Morocha en colectora Moreno mano Capital

[Explorador]

Salir a buscar algo por la colectora el 23 de diciembre tiene algo muy especial. En primer lugar, implica que uno es consciente que, quien está trabajando allí hasta ese día y hasta ya entrada la madrugada, necesita el dinero. Quien conoce la zona, conoce las chicas que allí trabajan. Conoce los lugares "seguros" y los peligrosos. Sabe dónde está la policía, dónde la gendarmería... sabe en qué lugares no hay que detenerse y en cuales es más conveniente parar.

 

El que explora por la colectora es testigo de variados comportamientos y gustos dispares. Algunos de ellos inconfesados en público y que podrían arruinar más de una reputación. Están aquellos que buscan mujeres, saben que allí el servicio es veloz, que nadie busca profundizar. ¿Para qué mencionan el precio del "completo" si hacerlo en un auto implica una serie de problemas que nadie desea? ¿Cuántos realmente recurren a la penetración en una zona en la que un automóvil con los vidrios empañados invita a bajar la velocidad. Están quienes paran únicamente para preguntar el precio y darse a la fuga. Hay quienes incluso las hacen subir y luego les piden que se bajen... ha quienes permanecen como testigos silenciosos de las aventuras sexuales de otros y quienes, finalmente, abren la puerta y disfrutan de una felación a cambio de $50 ó $70, dependiendo de la capacidad de negociación.

 

En lo que a mí respecta, ganarme confianza en la colectora me llevó tiempo. Tuve una experiencia que podría haber terminado en una tragedia y por mucho decidí no pasar más por allí. Notaba, sin embargo, una caravana de autos que iban mano a Capital. Un día decidí seguirlos y me llevé la sorpresa de que había, en esa región una abundancia de travestis y muy pocas chicas. Hice una nota mental y la guardé para el día indicado. Y ese día fue este 23 de diciembre.

 

Mi reloj marcaba las 11:35 cuando salí de la ESO que está en Moreno camino a la colectora. Avancé a una velocidad prudente, prestando atención a la presencia de cualesquier móvil policial o de gendarmería. Bajaba la velocidad cada vez que me acercaba a las traviesas obreras de la lengua. Yo buscaba a una que ya tenía individualizada desde hacía unas semanas, cuando había comenzado a explorar la zona, llegando al primer puente que permite cruzar a la colectora, mano Luján.

Allí estaba, en compañía de un travesti, quizás la única mujer en la calle. Detuve el auto a unos metros y poniendo la baliza fui retrocediendo. Se acercó entonces el travesti, que podría haber pasado como una mujer fea. Como yo, otros autos estaban detenidos en circunstancias similares. Bajé el vidrio y me dió un precio, que agradecí declinando, siempre con cortesía y educación, a la vez que preguntaba por su "amiga".

 

-Mirá que es amiga-amiga...

 

-Sí, sí, lo sé. ¿La podés llamar?

 

Se incorporó e hizo una seña con la mano, mientras caminaba hacia su puesto habitual. La chica tomó el lugar que el travesti había ocupado unos segundos antes y me saludó. Es una mujer morena, de unos 35 años aproximadamente. Ojos marrones, nariz puntiaguda, delgada, pero de busto prominente y prácticamente expuesto. Vestía completamente de negro y me saludó con una sonrisa.

 

-¿Cuánto cobrás?

 

-100 el bucal y 150 el completo.

 

-Es demasiado ¿sabés?

 

-Bueno, te lo bajo a vos a 80...

 

-Mmmm me parece mucho aún.

 

-¿70? ¿Cuánto tenés?

 

-Te doy $60 por un bucal ¿Te parece?

 

-Me parece.

 

Me sonrió y levanté la traba para que ella subiera. Manejé unos metros y le pregunté si le molestaba que cruzara el puente. Respondió que no, que de hecho en un rato iría para ese lado y que le iba a ahorrar la caminata.

 

-¿Qué escuchás?

 

-La Sonámbula, es una ópera muy linda, de Bellini

 

-¿No te hace dormir? -su comentario me recordó al de un adolescente. En otra ocasión mi respuesta hubiera sido agresiva, pero la sonrisa con la cual me miró fue suficiente como para que me calmara y respondiera con suavidad:

 

-Para nada, me gusta la música. Lo que la gente escucha normalmente es ruido con más o menos ritmo.

 

Guardé silencio, giré a la izquierda bajando el puente y tras unos metros detuve el auto. Ella se acomodó y sus manos expertas fueron directo al cierre de mi pantalón que cedió rápidamente. Yo desabroché el cinto y el pantalón del traje gris quedó abierto. Me corrió el boxer y mi miembro creció en sus manos. Fue un poco brusca al comienzo y le tomé la mano. Mirándola a los ojos le pedí que fuera más suave, me sonrió y entonces empezó a masturbarme con delicadeza, sonriendo y hablando de mi miembro que ya estaba duro y en temperatura. Le puse un dedo en la boca y ella, giñándome el ojo sacó un profiláctico, el cual guardó en cuanto vió un billete de $100 entre mis dedos.

 

Sacó sus pechos, con pezones grandes y obscuros que llevó a mi cara. Los besé, los acaricié y los chupé. Sus mano continuaba con mi pene, subiendo y bajándo, moviéndolo, acariciándolo, sintiendo como se ponía más y más húmedo. Su boca buscó la mía pero yo la evité volviendo a sus pezones. La tomé entonces con suavidad por la nuca y la bajé hacia mi miembro que fue engullendo de a poco, hasta que el mismo desapareció de mi vista, bajo una carcajada azabache de cabello. Fue una muy buena felación. Chupaba, pasaba la lengua, iba hasta el fondo y llegaba a mis testiculos con la lengua. Subía, me miraba y volvía a bajar. Se apartó el cabello para que pudiera verla y meintras disfrutaba de ese espectáculo, mis manos iban por sus pechos. Seguía y seguida como una peregrina que ha vagado por mucho tiempo sin beber una gota de agua, y seguía y seguía tratándo de sacar todo el líquido precioso que la llenara y que justificara la existencia de la fuente. Cada vez más rápido, cada vez con más fuerza, alternando lamidas, succiones, toques, leves mordidas y muevas lamidas y más succiones. Su saliba iba bajando y mojó mi ropa interior, mis manos abandonaron sus pechos y acaricié su espalda, y luego se metieron por la calza en busca de sus nalgas.

-Vamos… no pares… -susurré.

 

Si ella me escuchó, siguió mis ordenes. Si no lo hizo, adivinó mis deseos porque se abocó febrilmente a mi miembro y tras tiempo, que pareció durar mil años, un chorro fue directo a su boca. Siguió mamando mientras me corría en su boca. Me miró a los ojos, todavía con mi pene en sus fauces y sentí como tragaba. Siguió un rato más hasta que mi pene quedó flácido y yo, sin restos de simiente. Me sentó y me sonrió. Nada en la boca. Una experta en el antiguo arte de la felatio.

 

Le di los $100 y sonreí. Con dulzura sacó un pañuelo descartable de su cartera y me secó la frente.

 

-Quedaste…

 

-Satisfecho –la interrumpí-. Muchas gracias… muy bien hecho.

 

Le entregué el billete que ella guardó con toda celeridad, y sonriendo me saludó. La vi alejarse, suspiré, aliviado y poniendo el auto en marcha y disfrutando de la hermosa voz de Natalie Dessay.

 

Tablita

 

Tablita

Servicio: 7, sólo oral

Depto: no aplica, fue en mi auto

Edad aparente: 35-38

Cara: 8, no es fea

Tetas: 8 (grandes)

Colita: 8 (un poco grande)

Cuerpo en general: 8

Relación con las fotos: No publica

PT: 9 (muy bueno)

Besos: si, pero decliné

Garching: sólo oral

Relojea?: no

Onda: 8.

Reincidencia?: Hay que volver al ruedo, no puedo detenerme en una sola.

Cobra por adelantado: Si.

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