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Respuesta: los mejores libros que leyeron

 

Prólogo El Instituto Tavistock - Daniel Estulin

Daniel Estulin, El Instituto Tavistock, Libros, Última hora

nov 142011

 

Prologo-Tavistock.jpg

 

Muchos me han pedido trocitos del libro. Os dejo con el Prólogo para empezar. Creo que levanta pasiones. Son verdades como puños. Despertad, gente, ya es la hora.

¿Objetivo de la guerra Tavistockiniana? Extirpar el sentido de identidad de ser humano, arrancar el alma y sustituirlo por algo artificial. El libro sale el miércoles 16. Es de lejos el libro más sorprendente que jamás habréis leído. Es Bilderberg multiplicado por 10,000. Quiero comentarios y debate.

A por ellos. ¡Feliz lunes, mundo!

 

Daniel Estulin

FirmaDanielEstulinblog21.jpg

 

 

Introducción

La localidad de Tavistock, en el condado de Sussex, Inglaterra,

es el centro mundial del lavado de cerebros en masa y de

la ingeniería social. Después de haber tenido un comienzo un

tanto difícil en Wellington House, allí creció una compleja organización

que habría de dar forma al destino del planeta entero,

al tiempo que cambiaría el paradigma de la sociedad moderna.

En este revolucionario trabajo, que sin duda tendrá el efecto

de una explosión nuclear de quinientos kilotones, descubrimos

tanto la red de Tavistock como los métodos de lavado de

cerebro y guerra psicológica que se están adaptando, en este

preciso momento, con la intención de aplicarlos a proyectos de

ingeniería social a gran escala.

Se trata de la «Conspiración de Acuario», nombre que se

dan a sí mismos los lavacerebros y que hace referencia a un

estudio supersecreto llevado a cabo en 1974 en el Instituto de

Investigación de Stanford, titulado «Cambiar las imágenes del

hombre». Se puede considerar el presente libro, esencialmente,

un manual para combatir el lavado de cerebros. El lavado

de cerebros depende de la ignorancia de las víctimas. Está en

todas partes. Todos percibimos la desintegración de nuestras

naciones en el día a día, en las experiencias personales. Sin embargo,

no se trata de una coincidencia. Ni de un accidente. Lo

que estamos presenciando es la desintegración de la economía

mundial, planificada por las personas más poderosas del mun-

 

— 10 —

do. En este libro, que habla del Instituto Tavistock, se intenta

demostrar que dicha conspiración es real, revelar quién forma

parte de ella, cuáles son sus objetivos a largo plazo y cómo

podemos evitar que nos manden a todos al infierno.

Aparte de sentir indignación y rabia, usted, lector, llegará a

la conclusión de que se trata del declive moral, material, cultural

e intelectual que todos los días presenciamos en el mundo

entero; sumidos en la impotencia, no accidental. No es Dios

quien nos castiga por lo que hacemos mal en la Tierra, sino

una crisis social inducida expresamente.

Repito que esto no es una prueba. Esto es real, y lo que

está en juego es el futuro de nuestro planeta. Toda clase de degeneración

musical es un producto fabricado por orden de un

laboratorio, todo ecologista a quien no hayan lavado el cerebro

ha logrado huir de un laboratorio de ingeniería social.

Todo drogadicto es un producto secundario de una política

gubernamental de futuro, cuyo objetivo final es la destrucción

del espíritu humano y la degradación del hombre. Todos

los defensores a ultranza del yoga, de la meditación trascendental,

de la telekinesia, del radicalismo de izquierda y de

derecha, de la educación de la sensibilidad bahái y de la percepción

extrasensorial, de la conciencia cósmica, de la aberración

 

que supone la Nueva Era o New Age, de las

chemtrails, todos

los seguidores de las experiencias cósmicas y quienes creen

en la «concienciación» forman parte de una conspiración

única, centralizada y coherente, surgida de algún proyecto

patrocinado por un gobierno y financiado por una fundación.

¡Bienvenidos! ¡Pónganse cómodos! ¡Todos los pirados

del mundo, juntos en el aquelarre más impresionante que se

ha visto jamás!

En el mundo del humo y de los espejos no hay casualidades,

coincidencias ni accidentes. Esto lo demostramos más allá

de toda duda razonable, tal como haríamos si estuviéramos

dirimiendo este caso ante un tribunal de justicia. Para nuestro

objetivo tan sólo servirá el más elevado estándar de excelencia

y de verificación. Es mucho lo que hay en juego, y tenemos

demasiadas posibilidades en contra. Lo que está en la balanza

 

— 11 —

es el futuro del planeta, la inmortalidad de la raza humana y la

supervivencia de nuestra especie. Lograremos imponernos.

Lograremos el éxito, cueste lo que cueste. No hay segundas

oportunidades, terceras opciones ni cuartas vías. Esto es así, y

con el presente trabajo, que resistirá el paso del tiempo, he

trazado una raya en la arena. ¡No pasarán! No nos rendiremos.

Durante la Segunda Guerra Mundial, Tavistock fue el

cuartel general de la Oficina de Guerra Psicológica del Ejército

británico, que, por medio de lo que disponía la Ejecutiva de

Operaciones Especiales, también dictaba la política que habían

de seguir las Fuerzas Armadas de Estados Unidos en lo

referente a la guerra psicológica.

¡Mire a su alrededor! A consecuencia de un ataque frontal

a nuestro futuro, perpetrado por los más destacados sociólogos

e ingenieros conductuales de todo el mundo, se rompieron las

anclas que sujetaban la intención moral de las naciones. Nosotros,

el pueblo, hemos sucumbido a una irracional indiferencia

hacia lo moral. No se confunda, todo lo que ha habido desde la

Nueva Izquierda hasta el Watergate, Vietnam, los Papeles del

Pentágono, el sucio, asqueroso e inmoral movimiento hippie,

el movimiento contra la guerra y la contracultura de las drogas

y el rock, han sido asimismo proyectos de ingeniería social

planificados de antemano.

Repito, lo que se ataca no son solamente nuestros derechos

individuales, sino más bien la institución misma de la república

«estado-nación», partiendo del mastodóntico programa de

ingeniería social ideado por los oligarcas y llevado a la práctica

a través del Instituto de Relaciones Humanas de Tavistock y

de otra red, mucho más grande, integrada por centros de psicología

social aplicada y de ingeniería social que surgieron

después de la Segunda Guerra Mundial. Dichos grupos nos

ven y ven los principios de los estados-nación como claros

enemigos filosóficos.

Esta monstruosa maquinaria del mal está compuesta por

algunos de los centros más prestigiosos del mundo, dedicados

a la investigación y al estudio, como por ejemplo el Stanford

 

— 12 —

Research Centre de la Universidad de Stanford, la Rand Corporation,

el MIT/Sloane, el Advanced Centre of Behavioural

Sciencies de Palo Alto, el Institute of Social Research de la Universidad

de Michigan, la Wharton School of Business de la

Universidad de Pensilvania, la Harvard Business School, la London

School of Economics de Londres, los National Training Laboratories,

el Hudson Institute, el Esalen Institute, el National

Institute of Mental Health, el National Institute of Drug

Abuse, la Office of Naval Research. Hay otros, como la International

Foundation for Development Alternatives y el Executive

Conference Centre, ambos con sede en Ginebra, la primera

escuela para graduados a jornada completa de la Era de

Acuario, para ejecutivos de alto nivel de las quinientas empresas

que figuran en la revista

Fortune, donde se enseña cómo

modificar la conducta. Zombis humanos en puestos de alta dirección

que nos conducirán a la Nueva Edad Media de la conciencia

trascendental. Dos son los objetivos. El primero, alcanzar

los cambios necesarios en Estados Unidos; y el segundo, el

orden mundial.

En los últimos cincuenta años, el Gobierno de Estados

Unidos, con la ayuda secreta de centros de estudios y fundaciones

que siguen la pauta de Tavistock, ha destinado decenas

de miles de millones de dólares a financiar la labor de dichos

grupos.

Todos los aspectos de la vida psicológica y mental de la

población mundial fueron definidos, registrados y archivados

en sistemas informáticos. Los grupos de sociólogos, psicólogos,

psiquiatras, antropólogos, centros de estudios y fundaciones,

que trabajan en estrecha colaboración unos con otros,

están presididos por una elite integrada por poderosos miembros

de la oligarquía, compuesta principalmente por la antigua

Nobleza Negra de Venecia. El lector podría preguntar: ¿Cuál

es el propósito de esas modificaciones de la conducta? Implantar

cambios forzados en nuestro modo de vida, sin nuestro

consentimiento y sin que sepamos siquiera lo que nos está sucediendo.

El objetivo último es extirpar por completo el sentido

de «identidad» del ser humano, arrancarle el alma y susti-

 

— 13 —

tuirla después por una seudoalma artificial, sintética. Sin

embargo, para poder cambiar la conducta de los seres humanos,

apartarla de la producción industrial y conducirla hacia

el espiritualismo, y para hacernos entrar voluntariamente en el

mundo de la era posindustrial de crecimiento cero y progreso

cero, es necesario forzar un cambio de la imagen que tiene el

ser humano de sí mismo, del concepto fundamental de lo que

somos. Así pues, hay que buscar la imagen del hombre que resulte

apropiada a esa nueva era, hay que sintetizarla y a continuación

conectarla al cerebro de la humanidad.

El gobierno totalitario no es el único parámetro del totalitarismo.

El poder ilimitado también procede de un «centro

omnipresente». En el nuevo movimiento totalitario, esta fuerza

directriz omnipresente se comunica por medio de la modificación

de la conducta y el cambio de identidad, que son los

nodos dominantes del sistema.

El terror psicológico no es la esencia, sino el signo de puntuación

de lo que significa el nuevo totalitarismo. El secreto del

éxito del movimiento radica en el poder del dinero y del consumo,

porque elude hacerse responsable de los fallos del mismo.

Los prescritos fracasos del mercado de Wall Street en proteger

a las empresas se atribuyen, en cambio, a fuerzas trascendentales

de la «mano invisible», que castiga a las empresas por los

presuntos pecados cometidos contra las «leyes del mercado».

De este modo, cuando suceden catástrofes, que castigan cada

vez más a la mayor parte del mundo, se echa la culpa a las propias

víctimas de las privaciones, la miseria y la opresión que

sufren. Se trata de un método de gobierno mucho más eficaz

que el terror por la fuerza, más descarado, que expone al sistema

a otra forma de resistencia.

Tener a la mayoría en un estado continuo de ansiedad interior

funciona, porque se obliga a las personas a que estén demasiado

ocupadas en asegurarse su propia supervivencia o a

competir por ella para colaborar en la construcción de una reacción

eficaz. Esto también lleva por todas partes la firma de Tavistock.

En la década anterior, se mantuvo a la población mundial

 

— 14 —

en un permanente estado de inestabilidad a través de continuas

debacles económicas y decretos de comercio transnacional,

que vaciaron las arcas nacionales y anularon el derecho a

la autodeterminación de los países. Las poblaciones se han visto

tan abrumadas por el constante avance de la monstruosa

maquinaria, de las crisis económicas y medioambientales, que

la práctica universal de crear inseguridad ha dejado a las mayorías

sociales paralizadas por un terror de baja intensidad.

Condición necesaria para que un movimiento totalitario continúe

avanzando, porque su modus operandi consiste en tener

a sus súbditos en perpetuo desequilibrio.

En épocas anteriores, hemos visto cómo se tomaban medidas

draconianas de alcance nacional, pero nunca una agresión

semejante a los derechos de las personas y a las normas democráticas.

Cada medida nueva, en sí misma, puede parecer una

aberración; pero una serie completa de cambios que forman

parte de un

continuum constituye un giro brusco hacia la esclavitud.

El poder total es un correlato supraterrestre del poder

mundial, que no es capaz de concebir límites para sí mismo.

Tenemos que superar muchos retos. Cuando se desvelan

los datos, cuando se ponen las pruebas encima de la mesa,

cuando los conspiradores han sido desenmascarados y despojados,

y sus acciones se han expuesto a la vista de todo el mundo,

aun entonces el ciudadano corriente afirma que se trata de

una conspiración y se niega a creer que pueda ser real una confabulación

tan monstruosa y aplastante..., hasta que ya es demasiado

tarde. ¡Queda usted advertido!

Nos encontramos en una encrucijada. Y del camino que

tomemos ahora dependerá que vivamos en el siglo

XXI como

repúblicas de estados-nación o como un montón de esclavos

subyugados, diezmados y deshumanizados.

Querido lector, la situación es sumamente grave. Estamos

luchando contra el esfuerzo aunado de algunas de las personas

más brillantes de la historia, que conspiran contra nosotros

con el fin de controlarnos. Pero la voluntad del ser humano

es inmortal. Los tiranos mataron a cientos de millones de personas

y, sin embargo, los pueblos lucharon y acabaron consi-

 

— 15 —

guiendo la libertad. La libertad estimula el alma humana; el

miedo la paraliza. En medio de la ensordecedora cacofonía del

silencio patriótico, las voces insurgentes reclaman atención.

La inmortalidad tiene su base moral en la verdad y la incorruptibilidad.

Se merece que se le dé todo el respaldo posible.

Se merece que se luche y se muera por ella.

Por último, la historia enseña por analogía, no por identidad.

La experiencia histórica no consiste en quedarse en el

presente y volver la vista al pasado, sino en regresar al pasado

y volver después al presente con una más amplia y profunda

conciencia de las restricciones de que adolecía nuestro anterior

punto de vista.

El grabado número setenta y nueve de la serie

Desastres de

la guerra

, de Goya, muestra a la Libertad, una dama de cabellera

rubia, tendida de espaldas y con el busto a la vista, y a

unas figuras fantasmales moverse alrededor del cadáver, mientras

unos monjes cavan la tumba. Murió la verdad. ¿Es ésa la

alternativa? El hombre prevenido vale por dos. No compete a

Dios salvarnos, sino a nosotros mismos. Jamás encontraremos

las respuestas correctas si no somos capaces de formular las

preguntas adecuadas.

 

Daniel Estulin

Madrid, 26 de mayo de 2011

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Respuesta: los mejores libros que leyeron

 

Prologo-Tavistock.jpg

1

La contrainsurgencia

Las técnicas de manipulación psicológica de la sociedad

son casi tan antiguas como la humanidad misma. Los señores

feudales, con el fin de preservar y consolidar su poder, siempre

se valieron de los castigos y la tortura como agentes disuasorios

del cambio. Incluso hace mil años, lo que ayudó a las

clases dirigentes no fueron las técnicas per se, sino una deliberada

aplicación de las mismas a modo de herramientas de la

máxima «divide y vencerás». Por muy inhumana que pueda

parecer una técnica en particular o una medida terapéutica, no

es una acción encaminada a erradicar cualquier insurgencia en

sí misma. «La contrainsurgencia no puede desarrollarse apoyándose

sólo en el terror; requiere una aplicación consciente y

sistemática por parte de la clase dirigente o de sus víctimas.»1

Esto es exactamente lo que se consiguió con la transformación

de la psicología y la psiquiatría en los años treinta.

«La primera aplicación masiva de la psicología como arma

consciente tuvo lugar en la Alemania nazi, concretamente en

la eugenesia, que se basó en las retrógradas fantasías “arias” y

se impuso a una parte de la población. Si bien la causa y el desarrollo

de la carnicería nazi tuvieron su origen en el desmoronamiento

de la economía mundial, su forma concreta, la eugenesia,

fue ideada por los teóricos y los técnicos preferidos de

los nazis: los psiquiatras.»2

Desde entonces, la «ciencia de la mente» se ha transformado

en el arte de destruirla. Los enfoques legítimos, terapéuti-

— 18 —

cos, han cedido el paso a una seudociencia sobre la modificación

de la conducta denominada «terapia de aversión».

Esta transformación de la ciencia de la mente fue modelada

por la guerra, la guerra del genocidio mental que libró la burguesía

contra la clase trabajadora. La premisa esencial de la

labor de Tavistock es que determinados tipos de instituciones

«democráticas» representan un instrumento mucho más eficiente

para la dictadura fascista que los modelos tradicionales,

los claramente «autoritarios».3 «Desde el gran fraude del petróleo

y el lavado de cerebros al estilo de la CIA, las ciencias

de la psicología vienen siguiendo la ruta inicialmente dibujada

en 1945 por el doctor John Rawlings Rees, gran maestro de la

guerra psicológica contra la insurgencia, en su libro The Shaping

of Psychiatry by War [la transformación de la psiquiatría

a través de la guerra].»4 Rees pedía que se creasen «tropas de

choque»; es decir, grupos de psiquiatras que desarrollaran métodos

de control político que empujaran a la mayor parte de la

población hacia la psicosis, empleando procedimientos de los

llamados programas de modificación de la conducta. Proponía

dicha medida para que la población se volviera sumisa al

orden económico internacional que seguiría a la Segunda

Guerra Mundial.

En 1945, Rees dijo a un grupo de psiquiatras del Ejército

de Estados Unidos: «Si nos proponemos actuar a las claras y

atacar los problemas sociales y nacionales de hoy, hemos de

contar con tropas de choque, es decir, con psiquiatras que la

psiquiatría basada únicamente en las instituciones no puede

proporcionar. Debemos tener equipos de psiquiatras que puedan

moverse y establecer contactos en determinadas áreas y en

su zona particular.»5

La lógica de Rees es clara. Para lograr una verdadera salud

mental se requiere una transformación completa de la sociedad

de acuerdo con lo que propugna la selección racional.

Pero, tal como se lamenta en su libro: «Muchos no lo ven del

mismo modo, entre ellos la mayoría de los obreros, que tienen

el convencimiento de que todo método de selección es un mecanismo

por el cual el malvado capitalismo pretende hacer más

— 19 —

rentable el trabajo de sus empleados. Y ése es un argumento

muy difícil de rebatir.»6 Desde el punto de vista de Rees, esos

opositores, junto con todo aquel que participe en «huelgas» o

en «actividades subversivas», son neuróticos que necesitan tratamiento

urgente, pero que por desgracia son incapaces de ver

que están enfermos. En ese mundo de neuróticos sin conciencia

de serlo, la psiquiatría, el otro árbitro de la cordura, sólo

puede ser ejercida por un consejo de sabios «de cada país, grupos

de psiquiatras, relacionados entre sí», preparados para hacer

uso de todas sus armas e influencia para entrar «en el terreno

de la política y del gobierno».7

Sólo una «conspiración de psiquiatras» —como decía Rees

cuando hablaba de su «misión»— podría construir una sociedad

«en la que sea posible que todos los grupos sociales reciban

tratamiento cuando lo necesiten, aunque no lo deseen, sin

necesidad de invocar la ley.»8 Para Rees, la construcción de ese

consejo de sabios se convirtió en la «misión» de su vida. Tal

como dice L. Marcus en su obra de investigación: «los métodos

de Rees se apoyan, de manera total y consciente, en la destrucción

de la vida mental de la sociedad mundial y en la marcha

forzada hacia el sadismo universal».9 En esto radica su

afinidad: hombres como seres desprovistos de intelecto cuyas

mentes, según Tavistock, pueden manipularse y destruir.

Desde entonces, las diversas formas de guerra psicológica

desarrolladas en el Instituto Tavistock han constituido el rasgo

característico de las actividades de un conjunto de centros

de estudios de todo el mundo, relacionados entre sí, que trabajan

como órganos de consultoría y llevan a cabo encargos

especiales. Organismos gubernamentales y grandes empresas,

cuyos estudios de desarrollo y proyectos piloto tienen el claro

objetivo de crear técnicas políticas de control social. Rees y

Tavistock organizaron su consejo de sabios de acuerdo con el

conocido dicho de: «No somos muchos, pero estamos bien

situados.»10 Rees conocía bien las estructuras del poder, cómo

organizar a personas clave, para promover ideas e influir.

Cuando hablamos de guerra psicológica, con frecuencia

hablamos de maneras de aterrorizar al enemigo; y para conse-

— 20 —

guirlo debemos entender la psique del enemigo, lo que le hace

amar, odiar, luchar, huir. Dicho enemigo puede ser extranjero

o no, puede tratarse de un ejército de hombres o de una masa

enfurecida de trabajadores. Y a fin de encontrar el antídoto

eficaz, Tavistock y compañía necesitan entender cómo reaccionará

dicho enemigo en situaciones de estrés. ¿Luchará con

mayor ahínco o simplemente se rendirá? ¿O se equivocará y le

hará ganar la guerra al enemigo, por así decirlo? Los errores

más costosos de las operaciones de guerra psicológica siempre

son los que se cometen por desconocer la forma de pensar del

enemigo. Esto implica que las «tropas de choque» que propone

Rees deben tener un profundo conocimiento de la psicología

humana, un conocimiento que en sí mismo es una especie

de magia negra. Y dado que estamos hablando de una guerra de

percepciones, de «maneras de ver el mundo», es importante

que los psicólogos, los psiquiatras, los sociólogos y los antropólogos,

esos hombrecillos grises sin identificar, vestidos con

trajes de franela, que trabajan para Tavistock, comprendan el

impacto del arte, la música, la literatura y otras expresiones

culturales, y la manera en que dichas formas de expresión representan

el modo de ver el mundo.

Y con el tiempo surgirá la tentación de poner a prueba algunos

de estos principios en la población de nuestro país. Al

fin y al cabo, ¿con qué forma de pensar vamos a sentirnos más

familiarizados, si no es con la nuestra? ¿Qué mejor sitio para

poner a prueba las nuevas teorías de la guerra psicológica que

nuestra población? Como dijo Rees en 1945: «Las guerras no

se ganan matando al adversario, sino minando o destruyendo

su moral y conservando la propia.»

Una de las personas clave que practicaron las técnicas de

modificación de la conducta fue Kurt Lewin. Lewin fue el padre

de la dinámica de grupos y uno de los primeros expertos

que reclutó Rees. Comenzó su trayectoria profesional en la

Universidad de Cornell, donde trabajó en una serie de sistemáticos

estudios sobre el «efecto de la presión social en los

hábitos de la alimentación de los niños».11 Llegó a Estados

Unidos en 1933, en calidad de refugiado de la Alemania nazi.

— 21 —

Al igual que otros muchos intelectuales alemanes, se vio obligado

a abandonar su país no por diferencias políticas, sino como

víctima del antisemitismo hitleriano.12 De hecho, Lewin es

famoso por haber perfeccionado la técnica del «grupo carente

de líder» formulada por los nazis y por haberla transformado

en una sofisticada herramienta de la contrainsurgencia. Una

de las facetas menos conocidas del trabajo de Lewin es la relativa

a los programas de la guerra psicológica, sobre todo su

empeño en mostrar la relación existente entre la guerra psicológica,

el establecimiento de objetivos, las operaciones sobre

el terreno y el reconocimiento de la situación. Su primer trabajo

fue el de utilizar la «toma de decisiones en grupo» para

cambiar las preferencias alimentarias y pasar de la «carne» al

«pan integral» como sustituto.

El siguiente pasaje de su libro Time Perspective and Morale

[La perspectiva temporal y la moral] ilustra de qué manera

entendía él la guerra psicológica: «Una de las técnicas principales

para destruir la moral por medio de una “estrategia de

terror” consiste exactamente en la táctica siguiente: que la persona

no sepa con claridad en qué posición se encuentra ni qué

puede esperar. Si, además, se confunde su “estructura cognitiva”

sobre dicha posición mediante decisiones poco claras en

cuanto a tomar medidas disciplinarias severas o proporcionar

un trato amable, junto con la propagación de noticias contradictorias,

es posible que la persona llegue a no saber siquiera si

un plan en particular va a acercarla o alejarla de su objetivo.

En esas circunstancias, hasta las personas que tienen objetivos

claros y están dispuestas a correr riesgos quedarán paraliza-

das por un grave conflicto interno respecto de lo que deben

hacer.»13

La propuesta más significativa que hizo Lewin en el período

de la Segunda Guerra Mundial y durante la etapa que siguió

fue su concepción del «fascismo de rostro democrático».

El rasgo psicopatológico que tienen en común todas las reivindicaciones

fascistas es el infantilismo, que se define por sus

intentos de imponer el principio de la familia autónoma ampliada

y de ignorar la realidad del mundo exterior. Por ejem-

— 22 —

plo, «nacionalismo» (madre patria), «racismo» (madre), «grupo

de idioma» (lengua materna), «grupo de afinidad cultural»

(tradiciones familiares), «comunidad» (familia ampliada,

vecindario).14

Lewin fue el primero en darse cuenta, mediante la atenta

observación de los sujetos estudiados, de que la imposición de

formas de organización en grupos pequeños y «reformas estructurales

» corporativistas características del fascismo podrían

inducir a una ideología fascista en una población dada.

En una sociedad sensata y moral, las propuestas de Lewin

servirían de papel higiénico y el propio Lewin habría sido encerrado

y recibido atención psiquiátrica. Sin embargo, le dieron

un montón de dinero, la ciudadanía estadounidense y una

beca de los Rockefeller para que ideara proyectos de ingeniería

social.

Lewin propuso que mediante el uso de técnicas de lavado

de cerebro destinadas a «grupos pequeños», se podría establecer

una forma de dictadura fascista más eficiente. «El número

y la notoriedad de una horda de agentes autoritarios, propia

del régimen nazi, podría reducirse si se crearan pequeños

“grupos comunitarios” que se administrasen solos. Ellos mismos

consideran que existen gracias a la capacidad que tienen

como personas para influir en la conducta de quienes se encuentran

en su entorno inmediato.»15 El resultado, pensaba

Lewin, sería una forma de fascismo más eficiente, que tendría

la apariencia de una democracia especial. En otras palabras:

«Si el mundo atomizado de la persona se transforma en un

entorno controlado de acuerdo a esas “reformas estructurales”

fascistas, la mente de la víctima descubrirá que sólo su

potencial yo paranoico le proporciona el medio para estar en

concordancia con dicho entorno controlado.»16 Es decir, el

fascismo es el mundo deseado que aparece en los sueños paranoicos

del inconsciente.

Lo que resulta innegable es que Rees y Tavistock realmente

organizaron un consejo de sabios cuya misión era reunir a

«quienes están intentando “restablecer” el mundo» tras la guerra.

Dada

la formación militar, psiquiátrica y de otro tipo que po-

— 23 —

seían los cuadros fascistas del núcleo duro, el establecimiento

de un orden político fascista se llevaría a cabo, según el modelo

tavistockiano de Rees-Lewin, siguiendo los pasos que se indican

a continuación:

1. Desmantelar las instituciones democrático-constitucionales

existentes. Las fuerzas militares y policiales se reorganizarían

para la «acción civil», tal como ocurre actualmente en

Estados Unidos. Una de las medidas menos conocidas que

está considerando el Gobierno es la sustitución de las fuerzas

policiales ordinarias, tanto locales como nacionales, por una

fuerza policial nacional de contrainsurgencia que siga el modelo

de la Gestapo de Hitler, como la Real Policía Montada de

Canadá. Al mismo tiempo, los organismos públicos existentes

serían destruidos por una insurgencia organizada de manera

«espontánea». Se emplearían grupos de «control de las comunidades

locales» para destruir instituciones políticas de base

amplia. Entre los reclutados para ejercer un control fascista de

las comunidades, las pandillas y las contrapandillas callejeras

se encargarían de propagar la delincuencia y los enfrentamientos

violentos entre ellos, ambos bajo el control y la dirección

de operativos de inteligencia ocultos. Esta insurgencia programada

de pandillas y contrapandillas, mezclada con ciertas dosis

de bandas terroristas controladas por la Policía, crean el

caldo de cultivo para que la mayoría de la población tolere de

mejor grado e incluso exija más participación y contundencia

del gobierno militar y policial, creando así el régimen fascista

«democrático» que se pretende.

2. Eliminar mediante la subversión, el asesinato, la intervención

militar, los embargos o las revueltas populares y «espontáneas

» el régimen que ya no resulta útil y nombrar un

gobierno civil «democrático». Este gobierno «democrático»

sólo podrá funcionar dentro de los límites definidos por los

representantes de los organismos supranacionales.

Los temas concretos tendentes al establecimiento de un

«fascismo de rostro democrático» son los siguientes:

1. «Estudios psicológicos de la población de la zona.» Durante

la Segunda Guerra Mundial, los servicios angloamerica-

— 24 —

nos de guerra psicológica llevaron a cabo una serie de estudios

de un número concreto de susceptibilidades neuróticas de diversas

culturas nacionales. El más famoso de todos fue el denominado

«Estudio del Bombardeo Estratégico». Se concibió

como base para coordinar el bombardeo de Alemania por parte

de los aliados, a través de la propaganda y otras campañas

de guerra psicológica destinadas a minar la moral de diversos

sectores de la población del Tercer Reich, y fue el precursor de

la «Operación Phoenix» contra Vietnam dirigida por la CIA,

una operación de genocidio llevada a cabo en Vietnam del Sur

contra quienes apoyaban al Vietcong. En pocas palabras, el

«Estudio del Bombardeo Estratégico» definió cuáles eran los

mejores métodos para destruir la moral de la población civil

con el menor coste posible.

2. Los medios de comunicación. El empleo de importantes

medios de comunicación y de medios culturales como instrumentos

para inducir a las pretendidas formas de locura social

en grandes poblaciones. En general, cuando se controlan las

políticas de la prensa, el sesgo de la información relativa a los

asuntos nacionales e internacionales, las agencias de prensa

más importantes y los principales medios de comunicación

de masas determinan qué ha de saber la población y qué ha de

considerar creíble. El falseamiento deliberado y habitual de la

información consigue «insensibilizar» a la población, haciendo

que la interpretación, socialmente aceptada, de las relaciones

causa-efecto viole la interpretación racional y sensorial de

la experiencia. A esto se suma también la introducción ex profeso

de material psicológico subliminal , cuyo efecto predeterminado

es el de acentuar los impulsos infantiles en determinados

sectores de la población; tales como relatos «de interés

humano», que resultan relativamente más gratificantes para

los impulsos infantiles, que restan énfasis a una visión racional

y científica.

Control de las comunidades locales. «El objeto del “control

de las comunidades locales” como táctica fascista de contrainsurgencia

es fragmentar a la población objeto en agrupaciones

políticas relativamente herméticas»,17 reduciendo las

— 25 —

diferencias de dichos grupos al separarlos por raza, SEXO, lengua

materna, cultura, país de procedencia, aficiones, edad y

vecindario. Hacer que los grupos compitan unos con otros en

circunstancias de austeridad general es una eficaz técnica que

utilizó Lewin para inducir al lavado de cerebro en dichos grupos

y a un progresivo deterioro psicológico que desembocara

en perversas seudofamilias polimórficas y en una clara psicosis

clínica.

«El primer grado de lavado de cerebro se consigue poniendo

la “autonomía de la comunidad local” en principio en contra

de la tecnología de los “grandes negocios” y de programas

progresistas»,18 cuya finalidad es mejorar la vida de las personas

que están dentro de esa comunidad. «Los programas que ponen

énfasis en los avances tecnológicos son acusados de ser

esfuerzos de “grupos elitistas externos” que pretenden interferir

en los asuntos autonómicos del grupo local.» A esas alturas,

el «grupo comunitario» ya se ha vuelto funcionalmente

semipsicótico y clínicamente paranoico como grupo. Hasta el

punto de que los miembros restringen su identidad social a lo

que ocurre dentro de ese grupo, el esfuerzo que hacen para

adaptarse a los ideales del grupo induce a un correspondiente

estado patológico de dichos miembros.

«Al hacer que dichos grupos compitan entre sí y se separen

por SEXO, razas, ingresos económicos, etcétera, se intensifica

la paranoia y aumenta el movimiento que conduce a un

estado semipsicótico»,19 a medida que los subgrupos de esa

comunidad, cada vez más pequeños, se ven enfrentados unos a

otros en abierta hostilidad.

3. La aplicación a «grupos carentes de líder» de técnicas de

lavado de cerebro para pequeños grupos con una tarea en común.

Estos grupos funcionan en un entorno donde los ingresos

reales se han reducido y las condiciones de trabajo se han

degradado. En situaciones de estrechez económica, el lavado

de cerebro consiste en obligar a los trabajadores a compensar

una parte de los ingresos perdidos acelerando con ingenio el

ritmo de trabajo. Formando a los empleados y desempleados,

implantando programas de recolocación a gran escala, introdu-

— 26 —

ciendo «incentivos en grupos de trabajo» y haciendo que

compitan entre ellos, se transforma un equipo pequeño de

producción en un grupo que puede lavarse el cerebro a sí mismo.

«En estas circunstancias, la semipsicosis y la psicosis hacen

que el grupo consiga “voluntariamente” aumentar la productividad

de un modo que no se habría conseguido imponiéndoselos

por la fuerza. Los miembros de esos equipos sin líder y

que se han lavado el cerebro a sí mismos emulan el síndrome

del “caballo de carreras”, que consiste en correr, llevado por la

histeria, a un ritmo que resulta literalmente suicida. El Instituto

Tavistock y la Universidad de Pensilvania son dos de los

centros más conocidos donde se desarrollan dichas prácticas

experimentales.»20

Una de las áreas clave del control de la población es la de la

contrainsurgencia. Quienes ya conozcan el dicho que apunta

que nadie abandona la CIA a menos que esté a dos metros

bajo tierra, es probable que se hayan preguntado cómo es posible

ejercer dicho control. La respuesta es: en parte utilizando

los insidiosos métodos del doctor John Rawlings Rees y sus

predecesores nazis. Así lo explica Peter Cuskie: «En la CIA,

antes de aceptar la formación de un agente, ya se le ha lavado el

cerebro durante el proceso de selección.» Los grupos “carentes

de líderes” de Rees eran en realidad grupos de candidatos arteramente

manipulados por programadores externos en situaciones

totalmente inventadas y controladas. En 1946, Nathan

Kline, que en aquel momento servía en la Administración de

la Marina de Guerra de Estados Unidos, describió un proceso

de selección de oficiales que había sido diseñado personalmente

por Rees para los marines norteamericanos, poco después

de la guerra.

«Se seleccionaban veinte candidatos, que formaban un

grupo, y se les decía que su futuro en calidad de escuadrón de

los marines dependía de que batieran el récord de todas las

demás unidades de marines que habían intentado resolver el

problema que se les iba a plantear a continuación. Seguidamente,

se les decía que imaginasen que estaban en una isla desierta

y que tenían frente a sí la balsa salvavidas, sin desemba-

— 27 —

lar, que había llegado flotando hasta la orilla. Apelando

convenientemente a su “espíritu de equipo”, se les daba la instrucción

de que superasen el récord en la operación de montar

la balsa y salir de la isla.

»Los especialistas en la guerra psicológica, que estaban de

pie a un costado, observaban atentamente la manera en que

cada miembro del grupo afrontaba el problema. ¿Se lanzaba

inmediatamente al método de ensayo y error o se quedaba

quieto y estudiaba una solución global? ¿Demostraba interés

y un entusiasmo ciego o se apartaba de la situación, con actitud

distante? ¿Qué hombre daba un paso al frente para asumir

el liderazgo y conseguía establecer una disciplina de grupo y

sacar el “espíritu de equipo” que llevaban todos dentro?

»Cuando ya tenían identificado al “líder”, se empleaba

una estratagema (como por ejemplo una supuesta invasión al

otro lado de la isla) con el fin de hacerlo abandonar el grupo

acompañado de tres o cuatro hombres. De ese modo se creaba

una situación nueva para que los expertos en guerra psicológica

pudieran observar la aparición de un nuevo “líder

del equipo”.»21

Una de las finalidades de estas tácticas insidiosas y artificiales

era la de fomentar el ciego «espíritu de equipo» y seleccionar

a sus «líderes» más fanáticos y competentes. Otra, junto

con el cuestionario de la «historia personal» y otras pruebas

que tuvo que superar el candidato, era, tal como lo dice sin

ambages el departamento de Evaluación del Personal, recabar

información sobre el «perfil psicológico» de cada hombre para

utilizarlo posteriormente.

«Aun así, seguía siendo necesario destruir toda resistencia

del verdadero ego que pudiera todavía mantener el candidato.

Ésta era la intención que subyacía en las pruebas de estrés de

Rees. Una de dichas pruebas fue utilizada por John Gardner

en la Oficina de Servicios Especiales (OSS) [...] En esta táctica

de lavado de cerebro, al candidato se le daban doce minutos

para que construyera una “historia creíble” que pudiera sostener

ante los interrogadores, en el caso de que lo “sorprendieran”

robando documentos marcados con la palabra “SECRE-

— 28 —

TO” en algún organismo gubernamental de Washington. Al

candidato se le decía que se trataba de una prueba decisiva que

fomentaba la interiorización de una plausible nueva identidad, y

se le advertía que las respuestas que diera a los interrogadores

no debían comprometer la seguridad organizativa de la Office

of Strategic Services (OSS) ni desvelar la tapadera tras la que se

ocultaban.

»Cuando el candidato terminaba de idear su coartada, era

conducido a un cuarto oscuro, se sentaba de cara a una luz

cegadora ante tres agentes. A lo largo de varios minutos, aquellos

especialistas en lavado de cerebros casi siempre hacían trizas

la historia que había elaborado a toda prisa el candidato

sirviéndose de varios métodos de “poli bueno-poli malo”,

preguntas inconexas y capciosas bien preparadas, agresión física,

etcétera. Casi sin excepción, el candidato quedaba desorientado

y confuso. Seguidamente, los agentes interrumpían el

interrogatorio de forma brusca diciendo: “Ya tenemos pruebas

suficientes de que no nos ha dicho la verdad. Eso es todo.”

Acto seguido, el grupo de interrogadores, haciendo mucho

teatro, intercambiaba una serie de cuchicheos y decía: “Se llama

usted Jones, ¿verdad...? Pues consideramos, Jones, que no

ha superado la prueba.”

»El candidato, alicaído, a continuación recibía la orden de

regresar al piso de arriba. Allí se encontraba con un miembro

de la dirección que fingía solidarizarse con sus sentimientos y

su miedo en un ambiente agradable, después de la tensión sufrida

anteriormente. La mayoría de los candidatos hundidos

abría su corazón y hablaba de su infancia como reacción a preguntas

del estilo: “Como psicólogo que soy, he estado pensando

que a lo mejor usted vivió en su infancia situaciones un

tanto similares a ésta, en las que ocultaba cosillas sin importancia

cuando su madre le cuestionaba algo.” Por lo general, el

candidato, en un patético despliegue de ingenuidad, se ponía a

hablar sin parar de su madre, de sus primeras experiencias

sexuales, etcétera. A esas alturas, la OSS no sólo tenía el perfil

psicológico que buscaba, sino que, además, había aplastado

los últimos vestigios que quedaban del ego de su machacado

— 29 —

aspirante a agente, y ya se encontraba en posición de manipularlo

y programarlo, casi a voluntad, para que colaborase con

el “equipo”.

»La utilización más actual de estos métodos de lavado de

cerebro por parte de los Servicios Especiales angloamericanos

fue desvelada el 27 de enero de 1974, sin querer, por el Sunday

Times de Londres, en un artículo que hablaba de las fuerzas

especiales del Ejército de Estados Unidos, titulado “New Secret

Service” [El nuevo Servicio Secreto]. En él, el Times describía

las técnicas de contrainterrogatorio que se emplean hoy

en día.

»El programa de lavado de cerebros, que consta de cuatro

pasos, comienza poniendo a prueba la sensibilidad del sistema

nervioso proyectando en una pantalla palabras o símbolos durante

fracciones de segundo, con el fin de averiguar con qué se

consigue “quebrar” psicológicamente a la persona: con la tortura

física o con el aislamiento. El segundo paso consiste en

hacer añicos la identidad del soldado enseñándole a desarrollar

un “álter ego plausible” (coartada). El tercer paso es una

agresión brutal en grupo o en sesiones de autocrítica, que buscan

destruir todavía más el ego, supuestamente para “simular”

un interrogatorio llevado a cabo por el enemigo. Y el último

paso consiste en preparar al soldado para que venza al detector

de mentiras, empleando, entre otras cosas, el método de

combinar sacudidas eléctricas con palabras del acervo cotidiano.

Esta técnica sin duda le resultó muy valiosa a la CIA cuando

preparó a veteranos a los que se había lavado el cerebro para

que formaran parte de brigadas especiales. En su página sobre

“contrainterrogatorios” dice:

»”Esas palabras de uso cotidiano adquieren un significado

emocional especial para el hombre que está siendo entrenado

para determinada misión. Así, en un interrogatorio, entre el

control y la preparación física, la reacción del hombre resultará

caótica y engañosa.”»22

La OSS y la CIA no son las únicas que han hecho uso de las

técnicas y los sistemas más modernos y actualizados de contrainterrogatorio

y adoctrinamiento de agentes. Poco después, Ta-

— 30 —

vistock desarrolló nuevos métodos, cada vez más complejos,

para controlar la mente. Para lavar el cerebro de sus víctimas,

Tavistock empleó diversas formas de coerción, hipnosis y drogas

psicológicas, para reproducir el mismo formato básico: inducir

un fortísimo estrés físico o psicológico en la persona y a

continuación aliviarlo. Entre el estrés y el alivio, los sujetos, ya

fueran reclutas del ejército, agentes de inteligencia o civiles, terminaban

profundamente sugestionados.

El «impoluto cuarto oscuro», donde la OSS los interrogaba,

se convirtió, literalmente, en la cámara de los horrores para

los nuevos reclutas del MI6 británico. Uno de esos cuartos

secretos, reservado para los “Proyectos Gubernamentales Especiales”,

era el de Powergen, en Solihull, Reino Unido.

Corría el año 1979. Los jóvenes reclutas de la Inteligencia

Británica que entraban en aquel edificio no tenían ni idea del

infierno que los aguardaba. No tenían ni idea, tal como escribe

Richard Tomlinson, ex agente del MI6, «de que se los iba a

obligar a convertirse en esclavos de un demoníaco programa

de control mental llevado a cabo por el MI6 y autorizado por

la Francmasonería del Real Arco a través del Instituto Tavistock

».

En 1979, en Powergen, a Richard Tomlinson, un recluta de

veintiún años que asistía a su primer curso INSET de la Inteligencia

Británica, le enseñaron por primera vez una fotografía

de pasaporte de Vladimir Putin que le había proporcionado

uno de los contactos de Oleg Gordievsky. Gordievsky, el funcionario

de mayor rango del KGB que había escapado a Occidente,

era un francmasón del Real Arco.

El curso fue dirigido por Stella Rimington (MI5) y John

Scarlett, el director general de los módulos del MI6. Los dos

programas diseñados por Tavistock para los graduados en

prácticas de la Inteligencia Británica eran:

1. El programa «Bestia del MI6»

2. El programa «Quesos apestosos», junto con «Juan Salvador

Gaviota».

— 31 —

El primero se refiere al programa del «superordenador»,

que formaba parte del control mental de todos los reclutas durante

el período de formación, tanto en el MI5 como en el

MI6.

Una de las tareas impuestas a los reclutas por los programadores

del control mental que dirigían el curso de la Francmasonería

del Real Arco era la «búsqueda del tesoro». Dicha

búsqueda tenía por objeto poner a prueba la habilidad para

«espiar» y su sadismo general. Parte del «curso» se basaba en

un juego que practicaban los antiguos soldados romanos con

sus prisioneros: el rito de Saturno. En pocas palabras, se trataba

de un juego sadomasoquista en el que se torturaba y maltrataba

a los reclutas como se hacía con los prisioneros en la

antigua Roma. La práctica se llamaba la «Vía Dolorosa».

«Vía Dolorosa» era una tortura diseñada por Tavistock en

la que se empleaba el agua. Los «programadores» de la Inteligencia

Británica provocaban en el recluta una experiencia cercana

a la muerte para obligarlo a obedecer. Además, era una

forma de separar a los débiles de los fuertes. Los programadores

torturaban sin cesar a los reclutas a fin de hundirlos psicológicamente.

La idea era que un iniciado no les servía de nada

si era capaz de desobedecer órdenes de arriba. Algunos no llegaban

a recuperarse de la experiencia vivida. Simbólicamente

era un proceso de nacimiento, muerte y resurrección. Primero

un vía crucis; luego, a la mayoría de los iniciados se los llevaba

a Jerusalén a recorrer la Vía Dolorosa, con el fin de reforzar su

programación. Acababan pareciéndose a Cristo.

El programa «Quesos apestosos» se llevaba a cabo leyendo

y escenificando la novela Tres hombres en una barca, de Jerome

K. Jerome, publicada en 1889.

En el capítulo 4 de la novela, se habla de lo importante que

es no tocar los «quesos que apestan» durante un viaje, es decir,

no tocar la mercancía; ¡ni siquiera después, una vez llegados al

destino! A todos los contrabandistas les preocupa mucho la

seguridad del material de contrabando, y de ahí la importancia

de esta parte del programa.23

Tomlinson, en su biografía no oficial publicada por él mis-

— 32 —

mo, The Golden Chain [La cadena de oro], cuenta que «a los

otros reclutas que estaban siguiendo este curso les aplicaban

tremendas descargas eléctricas después de la actividad de “formación”,

es decir, después de escenificar esa pequeña obra de

teatro, y se les ordenaba que se sentaran delante de un gran

ventanal. Era una práctica de “relajación” para contrarrestar el

estrés. Los jóvenes se sentaban allí y se quedaban mirando fijamente

al cielo haciendo rechinar los dientes (una reacción

normal al electroshock). En aquella fase, a veces les ponían la

canción Mr. Blues Sky de la ELO, para “rejuvenecer su espíritu”.

24

»El objetivo principal del programa “Quesos apestosos”

del MI6 era encargar a los futuros reclutas de la Inteligencia

Británica en “año sabático” diversas “misiones” por el mundo.

Es decir, llevar material de contrabando a círculos dominados

por los británicos que tenían su origen en las “líneas de

serpiente” del Imperio Británico»,25 en clara referencia a las

rutas asiáticas de la droga y, sobre todo, a las rutas africanas de

los diamantes.

El programa «Quesos apestosos» se ponía en marcha al

tiempo que el de «Juan Salvador Gaviota». ¿Para qué? Para

estimular y entrenar a los que habían sido captados «a distancia

» y que más tarde regresarían, igual que «palomas mensajeras

», cuando el programador los llamara.

Vayamos hasta finales de la primavera de 1980: hasta el

monasterio del complejo ruso, en Ein Kerem, Jerusalén, propiedad

de la Iglesia ortodoxa rusa. En 1980 se decía que era un

convento de monjas, aunque se sabía que era un «centro de

espías» del KGB. Según Tomlinson: «Vladimir Putin y demás

francmasones del Real Arco del KGB se alojaron en este

complejo de máxima seguridad. Los reclutas de la Inteligencia

Británica lo hicieron principalmente en el “albergue juvenil”

situado detrás de la iglesia de San Juan, en el centro de

Ein Kerem. Una parte del monasterio se encuentra en la ladera

del monte que se eleva junto a la ciudad; detrás tiene un

pinar.»

Lo que resulta desconcertante en este universo de humo y

— 33 —

espejos patas arriba es que, según Tomlinson, «por las tardes,

los “graduados” se sentaban a fumar, beber vodka y charlar,

junto con sus homólogos rusos, en el porche de los edificios».

Tomlinson hablaba ruso y, de hecho, hizo de intérprete para el

grupo.

Éste iba a ser el primero de muchos futuros encuentros

entre Richard Tomlinson y Vladimir Putin. Putin era unos

cuantos años mayor, tendría veintiséis o vientisiete años, pero

parecía mucho más joven.

Vayamos, ahora, a 1993. Polonia. En aquel momento, cuando

la Unión Soviética estaba desintegrándose y cayendo en el

olvido, Polonia se transformó en el mercadillo más grande del

mundo para los servicios de inteligencia. Poseía la mayor riqueza

minera del planeta, las mayores reservas de petróleo y

más madera que el Amazonas, por no mencionar el inmenso

almacén de armas de la época soviética, el país estaba siendo

esquilmado de todos sus bienes. El objetivo de los servicios

era conducir a Rusia a la anarquía, hasta el punto de que ésta

no pudiera hacer frente a las operaciones militares de Occidente.

«Nadie sabía en realidad quién trabajaba para qué organismo

ni qué organismo era aliado de quién, en lo que resultó ser

una pelea de bar donde todos robaban lo que podían. Se podría

nombrar al MI5, al MI6, a la CIA y al IRA, que fueron

algunos de los que participaron en aquella refriega; la fiebre

por hacerse con información, drogas, armas..., de todo. Casi

todos los organismos de inteligencia y casi todas las organizaciones

mafiosas estaban en el ajo.»26

Todo estaba en venta. Por las autopistas viajaban camiones

repletos de rublos soviéticos. Muchos se utilizaron en complejas

operaciones de canje en las que se despilfarraron miles

de millones de narcodólares para pagar a la mafia calabresa, la

Ndrangheta. Numerosos bancos occidentales de primer orden,

como el New York Bank, el Goldman Sachs, el Fleet Financial

y el Bank of Boston, se llevaron un botín de casi quinientos

millones de dólares.

Tal como explica Tomlinson: «Vladimir Putin había perdi-

— 34 —

do su puesto de director del KGB de la Stasi, en Berlín Este.

San Petersburgo sufría una hambruna y el KGB debía a sus

empleados varios meses de salario. Familias enteras morían de

hambre en las ciudades y la de Vladimir Putin no fue una excepción.

»27

Putin necesitaba ayuda y la buscó en las personas que supuestamente

eran sus enemigos. John Scarlett, de la sede del

MI6 en Moscú. Scarlett, al igual que Putin, era un francmasón

del Real Arco.

Tomlinson no es capaz de arrojar ninguna luz sobre el pacto

que firmó Scarlett con Putin, pero sí aporta algunos datos

valiosos.

Putin, según el ex agente del MI6 Richard Tomlinson, «estaba

desde 1979 en el programa de control mental del MI6/

Francmasonería del Real Arco y hasta 1994 había sido uno de

los agentes que operaba en el KGB.

»Putin necesitaba una salida segura para su familia y para

él que lo sacase de la situación en que se encontraba en San

Petersburgo, donde todo se deterioraba rápidamente. Scarlett

había accedido a proveerlo de una nueva identidad en Reino

Unido, como profesor de alemán (Putin tenía la fluidez de un

nativo).»28 Su esposa y sus dos hijas irían más adelante. Sin

embargo, a mitad de camino, Scarlett renegó del pacto. El MI5,

en lugar de conceder a Putin un salvoconducto que lo sacara

de Rusia, decidió, por razones que se desconocen, torturarlo y

asesinarlo en cuanto pusiera un pie en suelo británico.

Pero el MI5 subestimó al futuro presidente de Rusia, Vladimir

Putin. Por medio de una amplia red de contactos, Putin

se enteró de los verdaderos motivos que tenía el MI5, anuló el

acuerdo y regresó a Rusia.

En 1994, Putin contraatacó. Aquel año comenzaron a desaparecer

de Europa los ordenadores portátiles del MI6. Putin

y sus socios estaban siguiendo el rastro de altos funcionarios

del MI6, que guardaban información en sus ordenadores portátiles,

información codificada mediante colores, de los programas

de control mental confeccionados a la medida de sus

funcionarios y agentes. Tomlinson explica que «cuando se

— 35 —

descifran los códigos, resulta relativamente sencillo controlar

a cualquiera de los operativos que figuran en la lista, y también

saber cómo hacer para controlar a otros que han sido “adoctrinados”

de un modo similar y volverlos contra sus “amos”».

La pista principal habría de encontrarse en una antigualla,

una máquina de escribir británica «55 Imperial 55», que se exponía

en el museo de la cárcel de Jerusalén. El código impreso

en las teclas era el siguiente:

1. $SV

2. XDM

3. KGB

4. RKK

5. AAN

6. TYM

7. ZKTZ

8. NLT

9. SKTZ

0. PF!

Estas diez secuencias representan diez ramas distintas de

los departamentos de la Inteligencia Británica en los que ha

habido francmasones del Real Arco infiltrados, desde su creación

(MI1) hasta los nombres con que se conocen en la actualidad,

MI5 y MI6. Por ejemplo, la pista 7 es ‘zygote’ [zigoto]

(Zayin, Chet, Tzadik, en hebreo), que representa al Genome

Real Project. Y la pista 9 es ‘sex kittens’ [gatitas del sexo]. Todos

estos departamentos siguen existiendo hoy en día.

Los francmasones del Real Arco del KGB constituían uno

de esos departamentos, dentro de esta organización masónica

semejante a una tarántula.

La CIA no iba muy a la zaga del MI6 británico en lo referente

al lavado de cerebros. Se dio cuenta de que el método menos

convencional consistía en servirse del «papel que desempeñan

los factores sociales al orientar la mente de los agentes hacia

las necesidades de la Agencia». En otras palabras, las tácticas de

lavado de cerebro individuales, tales como la terapia de elec-

— 36 —

troshock o el uso de drogas, aunque eran potentes, no tenían

color al lado del poder de la sugestión en lo que se refería a forzar

la conducta de la persona. De modo que Rees y sus socios

exploraron los profundos recovecos de la mente humana y

adoptaron el enfoque objeto-relaciones de la literatura universal,

que ponía énfasis en la imaginería y en el simbolismo, y no

en los impulsos instintivos y en la energía psíquica. Empleando

la teoría que llevaba asociada, la idea consistía en recrear el

mundo imaginario de una obra inmortal de la literatura en la

mente de los sujetos y hacer uso de dicha obra de arte para fines

inmorales. En manos de Rees y Tavistock, dichas técnicas terminaron

siendo un terreno de pruebas para crear e institucionalizar

nuevas formas de control psicológico.

El pájaro azul de la felicidad

La Tierra de la Memoria ha sido siempre el objetivo principal

de las operaciones de control mental y de la contrainsurgencia.

Existe una frase que quizá no se emplee hoy en día tanto

como en los albores del siglo xx : «El pájaro azul de la felicidad.»

Una cosa de la que es posible que mucha gente no se dé cuenta

—y de la que tampoco fue consciente en su día— es que esta

frase tiene su origen en El Pájaro Azul de la Felicidad (1909), la

obra más famosa del escritor y dramaturgo belga Maurice Maeterlinck,

ganador del premio Nobel. En esta obra de teatro aparecen

dos niños que parten en busca del Pájaro Azul de la Felicidad.

Su búsqueda los hace vivir numerosas aventuras, en una

suerte de viaje iniciático en busca del Santo Grial. Muchos de

los motivos que aparecen en la obra de Maeterlinck se repiten

en la búsqueda de la CIA por perfeccionar el control de la mente,

una búsqueda que comenzó con el proyecto Bluebird.

El argumento, que empieza en Nochebuena, cuenta que

dos niños —Tyltyl y su hermana pequeña Mytyl— parten de

viaje con el fin de encontrar el Pájaro Azul de la Felicidad. Se

trata de dos niños pobres, hijos de un carpintero, que viven

frente a una casa donde hay niños muy ricos, y saben que son

— 37 —

demasiado pobres para recibir regalos de Navidad ese año. En

mitad de la noche llaman a la puerta. Es una anciana —que

más adelante se presenta como el hada Berylune— y les pregunta

si tienen «la Hierba que Canta o el Pájaro Azul». Berylune

tiene una hija enferma que no se pondrá bien a menos que

encuentre el Pájaro Azul de la Felicidad. Los niños, deseosos

de ayudar, salen de su casa en busca de ese misterioso pájaro...,

y para visitar a sus abuelos muertos, con la ayuda del hada. Sin

embargo, para visitar a los muertos tienen que atravesar la Tierra

de la Memoria, que se encuentra en el camino que lleva al

Pájaro Azul.

Estoy yendo despacio al explicar la obra de Maeterlinck

para ayudar al lector a que comprenda de qué modo las sociedades

secretas, las agencias de inteligencia y los gobiernos se

sirven de la literatura para adoctrinar a sus agentes y convertirlos

en esclavos de las elites a través del control mental. Bluebird

es uno de esos programas, ideado por Tavistock, concretamente,

para la CIA.

Igual que sucede en la obra de Maeterlinck, a los reclutas

se les entrega un sombrero mágico. En dicho sombrero hay un

diamante, justo en el centro. Cuando Tyltyl lo apriete, verá «el

Alma de las Cosas»; cuando lo gire hacia la derecha verá el pasado,

y hacia la izquierda, el futuro. Y siempre que lleve el sombrero

puesto será invisible. Quienes ya hayan leído algo del

misticismo oriental, sin duda captarán que el diamante es la

«sustancia diamantina» y que su posición en el sombrero hace

referencia al Tercer Ojo, que, cuando está abierto, proporciona

al devoto informaciones secretas y poderes ocultos. La

búsqueda del Pájaro Azul otorgará dichos poderes a Tyltyl (y

a los reclutas sometidos al contol mental), mientras camine

por la Tierra de la Memoria, el Palacio de la Noche, un Camposanto

y un Bosque Encantado. Al final, naturalmente, los

niños regresan a su hogar, el día de Navidad por la mañana, y

descubren que el Pájaro Azul de la Felicidad siempre había

estado allí.

Para Tavistock esta obra está llena de elementos ocultos y

esotéricos sobre la búsqueda de tesoros de la necromancia.

— 38 —

Que los niños —vírgenes— son los buscadores ideales según

los textos ocultos de la Edad Media es algo que no hace falta ni

mencionar. La moraleja es edificante y espiritual, conservadora

y entrañable. Un cuento de hadas repleto de animales y árboles

que hablan y abuelitos bondadosos. Pero la búsqueda en

sí resulta iluminadora por otras razones.

La Tierra de la Memoria, por supuesto, era la meta del proyecto

Bluebird: entrar en esa tierra que es la mente de otra persona,

rebuscar en todos los cajones, redistribuir el mobiliario

y salir sin que nadie se percate. Cuando comenzó la Guerra de

Corea y los prisioneros de guerra estadounidenses empezaron

a hacer extrañas declaraciones en defensa del comunismo después

de una misteriosa estancia en Manchuria, el mundo conoció

el concepto de «lavado de cerebro» y el proyecto Bluebird

adquirió una importancia enorme. Si los comunistas eran

capaces de alterar la conciencia de los soldados estadounidenses,

la guerra adquiría un cariz totalmente distinto: se convertía

en una guerra entre culturas, el ateísmo contra la religión,

una raza contra otra, la Luz contra las Tinieblas. No era una

guerra en la que hubiera que luchar sólo con balas; las operaciones

de guerra psicológica se pusieron en práctica al mismo

tiempo que se puso en marcha el proyecto Bluebird. Y así comenzó

lo que en 1957 William Sargant denominó «la batalla

por la mente».

Era obvio que Tavistock conocía la obra de Maeterlinck,

de igual modo que Lewin y Rees conocían sus otras obras más

oscuras o sus estudios de astrología, fenómenos psíquicos y

misticismo. La descripción que hace Maeterlinck de la Tierra

de la Memoria tuvo que despertar mucha curiosidad en los

miembros del equipo de Tavistock, cuando se embarcaron en

la búsqueda de la clave que resolviera el misterio de la conciencia

humana. Y así comenzó el programa para controlar la

mente.

En la Tierra de la Memoria —un territorio extraño, cubierto

por oscuridad y niebla—, los dos niños encuentran a sus

abuelos, fallecidos hace tiempo. Éstos les dicen: «La última

vez que estuvisteis aquí, a ver, ¿cuándo fue...? Fue por Todos

— 39 —

los Santos, cuando estaban doblando las campanas de la iglesia.

»29

La festividad de Todos los Santos, por supuesto, es el día

de los muertos. Encuentran un Pájaro Azul, pero cuando regresan

de la Tierra de la Memoria el pájaro se ha vuelto completamente

negro. Sólo ha tenido lugar la primera «prueba», y

a Tyltyl y Mytyl les queda mucho camino por recorrer.

La siguiente fase del control mental es el Palacio de la Noche.

Se trata de un lugar todavía más fantasmal e inhóspito que

la Tierra de la Memoria. La Noche aparece representada por

una especie de ángel, una Dama Siniestra que tiene alas en vez

de brazos. El Palacio de la Noche es el territorio de los Espectros,

las Enfermedades y las Guerras. De la Tierra de la Memoria

al Palacio de la Noche se va directamente, de desvelar los

secretos de la memoria se pasa a entrar en comunión con

los muertos, a controlar la enfermedad y a salir victorioso en

la guerra.

Bluebird, al igual que otros programas asociados con él

como MK-ULTRA y OFTEN, estuvo presente en todos los

aspectos relacionados con la modificación de la conducta, la

hipnosis, los estados psicológicos inducidos por las drogas y

la amnesia.

Tyltyl encuentra una puerta imponente, situada en la parte

posterior del Palacio de la Noche, y le dicen que no debe abrirla

jamás, que aguardan tremendos peligros a quienes intenten

atravesarla, y que todo el que entra en esa estancia no regresa

al mundo de los vivos. Tyltyl, movido por el sagrado deseo de

encontrar el Pájaro Azul, decide por fin abrir la puerta. Al hacerlo

ve un jardín bellísimo, una cascada de agua, muchas cosas

maravillosas y... pájaros azules. Intenta capturar tantos

como puede, pero en cuanto los saca de allí se convierten en

cadáveres en sus manos. Los pájaros no pueden soportar la luz

del día.

Los métodos empleados por Tavistock saltan a la vista. En

el caso del MI6, el entrenamiento incluía el capítulo 4 sobre

los «quesos apestosos» de la novela Tres hombres en una barca

de Jerome K. Jerome. En el caso de los reclutas de la CIA y las

— 40 —

víctimas de los programas de control mental, el manual de entrenamiento

echa mano de El Pájaro Azul de la Felicidad de

Maeterlinck, acto iii, «El Palacio de la Noche».

Las sesiones continúan. Ambos, el recluta que está sufriendo

el lavado de cerebro y Tyltyl, deben proseguir su búsqueda

y salir del Palacio de la Noche para ir al destino siguiente, el

Palacio del Lujo. Aquí se encuentran con una escena de extrema

depravación, llena de seres gordos que comen, beben, ríen

y montan un jolgorio, beatíficamente sumidos en su voluntaria

ignorancia. Tyltyl, como siempre —con su diamante mágico

(un conocimiento secreto, inaccesible para los demás)—,

puede ver las cosas tal como son en realidad, y al apretar el

diamante percibe que esos seres son necios desgraciados que

se dirigen hacia las Desgracias, un lugar especial del que es

posible que no regresen nunca. Naturalmente, la CIA está especializada

en «ver las cosas tal como son en realidad», en mirar

detrás de la cortina, detrás de la fachada, y su programa

puede considerarse el diamante de Tyltyl: a través del diamante

mágico ven la mente humana como es en realidad, y gracias

a eso despojan de sus defensas a la conciencia humana a fin de

que todas las cosas, todos los secretos —incluso secretos gubernamentales

clasificados que podrían costar muchas vidas—

sean revelados.

Desde el Palacio del Lujo, Tyltyl se dirige al Reino del Futuro.

Aquí es donde encuentra un lugar lleno de niños que aún

no han nacido, vestidos de azul, que parecen pequeños científicos.

Están ensimismados con los inventos que van a traer a

este mundo cuando nazcan. Sin embargo, Tyltyl, que está vivo,

no tiene permiso para entrar en ese Reino, que se halla regido

por el Tiempo.

Así pues, del Reino del Futuro pasa al Camposanto.

Éste se parece mucho a cualquier otro cementerio. En él

hay lápidas, hierba y silencio. Al llegar la medianoche, Tyltyl

ha de hacer uso nuevamente de su diamante mágico para ver a

los muertos. En medio de la oscuridad y del terror por lo que

se avecina, a lo lejos se oyen las campanadas de un reloj que da

la hora. Tyltyl aprieta el diamante, asustado pero deseoso de

— 41 —

ver a los muertos, pues se trata de la siguiente prueba que ha

de superar para poder capturar al Pájaro Azul.

Pero en lugar de ver figuras fantasmales vestidas con sudarios

y arrastrando cadenas, lo que ve es otra escena. Las tumbas

se abren, pero en vez de salir seres monstruosos, de ellas

brotan flores.

«Creían que surgirían horribles esqueletos de la tierra y

que se pondrían a perseguirlos. Habían imaginado toda clase

de cosas terribles. Y en cambio, en presencia de la Verdad, vieron

que todo lo que les habían contado era un cuento y que la

muerte no existía.»30

El lema de la CIA, como es natural, es: «Conoceréis la Verdad,

y la Verdad os hará libres.»

Después del Camposanto, Tyltyl se interna en el Bosque.

Durante este viaje ha gozado de la compañía de diversas criaturas

que siempre lo han observado de lejos. Muchas de esas

criaturas —sobre todo el Gato— temen perder la vida si Tyltyl

logra su propósito. El Gato dice:

«Conviene fiarse sólo de uno mismo. En mi vida de gato,

todo nuestro entrenamiento se funda en la sospecha. Y veo

que en la vida de los hombres sucede lo mismo. Quienes se

fían de los demás son traicionados. Es mejor guardar silencio

y ser uno mismo traidor.»31

Este bien podría ser el lema personal de algunos de los siniestros

personajes que trabajaron entre bastidores en Tavistock

y en la CIA, hombres como John Rawlings Rees, Eric

Trist, el director de la propia CIA Richard Helms y el jefe de la

operación MK-ULTRA, Sidney Gottlieb. Hombres solitarios y

muy reservados, que guardaron con igual pasión los secretos de

la nación y los secretos de su vida, puesto que los unos y los

otros suelen estar entrelazados de modo inextricable; hombres

que ciertamente se formaron basándose en la sospecha.

En la obra de teatro, el Gato conduce a Tyltyl a una trampa

en el bosque y el protagonista se ve cercado por los árboles y

los animales y tiene que luchar para salvar la vida. En el último

momento, lo salva la Luz, que le advierte que «el hombre está

solo ante el mundo».32

— 42 —

Al final llega la despedida, pues se ha hecho tarde, y los niños

regresan a su casita de forma milagrosa en la mañana del Día de

Navidad, justo cuando el reloj da las ocho. Se trata del Despertar,

un tema constante para la CIA y para Tavistock. Como es

natural, al despertarse, los niños se dan cuenta de que el Pájaro

Azul ha estado todo el tiempo dentro de su casa.

Por medio de un «inocente» cuento infantil, los encargados

de lavar cerebros en Tavistock se han embarcado en una

búsqueda sagrada que los conduzca a los secretos más profundos

de la humanidad; zambulléndose en los secretos universales

y macrocósmicos de la mente humana, abrigando la esperanza

de desvelar los secretos concretos y microcósmicos de

sus enemigos. Tal como es arriba, es abajo.

Tavistock se valió de su comprensión de los métodos de la

psiquiatría para formular y llevar a la práctica un programa de

acción basado en dichos conocimientos. Una vez que quedaba

dibujado el mapa neurótico de cada persona, Tavistock podía

instalar un mecanismo de «filtro»; es decir, diferentes formas

de lavado de cerebro, para seleccionar diversos tipos neuróticos

y situarlos en los entornos apropiados.

En todos estos procesos empleados en Tavistock existe un

simbolismo más profundo. Tyltyl y Mytyl son seres inocentes,

niños virginales, libres de toda mancha moral, que realizan un

viaje iniciático en compañía de la Luz. Los hombres del programa

Bluebird y, más tarde, del MK-ULTRA difícilmente podrían

llevar dichos apelativos. Desde el punto de vista de las

antiguas religiones mistéricas cuya búsqueda imitaban ellos, estaban

descendiendo a las profundidades del Abismo sin haber

pasado por el período de purificación; de modo que sus pecados

—personales, privados, concretos— vendrían a atormentarlos

en los días, semanas y años siguientes, ensuciarían su reputación

y les prohibirían la entrada en el Templo Interior.

Por lo tanto, el núcleo psicópata de la visión a largo plazo

de Tavistock es el siguiente. En la revista The Campaigner de

Estudios Estratégicos ICLC, L. Marcus explica que: «Las “refor-

— 43 —

mas estructurales” fascistas, el control de las comunidades locales

y el “contrato social” constituyen la afirmación del

mundo

infantil del inconsciente a expensas de la relativa racionalidad

de anteriores ego-ideales de socialización. Fascismo es

la palabra deseada que aparece en los sueños paranoicos del

“id”. Y, por el contrario, si el mundo atomizado de la persona

se transforma en un entorno controlado conforme a esas “reformas

estructurales” fascistas, la mente de la víctima descubrirá

que sólo su potencial yo paranoico le proporciona el medio

para estar en armonía con dicho entorno controlado.»33

En determinadas circunstancias, esta técnica se aplicó al

mundo de la inteligencia, pero quienes practicaban el arte del

lavado de cerebros idearon una utilidad mucho más horrenda.

Después de la guerra, estas técnicas se practicaron a la sociedad,

se aplicaron a personas reales y vivas. Tavistock había

comprendido que la familia era el agente psicoactivo más poderoso

de todos. Una de sus creaciones, los «grupos terapéuticos

» que analizaremos en este capítulo, proporcionó la oportunidad

que se necesitaba para aprovechar el poder que tenía

la familia.

El más adelantado de todos los brutales practicantes de la

nueva psicología industrial fue el doctor John Rawlings Rees.

Rees descubrió que el mundo de lo irreal podía crearse: el grupo

social. Se obliga a una persona a transferir su identidad al

grupo, en el cual es sometida a las formas más extremas de

sugestión. Siempre que se destruya el sentido de identidad real

de esa persona, se podrá manipular como si fuera un niño.

M. Minnicino, en un artículo titulado «Low Intensity

Operations» [Operaciones de baja intensidad], explica: «Un

experto líder de grupo es capaz de servirse de dicho grupo

para crear un entorno “familiar” potente, aunque sea artificial.

Una vez que se ha inducido dicho entorno, un terapeuta puede

manipular a un miembro del grupo, no mediante un ataque

directo, sino por medio de una sutil manipulación de los demás

miembros del grupo; por ejemplo, empleando la sugestión.

Si la víctima ha sido llevada a creer que el grupo es algo

que la ayuda (maternal), cuando dicho entorno haya sido ma-

— 44 —

nipulado y se vuelva contra ella, tenderá a ejercer el mismo

impacto que el profundo rechazo de una madre.»34

Rees y Tavistock comprendieron, gracias a los muchos esfuerzos

que habían dedicado al trabajo con grupos, que la manipulación

basada en la concepción burguesa de que el mundo

exterior es algo mágico (miedos de la madre) era fundamental

para controlar a las masas. Es decir, el Instituto se puso a buscar

métodos con los que manipular a las poblaciones explotando su

ideología. Primero, creando numerosos grupos sociales y después

poniendo dichos grupos en una situación competitiva.

Haciendo que todas las victorias dependieran exclusivamente

de vencer a expensas de los grupos, se podría establecer un orden

social fascista. Lo único que se requería era atomizar a la

población objeto, emplear un arsenal de armas sociológicas y

psiquiátricas que tuvieran como efecto enfrentar a unos contra

otros. A una raza contra otra, a un grupo lingüístico contra otro,

los «derechos» de las mujeres contra la «opresión» de los hombres.

Para luego subdividir estos grupos en categorías profesionales,

etcétera, y después subdividirlos en pequeños grupos con

intereses territoriales, por comunidades, de forma tal que las

fuerzas militares «nunca se enfrentaran a más que una pequeña

fuerza material representada por un núcleo duro resistente a

una, por lo general eficaz, combinación de armas de control sociológicas

y psiquiátricas».35

Uno de los usos que dieron a dichas prácticas los lavacerebros

de Tavistock fue el de aumentar la productividad e intensificar

el rendimiento de la mano de obra a expensas de la salud de

las personas. En otras palabras, los Rockefeller indujeron a la

destrucción automotivada del yo, una sociedad de zombis con

el cerebro lavado, que se contentaba con subsistir al borde del

hambre y que cometía actos de sodomía sadomasoquista para

una suerte perceptiblemente irracional de holocausto psicótico.

Y todo esto basado en una especie de perverso fanatismo ciego,

sodómico y dionisíaco, dentro del amplio marco del modelo

Rockefeller que tenía Rees de la sociedad fascista. «La finalidad

consiste en funcionar sometido a una disminución en espiral de

los ingresos económicos y de las condiciones de trabajo.»36

— 45 —

Sin embargo, esta locura tiene su método.

Por ejemplo, en un ambiente de disminución en espiral de

los ingresos económicos y de las condiciones de trabajo, se

«sugiere» como meta del grupo un aumento cada vez mayor

de la productividad, con frecuencia a expensas de la seguridad

y del bienestar psicológico de los miembros del grupo. A

quien proteste se le dice que no se ha adaptado bien. «La idea

era recrear en la terapia de grupo una dinámica de familia, o

una dinámica de presión de los iguales, en la cual se forzara al

grupo a alcanzar unos objetivos predeterminados mediante

consenso, o “democráticamente”, conforme al lenguaje empleado

por estos ingenieros sociales. La idea era que al atacar la

identidad soberana de un miembro del grupo, esa persona entregaría

su soberanía al grupo y se volvería susceptible de ser

sugestionada para luchar por los objetivos predeterminados.»37

Dichas técnicas sacan provecho de los sentimientos de culpa,

vergüenza y remordimiento de la persona vulnerable, a fuerza

de martillo y escalpelo.38 Esa persona, al verse humillada por el

grupo y teniendo únicamente el mundo de lo irreal para juzgar

a partir de él, se degrada todavía más y acepta el veredicto.

Y empieza a producir más.

Ahí reside la maliciosa y repugnante idea central de la coparticipación,

«calidad de vida», determinación conjunta,

«humanización», relaciones humanas o cualquiera que sea el

eufemismo que se quiera emplear, todo bajo el estandarte de la

«sociedad posindustrial», una basura patrocinada por la Fundación

Ford cuya opinión particular, como arma ideológica de

contrainsurgencia, introdujo la noción protofascista del «crecimiento

cero».

«La mano de obra esclava y el sistema de campos de exterminio

de los nazis no son rarezas caprichosas de Hitler y sus

socios, sino una expresión intrínseca de las políticas fundamentales

de toda economía de “crecimiento cero”. Resulta

imposible iniciar políticas de crecimiento cero hoy sin provocar

un genocidio en masa mañana.»39

De hecho, la idea que dio lugar a estos programas surgió

mucho antes de que se crease Tavistock. Rockefeller II comen-

— 46 —

zó a fomentar los salvajes planes de «relaciones humanas», diciendo

que eran la mejor manera de obtener una mayor productividad

ya en 1916, cuando intervino en la Conferencia

Industrial de la YMCA, y en 1917, durante el discurso que

pronunció en la Universidad de Cornell, durante la convención

que se celebraba el Día del Fundador. Una de las principales

propuestas que salieron de la campaña de Rockefeller

fue la de promover un plan «democrático» según el cual los

empleados serían propietarios de cierto número de acciones y

«así el trabajador se ve a sí mismo como un capitalista desde su

punto de vista y se vuelve conservador e inmune a los ideales

radicales». Y, además, produce más, que es el objetivo.

En los años cuarenta, fue el punto de inflexión de la estrategia

de Rockefeller de modificación de conducta-lavado de

cerebro, determinación conjunta, coparticipación y corporativismo

para apoderarse de Estados Unidos y del movimiento

de trabajadores de todo el mundo.40 A medida que la guerra

iba tocando a su fin, Rockefeller cambió la psicología de los

trabajadores de una manera esencial de acuerdo con la forma

en que iba a dirigir, a partir de entonces, el movimiento obrero

organizado de Estados Unidos. Fue algo que se hizo simultáneamente

en distintos niveles.

En 1946, Rees-Tavistock-Rockefeller formalizaron el Memorándum

Rockefeller», en el cual, el general de brigada John

Rawlings Rees expuso los detalles del pensamiento de su camarilla

y lo ofreció a la familia. La Fundación Rockefeller, que

había dado grandes cantidades de dinero a Tavistock y a sus

miembros desde 1934, aceptó de inmediato, y la Clínica Tavistock

se transformó en el Instituto Tavistock de Relaciones

Humanas.41 El Instituto llevaba a cabo operaciones nacionales

e internacionales bajo el título de «investigación de operaciones

».

En primer lugar, Rockefeller contrató a muchos de los sociólogos

que habían participado en los bestiales y fascistas servicios

de inteligencia de guerra y los colocó en los campus de

los Institutos de Trabajo financiados por la Fundación Rockefeller,

el Instituto Nacional de Salud Mental, el Ejército, la

— 47 —

Marina, las Fuerzas Aéreas y grandes empresas capitalistas

para desarrollar proyectos y dar orientación. Estos Institutos

de Trabajo se crearon al mismo tiempo que la CIA, la Junta de

Jefes de Estado, el Consejo de Seguridad Nacional, como parte

de la misma red que estaba construyendo Rockefeller para

dirigir el mundo entero una vez que Estados Unidos hubiera

ocupado el lugar de Gran Bretaña, después de la guerra, como

primera potencia mundial.

Uno de los proyectos clave de Tavistock fue el Instituto de

Trabajo patrocinado por Rockefeller, donde se estudiaba la

modificación de la conducta, cómo motivar a los grupos, el

trabajo en equipo, la dinámica social, el aumento de la productividad,

desde el punto de vista psicológico con el fin de manipular

a las masas. Para principios de los años cincuenta, Rockefeller

ya tenía una red de institutos de trabajo, más el control

del Departamento de Trabajo, desde donde controlaba física y

psicológicamente el movimiento obrero de Estados Unidos.

Pero la mayor aportación que hizo Rockefeller a la «causa

del trabajador» fue la total destrucción del movimiento obrero,

la perversión y el control del mismo mediante las operaciones

orquestadas por él y Tavistock. Desde el Civilian Conservation

Corps (CCC) [Cuerpo Civil de Conservación] hasta la Works

Progress Administration (WPA) [Administración para el Progreso

del Trabajo], desde la National Civic Federation (NCF)

[Federación Nacional de Ciudadanos] hasta la American Federation

of Labour (AFL) [Federación Americana del Trabajo],

el control del movimiento obrero de Estados Unidos estaba

siempre sometido al control ejercido por los intereses económicos

de Rockefeller. Por ejemplo, Samuel Gompers, el primer

presidente de la AFL, ayudó a principios del siglo xx a formar

la National Civic Federation [Federación Nacional de Ciudadanos].

«Creía en la supremacía de los empleadores y en la benevolencia

del capitalismo, y ayudaba a desbaratar huelgas, reclutar

vigilantes y dirigir ataques contra la clase obrera. Durante

la Primera Guerra Mundial, Gompers defendió a la agresiva

War Labour Board [Junta de Trabajo en tiempo de Guerra],

que aplastó a los trabajadores. Entre los líderes de la NCF se

— 48 —

encontraron Mark Hanna, de la U. S. Steel Corporation, y seguidores

de Rockefeller como Charlie Elliott, miembro del

Consejo de Administración de la Fundación Rockefeller y presidente

de Harvard.»42 Otra de las organizaciones dirigidas por

Rockefeller era el Comité Organizativo de Trabajadores del

Acero, cuyo director era Philip Murray. La mano derecha de

Murray era Clinton Golden, que en 1947 se sumó al consejo

de dirección de la revista Relaciones Humanas de Tavistock y a

mediados de los cincuenta pasó a ser miembro de la Fundación

Ford, controlada por Rockefeller.

Rockefeller contaba con otro frente más: la Coalition of

Labour Union Women [Coalición de Mujeres de Sindicatos

Obreros] creada por la Cornell ILR School, que celebró su

primera conferencia en 1974, en Chicago. Este grupo tenía

como finalidad promover la Acción Afirmativa para que las

mujeres se enfrentaran a los hombres en agresivas luchas laborales,

que se saldaron con un millón de despidos.

«Los tres institutos de trabajo formados, financiados y dirigidos

por Rockefeller, Tavistock, el ISR y Cornell ILR, son

sólo tres de los más de doscientos o trescientos que crearon los

Rockefeller por todo el mundo tras la Segunda Guerra Mundial.

Entre ellos se encuentran el Centre d’Études de Problemes

Humaines de Travail y la Association pour la Recherche

et l’Intervention Psycho-sociologiques, en Francia; el Industrial

Research Institute de Bonn y el Department of Social Relations

Institute del DGB (sindicato alemán), ambos en Alemania; la

Sociedad Argentina de Investigación Operativa (SADIO); la International

Jewish Research Foundation on Human Relations,

en Israel; y el Psychological Institute en Kyushu, Japón, por

nombrar algunos.»43

La lista de los institutos de Rockefeller es larguísima y su

influencia, enorme.44 «Entre el prolongado control que venía

ejerciendo la familia Rockefeller sobre la Asociación Americana

de Médicos y la Asociación Americana de Psiquiatras y los

miembros de la CIA colocados en puestos en los distintos niveles

del Gobierno, se invirtieron muchos fondos gubernamentales,

entre ellos fondos militares, para promover el desarrollo de

— 49 —

programas de lavado de cerebro y colocar a protegidos de Rockefeller

y Tavistock en puestos e instituciones clave. Por ejemplo,

para crear el cargo que ocupó B. F. Skinner en Harvard.

Otro alumno de Rees, el doctor Kenneth Clark, entró a formar

parte de la Junta de Regentes del Estado de Nueva York, creada

por Rockefeller, y también ocupó el puesto clave de la contrainsurgencia

contra los negros (MARC) de la Fundación

Ford, entidad inspirada y controlada por Rockefeller. El doctor

Nathan S. Kline, uno de los criminales de la ideología de Rees,

se situó al frente del Hospital Estatal de Rockland, en el estado de

Nueva York, además de ocupar un puesto clave en el Hospital

Presbiteriano de Columbia, también en Nueva York, donde se

practicó el lavado de cerebro.»45

De hecho, las técnicas que se emplean en las negociaciones

laborales de España, Francia, Alemania, Estados Unidos y en

la mayoría de los países occidentales están sacadas directamente

del manual de juegos de rol de Tavistock. A los líderes

sindicales no les vendría mal estudiarse la técnica que propugnan

Rockefeller y Tavistock para las negociaciones laborales.

Quizá ya la estén estudiando, y den a entender lo contrario.

¿Por eso el movimiento obrero español parece de broma? Vamos

a echar una ojeada.

«Incluso antes de una huelga se analiza a fondo el sindicato.

Los Institutos de Trabajo de Rockefeller trazan perfiles

psicológicos del sindicato como un todo, recopilan información

al respecto extrayéndola de alumnos que salen con un

cuestionario en la mano. Consultan a miembros del sindicato,

interrogan concienzudamente a los líderes sindicales, asisten a

sesiones de debate de los miembros y a las reuniones del sindicato,

evalúan la historia del sindicato para ver, por ejemplo, si

tiende a organizar huelgas, y escrutan los exámenes por escrito

y los datos que figuran en los currículos de un número significativo

de miembros concretos. Se llevan a cabo estudios de

las subsecciones étnicas y raciales del sindicato. En cada subsección,

por ejemplo, la de los italianos, se registra si proceden

de la clase media o baja trabajadora, si acaban de llegar al país,

si tienen o no papeles, si son muy religiosos, si llevan mucho

— 50 —

tiempo viviendo en determinado barrio, si están muy unidos a

la madre, y así sucesivamente. A continuación, se evalúa tanto

al sindicato como a las subsecciones del mismo para ver cómo

reaccionan en situaciones de crisis: las lastimosas flaquezas

psicológicas, el sentimiento neurótico de culpa, la imágenes

horripilantes que produce el miedo en los miembros y que

después se reproducirán en los medios de comunicación y se

explotarán de manera sutil en niveles inconscientes a través de

la propaganda del Gobierno y de la de Rockefeller, como el

conocido miedo que tienen los profesores de raza blanca y de

ingresos medios de ser agredidos por las pandillas callejeras

de negros, el punto en el que se derrumban los miembros bajo

la presión del estrés, los métodos que hay que emplear para

que los invada el pánico, en qué momento los miembros dejarán

de fiarse unos de otros, hasta qué punto se los puede intimidar

con la violencia, qué presión externa es capaz de hundirlos,

etcétera. El Instituto de Trabajo Rockefeller realiza

nada menos que cien o doscientos estudios en cada sindicato.

»46

Los métodos empleados están sacados directamente de

Behaviour Theory of Labor Negotiations [Teoría conductual

de las negociaciones laborales], escrito por Walton y McKenzie

para la Cornell School of Industrial Relations, creada por

Rockefeller. Primer paso. Se provoca al sindicato ofreciéndole

un contrato particularmente leonino e insultante. El sindicato,

enfurecido, sale en masa a las líneas de los piquetes. Puños cerrados

y caras serias y de pocos amigos por todas partes. Rockefeller

deja pasar los primeros días. Al tercer día, por la tarde,

el líder del sindicato ya está pasando la mayor parte del tiempo

en la sede del mismo, charlando con los amigos. Para el cuarto

día, los gritos ya no son ni la mitad de enérgicos y quedan pocas

caras que aún mantengan el gesto serio y de pocos amigos

del primer día.

Entra en escena Tavistock. La huelga va a ser desbaratada

por fases.

«Los líderes sindicales son llamados a negociar. Ya se ha

hecho un completo perfil psicológico de ellos, de la estructura

— 51 —

de su personalidad, etcétera. En reuniones estructuradas como

sesiones de terapia de grupo, el árbitro modificador de la conducta

lleva a cabo, sin que lo sepan los líderes sindicales, ciertos

sondeos psicológicos contra ellos. La mayoría de los líderes

sindicales son unos pobres infelices y resultan fáciles de

manipular. Los negociadores y los capitalistas saben que la

presión que representan los ataques de los medios de comunicación,

las tensiones de la huelga, la presión de sus iguales y la

merma de los fondos para la huelga están haciendo mella en

ellos y que se están desmoronando por dentro.

»A continuación se lleva aparte al líder para proseguir la

negociación. A estas alturas, éste ya está muy cerca de suplicar

lo que sea, con tal de poder regresar con los suyos llevando

algo en las manos.»47

Pero, en lugar de ofrecer a los líderes sindicales mejores

condiciones para los trabajadores, se les enseñan las técnicas

que han de emplear para venderles la moto a los miembros del

sindicato, para que éstos no piensen que los han estafado.

¿Cómo se hace eso? Se imparte un curso sobre negociación

para los líderes y delegados sindicales en el Instituto de Trabajo

más cercano. En dicho instituto se llevan a cabo programas

de modificación de conducta. ¿Adivine quién dirige los seminarios?

Exacto, lo ha adivinado: los leales psicólogos de Rockefeller

y los miembros de su equipo.

Sin embargo, no termina ahí la invasión y posterior conquista

de los sindicatos. Se coloca a agentes clave, modificadores

de conducta, en diversos cargos de los sindicatos, normalmente

en los de secretario de formación y abogado.

«Cuando llega la siguiente sesión negociadora, los líderes

sindicales ya son más fáciles de moldear y con frecuencia

aceptan las condiciones que se les ofrecen en las sesiones de

negociación previas al acuerdo para fijarlos. Además, al mismo

tiempo se centra la atención hacia los miembros del sindicato.

Las técnicas de guerra psicológica como los “períodos

de reflexión” entre una reunión de negociación y otra, las campañas

de desprestigio en los medios de comunicación, las ofertas

de reconciliación, se utilizan y son armas objetivas que

— 52 —

Rockefeller tiene a su disposición para quebrantar la voluntad

que todavía pueda quedarles a los huelguistas, y así lograr

aplastarlos.»48

El desarrollo de los programas de lavado

de cerebro en tiempo de guerra

En términos prácticos, los tecnócratas de Rockefeller y Tavistock

se valieron de sus conocimientos para hundir psicológicamente

y luego controlar a un poderoso sindicato de mineros

del carbón que, según decía su propia propaganda, «ocupaba

una posición de incuestionable liderazgo en la historia de los

trabajadores de América».49 El director del proyecto era un

hombre de Rockefeller, Eric Trist. Trist había escrito Social

Structure and Psychological Stress, in Stress and Psychiatric

Disorder [La estructura social y el estrés psicológico en el estrés

y el desorden psiquiátrico], una basura para utilizar en

huelgas y disturbios. Dado que la economía de la posguerra

estaba en declive y que las tensiones entre los sindicatos aumentaban,

se ideó una alternativa.

Trist sugirió que una representación de los trabajadores

entrara a formar parte del consejo de administración de las empresas

más importantes. Lo que en aquel momento se pensó

que era una importante victoria para los obreros resultó ser un

plan inteligentemente concebido por el Instituto Tavistock.

«La rentabilidad de la empresa —que implica que permanece a

flote y el trabajador tiene trabajo— depende de la evolución

de la economía del mundo y de los asuntos internos. Los asuntos

externos, como los mercados mundiales, en general son

dirigidos por cárteles de productos básicos que controlan el

dinero, las materias primas, etcétera. Los asuntos internos, a

no ser que se hagan inversiones en mejoras tecnológicas, se

apoyan casi de forma exclusiva en la aceleración brutal a la que

se someten los propios trabajadores a costa de sufrir accidentes

fatales y hasta de encontrar la muerte. La maniobra de incluir

a trabajadores en el consejo de administración suponía

— 53 —

comprometerlos con esa peligrosa aceleración, a fin de garantizar

la rentabilidad. Esto se llevó a cabo induciendo a los trabajadores

a que interiorizasen dicha “necesidad”, creando un

látigo en su cerebro, y desarmando a otros trabajadores con la

presión ejercida por sus iguales. En casos de depresión, esta

estrategia derivaba en una actitud compulsiva frenética, que

cargaba de ansiedad a los trabajadores.»50

El Plan Marshall

Los planes de Rockefeller para la Europa de la posguerra

ya habían tomado forma en el curso de la Segunda Guerra

Mundial. En 1946, Tavistock pasaría a ser un importante aliado

en la lucha de Rockefeller por apoderarse de todos los sindicatos

obreros del mundo. Uno de los acontecimientos clave

de dicha estrategia fue el Plan Marshall.

Este plan tomó el nombre del discurso que pronunció el

5 de junio de 1947 George Marshall, antiguo general y luego

Secretario de Estado de Estados Unidos, quien propuso una

solución para paliar la situación económica y social a la que se

enfrentaban los europeos tras la Segunda Guerra Mundial. En

virtud de este programa, Estados Unidos proporcionaría ayuda

humanitaria para evitar las hambrunas en las zonas más

castigadas por la guerra, reconstruiría lo antes posible los destrozos

sufridos e invitaría a los países europeos a que se sumaran

a un plan de cooperación para sanear la economía.

Lo que ya no suele reconocerse es que el «Plan» tenía su

trampa. Estados Unidos exigió de forma explícita que se liberalizase

el comercio y se incrementase la productividad, para

de ese modo «garantizar la americanización de Europa conforme

las elites políticas y económicas fueran atándose a sus

homólogas estadounidenses, de tal modo que no tuviera lugar

ningún cambio significativo económico ni político sin que Estados

Unidos diera su aprobación».51 Entre los años 1948 y

1951, período en que estuvo formalmente activo el Plan Marshall,

el Congreso se apropió de 13.300 millones de dólares en

— 54 —

concepto de ayuda humanitaria para dieciséis Estados de la

Europa occidental que juntos sumaban una población de doscientos

setenta millones de personas. Este dinero se utilizó

para comprar, a buen precio, todas las existencias de la industria

y a la clase obrera europea.

«Este ejercicio sin precedentes de generosidad internacional,

que Churchill denominó la “acción más sórdida de la historia”,

sirvió directamente a los fines económicos de las empresas

estadounidenses de proyección internacional que lo promovieron.

»52

Kai Bird describió los aspectos ocultos del Plan Marshall

en el libro que escribió acerca de los hermanos Bundy. En 1949,

«McGeorge Bundy, antiguo presidente de la Fundación Ford,

se hizo cargo de un proyecto del Council on Foreign Relations

[Consejo de Relaciones Exteriores] que consistía en estudiar la

ayuda que se iba a prestar a Europa a través del Plan Marshall.

Del grupo de estudio de dicho Consejo formaban parte varias

figuras prominentes de las altas esferas de la política exterior.

Junto con el joven Bundy trabajaban también Allen Dulles

(futuro director de la CIA), Dwight Eisenhower (futuro presidente

de Estados Unidos), George Kennan (ideólogo clave

de la guerra fría), Richard M. Bissell y Franklin A. Lindsay.

Dulles, Bissell y Lindsay no tardarían en convertirse en elementos

de alto nivel de la recién formada Agencia Central de

Inteligencia. [...] Las reuniones que celebraban se consideraban

tan sensibles, que no se distribuía a los miembros del Consejo

la habitual transcripción no oficial. Y había buenas razones

para tanto secretismo. Los participantes eran conocedores

del hecho, muy secreto, de que el Plan Marshall tenía una cara

oculta. En concreto, la CIA estaba metiendo la mano en los

doscientos millones de dólares al año en fondos de contrapartida

en moneda local que aportaban los beneficiarios de la

ayuda proporcionada por el Plan Marshall. Esos fondos sin

justificar eran utilizados por la CIA para financiar actividades

electorales anticomunistas en Francia y en Italia, y para respaldar

a los periodistas, líderes sindicales y políticos que comulgaban

con ella».

— 55 —

Por un lado, los orígenes del Plan Marshall están, de hecho,

en las redes de formación política que rodeaban los círculos

Rockefeller en 1942. «Entre las figuras clave de Rockefeller

se encontraba Paul Hoffman, presidente de Studebaker Company.

Hoffman era el principal economista del Committee for

Economic Development [Comité de Desarrollo Económico],

una de las organizaciones controladas por Rockefeller. Dicho

comité ideó parte del trabajo esencial que conduciría al saqueo

de Europa a través del Plan Marshall. Antes de que se iniciase

esta conquista sin paliativos, cosa que sucedió en 1947, se desarrolló

una campaña de tortuoso ablandamiento psicológico

dirigido a la clase obrera europea, que incluía la maniobra de

llevarla al borde de la muerte por inanición. En Alemania, el

consumo diario de calorías per capita descendió a 1.300. Además,

el Gobierno militar de Estados Unidos, que ocupaba la

zona americana, interrumpió el suministro de combustible

para la calefacción de los hogares desviando el carbón para que

no llegara a Alemania. Comenzó una sistemática campaña de

terror, los escuadrones de la muerte entrenados con las técnicas

de Rees recorrían Alemania asesinando gente. [...] Por otro

lado, como parte de la misma operación, se seguía el procedimiento

de selección llevado a cabo por psicólogos reesianos,

que escogían a los hombres más leales y fieles al credo de Tavistock

a fin de convertirlos en los futuros dirigentes de Europa.

Una vez que los trabajadores empezaron a hundirse en la

desesperación, que los capitalistas empezaron a languidecer

por la falta de créditos y que los dirigentes fueron seleccionados,

se puso en marcha, en 1948, la maquinaria de «reconstrucción

» —es decir, de saqueo— del Plan Marshall.

«Con el fin de garantizar que no surgieran problemas en

el movimiento obrero, los servicios de inteligencia, la CIA y el

Departamento de Estado, junto con el Instituto Tavistock, reunieron

a varios sindicalistas clave para poner en práctica el

plan de Rockefeller de remodelar y asumir el control de varias

secciones del movimiento obrero de Europa.»53 Estos sindicalistas

fueron reclutados sobre todo en la National Labour Relations

Board, una filial corporativista de Rockefeller dirigida

— 56 —

por su fiel perrillo faldero, Arthur Goldberg. «Goldberg trabajaba

con los socialdemócratas dentro del movimiento obrero

de Europa. Estaba pasando fondos de la OSS (precursora

de la CIA) al ala socialdemócrata de la clandestina federación de

trabajadores de Francia, preparando pactos que ayudasen a la

inteligencia estadounidense a apoderarse del movimiento

francés después de la guerra.»54

Por otro lado, el movimiento que pretendía formar una Europa

unida era parte de un plan más amplio, el de formar un

gobierno mundial. En el Congreso de La Haya, celebrado en

mayo de 1948, se reclamó una Europa unida y se promulgaron

siete resoluciones referidas a aspectos de la unión política. La

número siete afirmaba lo siguiente: «La creación de una Europa

unida ha de verse como un paso esencial hacia la creación de un

mundo unido. [...] El Plan Marshall, aparte de ayudar a Europa

a ponerse de nuevo en pie, condujo al Plan Schuman de 1950,

cuando el ministro francés de Asuntos Exteriores Robert Schuman

propuso que toda la producción de carbón y de acero tanto

de Francia como de Alemania se pusiera bajo el control de un

único organismo supranacional»,55 plan que a su vez dio lugar a

la Comunidad Económica del Carbón y del Acero (CECA) ,

más adelante a la Euratom (Comisión Europea para la Energía

Atómica) y, finalmente, al Mercado Común.

La CECA fue el primer paso concreto que se dio hacia la

unificación política, el primer ladrillo de la construcción del imperio,

y dicho imperio es la Empresa Mundial, S. A. Con la firma

del Tratado de Roma, que allanaba el camino para la llegada,

en 1957, de la Comunidad Económica Europea; el primer paso

hacia una futura sociedad anónima mundial ya estaba dado.

Lo que he descrito en este capítulo, por más horrendo e increíble

que pueda parecer, no es un mito. Es la espantosa realidad

de la usurpación diaria que practica el fascismo de rostro

democrático en nuestra sociedad, ideada como tal en el Instituto

Tavistock, con la estimable ayuda económica de la familia

Rockefeller, que se remonta a finales del siglo xix . Esta «reali-

— 57 —

dad», si se afronta como realidad y no como el producto de la

imaginación de una persona animada por un exceso de celo,

puede ser barrida de la faz de la tierra. Sin embargo, si no se la

aborda de frente, dentro de un plazo de tiempo relativamente

corto, todas las demás cosas que hacemos como personas, todas

las esperanzas que, como sociedad, abrigamos de construir un

mundo mejor acabarán estrellándose en el fondo de esa papelera

que denominamos historia. Hay que decidir entre el Instituto

Tavistock, patrocinado por la familia Rockefeller, y nosotros.

No hay más alternativas.

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