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El Rapto


Invitado Psichoboy

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Invitado Psichoboy

Sumando una bonita página a esta suerte de tertulia reflexiva de las últimas jornadas, les traigo un relato novelado sobre Lisis (conocido por protagonizar un diálogo con Platón), quien cuenta a su amigo Alceo, el rapto y “encuentro” con Diomedes para llegar a la hombría/adultez en la Grecia Clásica, según nos relata el gran Homero en La Odisea.

 

 

”Lisis, hijo de Demócrates, del demo de Axiona, muchos años después de la Primera Olimpíada, a Alceo, hijo de Eucrátides, protegido de los dioses.

 

Que el céfiro sople, oh lejano amigo, sobre los pies de los heraldos y que, así, mis palabras lleguen a tus manos con la velocidad con que Diágoras anunciara lo de Maratón.

 

Te escribo porque, aun siendo amigos desde que nuestros cuerpos y espíritus comenzaran a fortalecerse en los gimnasios del Liceo, el incalificable destierro que sufre tu familia no te ha permitido asistir al banquete con que se celebró el cumplimento de mi educación o, lo que es lo mismo, mi iniciación a la hombría.

 

Que sean, pues, estas palabras tan dulces a tu corazón como a mis labios dulce fue el primer vino que libé a los dioses.

 

Ahora, aunque no sin orgullo, recuerdo mi acompasado estilo de escanciador en los banquetes que se celebraban en la casa de mi padre y me pregunto cuándo tendré yo ,en mi propia casa ,flautistas que acompañen a mis hijos vertiendo vino en las copas de mis invitados . Quizás para cuando tú regreses a Atenas las cuàdrigas que yo herede de mi padre sigan siendo las mejores en los juegos píticos, nemeos e ístmicos.

 

Sobre mi gloriosa entrada en el mundo de los ciudadanos de pleno derecho te sorprenderá saber, como al resto de nuestros compañeros gimnásticos, que finalmente no fue Hipotales quien me raptó como Zeus raptara a Ganímedes. De nada le sirvieron al hijo de Jerónimo sus comentadísimos hexámetros de amor y, aún menos, los sabios consejos que le dio el mismísimo Sócrates en persona. El pobre Hipotales, vencido y celoso, añade a la desgracia de las hazañas contrariadas el riesgo de verse ridiculizado por los escritos que dicen prepara el nuevo maestro de filosofía, un tal Platón, hijo de Aristón, del demo de Colito.

 

El caso es que Adamantis, el esclavo nubio que me limpiaba el aceite del cuerpo tras los combates en la palestra, me comentó una noche que un tal Diomedes, del demo de Anfitiona, glorioso de las guerras contra los persas, había anunciado en el ágora que él sería mi raptor y no otro.

Adamantis, que me quiere mucho, estaba muy contento de que fuera tan admirada hombría la simiente que habría de favorecer mi virilidad.

Mis amigos, por su parte, brincaban como silenos por saber que mis cualidades morales y envergadura física se reconocieran tanto como para ser dignos de glorificarse con semejante héroe. Y algunos de ellos especulaban sobre los tres regalos que prescribe la ley tras el rapto: unos creían que la copa sería ,sin duda, joya de algún esplendoroso botín arrancado a los persas; otros, que el escudo sería forjado ni más ni menos que a imagen y semejanza del que Tetis regalara a su hijo Aquiles; y hasta hubo quien dijo haber oído que el toro sería completamente blanco y traído, ex profeso para mí, desde las más recónditas profundidades de la Mauritania.

 

Una luna después de los festivales de Hermes, a la salida del gimnasio de Micco, me esperaba toda la cuadrilla de amigos. Tal y como marca la costumbre, entonaban, jubilosos, el himno de Heracles.

Nada más verme aparecer por entre la marmórea columnata del pórtico, Ctesipo y Pausanias, Cármides y Menexeno, se abalanzaron sobre mí. Los primeros me inmovilizaron por mis robustos brazos. Los segundos me atraparon por mis recias piernas. Y el resto silbaba, mientras me bañaban en hojas de laurel y ramitas de olivo y enloquecían los tañedores de liras y címbalos.

 

Con gran algarabía me llevaron hasta donde me esperaba Diomedes: junto a su fabuloso caballo ilirio. Como primogénito del más famoso criador de caballos del Atica, la belleza equina no me pasa en absoluto inadvertida, pues , además, me educaron, como a ti, en que la hermosura era el equilibrio entre la nobleza de espíritu y la prestancia física.

 

Diomedes estaba ataviado con todas sus galas guerreras, casco incluido, por lo que no pude adivinar su rostro, pero lo supuse tan bronceado como los miembros que relucían bajo la armadura, curtidos por los cruentos soles del desierto persa y, en mi honor, embadurnados en aceite de almendras dulces. Su figura habría hecho temblar a nuestro querido Fidias.

 

El cortejo que le llevaba mi persona se detuvo cuando él levantó la mano derecha. Vino hacia nosotros con dos poderosas zancadas. Mis amigos me depositaron en sus brazos con cierta delicadeza, pero él me cargó sobre sus hombros como quien carga un fardo de harina. Eso no le impidió montar en el caballo sin soltura, sentarme entre sus poderosos muslos y, después, espolear al caballo para cabalgar toda la noche por los bosques áticos y en dirección que perseguía el aroma del mar.

 

Cuando la homérica aurora de rosáceos dedos despertaba en el horizonte, llegamos a una hermosa cala del Egeo y allí nos dispusimos a acampar.

 

Fue entonces cuando Diomedes, frente a mí, se quitó el casco. La seriedad de su profunda mirada me heló la sangre de las venas. Y con una voz muy templada , muy hecha a las órdenes, me pidió que me desnudara completamente y me metiera en el agua para purificarme.

 

Pero yo tenía mucho frío y me resistí.

 

El sonrió y se acercó a mí bromeando con la posibilidad de que no fuera un buen griego, sino un persa de los que considera sagrada el agua y por eso jamás la contamina con su cuerpo. Cuando estuvo muy cerca de mí, me agarró con sus dos manazas y, sin más, me arrojó al agua. Todavía mi cuerpo no había regresado a su postura normal cuando ya Diomedes se había abalanzado sobre mí, desnudo y repleto de vigor, dispuesto a no dejarme sacar mi cabeza de la patria de Poseidón.

 

Te obvio los detalles del lance amoroso que me convierte en ciudadano glorioso de la más rotunda polis, pues sabes que la ley castiga al amante si el amado manifiesta no estar satisfecho o haber sufrido violencia alguna, y prefiero no correr el riesgo de que se me malinterprete y acabe perjudicando a Diomedes

 

Sólo te diré que después de convertirme en kleinós, que no es tarea poco agotadora, descansamos lo que no habíamos descansado desde la noche . Fue entonces cuando penetramos en la espesura para buscar una presa que llevarnos a la boca y, a la vez, conocer los métodos de caza que yo acabaría por poner en práctica hasta poder derrumbar yo solo un león.

 

Siendo esta la prueba, como sabes, que obliga a los amantes a regresar a la polis, te confesaré un secreto: preferí me tomara por torpe y no acabar de cazar el león y así poder seguir disfrutando de su compañía, de los combates cuerpo a cuerpo en las arenas de la playa, de sus narraciones fabulosas junto a la hoguera sobre la misteriosa Persia , y sobre todo, de la fuerza de sus brazos, de la profundidad de sus besos, del disfrute de su hombría.

 

Que los dioses, Alceo, te sean propicios y puedas regresar a nosotros lo antes posible.”

 

“Siempre un dios empuja lo semejante hacia lo semejante”

Homero, La Odisea.

 

Espero que haya gustado este fragmento, que particularmente considero exquisito, y quise compartir con todos Uds.

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Respuesta: El Rapto

 

Rico,

 

Lamento discrepar con vos. No es comparable con la actualidad y muy particularmente nada tiene que ver con la causa judicial del psicólogo.

 

Muchas veces se ha hecho mención de la variación de la pauta ética (particularmente Psicho que para armar un juicio presente no sólo propone tener en cuenta la variación retrospectiva sino también la prospectiva, cfr. http://www.foro-escorts.com.ar/foros/f52/que-opinion-hay-en-el-foro-80149/, segundo post del hilo). En el contexto histórico presentado en el fragmento citado, el hecho era socialmente aceptado (incluso el mismo texto sólo habla de condena social en caso de que hubiera violencia o maltrato). Por otra parte era esperado y hasta deseado por el adolescente.

 

Volviendo al presente, estamos hablando de un hecho condenado socialmente, pergeñado con ardides de manipulación psicológica y eventual uso de drogas, y que -para colmo de males- produjo un daño evidente en muchos de los involucrados hasta el punto de decidir salir del silencio y condenarlo, con una exposición social de las víctimas que todavía no podemos evaluar.

 

Psicho,

 

Aprovecho para decirte que me parecio maravilloso el texto, y me llamó la atención no recordarlo... O acaso me habrán hecho saltar 'estratégicamente' ese capítulo?? Estaría bueno ver en griego antiguo cuál es la palabra que se traduce por rapto o raptar, para ver si es la misma que se utiliza cuando existe violencia o falta de voluntad del 'raptado'. Actualmente en esa acepción de rapto existen ambos ingredientes (al menos a través de su referencia a 'secuestro' y 'arrebato')

Editado por Seychelles

"Todos somos muy ignorantes. Lo que ocurre es que no todos ignoramos las mismas cosas." (A. Einstein)

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Invitado Psichoboy

Respuesta: El Rapto

 

Claro muchachos! esto no es comparable con la actualidad.

 

Pretendo valorizar la casi perfecta bisexualidad del muchacho (eromeno:amado), que por un lado, planea tener hijos que colaboren en los baquetes y por otro, desea ser poseído por un adulto (eraste: amante). Esta relación ocurría entre aristócratas, y era la forma de ingreso a la ciudadanía por parte de los jóvenes después de finalizada su formación física, moral y educativa.

La forma de desear y describir el encuentro es de una dulzura sorprendente en boca de supuestos heterosexuales que se comunican sus intimidades, este hecho me llamó mucho la atención.Había un machismo totalmente distinto al que conocemos.

 

Gracias RT, y sí, aunque consensuada, en la actualidad la relación sería estupro, y el adulto iría en cana de hacerse de conocimiento público este encuentro.

 

Gracias Sey, me pone contento que te haya gustado el texto.

En cuanto al rapto, era deseado en la mayoría de los casos, los jóvenes esperaban ser raptados como en la mitología, donde Zeus convertido en águila raptó al bello Ganímides.

Quizá en su significación podríamos incluir al arrebato, por el elemento violento del mismo, ahora en cuanto a la falta de voluntad, todo lo contrario, el rapto era anhelado.

 

Lo raro en el acto sexual era el tema PT, se lo consideraba una humillación, para eso tanto jóvenes como adultos acudían a los prostíbulos de hombres, sí ya había privados con escorts (peporneuménos o pórnon) en la Grecia clásica.

 

Maxi, no hay problema, es un intercambio de opiniones en el que algo aprendemos o refrescamos conocimientos.

 

Abrazos varios

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