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La danza de los Adonis en celo


Invitado expedizion78

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Invitado expedizion78

Tras dos años y medio de una relación bastante singular -en todos sus aspectos-, hace poco más de un mes volví al "mercado", por así decirlo.

El paréntesis que supuso estar en pareja me había blindado de la dura cotidianidad de ser un gay solitario en el siglo XXI.

Obviamente, estoy haciendo referencia a la socialización virtual... tan arbitraria e implacable como sólo las leyes del mercado pueden serlo.

 

Igual, mis desavenencias con la "gay web life" son harina de otro costal.

Lo traje a colación sólo como el preámbulo de lo que realmente quiero compartir con ustedes esta noche de domingo. Porque fue debido al hartazgo que me producía verme inmerso en esta dinámica viciada del deseo y la decepción que decidí cortar por lo ¿sano? e ir a Los Fiesteros.

 

Y allí fui nomás, a pesar de las dudas, a pesar del nerviosismo que me producía la posibilidad de no ser capaz de contenerme y entregarme a esa bacanal de hombres habrientos que mi memoria retenía de la última vez que fui (hacía 8 años).

 

Al principio la cosa lucía bastante poco prometedora, tanto por la escesez de gente como por la apariencia decadente del lugar.

Sin embargo, conforme pasaron los minutos la cosa fue mejorando notablemente, con hermosos ejemplares sub-35 que de a poco iban decorando con su presencia la zona de los apartados.

 

A todo esto, yo permanecí firme con mi espalda contra la cortina, aguardando la escena tan deseada; y es que había fichado a un lindo varoncito en el guardarropa... y cuando yo ficho, FICHO.

De modo que, apenas verlo entrar en acción, me le fui aproximando muy lentamente hasta siturame, cuándo no, a su retaguardia.

Vale mencionar que en todo momento me repetía que sólo sería un testigo de la acción ajena, que sólo usaría el placer ajeno para estimularme y acabar. Pero de tocar, o de chupar, nada.

Sin embargo, apenas mi nariz estuvo a pocos milímetros de su piel, al oler su aroma perfumado -no al perfume sintético, sino al que exuda un varón limpio-, no pude contenerme y comencé a besarlo, dulcemente: en la espalda, en los hombros, en el cuello, en el pliegue de las axilas, en las nalgas.

En un momento, mareado de placer, busqué internarme en la raya de su culo, pero él me detuvo.

"Mejor asi", pensé. Después de todo, tener SEXO con el flaco habría implicado tenerlo con una decena de flacos más, a juzgar por la facilidad con que éste entablaba contacto.

Al rato acabé, con mis labios sobre su hombro blanco y lampiño.

 

Cómo aún sentía que mi cometido allí no estaba realizado, me dediqué a esperar. Y, mientras tanto, a contemplar; porque sí, otra cosa no podía hacer en semejante contexto... en esa suerte de harén de varones jòvenes y famélicos de otros varones; un festival de culos perfectos, de músculos, embriagados de deseo. Bocas ansiosas, buscándose, tanteándose, devorándose: de a dos, de a tres... la pulsión viril al rojo vivo, confundiendo cuerpos, miembros, extremidades, para acabar bailando, todos juntos, al compás de la testosterona.

 

Volví a acabar, absorto en la contemplación, así como en la proximidad de mi varoncito elegido, nuevamente enfrascado en una danza de a tres. Una escena más erótica incluso que la previa, porque en este caso los tres en cuestión parecían compartir una especie de atracción que iba más allá del mero garche, y que se manifestaba en caricias, frases dichas al oído, besos apasionados y también de los otros, de esos que semejan los del primer beso en el boliche...

 

Por un momento me sentí transportado, me sentí parte de algo especial, de una especie de comunión, de cofradía. Me dije: "¿Por qué no puede ser así la vida? ¿Por qué no podemos amarnos con esta libertad?"

Por unos minutos, suspendí el juicio y gocé con ese Paraíso ilusorio.

 

Entonces sí, juzgé mi objetivo cumplido.

Editado por expedizion78
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  • Moderadores

Respuesta: La danza de los Adonis en celo

 

Tras dos años y medio de una relación bastante singular -en todos sus aspectos-, hace poco más de un mes volví al "mercado", por así decirlo.

El paréntesis que supuso estar en pareja me había blindado de la dura cotidianidad de ser un gay solitario en el siglo XXI.

Obviamente, estoy haciendo referencia a la socialización virtual... tan arbitraria e implacable como sólo las leyes del mercado pueden serlo.

 

Igual, mis desavenencias con la "gay web life" son harina de otro costal.

Lo traje a colación sólo como el preámbulo de lo que realmente quiero compartir con ustedes esta noche de domingo. Porque fue debido al hartazgo que me producía verme inmerso en esta dinámica viciada del deseo y la decepción que decidí cortar por lo ¿sano? e ir a Los Fiesteros.

 

Y allí fui nomás, a pesar de las dudas, a pesar del nerviosismo que me producía la posibilidad de no ser capaz de contenerme y entregarme a esa bacanal de hombres habrientos que mi memoria retenía de la última vez que fui (hacía 8 años).

 

Al principio la cosa lucía bastante poco prometedora, tanto por la escesez de gente como por la apariencia decadente del lugar.

Sin embargo, conforme pasaron los minutos la cosa fue mejorando notablemente, con hermosos ejemplares sub-35 que de a poco iban decorando con su presencia la zona de los apartados.

 

A todo esto, yo permanecí firme con mi espalda contra la cortina, aguardando la escena tan deseada; y es que había fichado a un lindo varoncito en el guardarropa... y cuando yo ficho, FICHO.

De modo que, apenas verlo entrar en acción, me le fui aproximando muy lentamente hasta siturame, cuándo no, a su retaguardia.

Vale mencionar que en todo momento me repetía que sólo sería un testigo de la acción ajena, que sólo usaría el placer ajeno para estimularme y acabar. Pero de tocar, o de chupar, nada.

Sin embargo, apenas mi nariz estuvo a pocos milímetros de su piel, al oler su aroma perfumado -no al perfume sintético, sino al que exuda un varón limpio-, no pude contenerme y comencé a besarlo, dulcemente: en la espalda, en los hombros, en el cuello, en el pliegue de las axilas, en las nalgas.

En un momento, mareado de placer, busqué internarme en la raya de su culo, pero él me detuvo.

"Mejor asi", pensé. Después de todo, tener sexo con el flaco habría implicado tenerlo con una decena de flacos más, a juzgar por la facilidad con que éste entablaba contacto.

Al rato acabé, con mis labios sobre su hombro blanco y lampiño.

 

Cómo aún sentía que mi cometido allí no estaba realizado, me dediqué a esperar. Y, mientras tanto, a contemplar; porque sí, otra cosa no podía hacer en semejante contexto... en esa suerte de harén de varones jòvenes y famélicos de otros varones; un festival de culos perfectos, de músculos, embriagados de deseo. Bocas ansiosas, buscándose, tanteándose, devorándose: de a dos, de a tres... la pulsión viril al rojo vivo, confundiendo cuerpos, miembros, extremidades, para acabar bailando, todos juntos, al compás de la testosterona.

 

Volví a acabar, absorto en la contemplación, así como en la proximidad de mi varoncito elegido, nuevamente enfrascado en una danza de a tres. Una escena más erótica incluso que la previa, porque en este caso los tres en cuestión parecían compartir una especie de atracción que iba más allá del mero garche, y que se manifestaba en caricias, frases dichas al oído, besos apasionados y también de los otros, de esos que semejan los del primer beso en el boliche...

 

Por un momento me sentí transportado, me sentí parte de algo especial, de una especie de comunión, de cofradía. Me dije: "¿Por qué no puede ser así la vida? ¿Por qué no podemos amarnos con esta libertad?"

Por unos minutos, suspendí el juicio y gocé con ese Paraíso ilusorio.

 

Entonces sí, juzgé mi objetivo cumplido.

 

Guauuu!!! Felicitaciones:porra:, nunca pensé la ecuación expedición78-fiesteros. El mundo esta lleno de sorpresas.

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Invitado expedizion78

Respuesta: La danza de los Adonis en celo

 

Guauuu!!! Felicitaciones:porra:, nunca pensé la ecuación expedición78-fiesteros. El mundo esta lleno de sorpresas.

 

 

Jajajaja

 

"ecuación expedizion78-fiesteros" o "¿qué joraca hace un romántico en un antro de perdición?":scared:

 

Bueno, si vamos al caso, no creo que el romanticismo y el morbo sean extremos irreconciliables. Más bien me gusta pensarlos como "opuestos complementarios".

 

En mi opinión, Sade era un gran romántico incomprendido. :borracho:

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Invitado expedizion78

Respuesta: La danza de los Adonis en celo

 

No te olvides de los mirones-voyeur:rolleyes:

 

 

Gracias x ahorrame la explicación Tulipan.

De todos modos, además de la cuestión "morbosa", mi distancia se debió a que conozco bastante mi psiquis, y sé que, de sucumbir a la vorágine, a posteriori me haría la cabeza mal, me torturaría la paranoia de haber contraído algo.

 

Por eso, opto por el mal menor: si bien me quedo con las ganas, al menos me voy con la conciencia en paz.

Editado por expedizion78
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  • Moderadores

Respuesta: La danza de los Adonis en celo

 

Gracias x ahorrame la explicación Tulipan.

De todos modos, además de la cuestión "morbosa", mi distancia se debió a que conozco bastante mi psiquis, y sé que, de sucumbir a la vorágine, a posteriori me haría la cabeza mal, me torturaía la paranoia de haber contraído algo.

 

Por eso, opto por el mal menor: si bien me quedo con las ganas, al menos me voy con la conciencia en paz.

 

Suele pasarme eso jeje

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