Sildenafil sin receta

[ElPensador]

Sin prepago ni médico conocido/amigo, se hace difícil conseguir sildenafil sin receta.

En las farmacias en las que pregunté (a propósito: vivimos en la ciudad de las farmacias; hay más que canchas de paddle en su buena época), o me dijeron que no venden sin receta, o me ofrecieron alguna pastilla suelta; en un caso me dijeron que podían venderme una (¿una pastilla? ¿una caja?) para sacarme del paso, pero con poca voluntad y claridad.

Ahora bien: el Mylanta (el líquido ese para la acidez) también es un medicamento que debe venderse con receta. Y en ninguna de las veces que lo compré me pidieron la receta, ni se negaron a vendérmelo, ni me ofrecieron “una cucharada” para “sacarme del paso”, ni nada. Lo mismo pasa con la Dorixina o con las pastillas para el dolor de garganta.

Por otra parte, un medicamento que sí es de venta libre, el Nastizol con ibuprofeno, te puede provocar alucinaciones, convulsiones y ¡psicosis! entre otras cosas… Así que si te ponés psicótico, ya sabés, fue el Nastizol. “Estaba muy resfriado, loco, y, me zarpé con el Nasti…”.

En realidad, lo que comento se inscribe en esa mirada entre despectiva y sancionadora hacia quien toma esta droga. “Ah, querés joder, querés pasarla bien: no te voy a dejar”; o “¿No se te para? Jodete”. Como si no fuese un problema de salud, sino una diversión; y en el caso de que fuera una diversión, con toda la jodida intención de impedírtela

Porque aun si se lo toma recreativamente, bienvenida la toma recreativa. Es decir, si tenés problemas eréctiles o querés echarte tres y quedar como un campeón, lo necesitás: te ayuda, y te mejora la calidad de vida.

A este respecto, hace unos días, un nardo llamado Marcelo Moreno publicó una columna en Clarín diciendo que el viagra genera una “excitación automática” e ironizado acerca de dos personas que iban a coger, el tipo con el pelo implantado recién teñido, la mina con las gomas nuevas y una lipo recién hecha, etc.; ambos de 90 años.

Cuando le escribí a la dirección de mail publicada para señalarle su error acerca del funcionamiento del sildenafil y mi discrepancia sobre el resto de lo que decía, me contestó con una ironía pelotuda: “Te felicito. Parece que sabés mucho del tema”.

Como le hice notar, su crítica iba dirigida a cierto avance tecnológico vinculado con la estética y la busca del disfrute hedónico: el nabo este nada decía ni criticaba a los trasplantes de órganos, por ejemplo.

¿Sabés qué, Moreno? Sí, tomo sildenafil. Siento que lo necesito, y me ayuda. Escupo sobre esa mirada condenatoria al placer (y no solo condenatoria, sino impedidora)

Finalmente, el psiquiatra, que no me medicó para ninguna otra cosa :lol:, tuvo a bien hacerme la receta, y así pude comprar la pastillita sin historia.