Pendejos rugbiers II

[Invitado expedizion78]

Re: Pendejos rugbiers II

 

Aprovecho para reflotar este delicioso tema con una experiencia reciente. Tan reciente y tan intensa, que aún me palpita el cuore.

 

Anticipo que no se trató de un coito, de esos fabulosos mete-y-saca que algunos foritas -los más suertudos, jeje- narran con lujo de detalle, para deleite de la platea forística. No. Mi experiencia se reduce -¿se reduce?- a una fenomenal paja que me hice en la ducha del club.

Pero aquí no termina sino que empieza la cosa. Porque el motor de mi paja fue un terrible pendejo rugbier, quintaesencia de un Adonis de los Dieux du Stade, a sólo dos casilleros de distancia.

Intentando ser objetivo en la descripción, el pendejo resumía lo que podríamos entener como la perfección masculina hecha carne: rubio, 1.85, culo de ensueño, gambas para el infarto, un pene fláccido de muy buen porte, un rosrtro lampiño aunque con facciones duras de varón.

 

Pero, a falta de una belleza rubia, dos fueron las que motorizaron mi atrevida paja: además del Adonis, estaba en el sector de las duchas uno de los instructores de natación, un rubio cuarentón con bigote, algo de pancita (de esas de "buen beber"), y unos ojos azules y una sonrisa que siempre me partieron cada vez que me lo cruzaba. Aparte es muy simpático, lo que lo vuelve una especie de osito rubio querendón.Recuerdo alguna vez, muy tarde, luego de cerrar la pileta, que coincidimos en el vestuario. No sé si habrá sido mi febril imaginación, pero en un momento, mientras nos cambiábamos, sentí esa estática tan propia del deseo gay que se traduce en miradas fugaces, encantadoras por lo pudorosas...

 

Sin embargo, en esta ocasión la cosa fue más oasada. Al menos, de mi parte, eso seguro.

La cosa fue así: entraba a ducharme luego de la pileta, y me encuentro con los dos rubios en cuestión: el osito que terminaba de ducharse y el Adonis que entraba, pocos pasos adelante mío.

Lo primero que noto -además de a las dos bellezas, obvio- es la mirada del osito. En efecto, unan mirada "de ésas": la mirada embobada del deseo. Con esos ojitos azules perezosos en el escultural cuerpo del rugbier, de puro atento nomás -sí, claro...:borracho:- le ofrece su ducha al muchacho, dejándole abierta la canilla del agua caliente.

Con el corazón -y otras cosas- bombeando a mil, sigo de largo y me meto en el último casillero. Como son compartimentos estancos separados por una pared de material, tenía que asomarme para seguir la escena. En una de las primeras asomadas ví cómo el osito en su retirada se daba vuelta varias veces -Mmmmm¿qué estaría mirando?-.

Entonces no puedo más. La belleza de mis co-duchadores y los ratones a mil vueltas por segundo me llevaron a bajar la mano y comenzar una frenética paja. Envuelto en la calentura como estaba, incluso me animé a sostenerle la mirada al osito cuando se dio vuelta por última vez. Quería que al menos, si no me veía pajeando, que lo dedujese por mi movimiento.

Cuando se fue, quédé solo por espacio de algunos minutos con el rugbier. Obviamente que me asomaba todo el tiempo para ver si lograba... bah, no sé que estaba esperando lograr. En un momento lo siento jadear: ese típico jadeo de publicidad de shampoo. Mi glande estaba rojo como el tomate. Al poco tiempo acabé como un condenado.

 

Después volví mansito al vestuario y me cambié. Ví al osito, ya cambiado, que saludaba al encargado del vestuario y se despedía con un "hasta mañana".

Al rugbier no lo volví a ver. Váyase a saber qué lo tenía tan entretenido en la ducha.

 

Igual, confieso, más allá de la belleza perfecta del rugbier, me quedo mil veces con el osito. No sólo porque, aún imperfecto, es un veterano hermoso. Quizás precisamente debido a su edad tiene esa mirada más atrevida, que aún con las sutilezas propìas de quien está en un lugar de trabajo se permite tener (como esas cuantas miradas discretamente embobadas que le dirigió al muchachote).

 

En fin, un dulce martirio. De ésos que cada tanto es bueno tener, porque le hacen sentir a uno vivo a través del dolor (en este caso, el dolor de no poder tener el codiciado objeto del deseo).

De cualquier modo, no hay mal que por bien no venga. Al menos ahora creo conocer un poco mejor los gustos del instructor.

Y eso hace que me guste aún más. :rolleyes:

Editado 26 de Abril del 2014 por expedizion78

[oso blanco]

Re: Pendejos rugbiers II

 

Aprovecho para reflotar este delicioso tema con una experiencia reciente. Tan reciente y tan intensa, que aún me palpita el cuore.

 

Anticipo que no se trató de un coito, de esos fabulosos mete-y-saca que algunos foritas -los más suertudos, jeje- narran con lujo de detalle, para deleite de la platea forística. No. Mi experiencia se reduce -¿se reduce?- a una fenomenal paja que me hice en la ducha del club.

Pero aquí no termina sino que empieza la cosa. Porque el motor de mi paja fue un terrible pendejo rugbier, quintaesencia de un Adonis de los Dieux du Stade, a sólo dos casilleros de distancia.

Intentando ser objetivo en la descripción, el pendejo resumía lo que podríamos entener como la perfección masculina hecha carne: rubio, 1.85, culo de ensueño, gambas para el infarto, un pene fláccido de muy buen porte, un rosrtro lampiño aunque con facciones duras de varón.

 

Pero, a falta de una belleza rubia, dos fueron las que motorizaron mi atrevida paja: además del Adonis, estaba en el sector de las duchas uno de los instructores de natación, un rubio cuarentón con bigote, algo de pancita (de esas de "buen beber"), y unos ojos azules y una sonrisa que siempre me partieron cada vez que me lo cruzaba. Aparte es muy simpático, lo que lo vuelve una especie de osito rubio querendón.Recuerdo alguna vez, muy tarde, luego de cerrar la pileta, que coincidimos en el vestuario. No sé si habrá sido mi febril imaginación, pero en un momento, mientras nos cambiábamos, sentí esa estática tan propia del deseo gay que se traduce en miradas fugaces, encantadoras por lo pudorosas...

 

Sin embargo, en esta ocasión la cosa fue más osada. Al menos, de mi parte, eso seguro.

La cosa fue así: entraba a ducharme luego de la pileta, y me encuentro con los dos rubios en cuestión: el osito que terminaba de ducharse y el Adonis que entraba, pocos pasos adelante mío.

Lo primero que noto -además de a las dos bellezas, obvio- es la mirada del osito. En efecto, unan mirada "de ésas": la mirada embobada del deseo. Con esos ojitos azules perezosos en el escultural cuerpo del rugbier, de puro atento nomás -sí, claro...:borracho:- le ofrece su ducha al muchacho, dejándole abierta la canilla del agua caliente.

Con el corazón -y otras cosas- bombeando a mil, sigo de largo y me meto en el último casillero. Como son compartimentos estancos separados por una pared de material, tenía que asomarme para seguir la escena. En una de las primeras asomadas ví cómo el osito en su retirada se daba vuelta varias veces -Mmmmm¿qué estaría mirando?-.

Entonces no puedo más. La belleza de mis co-duchadores y los ratones a mil vueltas por segundo me llevaron a bajar la mano y comenzar una frenética paja. Envuelto en la calentura como estaba, incluso me animé a sostenerle la mirada al osito cuando se dio vuelta por última vez. Quería que al menos, si no me veía pajeando, que lo dedujese por mi movimiento.

Cuando se fue, quédé solo por espacio de algunos minutos con el rugbier. Obviamente que me asomaba todo el tiempo para ver si lograba... bah, no sé que estaba esperando lograr. En un momento lo siento jadear: ese típico jadeo de publicidad de shampoo. Mi glande estaba rojo como el tomate. Al poco tiempo acabé como un condenado.

 

Después volví mansito al vestuario y me cambié. Ví al osito, ya cambiado, que saludaba al encargado del vestuario y se despedía con un "hasta mañana".

Al rugbier no lo volví a ver. Váyase a saber qué lo tenía tan entretenido en la ducha.

 

Igual, confieso, más allá de la belleza perfecta del rugbier, me quedo mil veces con el osito. No sólo porque, aún imperfecto, es un veterano hermoso. Quizás precisamente debido a su edad tiene esa mirada más atrevida, que aún con las sutilezas propìas de quien está en un lugar de trabajo se permite tener (como esas cuantas miradas discretamente embobadas que le dirigió al muchachote).

 

En fin, un dulce martirio. De ésos que cada tanto es bueno tener, porque le hacen sentir a uno vivo a través del dolor (en este caso, el dolor de no poder tener el codiciado objeto del deseo).

De cualquier modo, no hay mal que por bien no venga. Al menos ahora creo conocer un poco mejor los gustos del instructor.

Y eso hace que me guste aún más. :rolleyes:

 

Muy buen relato y seguramente, en breve, tendremos una secuela como en las películas...:smile:

[Invitado expedizion78]

Re: Pendejos rugbiers II

 

Muy buen relato y seguramente, en breve, tendremos una secuela como en las películas...:smile:

 

Gracias Oso, pero no creo.

La mirada embobada era para el Adonis.

Yo a lo sumo ligué la mirada cómplice que se prodigan los babosos ante semejante pedazo de macho.

 

Lo que él no sabe es que en realidad yo me babeaba -bah, me babeo-por él

En fin, al menos en mi imaginación, tené por seguro que habrá secuelas...:borracho:

[boredboredbored]

Re: Pendejos rugbiers II

 

falta que cuentes en que gym fue :P

[conejoduracell]

Re: Pendejos rugbiers II

 

expedizion78, muy buena experiencia y excelente relato! Cómo no te va a palpitar el cuore, y la verga!

 

La próxima vez, porque seguro va a haber próxima vez (jajaja), evitá pajearte, cosa que el estado de calentura extrema te lleve un poco más lejos. No digo hacer algo demasiado zarpado que después te haga arrepentir pero sí tratar de explotar todo lo que la situación puede llegar a dar. Por ejemplo, no haber hecho tiempo para cruzarte con el rugbier de nuevo, dadas la circunstancias en cómo estaba presentada la "escena del crimen" (jajaja) me pareció imperdonable!

 

Suerte en los avances y mantenenos informados por favor!

 

Abrazo!

[Invitado expedizion78]

Re: Pendejos rugbiers II

 

expedizion78, muy buena experiencia y excelente relato! Cómo no te va a palpitar el cuore, y la verga!

 

La próxima vez, porque seguro va a haber próxima vez (jajaja), evitá pajearte, cosa que el estado de calentura extrema te lleve un poco más lejos. No digo hacer algo demasiado zarpado que después te haga arrepentir pero sí tratar de explotar todo lo que la situación puede llegar a dar. Por ejemplo, no haber hecho tiempo para cruzarte con el rugbier de nuevo, dadas la circunstancias en cómo estaba presentada la "escena del crimen" (jajaja) me pareció imperdonable!

 

Suerte en los avances y mantenenos informados por favor!

 

Abrazo!

 

 

Gracias, conejo.

Me sacó más de una sonrisa tu post, te confieso.

 

Pero, aunque te doy la razón cuando me señalás lo imperdonable de mi torpeza, haciendo un examen de conciencia a posteriori ratifico que fue lo mejor que pude haber hecho. Me refiero a la intempestiva paja, claro. Porque, de haberme contenido y explorar la situación hasta las últimas consecuencias, creo que la cosa hubiera terminado mal. No sólo porque yo sentía estar re pintado en la escena (sabiéndome más un obstáculo que un aliciente para el osito en su supuesta seducción al rugbier), sino porque soy un tipo que en materia de seducción/calentura no tengo término medio: o me cierro como una ostra a la experiencia o me entrego sin escalas y que sea lo que Dios quiera. Y eso, en el contexto un club social, hubiera supuesto exponerme -y, sobre todo, exponer a los otros- a una situación que, en el caso del osito, podría hasta llegar a ser comprometida en el plano de lo laboral. Nada más lejos de mis intenciones que generarle algún tipo de perjuicio a ese hermoso y encantador varón.

 

Por eso, siempre me quedará el consuelo de los loosers: el recuerdo de aquel intenso momento.

 

De todas formas, obviamente que de aquí en adelante tendré los radares activados cada vez que me cruce con el osito. Y, desde ya, cuenten con mi reporte -con lujo de detalles- cada vez que me toque presenciar otra "escenita", jeje

 

:004:

Editado 28 de Abril del 2014 por expedizion78