Veterana Mamona

cochito · 3 de Junio del 2014

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Buenas noches camaradas:

Este viernes la vi sentadita en su parada de 25 y Vera (o Irigoyen Freyre) mientras charlaba con ella me trajo el recuerdo de hace unos 45 días cuando tuve un encuentro con esta dama.

De aspecto agradable, no es bonita, pero es aceptable para un encuentro cada tanto y si te gusta podés reincidir. Tal como me pasó a mí. Estaba en banda, me había separado hacía un tiempo y el nuevo amor estaba un poco distanciado y andaba con los depósitos llenos y el tanque se empezaba a picar por lo que urgía una descompresión rápida y necesaria.

Durante 24 años practiqué el delicioso 69 con mi ex y de vez en cuando cuando la oportunidad se presenta lo vuelvo a disfrutar. Esta era la oportunidad, ya había estado con ella y comprobé su higiene y cuidados.

Se trata de una mujer de unos cuarenta y pico de ojos verdes, bien blanca y cuerpo muy bueno por la edad que acusa. Convinimos una vez más y nos dirigimos al bendito Rivadavia, no pensé en el Amancay que está a 3 cuadras, pero una vez allá pagué los $50 habituales por la media hora que me había prometido esta muchacha. Nos besamos y comprobé una vez más lo bien que huele. Se tomó todo el tiempo del mundo para hacerme sentir bien, es muy gauchita en eso, te acaricia, se deja acariciar. Nos lavamos bien y una vez sequitos nos acostamos en la cama para que ella empezara a mamarlo con ganas. Besos y chupones a los compañeros de toda la vida, una lamida desde abajo hasta meterlo en la boca tras besarlo y relamer la cabeza con fruición, a todo esto me miraba y no dejaba de sonreír con amabilidad me acariciaba las piernas con ambas manos.

Le pedí que pusiera su bajo vientre en mi cara y se acomodó abriendo las piernas ofreciendo su estuche rosado a mi boca. Comencé a besar las caras internas de sus firmes muslos lentamente hasta llegar a esos labios. A todo esto ella apretaba con su boca y lo metía entero a don Goyo que estaba ardiente como el carbón del asado dominguero. Gemía suavemente cada vez que le acariciaba los pezones o apretaba el clítoris o los labios de su conchita. Aumentaba y disminuía la chupada según yo lo hacía; por momentos le abría su vagina con ambas manos para chupársela bien adentro, ella respondía metiéndoselo entero hasta la garganta y apretándolo con fuerza. En un rapto de audacia empecé a lamerle el marrón, delicioso, se lo lubriqué con mi saliva y le puse suavemente la yema del dedo en ese hoyito jugando hasta meterlo en ese culito, ella levantó la cola tratando de evitarlo y le acaricié la espalda para serenarla. Nunca dejó de chupármelo. La conchita exudaba sus juguitos y empezó a retorcerse mientras gemía. Hacía un buen rato que nos chupábamos mutuamente y el chorro estaba a punto de hacer erupción así que sin avisar empecé a lamerla con más fuerza y ella se preparaba a recibir la descarga en su boca.

Canchera vieja se dio cuenta cuando empecé a temblar y en el momento de acabar ella dejo de mamar y metió todo el pene en la boca y al sentir ese calorcito no aguanté más y le colmé la trompita con mi leche caliente. Siguió mamando mientras la acabada rebalsaba sus labios y se derramaba sobre mis bolas y mi vientre, una sensación de bienestar indecible me recorrió todo el cuerpo. Se dio vuelta y le pedí que me dé unos besos, se limpió con la toalla la leche que aún tenía en sus labios y me dio unos chuponcitos. -Sos loco, me dijo, mirá que besarme con la acabada en mi boca. -¿Y qué problemas hay? Es rica mi leche, ¿o no?, le contesté. Con mi mujer siempre lo hicimos. No pienso probar otra, creéme. Se rió con ganas. Simpática estuvo.

Como les decía esto pasó hace unos días pero me aseguró que sigue cobrando lo mismo. De $100 a 200 de acuerdo a lo que quiera uno, más los $50 de rigor por la habitación del Rivadavia al que no he vuelto desde entonces.

Nunca le tomé el número de celular, siempre está allí de media mañana hasta las 13 más o menos. Como habrán visto soy un depredador diurno.

Breve valoración

Cara: 6

Cuerpo: 7

Piernas y cola: 8

Actitud: 10

Actividad en la cama: 8

Reincidencia: Segura, ya fui varias veces. Sin quejas.

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