volvió y comprobó que me estaba poniendo el preservativo y sin mucho miramiento entré en ella. Primero despacio, entré y salí completamente. Otra vez adentro y otra vez afuera del todo y después el bombeo. Cada vez con un rito más rápido y más profundo. Mis manos s eproyectaron a sus pechos enormes y se los agarraba mientras hundía mi cara en su cuello. Me incorporé y tomándola de las nalgas seguí dándole todo lo que podía.

Me decía a mi mismo que ella estaba trabajando, que era su trabajo y que yo iba a disfrutar de cada momento con ese cuerpo que había rentado. Nunca me había violentado tanto que yo recuerde, pero ya estaba moviéndome con furia… cada vez más y más hasta que me corrí… y como si no tuviera el preservativo pensé que estaba llenándola y seguí moviéndome hasta que dejé de manarle semen.

Ella se incorporó, los dos estábamos trabspirados y con cuidado y una servilleta de papel me quitó el preservativo. Le acerqué el pene flácido a los labios y le pedí, por favor que volviera a chuparla. Me acosté boca arriba y ella hizo lo propio. Sentí como el miembro se endurecía, sentí como ella buscaba desesperada que saliera algo de ellí y siguió y siguió hasta que finalmente se dio cuenta que estaba por correrme por vez segunda. Metiéndose el pene entre sus enormes pechos me fui en un alarido que no pude ahogar.

Sentí que todo se ponía azul… sentí que el tiempo se iba haciendo más lento y creo que hasta me dormí, porque luego de parpadear ella estaba poniéndose los pantalones y acomodando sus enormes tetas en un corpiño, por lo menos dos tallas menores.

Me levanté, fui al baño y al volver empecé a vestirme. Salí del lugar, tranquilo, en paz… sintiéndome bien conmigo mismo y con el universo entero.

  • Thanks 2

"no obstante no creo que el ano de esta mujer valga $100, si eso fuera asi y ademas se tratara de una ley general, yo estaria en bancarrota"

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Re: Callejera Morón

 

Colega. Buenas noches. No le pregunté. Pero me dijo que estaba lunes y jueves.

 

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Si habré gastado plata en el Oeste

  • Thanks 1

"no obstante no creo que el ano de esta mujer valga $100, si eso fuera asi y ademas se tratara de una ley general, yo estaria en bancarrota"

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  • 2 weeks later...

Re: Callejera Morón

 

Aprovecho para consultar a la barra: ¿alguien sabe qué fue de Abigail, que hacía encuentros en Moron y tenía el FB Abigail Rodríguez? Perdí su celular en un intento desesperado por borrar pruebas, y acá estoy, preso de la nostalgia.

25 años de experiencia putañera

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Re: Callejera Morón

 

Que gusto que dar leer estos tipos de posts , inigualable , muy descriptivo y poetico a la vez !!! Ud colega debe ser escritor o algo por el estilo !! Volviendo al tema central, mi 1ra incursion en este mundo tambien fue en moron , algo muy bizarro. Clarinete de por medio llegue a una casa de barrio en carlos pellegrini y Belgrano, en la puerta un foquito rojo al entrar te daban un numero y te hacian pasar a una sala donde habia sillas y los colegas esperando sentados su turno, $8 pesos era el valor por alla en el 2000 / 2001 . Una participación con la srta con una marca de cesarea que le ocupaba toda la panza. Luego fui afilando la punteria pasando por cabildo al 200 , cabildo 80 (creo q era ) , el pv de azcuenaga, el de 25 de mayo , el chaperio , el de la tokio que ahi deje gran parte de mi sueldo como en el club 69 ...y como olvidar al garage de la calle rauch , donde conoci a una de las mujeres mas lindas que conoci en mi vida, se hacia llamar Naty , preciosa de cara , muy linda cola y super simpatica. De ahi paso a las grandes ligas publicando en BG. Como olvidarme de naty "Si me dejó un par de huellas...En el cuello y en la vida "

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  • Members

Re: Callejera Morón

 

aprovecho para consultar a la barra: ¿alguien sabe qué fue de abigail, que hacía encuentros en moron y tenía el fb abigail rodríguez? Perdí su celular en un intento desesperado por borrar pruebas, y acá estoy, preso de la nostalgia.

 

hola,empezó a trabajar con una amiga,la cual conocí,y resulto que la amiga se quedo con toda la cartera de cliente!era mas gauchita!saludos.

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  • 2 weeks later...

Re: Callejera Morón

 

Si es la que pienso yo , es una gordita ( no tanto ) con tatuajes en la cara que tiene como 120 de pechos siempre esta en la esquina de uruguay en la casa que venden ropa creo , la veo los jueves y los viernes , ya un dia la voy a encarar pasa que al ser de la zona es un quemo , ayer pase y estaba hablando con uno y cuando pase de nuevo se le acerco un auto y se subio

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Guest
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