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Los supositorios del abuelo


Invitado Enamorado

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Quería contaros una vieja historia familiar que de niño me causaba siempre mucho morbo al escucharla posiblemente por sus detalles no exentos de un cierto matíz homoerótico.

 

Como todos sabéis en España tuvimos la cruda Guerra Civil que acabo con más de un millón de nuestros compatriotas en ambos frentes. En ese contexto mi abuelo realizó su servicio militar siendo aún un chaval al cual se le cobraba además el color político de su familia.

 

En ese marco fue enviado a servir a la patria al Levante español (Valencia) y posteriormente a Ceuta (norte de Africa). Era un chico de buena familia y eso se lo tomaban en cuenta en aquella España dividida y resentida por lo que por un lado tratando de "humillarle" le destinaron a una labor poco gratificante según sus propias palabras.

 

En aquel entonces todavía existía el Africa española y el Sahara español así que con un canto en los dientes debía darse el abuelo de no ser envíado a aquellos destinos y permanecer al menos en sitios menos agrestes.

 

Claro ya os escucho decir y que rayos nos importa a nosotros la mili del abuelo de Enamorado y que tiene que ver esto con los supositorios. Vamos que os conozco y ya estais esperando el morbo de la historia. Pues ahí os va.

 

Nuestras fuerzas armadas hasta entrados los años setenta y con la llegada de la transición y la democracia, suministraban a los reclutas y militares en general, una dosis diaria o semanal, según el caso, de bromuro que como sabéis es un desinhibidor del apetito sexual. vamos en pocas palabras que es un medicamento que impide que a los militares se les empinara la polla durante el servicio (que no se les parara la pija como diriais vosotros). Así la soldadesca se concentraba más en sus labores tan patriotas en vez de pasar el día pensando en follarse a la primera cabra que pasara por el cuártel o peor aún (pecado contra natura para nuestros retrógados mandos militares de entonces y todavía hoy de algún trasnochado milico homófobo) que los chavales se pusieran a meterle mano a sus compañeros durante las largas noches en los cuarteles y barracas.

 

Pequeño y gran detalle que no sabéis es que entonces a diferencia del bromuro suministrado desde los sesentas no era en polvo o jarabe sino en forma de supositorio! y como imaginareis los médicos del ejército en su mayoría no estaban por la labor en aquellos días de la Guerra Civil y postguerra de pasarse la jornada ensartando supositorios en el culete de los chavales. Que mejor entonces que designar a un chico de los que se quería "castigar" por el color político de su familia o su orígen para tan "ingrata" tarea.

 

Como ya suponeis fue mi abuelo el nominado y sin poder chistar no tuvo más remedio que pasarse un año metiendo supositorios en el culo de todos sus compañeros. Día a día. En la España pacata y atrasada de entonces la mayoría de reclutas eran hijos del campo y de obreros con poca instrucción y con mucho machismo que la simple idea de meterse un supositorio por vía rectal les espantaba y les hacía irse a confesar con el curita del pueblo. Por esa razón y para no jugarsela el ejército no tenía más remedio que no confiar en que estos soldados por su propia voluntad iban a introducir el susodicho artilugio en el culo y tenían a toda costa que asegurarse que una mano firme y neutra hiciera el trabajito de marras, Además sabiendo los chicos que el bendito supositorio les impediría tener una erección durante días podeis suponer que no sería espontaneamente que irían a aceptar tal suplicio.

 

Ellos tenían libre el sábado o domingo por lo que muchos aprovechaban para irse de putas a Valencia o en la misma Ceuta y si habían tenido la mala suerte de recibir el supositorio el día antes pues si que estaban hechos pues por más guapa que fuese la chica nunca iban a lograr mantener una erección digna de ese nombre.

 

En estos casos decía mi abuelo que le "chantajeaban" ofreciendole chorizo, jamón o cualquier otra "delicatessen" que sus familias les hacían llegar a cambio de que el viernes no les clavara el supositorio inhibidor. El efecto del viernes se extendía hasta el domingo y así no había pirula que se les levántase.

 

Los chicos hacían fila fuera del botiquín del cuartel para dejarse meter el supositorio y uno tras uno se bajaban los pantalones, mostraban el culete y a tragar bromuro por detrás se ha dicho. Como el médico tenía ya confianza dejaba a mi abuelo solo y ahí aprovechaba para no castigar con tal tortura a sus amiguetes cuando sabía que iban de putas el fin de semana. Como contabilizaban el inventario entonces el abuelo escondía los supositorios no utilizados en su bolsillo y luego a tirarlos al retrete. Retretes que por cierto eran comúnes y públicos por lo que contaba que mientras hacían de vientre unos junto a otros hablaban de fútbol, política y mujeres. Todos con el culo al aire en medio campo defecando o meando. Los olores eran insoportables y peor aún mirar hacia dentro de la letrina que era un infierno de excremento humano.

 

Decía el abuelo que luego con el tiempo y desarrollando su puntería colocaba una sábana de cintura para abajo de sus compañeros y metiendo la mano entre la tela lograba acertar con el ojete de los chicos y así evitaba mirar el culo a sus amigos (macho donde los haya jeje) porque decía le daba corte verles el ano y luego salir a tomarse unas cañas o a jugar al balón con ellos como si nada después de haberles visto lo más íntimo que tiene un hombre es decir su culo. Culos que por cierto y como podeis imaginar en aquellos calores valencianos y africanos de Ceuta no estaba siempre todo lo limpios que quería haber visto y olido el abuelo. Decía que muchos le llegaban con el culo guarro y los calzoncillos manchados. A veces tenía que empujar más de lo deseado el supositorio con su dedo y contaba de un chico que tenía un ojete diminuto y que los mismos médicos preocupados pensaron en operarle para ampliarle el ano. Epocas de experimentos científicos en que toda diferencia era rareza. también abundaban las circuncisiones para los chicos con fimosis así que volvían a sus pueblos con recorte de polla.

 

También tenía que pedirles que dijeran: Ana Manzana varias veces mientras les metía el supositorio para que con ese movimiento de boca entrara más facilmente por el ano. Tampoco aceptaba decía él que se colocaran boca arriba con las piernas levantadas (como en labor de parto) para no verles la polla. El abuelo en el fondo era un tipo chapado a la antigua y conservador al que tanto culo, pirulas y supositorios debían de caerle en los mismísimos.

 

Para finalizar decía que en su vida no quería ver un supositorio más pero que como "premio" tuvo dos consolaciones: la primera librarse del bromuro pues le dejaban la libertad de ponerselo él mismo y como de tonto no tenía un pelo obviamente que no se lo ponía (las putas que debió follarse entonces jeje). La segunda y la que le daba más alegría era la de tener el "privilegio" de ponerselo a los mandos medios que eran los que según él jodían más la vida de los reclutas por lo que siempre decía que se dio el gusto de meterles el dedo en el culo a los milicos más jodidos del cuartel. Curiosamente los altos mandos nunca lo recibieron el mentado supositorio y esos si que debían follar a tutti plen por ahí.

 

Espero que hayais disfrutado como yo de contaros esta historia de la cual mi abuelo hablaba poco y en voz baja porque hombre de su época no era apta para ser escuchada por nosotros sus nietos. Y para ti abuelo allá donde estés un beso y un abrazo de tu nieto que hace que tu experiencia sea conocida por otros y en otros lares. Gracias!

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Invitado laplatanight

Respuesta: Los supositorios del abuelo

 

hay dios jaaaaaaaaaaaaaaaaaa me encanta como escribis enamorado, es un tanto extenso pero hasta te interesa como se ponian supositorios alla en la prehistoria jajajajaja...

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Respuesta: Los supositorios del abuelo

 

hay dios jaaaaaaaaaaaaaaaaaa me encanta como escribis enamorado, es un tanto extenso pero hasta te interesa como se ponian supositorios alla en la prehistoria jajajajaja...

 

Ni tan prehistoria mi estimado era alla por los 1930...y te cuento que decia el abuelo que entonces los supositorios no contenian glicerina lo que hubiera facilitado el colocarlos pero como sabeis eso podria provocar diarrea en los soldados por lo que preferian no agregarsela y eso obligaba a lubricarles el ojete a los reclutas con vaselina pues los supositorios eran muy secos!

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