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Debate: Mario Vargas Llosa vs Horacio González


max29

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Piqueteros intelectuales

 

Mario Vargas Llosa

 

Un puñado de intelectuales argentinos kirchneristas, vinculados con el grupo Carta Abierta, encabezados por el director de la Biblioteca Nacional, Horacio González, pidió a los organizadores de la Feria del Libro de Buenos Aires, que se abrirá el 20 de abril, que me retirara la invitación para hablar el día de su inauguración. La razón del veto: mi posición política "liberal", "reaccionaria", enemiga de las "corrientes progresistas del pueblo argentino" y mis críticas a los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner. Bastante más lúcida y democrática que sus intelectuales, la presidenta Cristina Fernández se apresuró a recordarles que semejante demostración de intolerancia y a favor de la censura no parecía una buena carta de presentación de su gobierno, ni oportuna, cuando parece iniciarse una movilización a favor de la reelección. Obedientes, pero sin duda no convencidos, los intelectuales kirchneristas dieron marcha atrás.

Me alegra coincidir en algo con la presidenta Cristina Fernández, cuyas políticas y declaraciones populistas en efecto he criticado, aunque sin llegar nunca al agravio, como alegó uno de los partidarios de mi defenestración. Nunca he ocultado mi convencimiento de que el peronismo, aunque haya impulsado algunos progresos de orden social y sindical, hechas las sumas y las restas ha contribuido de manera decisiva a la decadencia económica y cultural del único país de América latina que llegó a ser un país del primer mundo y a tener en algún momento un sistema educativo que fue un ejemplo para el resto del planeta.

Esto no significa, claro está, que aliente la menor simpatía por sus horrendas dictaduras militares cuyos crímenes, censuras y violaciones de los derechos humanos he criticado siempre con la mayor energía en nombre de la cultura de la libertad que defiendo y que es constitutivamente alérgica a toda forma de autoritarismo.

Precisamente, la única vez que he padecido un veto o censura en la Argentina, parecido al que pedían para mí los intelectuales kirchneristas, fue durante la dictadura del general Videla, cuyo ministro del Interior, el general Harguindeguy, expidió un decreto de abultados considerandos prohibiendo mi novela La tía Julia y el escribidor y demostrando que ésta era ofensiva al "ser argentino". Advierto con sorpresa que los intelectuales kirchneristas comparten con aquel general cierta noción de la cultura, de la política y del debate de ideas que se sustenta en un nacionalismo esencialista un tanto primitivo y de vuelo rasero.

Porque lo que parece ofender principalmente a Horacio González, José Pablo Feinmann, Aurelio Narvaja, Vicente Battista y demás partidarios del veto, por encima de mi liberalismo es que, siendo un extranjero, me inmiscuya en los asuntos argentinos. Por eso les parecía más justo que abriera la Feria del Libro de Buenos Aires un escritor argentino en consonancia con las "corrientes populares".

Si tal mentalidad hubiera prevalecido siempre en la Argentina, el general José de San Martín y sus soldados del Ejército Libertador no se hubieran ido a inmiscuir en los asuntos de Chile y Perú y, en vez de cruzar la cordillera de los Andes impulsados por un ideal anticolonialista y libertario, se hubieran quedado cebando mate en su tierra, con lo que la emancipación hubiera tardado un poco más en llegar a las costas del Pacífico sudamericano. Y si un rosarino llamado Ernesto "Che" Guevara hubiera profesado el estrecho nacionalismo de los intelectuales kirchneristas, se hubiera eternizado en Rosario ejerciendo la medicina en vez de ir a jugarse la vida por sus ideas revolucionarias y socialistas en Guatemala, Cuba, el Congo y Bolivia.

Fuego de artificioEl nacionalismo es una ideología que ha servido siempre a los sectores más cerriles de la derecha y la izquierda para justificar su vocación autoritaria, sus prejuicios racistas, sus matonerías, y para disimular su orfandad de ideas tras un fuego de artificio de eslóganes patrioteros. Está visceralmente reñido con la cultura, que es diálogo, coexistencia en la diversidad, respeto del otro, la admisión de que las fronteras son en última instancia artificios administrativos que no pueden abolir la solidaridad entre los individuos y los pueblos de cualquier geografía, lengua, religión y costumbres pues la nación -al igual que la raza o la religión- no constituye un valor ni establece jerarquías cívicas, políticas o morales entre la colectividad humana.

Por eso, a diferencia de otras doctrinas e ideologías, como el socialismo, la democracia y el liberalismo, el nacionalismo no ha producido un solo tratado filosófico o político digno de memoria, sólo panfletos a menudo de una retórica tan insulsa como beligerante. Si alguien lo vio bien, y lo escribió mejor, y lo encarnó en su conducta cívica fue uno de los políticos e intelectuales latinoamericanos que yo admiro más, el argentino Juan Bautista Alberdi, que llevó su amor a la justicia y a la libertad a oponerse a la guerra que libraba su propio país contra Paraguay, sin importarle que los fanáticos de la intolerancia lo acusaran de traidor.

Los vetos y las censuras tienden a imposibilitar todo debate y a convertir la vida intelectual en un monólogo tautológico en el que las ideas se desintegran y convierten en consignas, lugares comunes y clisés. Los intelectuales kirchneristas que sólo quisieran oír y leer a quienes piensan como ellos y que se arrogan la exclusiva representación de las "corrientes populares" de su país están muy lejos no sólo de un Alberdi o un Sarmiento, sino también de una izquierda genuinamente democrática que, por fortuna, está surgiendo en América latina, y que en países donde ha estado o está en el poder, como en Chile, Brasil, Uruguay, ha sido capaz de renovarse, renunciando no sólo a sus tradicionales convicciones revolucionarias reñidas con la democracia "formal" sino al populismo, al sectarismo ideológico y al dirigismo, aceptando el juego democrático, la alternancia en el poder, el mercado, la empresa y la inversión privadas, y las instituciones formales que antes llamaba burguesas. Esa izquierda renovada está impulsando de una manera notable el progreso económico de sus países y reforzando la cultura de la libertad en América latina.

¿Qué clase de Argentina quieren los intelectuales kirchneristas? ¿Una nueva Cuba, donde, en efecto, los liberales y demócratas no podríamos jamás dar una conferencia ni participar en un debate y donde sólo tienen uso de la palabra los escribidores al servicio del régimen? La convulsionada Venezuela de Hugo Chávez es tal vez su modelo. Pero allí, a diferencia de los miembros del grupo Carta Abierta, la inmensa mayoría de intelectuales, tanto de izquierda como de derecha, no es partidaria de los vetos y censuras. Por el contrario, combate con gran coraje contra los atropellos a la libertad de expresión y la represión creciente del gobierno chavista a toda forma de disidencia u oposición.

De quienes parecen estar mucho más cerca de lo que tal vez imaginan Horacio González y sus colegas es de los piqueteros kirchneristas que, hace un par de años, estuvieron a punto de lincharnos, en Rosario, a una treintena de personas que asistíamos a una conferencia de liberales, cuando el ómnibus en que nos movilizábamos fue emboscado por una pandilla de manifestantes armados de palos, piedras y botes de pintura. Durante un buen rato debimos soportar una pedrea que destrozó todas las lunas del vehículo, y lo dejó abollado y pintarrajeado de arriba abajo con insultos. Una experiencia interesante e instructiva que parecía concebida para ilustrar la triste vigencia en nuestros días de aquella confrontación entre civilización y barbarie que describieron con tanta inteligencia y buena prosa Sarmiento en su Facundo y Esteban Echeverría en ese cuento sobrecogedor que es El matadero .

Me apena que quien encabezara esta tentativa de pedir que me censuraran fuera el director de la Biblioteca Nacional, es decir, alguien que ocupa ahora el sitio que dignificó Jorge Luis Borges. Confío en que no lo asalte nunca la idea de aplicar, en su administración, el mismo criterio que lo guió a pedir que silenciaran a un escritor por el mero delito de no coincidir con sus convicciones políticas. Sería terrible, pero no inconsecuente ni arbitrario. Supongo que si es malo que las ideas "liberales", "burguesas" y "reaccionarias" se escuchen en una charla, es también malísimo y peligrosísimo que se lean. De ahí hay solo un paso a depurar las estanterías de libros que desentonan con "las corrientes progresistas del pueblo argentino".

 

 

http://www.lanacion.com.ar/1357024-piqueteros-intelectuales

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Respuesta: Debate Mario Vargas Llosa vs Horacio González

 

Largas a Vargas

 

Horacio González

Como veo que usted ha escrito en El País y lo ha reproducido La Nación, algo que en ciertas épocas se llamaba un brulote, debo responderle. Pensé, Vargas, que todo estaba claro. Que la polémica que resta se haría de un modo adecuado. Escribo esta nota para seguir defendiendo que sea así, y para ello deberé insistir una vez más que donde usted, Vargas, ve barbarie, hay civilización. Entonces, daré largas a Vargas. Es cierto que mi primera carta se prestaba a interpretaciones de diversa intencionalidad (por eso, fue aclarada y para que quedara aún más clara, retirada por indicación de la Presidenta; había volado la imaginación de varios diarios y del propio Vargas Llosa, que recordó la censura de sus libros durante el gobierno militar, en una extrapolación que no la hubiera hecho mejor su estrambótico personaje, el locutor de La Tía Julia y el escribidor). Pero la carta, al decir “lo invito a reconsiderar” y otras expresiones parecidas, no intentaba dar ninguna indicación a las autoridades de la Feria contrapuestas a la presencia de Vargas Llosa, sino a seguir interpretando la inauguración como el espacio de la voz de escritores que evitaran las típicas efusiones de cruzados de una organización política, que ante cualquier crítica menor estallan al grito de “inquisición, inquisición”. Luego, bienvenida su charla. Está muy claro que nunca hubo una supuesta cruzada contra el cruzado, limitándole sus libertades al Sr. Marqués. Cualquier espíritu que sepa evitar las zancadillas del prejuicio, la arrogancia o la testarudez, sabe que no fue así. Pero es una pena que Vargas Llosa se deje llevar por sus relaciones peligrosas. Relaciones peligrosas es una novela del siglo XVIII escrita a través de epístolas. Algo me dice, pues, esta cuestión de las cartas. Acepto que aun siendo ellas ingenuas, pueden parecer aventuradas. El tema de aquella novela admite una descripción, el encanto del libertinaje, tema de Vargas Llosa. Ahora sé que también es tema del cual también debemos ocuparnos.

En sus cartas recientemente publicadas Vargas Llosa da prueba de su mala fe (pero poco sartreana en este caso), al creer que escribe contra censores y nacionalistas. Busca enemigos fáciles, a priori repudiados en el mundo globalizado en el que se mueve. ¿Qué peor que el inquisidor y el aldeano reducido a su necedad, el pobre individuo obturado por su cerrazón? ¿Contra eso discute usted, Vargas Llosa? Si es así, no es un polemista genuino, dispuesto a comprender razones y argumentos de sus contrincantes. Se mueve dentro de grandes cli-shés despojados de espesura, esos que le festejan las derechas mundiales. No vacila, en la cumbre de su fervor por la bravata –una fruición que domina a la perfección, pero con una superficialidad que en general no tienen sus novelas–, en arrojarnos a Ernesto Guevara o a Alberdi como inculpación, y al universalismo democrático y republicano como cartilla que no poseeríamos. ¡Meras argucias del pobre polemista mal informado!

Cuando usted escribió la saga de Roger Casemet, un alma conversa que pasa de su condición de agente humanitario del Imperio Británico hasta tornarse representante juramentado del Alzamiento protagonizado por la Hermandad Republicana Irlandesa, había demostrado mayor sensibilidad hacia las ideologías del siglo, los tormentos espirituales de los hombres combatientes o los rasgos mesiánicos de las raras criaturas antiliberales que pueblan el retablo revolucionario. Se dirá que el novelista promueve un interés especial por figuras que condenará en cambio el polemista de derecha, y que las dos esferas están separadas. Cierto, pero asombra la ligereza con que actúa con personas que no conoce, cuyo pensamiento no ha consultado, montándose así en previos eslabones de desprecio solventados por el grupo Prisa. En efecto, todo es muy rápido. No podemos comprender que como novelista alguien atienda bien las múltiples conciencias de sus personajes, y como polemista sea un prejuicioso señorcito, munido de sus certezas cortesanas, sin saber el significado real del episodio que lo involucra, paseándose por el mundo impartiendo condenas episcopales y dando cátedra sobre cómo fingirse víctima y actuar como un damnificado, que no lo es. No sabíamos cuánto le gustaban Alberdi y Che Guevara, señor Vargas Llosa, si no lo hubiéramos invitado a alguna mesa redonda sobre estos temas. Pero entonces allí sería necesario considerar diversas cuestiones. Nuestro universalismo parte efectivamente del concepto de pueblo-mundo de Alberdi, expresado en oportunidad de su oposición a la guerra contra Paraguay y la simultánea guerra Franco-Prusiana. Habría que ver qué piensan sus actuales amigos sobre esos puntos. No es el mismo universalismo del abstracto cosmopolitismo globalizado, sino que es el internacionalismo con atributos libertarios, que en nuestro caso mucho inspiramos en un Jorge Luis Borges, estación que queda muy lejos de la parada Vargas Llosa.

Le informo, mi amigo, que la Biblioteca Nacional de la Argentina, entre sus tantos linajes histórico-literarios (el morenista, el groussaquiano, el nacional-popular democrático), cultiva el de Borges, especialmente en lo que se refiere al tratamiento de las fantasmagorías complementarias de la historia. Hay una de ellas, la del “tema del traidor y del héroe” que usted, Sr. Vargas Llosa conoce bien, pues en él se inspira para escribir El sueño del celta. A condición de que esa circularidad de figuras contrapuestas no paralice la historia, es un buen ejercicio ético para cultivar una prudencia esencial para juzgar los grandes caracteres del movimiento social. Si Vargas Llosa sabe de esto, ¿por qué insiste en un juego menor de considerarse la víctima que no es, el censurado que no es, el perseguido que no es, el humillado que no es y, en última instancia, el liberal que no es? Sí, porque el liberalismo, tradición ideológica compleja, incluye la consideración absoluta por los argumentos que surgen del Otro, de ahí que las grandes filosofías del siglo XX son filosofías del Otro en diálogo trascendente con las filosofías del liberalismo de otras épocas.

Me refiero a las grandes herencias del hegelianismo, el marxismo, la fenomenología, el existencialismo, el psicoanálisis lacaniano, y sin duda también de Heidegger, cada uno con sus diferencias y dificultades. No hacen otra cosa que replicar en variados ambientes históricos las grandes conquistas antiabsolutistas del liberalismo revolucionario. La conversión incesante a la que Vargas Llosa somete a sus personajes y opiniones, lo hace hoy un protagonista especial de la transformación del liberalismo de la alteridad (y algo de eso sabía cuando le escribió su buena carta a Videla para pedir por los escritores desaparecidos) en un liberalismo repleto de astucias aprendidas en los laboratorios de una derecha internacional poco afecta al debate, pero insaciable en la invención de villanos y esperpentos con los que sería pan comido debatir. No somos eso, Sr. Vargas. Si desea discutir, cuando dé sus conferencias entre nosotros, trate de afinar sus argumentos para que no sean simples fachadas con las cuales confundir a las buenas conciencias sobre los gobiernos populares que usted busca debilitar. Lo escucharemos de todas maneras, pero lo preferimos en su mejor agudeza antes que en su enunciación chicanera. No le hace bien quedar a un nivel inferior a la de las más débiles “zonceras” que el escritor argentino Arturo Jauretche supo criticar con ironía.

Si se le pudiera decir algo a Vargas Llosa –a su sensibilidad de novelista, no de articulista mal informado– le indicaríamos que deje de inventar hombres infames y réprobos, prefabricados en el laboratorio creado por alquimistas duchos en moldear marionetas como contrincantes, con las que les sería fácil discutir y derrotar sin la molestia del argumento. Si aun no le molesta argumentar, Sr. Vargas, ensaye hacerlo con nosotros, que no somos lo que usted caricaturiza sin resguardar estilo ni cuidado. El buen liberal, si no es excesivamente de derecha, dice que el ser es lo que es, pero que puede cambiar. Usted, como liberal, parece en cambio un arrebolado dialéctico de las catacumbas más atrevidas: el ser no es lo que es y es lo que no es. Y así, le gusta debatir contra espectros de su propia imaginación y encima se convierte en guevarista. Se lo festejamos. Cuando ofrezca sus conferencias quizás tendrá oportunidad de aclararnos tantas confusiones, y si se lo permite su papel de monarca en el Olimpo desde los que manda sus rayos de Júpiter sin averiguar de qué se trata, acaso se anime a debatir estos temas sin recurrir a injurias, que no lo favorecen, pues incluso el arte de injuriar requiere estar antes bien informado. Relea los consejos de Borges al respecto. O vea cómo debatieron, escribieron y formularon un universalismo desde su circunstancia peruana, José Carlos Mariátegui o César Vallejo. Confío, Vargas, que no los haya olvidado.

Fuimos nosotros los que dijimos que lo respetábamos como novelista, no sólo las suyas de los inicios, sino también las de su madurez. Es que tuvimos en cuenta para eso la condición amplia del lector contemporáneo, el lector que a pesar de ser buen custodio de sus propias exigencias, también se entrega a las obras bien planeadas y escritas, aunque salidas de un gabinete de recursos y géneros que ya no reservan sorpresas mayores. Si nos colocamos en las posiciones más rigurosas, es evidente que este es su caso, al ofrecer ahora una novelística para un lector abstracto internacional, facturada con buenos recursos, pero ajena a la aventura de las lenguas que se piensan a sí mismas en su argamasa interna de disonancias y experimentaciones.

Ahí, nos permitimos dudar de que usted siga frecuentando los horizontes de la gran novela –las de Faulkner, Conrad o Flaubert que esgrimiera en sus primeros escarceos–, sustituidas apenas por las técnicas del buen artesano. Créanos, Vargas Llosa, abra su escucha a quienes no sólo no lo censuramos ni lo injuriamos, escuche a quienes bien lo hemos leído y decidimos entablar una discusión con usted; no asemeje su labor literaria en lo que le queda de elegante, bien resuelta, sin duda ingeniosa, con los atributos del panfletista desflecado (adjetivo de David Viñas), que ve amenazas inexistentes, horrorosos nacionalismos, inquisidores atrabiliarios y otras yerbas del bestiario del ciudadano exquisito. ¿Nosotros atados a los postes restringidos de cualquier cierre cultural? No, amigo mío: somos hijos de José Martí, universalista latinoamericano, y de José Lezama Lima, poeta irredento. Nunca nadie quiso impedir sus conferencias; ahora le pedimos que las dé si es posible con los temas de este debate, que se informe adecuadamente sobre las ideas que trata de embestir, y una vez cumplido, que trate de exponer caballerescamente sus ideas, como en otros tiempos supo hacerlo. La ciudad que todos deseamos ver sin el mundo viscoso de las órdenes y oscuros poderes que usted caracterizó y criticó muy bien en sus primeros escritos, lo espera para un digno debate. No se hurte de él con esas fáciles prisas por el agravio inútil.

 

 

http://www.pagina12.com.ar/diario/debates/32-164125-2011-03-14.html

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Invitado Psichoboy

Respuesta: Debate Mario Vargas Llosa vs Horacio González

 

(...) La ciudad que todos deseamos ver sin el mundo viscoso de las órdenes y oscuros poderes que usted caracterizó y criticó muy bien en sus primeros escritos, lo espera para un digno debate. No se hurte de él con esas fáciles prisas por el agravio inútil.

 

Y ni bien finalice el acto opositor de las editoriales que organizan la feria, regrese pronto a sus elegantes cócteles entre Londres, Madrid y Paris donde lo aplauden a rabiar mientras continúe siendo el niño mimado de la intelectualidad neoliberal.

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Respuesta: Debate: Mario Vargas Llosa vs Horacio González

 

Un capo Vargas Llosa, viene, se llena de guita, saluda, y se va cagandose de risa. Y aca todos discutiendo las pavadas y ridiculeces que escribe. En Peru su pais, no saca ni el 5% de votos, prefieren que venga Fujimori de nuevo antes que votar a este payaso.

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Respuesta: Debate: Mario Vargas Llosa vs Horacio González

 

Porque sera que en Argentinal la derecha no tiene pensadores interesantes como pasa en otros paises? NO, aca o solo no tenemos sino que consumimos berretadas como los Guy Sorman, Vargas Llosa, B.Levy y Cia, que en sus paises son ampliamente conocidos como poco serios o sanata de baja estofa.

Al menos Borges decia pavadas pero lo hacia tomando el pelo y con clase.

Despues no pretendan conseguir votos...o para hacerlo tengan que recurrir a millonarios hijos de....o fracasados como Macri o De Narvaez....o tipos que se lo toman en joda como Del Sel.... Esta perfecto que sigan a Berlusconi, sus boludeces, sus partuzas, pero primero hagan un imperio como lo hizo este tipo, en lugar de heredarla de papa. Si queremos capitalismo en serio, busquemos a alguien que la hizo en serio, de abajo.

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Largas a Vargas

 

Horacio González

 

Como veo que usted ha escrito en El País y lo ha reproducido La Nación, algo que en ciertas épocas se llamaba un brulote, debo responderle. Pensé, Vargas, que todo estaba claro. Que la polémica que resta se haría de un modo adecuado. Escribo esta nota para seguir defendiendo que sea así, y para ello deberé insistir una vez más que donde usted, Vargas, ve barbarie, hay civilización. Entonces, daré largas a Vargas. Es cierto que mi primera carta se prestaba a interpretaciones de diversa intencionalidad (por eso, fue aclarada y para que quedara aún más clara, retirada por indicación de la Presidenta; había volado la imaginación de varios diarios y del propio Vargas Llosa, que recordó la censura de sus libros durante el gobierno militar, en una extrapolación que no la hubiera hecho mejor su estrambótico personaje, el locutor de La Tía Julia y el escribidor). Pero la carta, al decir “lo invito a reconsiderar” y otras expresiones parecidas, no intentaba dar ninguna indicación a las autoridades de la Feria contrapuestas a la presencia de Vargas Llosa, sino a seguir interpretando la inauguración como el espacio de la voz de escritores que evitaran las típicas efusiones de cruzados de una organización política, que ante cualquier crítica menor estallan al grito de “inquisición, inquisición”. Luego, bienvenida su charla. Está muy claro que nunca hubo una supuesta cruzada contra el cruzado, limitándole sus libertades al Sr. Marqués. Cualquier espíritu que sepa evitar las zancadillas del prejuicio, la arrogancia o la testarudez, sabe que no fue así. Pero es una pena que Vargas Llosa se deje llevar por sus relaciones peligrosas. Relaciones peligrosas es una novela del siglo XVIII escrita a través de epístolas. Algo me dice, pues, esta cuestión de las cartas. Acepto que aun siendo ellas ingenuas, pueden parecer aventuradas. El tema de aquella novela admite una descripción, el encanto del libertinaje, tema de Vargas Llosa. Ahora sé que también es tema del cual también debemos ocuparnos.

En sus cartas recientemente publicadas Vargas Llosa da prueba de su mala fe (pero poco sartreana en este caso), al creer que escribe contra censores y nacionalistas. Busca enemigos fáciles, a priori repudiados en el mundo globalizado en el que se mueve. ¿Qué peor que el inquisidor y el aldeano reducido a su necedad, el pobre individuo obturado por su cerrazón? ¿Contra eso discute usted, Vargas Llosa? Si es así, no es un polemista genuino, dispuesto a comprender razones y argumentos de sus contrincantes. Se mueve dentro de grandes cli-shés despojados de espesura, esos que le festejan las derechas mundiales. No vacila, en la cumbre de su fervor por la bravata –una fruición que domina a la perfección, pero con una superficialidad que en general no tienen sus novelas–, en arrojarnos a Ernesto Guevara o a Alberdi como inculpación, y al universalismo democrático y republicano como cartilla que no poseeríamos. ¡Meras argucias del pobre polemista mal informado!

Cuando usted escribió la saga de Roger Casemet, un alma conversa que pasa de su condición de agente humanitario del Imperio Británico hasta tornarse representante juramentado del Alzamiento protagonizado por la Hermandad Republicana Irlandesa, había demostrado mayor sensibilidad hacia las ideologías del siglo, los tormentos espirituales de los hombres combatientes o los rasgos mesiánicos de las raras criaturas antiliberales que pueblan el retablo revolucionario. Se dirá que el novelista promueve un interés especial por figuras que condenará en cambio el polemista de derecha, y que las dos esferas están separadas. Cierto, pero asombra la ligereza con que actúa con personas que no conoce, cuyo pensamiento no ha consultado, montándose así en previos eslabones de desprecio solventados por el grupo Prisa. En efecto, todo es muy rápido. No podemos comprender que como novelista alguien atienda bien las múltiples conciencias de sus personajes, y como polemista sea un prejuicioso señorcito, munido de sus certezas cortesanas, sin saber el significado real del episodio que lo involucra, paseándose por el mundo impartiendo condenas episcopales y dando cátedra sobre cómo fingirse víctima y actuar como un damnificado, que no lo es. No sabíamos cuánto le gustaban Alberdi y Che Guevara, señor Vargas Llosa, si no lo hubiéramos invitado a alguna mesa redonda sobre estos temas. Pero entonces allí sería necesario considerar diversas cuestiones. Nuestro universalismo parte efectivamente del concepto de pueblo-mundo de Alberdi, expresado en oportunidad de su oposición a la guerra contra Paraguay y la simultánea guerra Franco-Prusiana. Habría que ver qué piensan sus actuales amigos sobre esos puntos. No es el mismo universalismo del abstracto cosmopolitismo globalizado, sino que es el internacionalismo con atributos libertarios, que en nuestro caso mucho inspiramos en un Jorge Luis Borges, estación que queda muy lejos de la parada Vargas Llosa.

Le informo, mi amigo, que la Biblioteca Nacional de la Argentina, entre sus tantos linajes histórico-literarios (el morenista, el groussaquiano, el nacional-popular democrático), cultiva el de Borges, especialmente en lo que se refiere al tratamiento de las fantasmagorías complementarias de la historia. Hay una de ellas, la del “tema del traidor y del héroe” que usted, Sr. Vargas Llosa conoce bien, pues en él se inspira para escribir El sueño del celta. A condición de que esa circularidad de figuras contrapuestas no paralice la historia, es un buen ejercicio ético para cultivar una prudencia esencial para juzgar los grandes caracteres del movimiento social. Si Vargas Llosa sabe de esto, ¿por qué insiste en un juego menor de considerarse la víctima que no es, el censurado que no es, el perseguido que no es, el humillado que no es y, en última instancia, el liberal que no es? Sí, porque el liberalismo, tradición ideológica compleja, incluye la consideración absoluta por los argumentos que surgen del Otro, de ahí que las grandes filosofías del siglo XX son filosofías del Otro en diálogo trascendente con las filosofías del liberalismo de otras épocas.

Me refiero a las grandes herencias del hegelianismo, el marxismo, la fenomenología, el existencialismo, el psicoanálisis lacaniano, y sin duda también de Heidegger, cada uno con sus diferencias y dificultades. No hacen otra cosa que replicar en variados ambientes históricos las grandes conquistas antiabsolutistas del liberalismo revolucionario. La conversión incesante a la que Vargas Llosa somete a sus personajes y opiniones, lo hace hoy un protagonista especial de la transformación del liberalismo de la alteridad (y algo de eso sabía cuando le escribió su buena carta a Videla para pedir por los escritores desaparecidos) en un liberalismo repleto de astucias aprendidas en los laboratorios de una derecha internacional poco afecta al debate, pero insaciable en la invención de villanos y esperpentos con los que sería pan comido debatir. No somos eso, Sr. Vargas. Si desea discutir, cuando dé sus conferencias entre nosotros, trate de afinar sus argumentos para que no sean simples fachadas con las cuales confundir a las buenas conciencias sobre los gobiernos populares que usted busca debilitar. Lo escucharemos de todas maneras, pero lo preferimos en su mejor agudeza antes que en su enunciación chicanera. No le hace bien quedar a un nivel inferior a la de las más débiles “zonceras” que el escritor argentino Arturo Jauretche supo criticar con ironía.

Si se le pudiera decir algo a Vargas Llosa –a su sensibilidad de novelista, no de articulista mal informado– le indicaríamos que deje de inventar hombres infames y réprobos, prefabricados en el laboratorio creado por alquimistas duchos en moldear marionetas como contrincantes, con las que les sería fácil discutir y derrotar sin la molestia del argumento. Si aun no le molesta argumentar, Sr. Vargas, ensaye hacerlo con nosotros, que no somos lo que usted caricaturiza sin resguardar estilo ni cuidado. El buen liberal, si no es excesivamente de derecha, dice que el ser es lo que es, pero que puede cambiar. Usted, como liberal, parece en cambio un arrebolado dialéctico de las catacumbas más atrevidas: el ser no es lo que es y es lo que no es. Y así, le gusta debatir contra espectros de su propia imaginación y encima se convierte en guevarista. Se lo festejamos. Cuando ofrezca sus conferencias quizás tendrá oportunidad de aclararnos tantas confusiones, y si se lo permite su papel de monarca en el Olimpo desde los que manda sus rayos de Júpiter sin averiguar de qué se trata, acaso se anime a debatir estos temas sin recurrir a injurias, que no lo favorecen, pues incluso el arte de injuriar requiere estar antes bien informado. Relea los consejos de Borges al respecto. O vea cómo debatieron, escribieron y formularon un universalismo desde su circunstancia peruana, José Carlos Mariátegui o César Vallejo. Confío, Vargas, que no los haya olvidado.

Fuimos nosotros los que dijimos que lo respetábamos como novelista, no sólo las suyas de los inicios, sino también las de su madurez. Es que tuvimos en cuenta para eso la condición amplia del lector contemporáneo, el lector que a pesar de ser buen custodio de sus propias exigencias, también se entrega a las obras bien planeadas y escritas, aunque salidas de un gabinete de recursos y géneros que ya no reservan sorpresas mayores. Si nos colocamos en las posiciones más rigurosas, es evidente que este es su caso, al ofrecer ahora una novelística para un lector abstracto internacional, facturada con buenos recursos, pero ajena a la aventura de las lenguas que se piensan a sí mismas en su argamasa interna de disonancias y experimentaciones.

Ahí, nos permitimos dudar de que usted siga frecuentando los horizontes de la gran novela –las de Faulkner, Conrad o Flaubert que esgrimiera en sus primeros escarceos–, sustituidas apenas por las técnicas del buen artesano. Créanos, Vargas Llosa, abra su escucha a quienes no sólo no lo censuramos ni lo injuriamos, escuche a quienes bien lo hemos leído y decidimos entablar una discusión con usted; no asemeje su labor literaria en lo que le queda de elegante, bien resuelta, sin duda ingeniosa, con los atributos del panfletista desflecado (adjetivo de David Viñas), que ve amenazas inexistentes, horrorosos nacionalismos, inquisidores atrabiliarios y otras yerbas del bestiario del ciudadano exquisito. ¿Nosotros atados a los postes restringidos de cualquier cierre cultural? No, amigo mío: somos hijos de José Martí, universalista latinoamericano, y de José Lezama Lima, poeta irredento. Nunca nadie quiso impedir sus conferencias; ahora le pedimos que las dé si es posible con los temas de este debate, que se informe adecuadamente sobre las ideas que trata de embestir, y una vez cumplido, que trate de exponer caballerescamente sus ideas, como en otros tiempos supo hacerlo. La ciudad que todos deseamos ver sin el mundo viscoso de las órdenes y oscuros poderes que usted caracterizó y criticó muy bien en sus primeros escritos, lo espera para un digno debate. No se hurte de él con esas fáciles prisas por el agravio inútil.

 

 

http://www.pagina12.com.ar/diario/debates/32-164125-2011-03-14.html

Ante la claridad supina del articulo de Vargas Llosa,la oscuridad conceptual del de Horacio Gonzalez,que seguramente ningun diario español como "El Pais" u otro de jeraquia publicaria(para no tener que traducirlo a sus lectores)es realmente desconcertante.Es lamentable que este ignoto escritor sea director de la Biblioteca Nacional que supo tener a Jorge Luis Borges en ese sitial.Como todo obsecuente tuvo que agachar la cabeza ante la reprimenda de la Jefa y poner la cola entre las piernas como perro asustado. No tiene la jerarquia intelectual ni el prestigio de un Nobel para cuestinar a Vargas Llosa.Que se llama a silencio,porque en este caso aclarar oscurece.
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Respuesta: Debate: Mario Vargas Llosa vs Horacio González

 

Que leiste de HG? que sabes si tiene o no jerarquia intelectual o si tiene oscuridad conceptual? Donde esta la oscuridad conceptual. Primero lee alguno de sus obras o enterate que hace y que escribe. HG no es escritor, es filosofo y sociologo. Y no hubo reprimendas tampoco, lee los diarios y las cartas. Segundo, V.Llosa es empleado del grupo Prisa, obviamente que El Pais, como diario de derecha que es, no va a publicar replicas de un Gobierno con el que tiene disputa legales por violaciones a la ley de medios y a tratados de inversion extranjera. Lo del prestigio del Nobel es relativo a la academia sueca, de por si, Borges fue deliberadamente excluido lo mismo que muchos escritores mas importantes que algunos galardonados como W.Churchill que jamas fue reconocido como buen escritor.

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Respuesta: Debate: Mario Vargas Llosa vs Horacio González

 

Que leiste de HG? que sabes si tiene o no jerarquia intelectual o si tiene oscuridad conceptual? Donde esta la oscuridad conceptual. Primero lee alguno de sus obras o enterate que hace y que escribe. HG no es escritor, es filosofo y sociologo. Y no hubo reprimendas tampoco, lee los diarios y las cartas. Segundo, V.Llosa es empleado del grupo Prisa, obviamente que El Pais, como diario de derecha que es, no va a publicar replicas de un Gobierno con el que tiene disputa legales por violaciones a la ley de medios y a tratados de inversion extranjera. Lo del prestigio del Nobel es relativo a la academia sueca, de por si, Borges fue deliberadamente excluido lo mismo que muchos escritores mas importantes que algunos galardonados como W.Churchill que jamas fue reconocido como buen escritor.
SI como dices HG es filosofo y sociologo,mal esta su nombramiento como director de la Biblioteca Nacional,puesto que debe se otorgado a un escritor,pero esta es otro de los errores de este gobierno.En cuanto al prestigio de Nobel,me parece que no somos nosotros los calificados para juzgarlo,es un premio numero uno y basta.El rechazo que los intelectuales de Carta Abierta a Vargas Lllosa es deneznable y muestra la bajeza moral de todos y cada uno de ellos.
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Respuesta: Debate: Mario Vargas Llosa vs Horacio González

 

Mirá, que defiendas tanto el nobel es una señal de supina ignorancia. Y vos no estás calificado para decir quién debe dirigir la biblioteca nacional. O sea, vos no entendes nada de nada, a Vargas Llosa lo defenestran escritores anti-K, porque creen -con justicia- que hace milenios que no escribe una novela buena. Lo que pasa es que, como vos nunca leiste nada -es más que obvio por las cosas que escribís- pensás que el resto es tan ignorante como vos. Pero no, resulta que no. Hay gente que lee, conoce, escribe, y participa de la comunidad intelectual. Cosa que por lo visto vos, jamás de los jamases. Pero igual te crees con derecho a juzgar autores y obras que jamás leiste, textos que ni siquiera sabes que existen. Decime si eso no es ignorancia y bajeza moral.

 

SI como dices HG es filosofo y sociologo,mal esta su nombramiento como director de la Biblioteca Nacional,puesto que debe se otorgado a un escritor,pero esta es otro de los errores de este gobierno.En cuanto al prestigio de Nobel,me parece que no somos nosotros los calificados para juzgarlo,es un premio numero uno y basta.El rechazo que los intelectuales de Carta Abierta a Vargas Lllosa es deneznable y muestra la bajeza moral de todos y cada uno de ellos.
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Tildar a Vargas Llosa de neoliberal, genocida y asesino es un insulto a la lógica y a la sana crítica. Sólo energumenos enceguecidos por un fanatismo enfermizo podrían sustentar tamaña tesis.

De todos modos, sea lo que fuera, MVL, el solicitar, exigir, y -peor aún- justificar y respaldar una censura... es un acto de cobardes. De pequeños hombrecitos que temen que alguien exprese un parecer diferente, que les señale sus defectos, grandes y pequeños. ¡cuánta inseguridad demuestra el cobarde censurador! ¡qué poquita cosa que es! ¡qué insignificante montoncito de detritus, aquel que prefiere la mordaza, a la libre confrontación de ideas!

Como sea, bien por la Presidenta por evitar una nueva mamarrachada de la tropa K.

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Respuesta: Debate: Mario Vargas Llosa vs Horacio González

 

Es lo que opinan todos los que no leyeron el pedido de Horacio González, que en ningún momento solicitaba la censura de Mario Vargas Llosa, sino que -atendiendo a la tradición de la feria- pedia que la conferencia inaugural quedara a cargo de un escritor argentino, invitando a VL para alguna otra conferencia en el marco de la Feria del Libro. Además, como es conocido, Vargas Llosa no puede participar de la apertura de la Feria porque tiene otros compromisos en la Argentina (alguno de esos eventos liberales que, sin duda, el renombrado escritor considera más importantes que la Feria del Libro), entonces, ¿para qué postergar la conferencia inaugural si hay muchos y buenos escritores argentinos que no tienen los problemas de agenda de Vargas Llosa?

No por nada los intelectuales anti-K no hicieron leña con el asunto: si se lee el entrelíneas de un crítico literario como Daniel Link (que escribe en Perfil), se aprecía la tónica de los escritores anti-K: también detestan a Vargas Llosa, también les parece repugnante que él -y no un escritor argentino- dé la conferencia inaugural de la feria, en el fondo aprecían más a González por ese "error" que por todos sus aciertos.

 

Tildar a Vargas Llosa de neoliberal, genocida y asesino es un insulto a la lógica y a la sana crítica. Sólo energumenos enceguecidos por un fanatismo enfermizo podrían sustentar tamaña tesis.

De todos modos, sea lo que fuera, MVL, el solicitar, exigir, y -peor aún- justificar y respaldar una censura... es un acto de cobardes. De pequeños hombrecitos que temen que alguien exprese un parecer diferente, que les señale sus defectos, grandes y pequeños. ¡cuánta inseguridad demuestra el cobarde censurador! ¡qué poquita cosa que es! ¡qué insignificante montoncito de detritus, aquel que prefiere la mordaza, a la libre confrontación de ideas!

Como sea, bien por la Presidenta por evitar una nueva mamarrachada de la tropa K.

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Mirá, que defiendas tanto el nobel es una señal de supina ignorancia. Y vos no estás calificado para decir quién debe dirigir la biblioteca nacional. O sea, vos no entendes nada de nada, a Vargas Llosa lo defenestran escritores anti-K, porque creen -con justicia- que hace milenios que no escribe una novela buena. Lo que pasa es que, como vos nunca leiste nada -es más que obvio por las cosas que escribís- pensás que el resto es tan ignorante como vos. Pero no, resulta que no. Hay gente que lee, conoce, escribe, y participa de la comunidad intelectual. Cosa que por lo visto vos, jamás de los jamases. Pero igual te crees con derecho a juzgar autores y obras que jamás leiste, textos que ni siquiera sabes que existen. Decime si eso no es ignorancia y bajeza moral.
Creo sinceramente que sos mucho mas ignorante que yo por la forma de expresarte.El dia que vos leas la decima parte de los que yo he leido ,las ranas tendran pelo.En cuanto a que vargas Llosa no escribe una novela buena,debes ser el unico que asi piensa,porque no cesa de ser leido y de escribir nuevos libros y aparte,no te creo con leureles como para discriminar el valor de un premkio Noberl.Me parece que se te fue la mano.
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Invitado Psichoboy

Respuesta: Debate: Mario Vargas Llosa vs Horacio González

 

(...)no te creo con leureles como para discriminar el valor de un premkio Noberl.Me parece que se te fue la mano.

 

Al que se le va la mano es a Ud, descalificando a todo aquel que piense distinto... y después habla de censura! Hay que mirarse un poco al espejo a veces.:sneaky2:

 

Todos tenemos derecho a opinar si MVLL viene a hablar de literatura, o si viene a hacer un acto político opositor convocado por las editoriales que organizan la feria, o si solo es un novelista y ensayista brillante pero como político no pasa de simple demagogo derechoso -la mayoría del pueblo peruano que NO lo votó en su momento, lo sabe bien- , además debería cuestionarse si es aceptable que se invite a un escritor o intelectual que se la pasa de brulote en brulote contra TODOS los argentinos. Las críticas despiadadas del nobel a ud también le caben como argentino que será, supongo, aunque a veces tengo dudas.

 

Por otro lado, el premkio Noberl, como gusta ud llamarlo, muchas veces ha sido un premio político, como sucedió con Obama cuando le otorgaron el nobel de la paz el día posterior a mandar miles de soldados a Afganistan, o sea... no carguemos las tintas con la incuestionabilidad de los premios que el hombre le otorga al hombre. No son "palabra santa".

Si MVLL se limitara a hablar de literatura que es el tema convocante de la feria (además de la venta de libros) sería muy bienvenido por todos.

 

Por mí que venga, haga su panfleto y regrese a sus fiestas en España y Francia, no sea cosa que se quede, se presente como candidato a presidente y lo tengamos que leer a ud haciendo campaña y cantando consignas simplonas como: patria hermosa, patria hermosa, dame un candidato como Vargas Llosa! :005:

 

Au revoir!

 

PD: Ah! y no se le ocurra atreverse a decir que no conozco de literatura o de la obra de Vargas, es más en estos días estoy leyendo una de sus obras titulada "Travesuras de la niña mala" una muy cautivante novela.

Editado por Psichoboy
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  • Actividad relevante

    • hace 2 horas, Elbuni dijo:

      85k la hora. Me tienta pero lastima que estamos a fin de mes

      Se fue, no era de Mardel... Conocen alguna morocha con el mismo perfil para visitar?

    • 85k la hora. Me tienta pero lastima que estamos a fin de mes

    • Puede pasar colega a veces también puede ser el mismo alcohol que juegue en contra (aunque lo pongan más atrevido) también no pasa si tiene confianza usted o piel con la escort, todo puede ser

    • Yo le había hablado en su momento y me pasó 100 USD y no le contesté más (no ajustable a mí bolsillo) y después a la madrugada me escribió diciéndome "hacemos algo" y vi horas después por qué estaba en otra,le contesté después y me pone "????" y no dije más nada 

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