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Piñera apuesta por la vida (más sobre los mineros)


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PIÑERA APUESTA POR LA VIDA:

 

Por José Rodríguez Elizondo

(La Vanguardia, 15/10/2010)

 

Como todos los chilenos, seguí la operación de rescate de los mineros por la tele. Presunto internacionalista, opté por el cable y así descubrí que en otros países estaban en la misma frecuencia. Alguien dijo en la CNN que como noticia era paragonable con la del primer paseo sobre la Luna y nadie se espantó. Es que ahora era cierto: Chile se había convertido en un ejemplo mundial de rescate terrestre en profundidad.

 

A la hora de los análisis, hay dos cosas especialmente destacables. La primera, que el sentimiento patrio fue la argamasa que mantuvo unidos a los 33 sepultados - un boliviano incluido - y a los 17 millones de chilenos insepultos. Los símbolos nacionales, tan manoseados en todas partes, adquirieron allá abajo un sentido literalmente profundo y operativo. Cantando el himno y cubriéndose con la bandera, los de socavón nos enseñaron que son indispensables para organizarse en las emergencias, con el objetivo de sobrevivir.

 

Lo otro destacable es que en todo esto hubo una decisión política sorprendente del presidente Sebastián Piñera. Este bien pudo acondicionarnos para admitir que la muerte era más que probable, fingir que se esforza a pero no podía, pedir encuestas secretas de imagen. Hasta pudo arreglárselas para ser compadecido (¡qué mala suerte, un terremoto y ahora estó!).

 

El caso es que hizo todo lo contrario: decidió, de inmediato, apostarlo todo a la vida y rescate de los enterrados. Ni siquiera chequeó las cuentas nacionales con su ministro de Hacienda, antes de decir que no había que fijarse en gastos. Y todo por un colectivo que ni siquiera contaba con un famoso de reality.

 

Simplemente, no recuerdo, en mi país, una decisión política de superior calidad humana .Tampoco recuerdo una que, sin planificación estratégica ni campañas sofisticadas, haya posicionado mejor la imagen de Chile en el extranjero. Desde ahora, los 33 serán nuestra mejor marca durante muchos años, pues mostraron que somos algo más que una oficina de exportación-importación con nombre país...

 

Por eso, no debiera molestar que el presidente saque los réditos políticos que le corresponden. Está bien que quien actúa bien reciba el reconocimiento de propios y extraños. Y está mejor si todas las cámaras del mundo enfocan el Chile que vimos éste último mes.

 

Es el Chile que quisiéramos tener siempre.-

 

José Rodríguez Elizondo es profesor de Relaciones Internacionales y Catedrático en Historia de las Ideas de la Universidad de Chile.

 

---

 

Esto se lo dedico a mis amigos de derecha de por aquí, ellos saben quienes son. :dft012:

 

... Y, naturalmente, a mis queridos amigos chilenos también de este foro, mil millones de felicitaciones por tremenda hazaña. Bien merecido se lo tienen.

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Respuesta: Piñera apuesta por la vida (más sobre los mineros)

 

ln_112x16.gif Editorial I Chile y su digno baño de orgullo

 

El histórico y conmovedor rescate de los mineros resultó ser un tributo a la mejor acepción de la palabra "unidad"

 

Jueves 14 de octubre de 2010 | Publicado en edición impresa

 

 

 

Es cierto que las desgracias unen, pero también es cierto que algunas desgracias unen más que otras. La desgracia de los 33 mineros chilenos atrapados en un precario refugio sin luz natural ni aire fresco, a 700 metros de profundidad, sin duda ha unido más que cualquier otra a todas las personas de cualquier nacionalidad que, al menos por un momento, repararon en la angustia que puede significar estar en esa dramática situación e incluso en la de sus familiares y amigos, pendientes del desenlace en el puesto de avanzada que, durante 69 días de zozobra, desde anteanoche hizo honor a su nombre: campamento Esperanza.

 

El histórico y conmovedor rescate de los mineros, uno a uno en el tiempo necesario para llevarlos a la superficie, resultó ser un tributo a la mejor acepción de la palabra "unidad".

 

Tanto ellos, organizados durante los 17 días en los cuales tuvieron que racionar los víveres disponibles para sólo tres jornadas y alimentarse con apenas dos cucharadas de atún, como el presidente de Chile, Sebastián Piñera, y toda la sociedad, sin distinción de banderías políticas o clases sociales, demostraron ser tan sólidos como la roca al hablar con una sola voz y, sin fisuras, lograr que los mineros retornaran sanos y salvos a la superficie.

 

Era una empresa mayor, colosal, imposible de medir en mezquinos términos políticos. En Chile, el orgullo nacional quedó inscripto en su mero nombre, grabado en la cápsula Fénix 2, y en su bandera, desplegada en el refugio y en la superficie como la salvaguarda común de esos hombres bravos que, puro coraje, supieron organizarse para no desesperarse y contenerse para no dispersarse.

 

Primó entre ellos la confianza, más allá de los lógicos y comprensibles arranques de furia y desesperación que pudieron haber sufrido. Ese papelito que sacudió al mundo con la primera señal de vida de los 33 dejó en evidencia hasta qué punto el ser humano es capaz de soportar condiciones adversas en su afán de sobrevivir.

 

Ningún país necesita una prueba de fuego semejante para que un presidente nuevo como Piñera, desentendido de la seguidilla de gobiernos socialistas y democristianos de la Concertación que dominaron La Moneda desde el final de la dictadura militar y de otros que se precian de ser "progresistas", se calzara el casco y, firme al lado del hoyo del cual iban a volver a la vida los mineros, confiara en fundirse en abrazos con ellos hasta que se selle en forma definitiva esa trampa mortal que dejó al desnudo la precariedad laboral que muchas veces es pública y notoria en América latina.

 

Los 33 y otros 300 que trabajaban en la mina San José llevaban dos meses sin cobrar; sus salarios no alcanzaban los mil dólares mensuales.

 

Desde hace más de una semana ondean banderas de Chile en Copiapó. El país presentía que el desenlace iba a ser feliz y que los rescatistas, así como quienes condujeron el complejo operativo, iban a convertirse en algo así como héroes nacionales. No da envidia. Despierta admiración y, en el fondo, nostalgia: ¿cuánto hace que los argentinos no nos enorgullecemos de nosotros mismos como sociedad en lugar de vanagloriarnos por el crédito de un polo o un sector en particular?

 

Esa es la diferencia con Chile, acaso más monumental que la cordillera de los Andes. Y es, también, la consecuencia de vivir en una guerra permanente contra nosotros mismos en la cual es imposible que haya ganadores.

 

En el desierto de Atacama, los familiares de los mineros levantaron el campamento con tiendas de campaña y una estatua de San Lorenzo, el santo patrono de los mineros, el 5 de agosto mismo. Se resistieron desde el comienzo a creer que los suyos habían quedado sepultados. Se valieron de una sola arma: rezar pidiendo una señal. Esa señal llegó en el papelito enrollado que vino a ser la confirmación de los recursos desplegados para dar con ellos. Había un boliviano y, por eso, el presidente de ese país, Evo Morales, acompañó a Piñera.

 

La presidenta Cristina Fernández de Kirchner habló por teléfono con su par chileno. "Esto es una caricia de Dios después de la tragedia de febrero", le comunicó, antes de, Twitter mediante, importar el escenario como si la "tragedia milagrosa" hubiese ocurrido en la Argentina y, con tono burlón que roza la falta de respeto hacia la desgracia en sí, hacer especulaciones sobre el papel de algunos de sus obsecuentes ministros y, desde luego, los medios de comunicación.

 

En realidad, tanta bandera de Chile y tanto grito a coro de su nombre cada vez que asomaba la cabeza un minero rescatado resultaron ser el mejor premio que ese país hermano y querido pudo darse a sí mismo. Un digno baño de orgullo nacional.

"... estoy convencido de mis propias limitaciones: y esa conviccion es mi fortaleza". M K G "El problema con el mundo es que los estupidos estan seguros de si mismos y los inteligentes llenos de dudas" Bertrand Russell

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Notas

 

Dos notas sobre el tema.

 

Los fantasmas chilenos no han sido rescatados

John Pilger. Information Clearing House, 15 octubre 2010

El rescate de 33 mineros en Chile es un drama extraordinario, lleno de páthos y heroísmo. Es también viento mediático de empopada para el gobierno chileno: su munificencia ha sido registrada por una selva de cámaras. El accidente que atrapó a los mineros no es algo insólito en Chile; es la consecuencia inevitable del implacable sistema económico que apenas ha cambiado desde los tiempos de la dictadura del general Augusto Pinochet. El cobre es el oro chileno, y la frecuencia de los desastres mineros se acompasa a los precios y a los beneficios que reporta. De promedio, cada año se registran 39 accidentes mortales en las minas chilenas privatizadas. El trabajo en la mina de San José llegó a ser tan inseguro en 2007, que tuvo que cerrarse. Pero no por mucho tiempo. El pasado 30 de julio, un informe del ministerio chileno de trabajo advirtió de sus "graves deficiencias de seguridad", pero el ministro no tomó medida alguna. Seis días después, los mineros quedaban sepultados.

A despecho de todo el circo mediático desplegado in situ durante el rescate, el Chile de nuestros días es un país silenciado. En la Villa Grimaldi, en los suburbios de Santiago, un cartel reza como sigue: "El pasado olvidado está lleno de memoria". Fue el centro de tortura en el que centenares de personas fueron asesinadas y desaparecidas por oponerse al fascismo que impusieron a Chile el general Augusto Pinochet y sus aliados empresariales. Su fantasmal presencia pasa desapercibida ante la imponente belleza del transfondo andino. El hombre a su cuidado vivía muy cerca y aún recuerda los aullidos.

Visité la Villa una invernal mañana de 2006. Me llevó Sara De Witt, quien estuvo encarcelada allí cuando era una activista estudiantil. (Ahora vive en Londres.) Fue electrocutada y golpeada, pero sobrevivió. Luego fuimos a la casa de Salvador Allende, el gran demócrata y reformista que pereció el día del golde de Estado de Pinochet, el 11 de septiembre de 1973 (el 11-S de América Latina). Su casa es un silencioso edificio blanco, sin placas ni señales conmemorativas.

Diríase que el nombre de Salvador Allende ha sido borrado por doquiera. Únicamente en el solitario memorial del cementerio se pueden leer, grabadas en una lista de "ejecutados políticos", las palabras: "Presidente de la República". Allende murió por propia mano, mientras Pinochet bombardeaba el palacio presidencial con aviones británicos y el embajador norteamericano contemplaba el espectáculo.

Ahora Chile es una democracia, aunque muchos pondrían objeciones a esa calificación, sobre todo en los barrios obligados a hurgar en los basureros y a robar electricidad. En 1990, Pinochet impuso un sistema constitucional de compromiso como condición de su propio retiro y del paso de las fuerzas armadas a la sombra política. Eso garantiza que los partidos reformistas en un sentido amplio, la llamada Concertación, estén permanentemente divididos o se vean forzados a legitimar los designios económicos de los partidarios del dictador. En las últimas elecciones, la derechista Coalición por el Cambio, la creación del ideólogo pinochestista Jaime Guzmán, llevó al poder al presidente Sebastián Piñera. Se culminaba así a hurtadillas la sangrienta erradicación de la verdadera democracia que comenzó con la muerte de Allende.

Piñera es un millonario que controla una buena porción de la minería, de la energía y de la venta minorista. Hizo su fortuna luego del golpe de Estado de Pinochet, durante los "experimentos" de libre mercado de los fundamentalistas de la Universidad de Chicago conocidos como "Chicago boys". Su hermano y antiguo socio empresarial, José Piñera, ministro de trabajo con Pinochet, privatizó la minería y el sistema público de pensiones y se empeñó en destruir los sindicatos. Lo que recibió el aplauso de Washington como un "milagro económico", un modelo de culto para el neoliberalismo que habría de engullir al continente y asegurar al Norte su control.

El Chile de hoy es crítico con las embestidas del presidente Obama contra las democracias independientes de Ecuador, Bolivia y Venezuela. El aliado más cercano de Piñera es el principal hombre de Washington en la zona, Juan Manuel Santos, el nuevo presidente de Colombia, país que dispone de 7 bases militares estadounidenses y de un infame registro en materia de derechos humanos, algo que conocen bien los chilenos que sufrieron el terror de Pinochet.

El Chile post-Pinochet ha mantenido en la sombra sus propios abusos. Las familias que todavía buscan recuperarse de la tortura o de la desaparición de sus seres queridos son tratadas con prejuicios por el Eelstado y sus funcionarios. No se callan los mapuches, la única nación indígena a la que los conquistadores españoles no consiguieron derrotar. A fines del XIX, los colonos europeos de un Chile ya independiente lanzaron su racista guerra de exterminio contra los mapuches, lo que los dejó en condiciones de marginalidad depauperada. Eso empezó a cambiar durante los mil días del gobierno de Allende. Algunas tierras mapuches fueron devueltas, y se reconoció una deuda de justicia.

Desde entonces, se ha venido librando una guerra tan malévola como silenciada contra los mapuches. Se ha permitido a grandes empresas forestales hacerse con sus tierras, y su resistencia ha sido combatida con asesinatos, desapariciones y persecuciones arbitrarias bajo capa de leyes "antiterroristas" aprobadas por la dictadura. En sus campañas de desobediencia civil, ningún mapache ha infligido el menor daño a nadie. Ha bastado que un terrateniente o un empresario lanzara la acusación de que los mapaches "podrían llegar a traspasar" los límites en que han sido confinados y entrar en sus territorios ancestrales, para que la policía les acusara de delitos que desembocaban en procesos judiciales kafkianos, con testigos sin rostro y sentencias cárcel de 20 años. Se trata, en efecto, de presos políticos.

Mientras que el mundo de congratula con el espectáculo del rescate de los mineros, no se tiene noticia de los 38 huelguistas de hambre mapuches que exigen la abolición de las leyes pinochestistas –como la de "incendio terrorista"— con que se les ha procesado y la justicia de una democracia de verdad. El pasado 9 de octubre, todos los huelguistas de hambre, salvo uno, pusieron fin a su protesta de 90 días sin ingesta de alimentos. Un joven mapuche, Luis Marileo, dice que él seguirá la huelga. El próximo 18 de octubre, el presidente Piñera tiene que dictar una conferencia en la London School of Economics. Habría que aprovechar la ocasión para recordarle todo eso.

http://www.informationclearinghouse.info/article26594.htm

http://www.informationclearinghouse.info/

 

En una década, han muerto en Chile

en accidentes 373 mineros; 31, el último año

Hugo Guzmán. La Jornada, 16 de octubre de 2010

023n1mun-1.jpg

Santiago, 15 de octubre. Todo el mundo pudo ver el rescate de los 33 mineros atrapados durante dos meses a 700 metros de profundidad en la mina San José en la región de Atacama, en el norte de Chile. Pero nadie habló de los 31 mineros muertos en el último año en este país, de la precariedad salvaje de sus condiciones de trabajo y que mientras aumentaba el precio del cobre subía el índice de accidentes.

Mientras millones observaban la salida de esos trabajadores desde las profundidades de la Tierra, se ocultaban las pancartas y las voces de los otros 300 mineros de la empresa San Esteban –a la que pertenece San José– que fueron despedidos, a los que les deben los sueldos y no les pagan las indemnizaciones. Javier Castillo, dirigente del sindicato, dijo que los 328 trabajadores restantes de la mina San José no estamos bien e indicó que las autoridades y los medios temen que los saquemos (a los 33 mineros) de la burbuja en la que el gobierno los tiene.

El dirigente de la Central Unitaria de Trabajadores de Chile, Marcos Canales, comentó: Éste fue un accidente que nunca debió ocurrir. Pero el historial de la mina San José es oscuro y paradigma de lo que ocurre con otras empresas mineras en el Chile actual.

Desde 1999 se producían accidentes, cuyos dueños ganaban millones de dólares. En 2004 murió allí un minero. En esa oportunidad, los trabajadores protestaron y recurrieron a la Corte de Apelaciones para que se garantizara la seguridad, planteando que se había llegado a la culminación de una secuela de accidentes que se arrastran desde hace más de cinco años, lo cual los trabajadores hemos denunciado a los organismos fiscalizadores (que) jamás dieron respuesta. La justicia tampoco. No hizo caso del reclamo de los de San José. Seis años después la mina colapsó y atrapó a los 33 mineros.

Además de la empresa, organismos del Estado como el Servicio Nacional de Geología y Minería (Sernageomin), la Dirección del Trabajo, la Secretaría Regional de Salud, la Superintendencia de Seguridad Social y el gobierno regional hicieron caso omiso de los reclamos de los mineros y de las condiciones de inseguridad de la mina. Eso se acentuó con fallas que se producían en el cerro donde está la mina San José y debilidades en la estructura. En 2007, el yacimiento fue cerrado por presentar condiciones negativas, pero las autoridades lo volvieron a abrir.

Cristián Cuevas, presidente de la Confederación de Trabajadores del Cobre, señaló que en el drama de los 33 mineros hay una acción predeterminada, un acto criminal por parte de los empleadores y de la institucionalidad del Estado. Hay una acción culposa porque un hecho previsible no se evitó.

Los datos que se manejan en Chile indican que en la última década han muerto 373 mineros y en el último año 31, casi la misma cantidad de los rescatados en San José. La inmensa mayoría pertenecen a medianas o pequeñas mineras y al segmento de pirquineros, que laboran en pequeñas minas de manera informal. En la estatal Corporación Nacional del Cobre y las trasnacionales del cobre, el índice de accidentabilidad es bajo.

Los mineros muertos y los vivos tienen factores en común: salarios bajos, empleo inseguro, previsión miserable, inexistencia de contratos o contratos precarios, inestabilidad laboral, abuso empresarial, ausencia de higiene y prevención, y con el chantaje de que ante la falta de trabajo aceptan condiciones deplorables.

 

Voracidad en cifras

La voracidad empresarial se ve reflejada en que en 2002 –según reportaje de los periodistas Pablo Obregón y Carla Gardella– las estadísticas hablaban de 28 accidentes mineros fatales, con el precio del cobre en 0.8 centavo de dólar la libra. Cuando en 2007 se cotizó a 3.2 dólares la libra, los muertos subieron a 40. Los privados medianos y pequeños tensionaron la fuerza laboral para extraer el mineral; sin invertir en seguridad.

A estos datos se agregan episodios peculiares. Días antes del derrumbe en San José, el gobierno conservador de Sebastián Piñera decidió cerrar la Unidad de Inspección Programada de Oficio, del Ministerio del Trabajo, precisamente encargada de fiscalizar al sector empresarial respecto al cumplimiento de normas para los trabajadores. Y producido el accidente en la mina, se supo que el Sernageomin, que debe velar por la seguridad en los yacimientos, apenas contaba con dos fiscalizadores en toda la región de Atacama, donde operan decenas de minas medianas y pequeñas.

Marcos Canales dijo a La Jornada que son pésimas y riesgosas las condiciones de los mineros chilenos y nada apunta a que la situación cambiará, porque para eso tendría que cambiar el sistema económico que cobija a los empresarios y vulnera derechos de los trabajadores. Ya pasará a la historia el caso de San José y los 33 mineros, pero seguirá el drama de cientos de hombres que arriesgarán la salud y la vida por ganar un sueldo mísero extrayendo cobre.

En un país donde el año pasado las corporaciones extranjeras tuvieron utilidades de 10 mil millones de dólares y este año se prevé serán 37 mil millones. Es decir, el cobre, que el presidente Salvador Allende definió como el sueldo de Chile, podría satisfacer perfectamente las necesidades de los mineros (y de la gran mayoría de los chilenos). Pero parecen invisibles. Hasta que bordean la muerte y entonces se prenden los focos.

 

http://www.jornada.unam.mx/2010/10/16/index.php?section=mundo&article=023n1mun&partner=rss

 

 

Stendhal

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Respuesta: Notas

 

Dos notas sobre el tema.

 

Los fantasmas chilenos no han sido rescatados

 

John Pilger. Information Clearing House, 15 octubre 2010

El rescate de 33 mineros en Chile es un drama extraordinario, lleno de páthos y heroísmo. Es también viento mediático de empopada para el gobierno chileno: su munificencia ha sido registrada por una selva de cámaras. El accidente que atrapó a los mineros no es algo insólito en Chile; es la consecuencia inevitable del implacable sistema económico que apenas ha cambiado desde los tiempos de la dictadura del general Augusto Pinochet. El cobre es el oro chileno, y la frecuencia de los desastres mineros se acompasa a los precios y a los beneficios que reporta. De promedio, cada año se registran 39 accidentes mortales en las minas chilenas privatizadas. El trabajo en la mina de San José llegó a ser tan inseguro en 2007, que tuvo que cerrarse. Pero no por mucho tiempo. El pasado 30 de julio, un informe del ministerio chileno de trabajo advirtió de sus "graves deficiencias de seguridad", pero el ministro no tomó medida alguna. Seis días después, los mineros quedaban sepultados.

A despecho de todo el circo mediático desplegado in situ durante el rescate, el Chile de nuestros días es un país silenciado. En la Villa Grimaldi, en los suburbios de Santiago, un cartel reza como sigue: "El pasado olvidado está lleno de memoria". Fue el centro de tortura en el que centenares de personas fueron asesinadas y desaparecidas por oponerse al fascismo que impusieron a Chile el general Augusto Pinochet y sus aliados empresariales. Su fantasmal presencia pasa desapercibida ante la imponente belleza del transfondo andino. El hombre a su cuidado vivía muy cerca y aún recuerda los aullidos.

Visité la Villa una invernal mañana de 2006. Me llevó Sara De Witt, quien estuvo encarcelada allí cuando era una activista estudiantil. (Ahora vive en Londres.) Fue electrocutada y golpeada, pero sobrevivió. Luego fuimos a la casa de Salvador Allende, el gran demócrata y reformista que pereció el día del golde de Estado de Pinochet, el 11 de septiembre de 1973 (el 11-S de América Latina). Su casa es un silencioso edificio blanco, sin placas ni señales conmemorativas.

Diríase que el nombre de Salvador Allende ha sido borrado por doquiera. Únicamente en el solitario memorial del cementerio se pueden leer, grabadas en una lista de "ejecutados políticos", las palabras: "Presidente de la República". Allende murió por propia mano, mientras Pinochet bombardeaba el palacio presidencial con aviones británicos y el embajador norteamericano contemplaba el espectáculo.

Ahora Chile es una democracia, aunque muchos pondrían objeciones a esa calificación, sobre todo en los barrios obligados a hurgar en los basureros y a robar electricidad. En 1990, Pinochet impuso un sistema constitucional de compromiso como condición de su propio retiro y del paso de las fuerzas armadas a la sombra política. Eso garantiza que los partidos reformistas en un sentido amplio, la llamada Concertación, estén permanentemente divididos o se vean forzados a legitimar los designios económicos de los partidarios del dictador. En las últimas elecciones, la derechista Coalición por el Cambio, la creación del ideólogo pinochestista Jaime Guzmán, llevó al poder al presidente Sebastián Piñera. Se culminaba así a hurtadillas la sangrienta erradicación de la verdadera democracia que comenzó con la muerte de Allende.

Piñera es un millonario que controla una buena porción de la minería, de la energía y de la venta minorista. Hizo su fortuna luego del golpe de Estado de Pinochet, durante los "experimentos" de libre mercado de los fundamentalistas de la Universidad de Chicago conocidos como "Chicago boys". Su hermano y antiguo socio empresarial, José Piñera, ministro de trabajo con Pinochet, privatizó la minería y el sistema público de pensiones y se empeñó en destruir los sindicatos. Lo que recibió el aplauso de Washington como un "milagro económico", un modelo de culto para el neoliberalismo que habría de engullir al continente y asegurar al Norte su control.

El Chile de hoy es crítico con las embestidas del presidente Obama contra las democracias independientes de Ecuador, Bolivia y Venezuela. El aliado más cercano de Piñera es el principal hombre de Washington en la zona, Juan Manuel Santos, el nuevo presidente de Colombia, país que dispone de 7 bases militares estadounidenses y de un infame registro en materia de derechos humanos, algo que conocen bien los chilenos que sufrieron el terror de Pinochet.

El Chile post-Pinochet ha mantenido en la sombra sus propios abusos. Las familias que todavía buscan recuperarse de la tortura o de la desaparición de sus seres queridos son tratadas con prejuicios por el Eelstado y sus funcionarios. No se callan los mapuches, la única nación indígena a la que los conquistadores españoles no consiguieron derrotar. A fines del XIX, los colonos europeos de un Chile ya independiente lanzaron su racista guerra de exterminio contra los mapuches, lo que los dejó en condiciones de marginalidad depauperada. Eso empezó a cambiar durante los mil días del gobierno de Allende. Algunas tierras mapuches fueron devueltas, y se reconoció una deuda de justicia.

Desde entonces, se ha venido librando una guerra tan malévola como silenciada contra los mapuches. Se ha permitido a grandes empresas forestales hacerse con sus tierras, y su resistencia ha sido combatida con asesinatos, desapariciones y persecuciones arbitrarias bajo capa de leyes "antiterroristas" aprobadas por la dictadura. En sus campañas de desobediencia civil, ningún mapache ha infligido el menor daño a nadie. Ha bastado que un terrateniente o un empresario lanzara la acusación de que los mapaches "podrían llegar a traspasar" los límites en que han sido confinados y entrar en sus territorios ancestrales, para que la policía les acusara de delitos que desembocaban en procesos judiciales kafkianos, con testigos sin rostro y sentencias cárcel de 20 años. Se trata, en efecto, de presos políticos.

Mientras que el mundo de congratula con el espectáculo del rescate de los mineros, no se tiene noticia de los 38 huelguistas de hambre mapuches que exigen la abolición de las leyes pinochestistas –como la de "incendio terrorista"— con que se les ha procesado y la justicia de una democracia de verdad. El pasado 9 de octubre, todos los huelguistas de hambre, salvo uno, pusieron fin a su protesta de 90 días sin ingesta de alimentos. Un joven mapuche, Luis Marileo, dice que él seguirá la huelga. El próximo 18 de octubre, el presidente Piñera tiene que dictar una conferencia en la London School of Economics. Habría que aprovechar la ocasión para recordarle todo eso.

 

http://www.informationclearinghouse.info/article26594.htm

http://www.informationclearinghouse.info/

 

 

 

 

En una década, han muerto en Chile

en accidentes 373 mineros; 31, el último año

 

Hugo Guzmán. La Jornada, 16 de octubre de 2010

023n1mun-1.jpg

 

Santiago, 15 de octubre. Todo el mundo pudo ver el rescate de los 33 mineros atrapados durante dos meses a 700 metros de profundidad en la mina San José en la región de Atacama, en el norte de Chile. Pero nadie habló de los 31 mineros muertos en el último año en este país, de la precariedad salvaje de sus condiciones de trabajo y que mientras aumentaba el precio del cobre subía el índice de accidentes.

Mientras millones observaban la salida de esos trabajadores desde las profundidades de la Tierra, se ocultaban las pancartas y las voces de los otros 300 mineros de la empresa San Esteban –a la que pertenece San José– que fueron despedidos, a los que les deben los sueldos y no les pagan las indemnizaciones. Javier Castillo, dirigente del sindicato, dijo que los 328 trabajadores restantes de la mina San José no estamos bien e indicó que las autoridades y los medios temen que los saquemos (a los 33 mineros) de la burbuja en la que el gobierno los tiene.

El dirigente de la Central Unitaria de Trabajadores de Chile, Marcos Canales, comentó: Éste fue un accidente que nunca debió ocurrir. Pero el historial de la mina San José es oscuro y paradigma de lo que ocurre con otras empresas mineras en el Chile actual.

Desde 1999 se producían accidentes, cuyos dueños ganaban millones de dólares. En 2004 murió allí un minero. En esa oportunidad, los trabajadores protestaron y recurrieron a la Corte de Apelaciones para que se garantizara la seguridad, planteando que se había llegado a la culminación de una secuela de accidentes que se arrastran desde hace más de cinco años, lo cual los trabajadores hemos denunciado a los organismos fiscalizadores (que) jamás dieron respuesta. La justicia tampoco. No hizo caso del reclamo de los de San José. Seis años después la mina colapsó y atrapó a los 33 mineros.

Además de la empresa, organismos del Estado como el Servicio Nacional de Geología y Minería (Sernageomin), la Dirección del Trabajo, la Secretaría Regional de Salud, la Superintendencia de Seguridad Social y el gobierno regional hicieron caso omiso de los reclamos de los mineros y de las condiciones de inseguridad de la mina. Eso se acentuó con fallas que se producían en el cerro donde está la mina San José y debilidades en la estructura. En 2007, el yacimiento fue cerrado por presentar condiciones negativas, pero las autoridades lo volvieron a abrir.

Cristián Cuevas, presidente de la Confederación de Trabajadores del Cobre, señaló que en el drama de los 33 mineros hay una acción predeterminada, un acto criminal por parte de los empleadores y de la institucionalidad del Estado. Hay una acción culposa porque un hecho previsible no se evitó.

Los datos que se manejan en Chile indican que en la última década han muerto 373 mineros y en el último año 31, casi la misma cantidad de los rescatados en San José. La inmensa mayoría pertenecen a medianas o pequeñas mineras y al segmento de pirquineros, que laboran en pequeñas minas de manera informal. En la estatal Corporación Nacional del Cobre y las trasnacionales del cobre, el índice de accidentabilidad es bajo.

Los mineros muertos y los vivos tienen factores en común: salarios bajos, empleo inseguro, previsión miserable, inexistencia de contratos o contratos precarios, inestabilidad laboral, abuso empresarial, ausencia de higiene y prevención, y con el chantaje de que ante la falta de trabajo aceptan condiciones deplorables.

 

Voracidad en cifras

 

La voracidad empresarial se ve reflejada en que en 2002 –según reportaje de los periodistas Pablo Obregón y Carla Gardella– las estadísticas hablaban de 28 accidentes mineros fatales, con el precio del cobre en 0.8 centavo de dólar la libra. Cuando en 2007 se cotizó a 3.2 dólares la libra, los muertos subieron a 40. Los privados medianos y pequeños tensionaron la fuerza laboral para extraer el mineral; sin invertir en seguridad.

A estos datos se agregan episodios peculiares. Días antes del derrumbe en San José, el gobierno conservador de Sebastián Piñera decidió cerrar la Unidad de Inspección Programada de Oficio, del Ministerio del Trabajo, precisamente encargada de fiscalizar al sector empresarial respecto al cumplimiento de normas para los trabajadores. Y producido el accidente en la mina, se supo que el Sernageomin, que debe velar por la seguridad en los yacimientos, apenas contaba con dos fiscalizadores en toda la región de Atacama, donde operan decenas de minas medianas y pequeñas.

Marcos Canales dijo a La Jornada que son pésimas y riesgosas las condiciones de los mineros chilenos y nada apunta a que la situación cambiará, porque para eso tendría que cambiar el sistema económico que cobija a los empresarios y vulnera derechos de los trabajadores. Ya pasará a la historia el caso de San José y los 33 mineros, pero seguirá el drama de cientos de hombres que arriesgarán la salud y la vida por ganar un sueldo mísero extrayendo cobre.

En un país donde el año pasado las corporaciones extranjeras tuvieron utilidades de 10 mil millones de dólares y este año se prevé serán 37 mil millones. Es decir, el cobre, que el presidente Salvador Allende definió como el sueldo de Chile, podría satisfacer perfectamente las necesidades de los mineros (y de la gran mayoría de los chilenos). Pero parecen invisibles. Hasta que bordean la muerte y entonces se prenden los focos.

 

http://www.jornada.unam.mx/2010/10/16/index.php?section=mundo&article=023n1mun&partner=rss

 

 

Stendhal

 

En pleno acuerdo!!! Hay personas que miran siempre afuera y dicen que es lo mejor..... Es el odio y la frustración que tienen........,

Gracias por este artículo que les tapara la boca a mas de uno.

Saludos

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Dos notas sobre el tema.

 

 

 

En una década, han muerto en Chile

en accidentes 373 mineros; 31, el último año

 

Hugo Guzmán. La Jornada, 16 de octubre de 2010

023n1mun-1.jpg

 

Santiago, 15 de octubre. Todo el mundo pudo ver el rescate de los 33 mineros atrapados durante dos meses a 700 metros de profundidad en la mina San José en la región de Atacama, en el norte de Chile. Pero nadie habló de los 31 mineros muertos en el último año en este país, de la precariedad salvaje de sus condiciones de trabajo y que mientras aumentaba el precio del cobre subía el índice de accidentes.

Mientras millones observaban la salida de esos trabajadores desde las profundidades de la Tierra, se ocultaban las pancartas y las voces de los otros 300 mineros de la empresa San Esteban –a la que pertenece San José– que fueron despedidos, a los que les deben los sueldos y no les pagan las indemnizaciones. Javier Castillo, dirigente del sindicato, dijo que los 328 trabajadores restantes de la mina San José no estamos bien e indicó que las autoridades y los medios temen que los saquemos (a los 33 mineros) de la burbuja en la que el gobierno los tiene.

El dirigente de la Central Unitaria de Trabajadores de Chile, Marcos Canales, comentó: Éste fue un accidente que nunca debió ocurrir. Pero el historial de la mina San José es oscuro y paradigma de lo que ocurre con otras empresas mineras en el Chile actual.

Desde 1999 se producían accidentes, cuyos dueños ganaban millones de dólares. En 2004 murió allí un minero. En esa oportunidad, los trabajadores protestaron y recurrieron a la Corte de Apelaciones para que se garantizara la seguridad, planteando que se había llegado a la culminación de una secuela de accidentes que se arrastran desde hace más de cinco años, lo cual los trabajadores hemos denunciado a los organismos fiscalizadores (que) jamás dieron respuesta. La justicia tampoco. No hizo caso del reclamo de los de San José. Seis años después la mina colapsó y atrapó a los 33 mineros.

Además de la empresa, organismos del Estado como el Servicio Nacional de Geología y Minería (Sernageomin), la Dirección del Trabajo, la Secretaría Regional de Salud, la Superintendencia de Seguridad Social y el gobierno regional hicieron caso omiso de los reclamos de los mineros y de las condiciones de inseguridad de la mina. Eso se acentuó con fallas que se producían en el cerro donde está la mina San José y debilidades en la estructura. En 2007, el yacimiento fue cerrado por presentar condiciones negativas, pero las autoridades lo volvieron a abrir.

Cristián Cuevas, presidente de la Confederación de Trabajadores del Cobre, señaló que en el drama de los 33 mineros hay una acción predeterminada, un acto criminal por parte de los empleadores y de la institucionalidad del Estado. Hay una acción culposa porque un hecho previsible no se evitó.

Los datos que se manejan en Chile indican que en la última década han muerto 373 mineros y en el último año 31, casi la misma cantidad de los rescatados en San José. La inmensa mayoría pertenecen a medianas o pequeñas mineras y al segmento de pirquineros, que laboran en pequeñas minas de manera informal. En la estatal Corporación Nacional del Cobre y las trasnacionales del cobre, el índice de accidentabilidad es bajo.

Los mineros muertos y los vivos tienen factores en común: salarios bajos, empleo inseguro, previsión miserable, inexistencia de contratos o contratos precarios, inestabilidad laboral, abuso empresarial, ausencia de higiene y prevención, y con el chantaje de que ante la falta de trabajo aceptan condiciones deplorables.

 

Voracidad en cifras

 

La voracidad empresarial se ve reflejada en que en 2002 –según reportaje de los periodistas Pablo Obregón y Carla Gardella– las estadísticas hablaban de 28 accidentes mineros fatales, con el precio del cobre en 0.8 centavo de dólar la libra. Cuando en 2007 se cotizó a 3.2 dólares la libra, los muertos subieron a 40. Los privados medianos y pequeños tensionaron la fuerza laboral para extraer el mineral; sin invertir en seguridad.

A estos datos se agregan episodios peculiares. Días antes del derrumbe en San José, el gobierno conservador de Sebastián Piñera decidió cerrar la Unidad de Inspección Programada de Oficio, del Ministerio del Trabajo, precisamente encargada de fiscalizar al sector empresarial respecto al cumplimiento de normas para los trabajadores. Y producido el accidente en la mina, se supo que el Sernageomin, que debe velar por la seguridad en los yacimientos, apenas contaba con dos fiscalizadores en toda la región de Atacama, donde operan decenas de minas medianas y pequeñas.

Marcos Canales dijo a La Jornada que son pésimas y riesgosas las condiciones de los mineros chilenos y nada apunta a que la situación cambiará, porque para eso tendría que cambiar el sistema económico que cobija a los empresarios y vulnera derechos de los trabajadores. Ya pasará a la historia el caso de San José y los 33 mineros, pero seguirá el drama de cientos de hombres que arriesgarán la salud y la vida por ganar un sueldo mísero extrayendo cobre.

En un país donde el año pasado las corporaciones extranjeras tuvieron utilidades de 10 mil millones de dólares y este año se prevé serán 37 mil millones. Es decir, el cobre, que el presidente Salvador Allende definió como el sueldo de Chile, podría satisfacer perfectamente las necesidades de los mineros (y de la gran mayoría de los chilenos). Pero parecen invisibles. Hasta que bordean la muerte y entonces se prenden los focos.

 

http://www.jornada.unam.mx/2010/10/16/index.php?section=mundo&article=023n1mun&partner=rss

 

 

Stendhal

 

 

 

 

El Universal

Opinion

Columnas

 

 

 

Espacio Civil | Emilio Alvarez Icaza Sonrisas de Chile… lecciones para México

 

emilio_icaza_mn.jpg Emilio Álvarez Icaza Longoria (México D.F., 31 de marzo de 1965) es licenciado en sociología por la Universidad Nacional Autón...

 

 

Viernes 15 de octubre de 2010

 

 

Las comparaciones son odiosas… pero a veces necesarias. Este es el caso de lo sucedido entre la mina San José en 2010, en Chile, y la mina Pasta de Conchos en 2006, en México. Si bien son distintas las minas, los minerales extraídos, su naturaleza y tipo de accidente, entre otro factores, también podemos ubicar variables comparables en lo que se refiere a la actitud de gobiernos, empresas, sindicatos, sociedades y contextos. Esto es justamente el tema ¿cómo se enfrentaron estas crisis en cada país? En Chile siguieron trabajando hasta 17 días después del accidente para saber algo de los mineros, cuando recibieron el histórico mensaje: “Estamos bien en el refugio los 33”. En México, se suspendieron las labores de rescate al quinto día, bajo el argumento del riesgo que generaban la alta concentración de metano y de nuevas explosiones. Así, la mina San José se convirtió en fuente de esperanza, vida, orgullo y energía de Chile entero y ejemplo mundial. La mina Pasta de Conchos se convirtió en una fosa común, fuente de dolor, impunidad y vergüenza para México y probablemente para el mundo.

 

Los chilenos mostraron que la riqueza más valiosa de un país es su gente, que una tragedia y una crisis pueden ser una gran oportunidad.

 

Oportunidades para buscar resolver cosas de fondo, de encontrar causas comunes, de sumar, de salir adelante y de subir. Esto fue lo que sucedió simbólicamente cuando se vio la bandera de Chile que “subía y salía” en la cápsula Fénix con el primer minero rescatado.

 

En esa cápsula subieron además: las posibilidades de transformación de la industria minera en Chile y de respeto a los mineros; la decisión de cambio de las condiciones de seguridad de todas las minas para que esto nunca más se repita; el mensaje a las empresas, que se vale hacer negocios pero no a costa de la seguridad de los trabajadores; más energías para enfrentar las trágicas consecuencias del terremoto y tsunami de febrero pasado, la oportunidad de nueva vida para los 33 mineros y sus familias, y una interminable lista de cosas más.

 

Esto es parte de lo que México se perdió por cómo se enfrentó la tragedia en Pasta de Conchos, Coahuila. A casi cinco años, nosotros seguimos sin saber qué fue lo que en realidad sucedió, ni siquiera hemos rescatado los cuerpos de 63 mineros, aumentando el dolor de familiares y deudos, incluso se ha perseguido y amenazado a la abogada que les asesora, Cristina Auerbach, quien hasta ha tenido que salir de México en busca de protección ante distintas amenazas, mismas que se han extendido al equipo de derechos humanos que lidera el obispo de Saltillo, Raúl Vera.

Alguien dijo en Twitter: “En Chile encontraron y rescataron con vida a 33 personas que estaban a 700 metros bajo tierra… en México ni siquiera pudieron encontrar a una niña debajo de su colchón” ¡¡¡!!!. Qué alegría y qué gozo las sonrisas de Chile. ¿Qué tiene que pasar para que en México se hagan realidad esas sonrisas?

 

http://www.eluniversal.com.mx/columnas/86566.html

"... estoy convencido de mis propias limitaciones: y esa conviccion es mi fortaleza". M K G "El problema con el mundo es que los estupidos estan seguros de si mismos y los inteligentes llenos de dudas" Bertrand Russell

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Nota

 

Una nota más.

 

Las lecciones del pasado chileno ayudaron

a los mineros a mantenerse con vida

Por una de esas coincidencias tan amadas por la historia, esos hombres quedaron atrapados en el mismo momento

en que las estadísticas vergonzosamente demuestran que, por primera vez desde el fin de la dictadura pinochetista,

el promedio de chilenos pobres ha aumentado.

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Ariel Dorfman. The Guardian, 13 octubre 2010

La historia de los hombres que descienden por la montaña para extirpar los minerales en las tinieblas y luego sufren un accidente que los deja a merced de la negrura es parte del ADN de Chile, es parte de la historia de este país. Eso es una de las primeras cosas que aprendí cuando llegué aquí por primera vez en 1954, cuando tenía 12 años. "Abran su libro en El Chiflón del Diablo, dijo mi maestro de español el primer día de clases.

Baldomero Lillo es el autor de este relato que escribió en 1904. Se trata de un cuento que recuerda lo que muchas décadas después aqueja a los mineros en la mina San José. En ese cuento clásico y en los demás que escribió a principios del Siglo 20, Lillo lo retrata todo: cómo la tierra devora a quienes se atreven irrumpir en la profundidad. Cada niño chileno lo tiene que estudiar. Los 33 mineros no sabían cuando leyeron estas historias que algún día experimentarían ese terror en la realidad y no en ficción. No podían saber que más de un siglo después de que se escribieron esas palabras, los riesgos que enfrentan los mineros y la explotación inhumana en las minas seguiría sin cambio.

La minería forjó a Chile. Fue la búsqueda de oro lo que llevó a los conquistadores a cruzar la aridez del desierto y los valles prohibidos para fundar las primeras ciudades. Luego siguieron otros minerales: el hierro para fundir. El cobre, que es la principal riqueza de Chile. Y el carbón, al sur, sobre el que Lillo escribió y que atizó los barcos de todo el mundo que atracaron aquí en su paso rumbo a la fiebre de oro de California. De hecho, muchas de las técnicas empleadas en California desde 1849 provenían de los chilenos nacidos y criados en Copiapó, no lejos de donde se ubica la mina San José. Miles de mineros partieron rumbo a Estados Unidos a probar su suerte. Y fue el nitrato, más que nada, lo que forjó el Chile moderno.

Esas crujientes extensiones de roca del desierto de Atacama, el más árido del mundo, constituyen el mejor fertilizante que el hombre ha conocido, así como la base de los explosivos y armas de guerra. Cientos de poblados florecieron en los páramos ardientes para extraer millones de toneladas de nitratos y embarcarlos a una Europa en los estertores de la Revolución Industrial y desesperada por aumentar su producción agrícola.

Así como el hule del Amazonas y la plata del Potosí boliviano, la demanda por nitrato decayó y lo único que quedó fueron pueblos fantasma, caparazones de casas regados por el desierto, un ejército de vidas devastadas. El nitrato dejó algo más que desolación. A todo el mundo le sorprende cómo 33 mineros se organizan en turnos, crearon una línea de mando y montaron un plan de supervivencia con las habilidades que han acumulado en sus vidas.

Pero a mi, eso no me sorprende para nada. Ese es el modo en que los trabajadores chilenos han vivido y soportado los enormes retos a que se enfrentan. Es el legado de quienes extraían el nitrato y que, por la época en que Lillo escribía sobre el sufrir de los mineros, establecían los primeros sindicatos, grupos de lectura y diarios de los obreros. Esas lecciones de unidad, fortaleza y orden se transmitieron de padres a hijos y nietos. Es lo que cada hombre necesitaba saber para perdurar y superar los desastres que podían acaecerles en ese ambiente tan hostil. Es innegable que la suerte inicialmente salvó la vida de los 33 mineros cuando la montaña se colapsó ese día de agosto.

Pero no es suerte lo que los ha mantenido con vida. Cada uno de ellos es poseedor del entrenamiento y entrega de los antepasados que los transmitieron, de los murmullos de quienes se resistieron a morir una y otra vez en las tinieblas. Somos testigos de un milagro en San José, pero atender sólo a la buena fortuna nos podría llevar a perder el verdadero y más profundo significado de lo que sucede. Y aquí cabe hacer la pregunta correcta.

¿Cómo es posible que, a más de un siglo que los cuentos de Lillo expusieron las condiciones inhumanas de los mineros, persistan la inseguridad y el peligro? ¿Cuántos accidentes como este se necesitarán para que surja una ley de salvaguardas para que los mineros puedan entrar a la montaña sin arriesgar sus vidas? Los 33 mineros son ahora héroes internacionales, y el mundo celebra su rescate y su retorno a la luz.

Por una de esas coincidencias tan amadas por la historia, esos hombres quedaron atrapados en el mismo momento en que las estadísticas vergonzosamente demuestran que, por primera vez desde el fin de la dictadura pinochetista, el promedio de chilenos pobres ha aumentado.

¿Es mucho esperar que las mortificaciones de estos hombres pesen tanto en y contribuyan a forjar un país en el que, dentro de 100 años, los relatos de Baldomero Lillo y la historia de los 33 mineros de San José, pertenezcan al pasado; que sean una reliquia, una leyenda nada más?

 

http://www.guardian.co.uk/world/2010/oct/13/chile-miners-rescue-ariel-dorfman

 

Stendhal

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Invitado el_carcelero

Respuesta: Piñera apuesta por la vida (más sobre los mineros)

 

(Extraído de El País - diario de izquierdas español - edición 14/102010)

Piñera se compromete a mejorar las condiciones laborales de la minería

 

El presidente de Chile asegura que se investigará lo ocurrido en la mina San José y que no quedará impune

 

El presidente de Chile, Sebastián Piñera, se ha reunido con los 33 mineros rescatados en el hospital donde se recuperan después de permanecer 69 días atrapados en el yacimiento de San José. Tras charlar con los trabajadores y explicarles las labores de rescate, Piñera se comprometió a garantizar que "nunca más" se trabaje "en condiciones tan inseguras e inhumanas" como ellos y los invitó el 25 de octubre al Palacio de La Moneda, residencia del presidente chileno. Allí jugarán un partido de futbol contra los funcionarios del palacio. Según los médicos que los atienden en el hospital de Copiapó, "dos o tres" de los mineros podrían recibir el alta hoy. En principio, se informó que deberían permanecer 48 horas en el centro sanitario, pero el subdirector del centro, Jorge Montes, ha indicado que "la mayoría se han comportado muy bien desde el punto de vista médico".

 

Montes ha destacado la buena adecuación a la luz natural, lo bien que han soportado el estrés y que las lesiones dermatológicas, habituales en personas que permanecen en lugares con altas temperaturas y humedad, están bajo control. El ministro de Salud, Jaime Mañalich, en su comparecencia junto a Montes, ha parodiado el "Estamos bien en el refugio los 33", primer mensaje de los mineros: "Están bien en el hospital los 33".

 

En medio de las celebraciones y de la ola de orgullo nacional que recorre Chile tras el rescate, Piñera, ha recordado su compromiso de investigar a fondo lo ocurrido en la mina San José para evitar que vuelva a ocurrir un accidente semejante, anticipado por muchos de los trabajadores. "Lo dijimos el primer día, esto no va a quedar impune. Los que tengan responsabilidad van a tener que asumir su responsabilidad", afirmó Piñera. Respondía así a la petición de Luis Urzúa, el último minero en volver a la luz, que al poco de salir dijo al jefe de Estado: "Que esto no vuelva a pasar".

 

La falta de seguridad en el yacimiento de oro y cobre, donde una explosión de roca el pasado 5 de agosto provocó el derrumbe que dejó atrapados a los trabajadores a 700 metros de profundidad, centró la conversación del presidente con el minero que durante dos meses y medio ejerció de líder del grupo. Piñera también dedicó gran parte de su alocución posterior al tema. "Ha sido una gran lección para todos los chilenos y para nuestro Gobierno", reconoció Piñera, que, simbólicamente, tapó el conducto por el que salieron los mineros una vez salió el último rescatador.

 

Muchos de los 33 mineros habían expresado a sus familiares miedo por las malas condiciones de la explotación, donde escaseaban las condiciones de seguridad. La mina San José ha registrado más de 80 accidentes y ya fue clausurada en 2007, después de un derrumbe similar que causó un muerto. Reabrió al año siguiente, pero sin haber instalado una escalera en el conducto de ventilación para que los trabajadores pudieran salir en caso de accidente, que era el requisito para seguir funcionando que le impuso el Servicio Nacional de Geología y Minería, el órgano estatal que controla la seguridad en las minas en Chile, la primera productora mundial de cobre. La empresa propietaria, San Esteban, no ha participado en las labores de rescate y tardó en avisar del accidente, además de vulnerar normas de seguridad y no pagar el seguro social de los mineros, según las denuncias de los trabajadores."Debe haber un nunca más, San José ocurre porque no estábamos haciendo bien algunas cosas, entonces no tenemos que ser soberbios y en lo sucesivo preocuparnos mejor de nuestras organizaciones públicas que tienen que ver con el área minería y realizar las cosas bien", señaló Miguel Fort, uno de los ingenieros que asesoraron al Gobierno en las tareas de rescate.

 

La tragedia de los 33 trabajadores, convertida en una historia de supervivencia que ha dado la vuelta al mundo, ha servido de llamada de atención sobre un problema, el de la inseguridad laboral, que golpea muchos sectores en Chile. Una vez se supo que los atrapados en el yacimiento de Copiapó estaban con vida, 17 días después del derrumbe, el Gobierno endureció la supervisión de las excavaciones mineras, y cerró 18 en toda la región, que carecían de refugios subterráneos, chimeneas de ventilación y de al menos dos vías de evacuación.El presidente adelantó que en los próximos días anunciará medidas para aumentar la seguridad de los trabajadores, no sólo en el sector de la minería. Piñera señaló la necesidad de "mejorar nuestros sistemas, nuestras actitudes y nuestros procedimientos para resguardar la vida, la integridad y la dignidad de nuestros trabajadores". "Y no solamente en la minería. También en la construcción, en los transportes o en la pesca. Eso es algo que se lo debemos a todos los chilenos y espero en los próximos días poder anunciar un nuevo trato con los trabajadores y trabajadoras chilenos y chilenas", aseguró.

 

Con este objetivo, Piñera formó el 23 de agosto una comisión de expertos, encabezada por la ministra del Trabajo, Camila Merino, para ampliar las atribuciones de los organismos fiscalizadores y las sanciones a las empresas que vulneran las normas de seguridad. En la actualidad, a muchas empresas les resulta más económico pagar una multa que invertir para mejorar las condiciones de los trabajadores.

 

Piñera, que recibirá a los supervivientes con honores en la Casa de la Moneda, inundó su discurso de soflamas patiótricas. "Chile es ahora más respetado, más valorado en el mundo entero. No es el mismo país que teníamos 69 días atrás", afirmó. "Hoy día siento que Chile está preparado para grandes cosas. Estamos preparados para enfrentar los desafíos que el futuro nos va a traer".

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Respuesta: Piñera apuesta por la vida (más sobre los mineros)

 

Un riesgo poco frecuente

 

 

La minería que se desarrolla en la Argentina está destinada a la extracción de minerales metalíferos y no metalíferos. En ambos casos, de acuerdo con el método de explotación utilizado, la actividad recibe la clasificación de subterránea o de cielo abierto.

En nuestro país predomina la minería a cielo abierto, dado que, además de los grandes proyectos de minerales metalíferos, se desarrolla este modo de explotación para la obtención de piedras calizas, mármoles, granitos y materiales para la construcción.

En cuanto a la minería subterránea, los proyectos en explotación son aproximadamente diez. De éstos, la mayoría está destinada a la extracción de minerales metalíferos. Están ubicados principalmente en Santa Cruz, Catamarca, Jujuy y Rio Negro.

En los países vecinos, la mayoría de los proyectos en operación son más antiguos que los de la Argentina. Las condiciones de seguridad de nuestros proyectos son las más altos de la región y están a la altura de los más importantes del mundo.

Esto se debe a las características del terreno y a la incorporación de tecnologías de avanzada en la actividad. Un ejemplo: una de las máquinas utilizadas para rescatar a los mineros chilenos es similar a la que ya se encuentra en operación en nuestro país.

Las empresas mineras tienen sus propios departamentos de seguridad e higiene, con técnicos y profesionales capacitados y habilitados, que les permiten verificar las condiciones de trabajo y el cumplimiento de la normativa vigente. Las policías mineras provinciales y la Superintendencia de Riesgos del Trabajo realizan un estricto control sobre los establecimientos mineros a lo largo de todo el proceso.

Nuestros ingenieros en minas, geólogos y demás profesionales son reconocidos en todo el mundo por su excelente formación académica y experiencia práctica. Tanto es así que muchos de ellos ocupan posiciones jerárquicas y gerenciales en importantes emprendimientos en los principales países mineros del mundo. Entre otras funciones, se desempeñan como especialistas en higiene y seguridad en el trabajo a través de cursos de posgrado dictados en distintas universidades.

Por todas estas razones, es muy poco probable que ocurra un accidente similar al acontecido en la mina San José en Chile. Si aun así sucediera, nuestro país cuenta con la tecnología adecuada y los recursos necesarios para responder con la eficacia necesaria.

 

http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1314626

Editado por max29
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Respuesta: Piñera apuesta por la vida (más sobre los mineros)

 

Un riesgo poco frecuente

 

 

La minería que se desarrolla en la Argentina está destinada a la extracción de minerales metalíferos y no metalíferos. En ambos casos, de acuerdo con el método de explotación utilizado, la actividad recibe la clasificación de subterránea o de cielo abierto.

En nuestro país predomina la minería a cielo abierto, dado que, además de los grandes proyectos de minerales metalíferos, se desarrolla este modo de explotación para la obtención de piedras calizas, mármoles, granitos y materiales para la construcción.

En cuanto a la minería subterránea, los proyectos en explotación son aproximadamente diez. De éstos, la mayoría está destinada a la extracción de minerales metalíferos. Están ubicados principalmente en Santa Cruz, Catamarca, Jujuy y Rio Negro.

En los países vecinos, la mayoría de los proyectos en operación son más antiguos que los de la Argentina. Las condiciones de seguridad de nuestros proyectos son las más altos de la región y están a la altura de los más importantes del mundo.

Esto se debe a las características del terreno y a la incorporación de tecnologías de avanzada en la actividad. Un ejemplo: una de las máquinas utilizadas para rescatar a los mineros chilenos es similar a la que ya se encuentra en operación en nuestro país.

Las empresas mineras tienen sus propios departamentos de seguridad e higiene, con técnicos y profesionales capacitados y habilitados, que les permiten verificar las condiciones de trabajo y el cumplimiento de la normativa vigente. Las policías mineras provinciales y la Superintendencia de Riesgos del Trabajo realizan un estricto control sobre los establecimientos mineros a lo largo de todo el proceso.

Nuestros ingenieros en minas, geólogos y demás profesionales son reconocidos en todo el mundo por su excelente formación académica y experiencia práctica. Tanto es así que muchos de ellos ocupan posiciones jerárquicas y gerenciales en importantes emprendimientos en los principales países mineros del mundo. Entre otras funciones, se desempeñan como especialistas en higiene y seguridad en el trabajo a través de cursos de posgrado dictados en distintas universidades.

 

http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1314626

 

¿"La Nación" operando a favor de las mineras?

Nahhhh, no puede ser....

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Invitado el_carcelero

Respuesta: Piñera apuesta por la vida (más sobre los mineros)

 

Lo que no puedo creer es que se desmerezca el trabajo de rescate de los chilenos para con sus mineros, cuando todo el mundo (sí, todo el mundo) habla de una hazaña muy importante. Teníamos que ser argentinos para no reconocer este episodio y no felicitarlos y, de paso, aprovechar para criticar a Chile, cuando nuestra única hazaña en los últimos tiempos que se replicó internacionalmente fue la verguenza de escuchar a Maradona gritando ante los medios de prensa del mundo: "Que me la chupen".

 

País de cabotaje

(Moria Casán)

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Respuesta: Piñera apuesta por la vida (más sobre los mineros)

 

Lo que no puedo creer es que se desmerezca el trabajo de rescate de los chilenos para con sus mineros, cuando todo el mundo (sí, todo el mundo) habla de una hazaña muy importante. Teníamos que ser argentinos para no reconocer este episodio y no felicitarlos y, de paso, aprovechar para criticar a Chile, cuando nuestra única hazaña en los últimos tiempos que se replicó internacionalmente fue la verguenza de escuchar a Maradona gritando ante los medios de prensa del mundo: "Que me la chupen".

 

País de cabotaje

(Moria Casán)

 

 

No, no siempre es asi...

 

'' Cuando los profesionales no tuvieron banderas... sucedió este milagro".

DIEGO ARMANDO MARADONA, ex futbolista

 

'' Mis pensamientos y oraciones se encuentran con estos valerosos mineros, sus familias y los hombres y mujeres que han trabajado tan duro para rescatarlos"

BARACK OBAMA, Presidente de Estados Unidos

 

'' En un mundo de tanta división -y donde la tecnología parece ser demasiado seguido el enemigo-, la sobrevivencia y el rescate de los mineros realmente merecieron una

celebración nacional y también global".

EDITORIAL THE NEW YORK TIMES

 

''Lo vi en directo de madrugada. Sepúlveda arengaba desde el túnel. Después, imparable. Qué fuerza, qué "polenta", sonriente, feliz, optimista".

CRISTINA FERNÁNDEZ, Presidenta de Argentina

 

http://diario.elmercurio.com/2010/10/17/reportajes/reportajes/noticias/E3CF33A2-6A95-4417-ACCD-4497657CC61D.htm?id={E3CF33A2-6A95-4417-ACCD-4497657CC61D}

"... estoy convencido de mis propias limitaciones: y esa conviccion es mi fortaleza". M K G "El problema con el mundo es que los estupidos estan seguros de si mismos y los inteligentes llenos de dudas" Bertrand Russell

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Reportajes@V_GHN1JGHFH_1_13923092_3.jpg

 

pixel.gifFecha: 17 de octubre de 2010pixel.gifpixel.gifEl Tiempo, Colombia El infierno llega a su fin.

"... estoy convencido de mis propias limitaciones: y esa conviccion es mi fortaleza". M K G "El problema con el mundo es que los estupidos estan seguros de si mismos y los inteligentes llenos de dudas" Bertrand Russell

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Reportajes@V_GHN1JGHFH_1_13923081_3.jpg

 

Florida Today, EE.UU. -Podríamos usar su ayuda. Nuestra economía está atrapada en un oscuro y profundo agujero.

"... estoy convencido de mis propias limitaciones: y esa conviccion es mi fortaleza". M K G "El problema con el mundo es que los estupidos estan seguros de si mismos y los inteligentes llenos de dudas" Bertrand Russell

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Respuesta: Piñera apuesta por la vida (más sobre los mineros)

 

Reportajes@V_GHN1JGHFH_1_13923087_3.jpg

 

México, diario "La Crisis" En el diario optaron por un dibujo simbólico que parece poner a Chile en el mapa mundial.

"... estoy convencido de mis propias limitaciones: y esa conviccion es mi fortaleza". M K G "El problema con el mundo es que los estupidos estan seguros de si mismos y los inteligentes llenos de dudas" Bertrand Russell

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Respuesta: Piñera apuesta por la vida (más sobre los mineros)

 

Estoy orgulloso de vivir en mi país con sus defectos y virtudes. Aquellos argentinos que critican tanto a nuestro país afirmando que somos de lo peor, que somos unos inutiles que somos fanfarrones, que somos de cabotaje...... somos como somos ni mejor ni peor que otros. Si nos les gusta vivir en nuestro pais o se tuvieron que ir por que quisieron probar suerte en otro lado y les fue mal nosostros (lo que vivimos en Argentina) no tenemos la culpa. Tienen tanto odio , resentimiento y fracaso.

Tengo la suerte de viajar mucho por el mundo y no todo lo de alla es lo mejor ni todo lo de aca es lo peor.

 

Saludos y a sus gratas ordenes.

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