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UNIFORMADOS, toma 4.


dardo1530

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Mis días, de soldado continuaban lentamente en el cuartel.

 

A medida que me hacía soldado viejo saqué provecho de la explotación verde oliva de la que era objeto. Cogí con más de 60 soldados (varios de ellos heterosexuales necesitados de descargar el producto de sus hormonas juveniles), de un subteniente, 2 cabos primeros (verdaderos bombones que hubiesen hecho carrera como scorts vips), y hasta un mayor por el cual me dejé manosear, quien me dijo que en el Ejército había algunos que eran putos, inclusive había coroneles a los que entre bambalinas se les decía “la coronela”. Años después vi hasta un teniente general soltero, y a los milicos les caben las generales de la ley: “Un hombre de más de cuarenta años que no esté casado o no se le conozcan aventuras con mujeres, era un adefesio o era puto”, y este jefe de estado mayor fue muy bonito…. Volviendo a mi mayor toquete, continuó la frase: ”Es como con los curas, si se es cuidadoso, obediente, no escandaliza y mantiene reserva sobre su elección sexual, no hay problema, se puede llegar a general u obispo, no se olvide, soldado, que somos hombres…” (Y mentalmente completé la frase, “hombres que gustan de hombres…”).

 

Continuaban mis encuentros en el sótano con Gaby, cogíamos 2 o 3 veces por semana, pero igualmente, yo continuaba seduciendo a otros soldados, y me dejaba seducir, es decir hacíamos un acting, ya que se comentaba enla unidad mi "putez" (siempre me quedó la duda si Gaby habría tenido algo que ver en eso…), es decir, el que pasaba por la enfermería al final de la tarde o por la noche, seguro iba con la idea de un garche o al menos SEXO oral al paso...

 

Pasaron 13 meses, y solo quedábamos una tercera parte de los soldados que habíamos ingresado, el resto se había ido de baja, es decir, a ser civiles sin uniforme. Un viernes por la tarde apareció Juan (el soldado taxi que intenté transarme bajo un pino, los primeros días de mi vida de recluta, me desalentó diciéndome que con él no iba a pasar nada, ya que solo lo hacía por guita o por pago de favores); llegó con otro soldado, con fama de hétero rabioso, casi un mata puto, hermoso ejemplar, al que no intenté seducir en su momento para no tener problemas. Juan me explicó que el compañero tenía que salir y estaba arrestado por 15 días (el arresto consistía en no salir del cuartel como castigo a una falta menor); existía otro problema, a los soldados arrestados se les incautaba el uniforme de salida; yo, tenía el mío...

 

Al costado de la enfermería (que daba sobre el alambrado perimetral del cuartel), había un pasadizo disimulado, que conectaba directamente con la ruta. Acordamos que luego que pasaran lista antes del toque de queda, Juan y su amigo irían a la enfermería; le dí mi uniforme de salida y le enseñé el pasadizo para que se fuera; lo vimos cruzar la ruta, y volví con Juan. Le pregunté cuando pensaba pagar por ese servicio, y me dijo: “Ahora”.

Realmente era un profesional con todas las letras, franela, besos, se la mamé hasta el hartazgo y me cogió como los dioses, nos fuimos a bañar, me dejó que lo enjabonara y enjabonados los dos, me dijo: “Tomá ésta propina”... Que te metan una pija enjabonada tiene sus encantos, entra de una y el jabón produce una mínima irritación que da más placer. Se vistió, me dio un beso, me dijo que había sido un placer hacer negocios conmigo, y me aconsejó: tenía que practicar un poco más el SEXO oral, ya que en la desesperación por tenerla toda dentro de mi boca, a veces raspaba con los dientes… “Y eso duele”, dijo sonriendo (pedagogo sexual este Juan...)… Comprendí que había momentos sexuales de distinto tipo: el de Juan era muy profesional, tan profesional que parecía de plástico, en cambio el de Gaby era pura piel, donde buscábamos la excitación mutua con pequeños roces, hasta culminar en gran apoteosis, y algo que se daba sin planear, acabar juntos, con espasmos que se complementaban, algo así como concavo y convexo...

 

A la madrugada el amigo de Juan volvió. Percibí que estaba un poco hebrio; me contó que él pensaba coger con su novia, para eso había escapado con lo peligroso que podía resultar, pero la muy turra le cortó el rostro y la calentura diciéndole que habían terminado. Se separaron fríamente, él caminó unas cuadras, fue a un bar, y luego de unas (varias) cervezas, decidió volver al cuartel. Yo, cazador al fin, percibí lo oportuno del momento, en inferioridad de condiciones por el alcohol y con el corazón roto, puse en marcha el plan seducción. Luego de escucharlo durante una hora sobre lo cruel que era la vida, lo llevé al consultorio y le dije que durmiese un poco; cuando se acostó en la camilla, comencé a sacarle el uniforme: “Qué haces!?”. Me dijo algo sorprendido. “No te olvides que este es mi uniforme, no quiero que se arrugue”. No sé si se dio cuenta que el calzoncillo no era mío, pero me dejó hacer. Se la chupé un rato, era una muy buena pija, algo húmeda seguramente por la calentura luego del fallido encuentro con su ahora ex novia. Me desnudé y me apoyé en la camilla para que me penetrara; al hacerlo me quejé: “Te duele?”. Yo mentí: “Si, un poco”, mientras pensaba: “Este Juan me dejó en culo irritado”. No pudo acabar, el alchol estaba haciendo de las suyas… perdóname, dijo avergonzado. No te preocupes, le respondí comprensivo,, descansemos un poco y el próximo será mejor… a la tercera vez ya se había reivindicado, lo hacía en forma excelente, y tenía un bonus track, nunca había podido hacer un Anal con ninguna mina, así que gozó este como un manjar exótico.

 

A la mañana ya se había ido; al mediodía vino Juan con cara de poco amigos. “Vos no tenés códigos, como te vas a hacer coger por un pibe que viene de un desengaño y encima borracho”. “Juancito, amigo, te cuento en confidencia que cuando se la chupaba le metí un dedo en el culo y no se quejó; no te quepa la menor duda que si me lo hubiese propuesto me lo cogía, le hice un favor, lo hice sentirse deseado por proa y por popa...”. "Habrá que probar algún día tu dedo mágico” sonrió irónicamente... Le respondí al toque, tomate unas cervezas y vení a verme…Nos reímos, y aproveché para manosearlo. Juan me miró fijo y dijo: “no te olvides, por ahora solo por guita o a cambio de algún favor”…

 

 

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Yo, Dardo."... DE NADA ME QUEJO,DE NADA ME PRIVÉ..."

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