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La relación ambigua del varón con su semen


Invitado expedizion78

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Invitado expedizion78

Me tomo la libertad de hablar por el género al preguntarme sobre los porqués de la relación ambigua que tenemos con nuestra leche.

 

 

Ejemplo: hace un rato me hice una terrible paja y acabé -como de costumbre- una barbaridad. Al sentir el semen sobre mi cuerpo comenzar a derramarse por la curvatura de mi vientre tuve el impulso de pasarme la palma abierta e impregnarla de la sustancia, como un pintor que mezcla los pigmentos con el pincel a fin de obtener el color deseado.

Sin embargo, al llevar mi mano impregnada a la nariz y olerla sentí asco. Y no se trataba de un "asco de olor" sino, más bien, un asco por la textura, la viscosidad misma de la sustancia. Quizás, por alguna imagen -inconsciente, desde ya- que ésta evocó.

 

Es curioso, porque el semen de otro macho me atrae... en algunos casos, hasta el punto de untar el dedo y perderme en su esencia. Incluso, muchas veces debo refrenarme porque las ganas de probar el semen ajeno son poderosísimas.

 

En cambio, mi semen, una vez expulsado, me incomoda. Es casi inmediata la necesidad de limpiarme, de borrar cualquier vestigio en mi cuerpo.

 

 

Deseo y repulsión por una misma sustancia.

 

 

¿Les sucede algo parecido?

Y si es así, ¿ a qué se lo atribuyen?

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Re: La relación ambigua del varón con su semen

 

Yo creo que el punto determinante es el timing: antes de acabar, la calentura te lleva a desearlo. Luego de acabar es como, en el mejor de los casos, algo incómodo a sacárselo de encima.

Nunca asocié sus características organolépticas con el rechazo, sin embargo.

[sIGPIC][/sIGPIC]Se tu mismo. Todos los demás puestos están ocupados. Oscar Wilde :rolleyes::pirate::porra:

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Invitado expedizion78

Re: La relación ambigua del varón con su semen

 

Yo creo que el punto determinante es el timing: antes de acabar, la calentura te lleva a desearlo. Luego de acabar es como, en el mejor de los casos, algo incómodo a sacárselo de encima.

.

 

Esa es la clave, a mi entender.

Y una clave cuya comprensión, soy sincero, me desvela.

 

¿Existe algo así como una especie de "huella acestral" que lleva al macho a amar la idea del semen antes de eyacular -léase, procrear-, y detestarla inmediatamente después de la consumación?

 

También podría relacionárselo con los actos fisiológicos cotidianos, en los que a la estimulación previa a la descarga sobreviene la necesidad de eliminar cualquier rastro cuanto antes (léase, tirar la cadena).

 

O quizás -y aquí tal vez suene un poco delirante- esta ambiguedad podría tener que ver con cierta homofobia internalizada. Y al decir esto recuerdo mis primeras experiencias en las que, pasada la excitación previa al encuentro, y luego de consumado éste, sentía un asco que, asumo, en gran medida estaba relacionada con sentimientos de culpa.

 

Más allá de sus propiedades químicas, el semen tiene un alto valor simbólico: es la esencia de la masculinidad. Una encamada, si no es rematada por la eyaculación, deja sabor a nada. Y eso vale tanto para relaciones con o sin penetración. Para los machos, la eyaculación es fundamental. Ver al otro macho explotar nos reafirma en nuestra virilidad, en tanto supone la garantía del éxito de nuestra misión.

 

 

Al menos, es mi visión como gay estudioso de la masculinidad.

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Re: La relación ambigua del varón con su semen

 

Yo varias veces me he tragado la leche de otros flacos, antes y despues de acabar yo. Lo que nunca hice es tragar mi propio semen, nunca me atrajo. A veces veo peliculas donde los flacos acaban y se untan las manos y despues se la chupan. Debe ser una cuestion psicologica mia. Pero no puedo ni me gustaria siquiera probarla. Es mas ni bien acabo, me limpio porque no me banco que me quede chorreado el pecho con mi semen.

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Re: La relación ambigua del varón con su semen

 

No me gusta la mía, menos me va a gustar la ajena. Si bien me calienta ver acabar al tipo con el que estoy en la cama por una cuestión de goce de ambos, en general el semen me da asco tocarlo, y ni hablar olerlo o llevármelo a la boca. Incluso cuando alguien me dice que se quiere tragar el mío, me repele la idea. A veces veo en los sitios de contactos fotos propias con la acabada y me revuelve el estómago. Ni hablar si justo estoy comiendo. Es raro porque me gusta absolutamente todo del varón, pero eso no.

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Re: La relación ambigua del varón con su semen

 

Esa es la clave, a mi entender.

Y una clave cuya comprensión, soy sincero, me desvela.

 

¿Existe algo así como una especie de "huella acestral" que lleva al macho a amar la idea del semen antes de eyacular -léase, procrear-, y detestarla inmediatamente después de la consumación?

 

También podría relacionárselo con los actos fisiológicos cotidianos, en los que a la estimulación previa a la descarga sobreviene la necesidad de eliminar cualquier rastro cuanto antes (léase, tirar la cadena).

 

O quizás -y aquí tal vez suene un poco delirante- esta ambiguedad podría tener que ver con cierta homofobia internalizada. Y al decir esto recuerdo mis primeras experiencias en las que, pasada la excitación previa al encuentro, y luego de consumado éste, sentía un asco que, asumo, en gran medida estaba relacionada con sentimientos de culpa.

 

Más allá de sus propiedades químicas, el semen tiene un alto valor simbólico: es la esencia de la masculinidad. Una encamada, si no es rematada por la eyaculación, deja sabor a nada. Y eso vale tanto para relaciones con o sin penetración. Para los machos, la eyaculación es fundamental. Ver al otro macho explotar nos reafirma en nuestra virilidad, en tanto supone la garantía del éxito de nuestra misión.

 

 

Al menos, es mi visión como gay estudioso de la masculinidad.

 

Puede ser que tenga el asunto una raíz fisiológica, como que una vez eyaculado, no tenga sentido (para el eyaculador) procesarlo de algún modo.

 

Respecto de tu última reflexión, estoy en acuerdo total: Disfruto enormemente cuando el otro acaba. Representa una prueba de que hice que lo pasara bien. Entiendo que el chongo debe seguir laburando y por ello es reticente a eyacular, más morbo me da entonces, porque no se pudo contener. Con alguno tenemos el jueguito de que yo lo corro para que acabe, diciéndole "tenés ganas, dale" y el diciendo "no amigo, que tengo que laburar" jaja. Casi siempre (no siempre) termina largando los pibes mal y en ese caso le pego una mamada, de tan excitado que quedé.

[sIGPIC][/sIGPIC]Se tu mismo. Todos los demás puestos están ocupados. Oscar Wilde :rolleyes::pirate::porra:

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Re: La relación ambigua del varón con su semen

 

No sé que pensar al respecto. Me encanta ver como sale mi leche pero no me gusta verla encima mio, entremezclándose con mis pelos en el pecho formando gotitas, lagunitas y riòs en la maleza de mis bellos cual mapa geogràfico. No... la verdad que no... Con respecto al otro, hasta hace poco frecuentaba un flaquito amigo que acababa siempre, yo, o no lo veìa, o veìa de costado o veìa el resultado en las sábanas. La verdad que me gustaba que acabara entonces un dìa le pedì que se sentara encima mìo asi podìa verlo mejor, claro que en esa pose el resultado caerìa sobre mis bellos, no me importò, pensé que asì serìa mejor. Cuando me cabalgaba le decìa dale papu largala largala toda, terrible lechazo sacò callendo sobre mì. Me pasó exactamente lo mismo. Me encantò verlo acabar, pero su leche encima mìo me pareciò muy desagradable. Pero bueno, nada no sé... Me gustò verlo acabar pero el resto no...

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Re: La relación ambigua del varón con su semen

 

Como a todos.

 

Todo viene bien hasta que acabo y no quiero saber mas nada. Con el propio ni con el de otros. Prefiero el de los demás antes que el mio.

 

Igual hay veces que en solitario me hago una paja y me gusta ver como se van secando sobre la piel. Varias veces después de una paja me quedo dormido y al otro día me levantaba todo enchastrado, pero todo esto no me hace para nada de asco.

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