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Tyler Durden

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Mensajes publicados por Tyler Durden

  1. Re: XP Ruth primera vez

     

    Perdón, razón tiene el buen señor que acota.

    Tabla (mezquinas pero necesarias como un mosquete)

     

    Cara: 6 (Ojos penetrantes)

    Cuerpo: 8 (Torneado y firme)

    Senos: 9 (Enhiestos, enormes y tibios)

    Trasero: 9 (Magnético y voraz)

    Sexo: 10 + luces + noches estrelladas y victorias sobre los infieles

    Maravedíes: 200 rabiosos + Posada ¿60? (mi mente tiembla al acordarme)

     

    Espero que os sirvan, hermanos, aunque como toda comparación, es inútil cuanto odiosa a veces.

     

    Vuestro servidor os despide.

  2. Hermanos conmilitones y maestros de trinchera:

    Es la primera vez que pregono una experiencia en el ruedo de meretrices vernaculas, por el mero hecho de frecuentar poco el compendio de carnes en venta de nuestra docta, quizás por decepción pero sobre todo por falta de entusiasmo.

    Coincidirán muchas de vuesas mercedes con mi opinión de que muchas de las concubinas que se ofrecen dejan mucho que desear si las comparamos con las perfumadas y abnegadas doncellas de alquiler del Puerto de Santa María del Buen Ayre, pero eso es harina de otro costal. Al toro...

     

    Elegí a Ruth, aunque receloso por la mezcla de pasiones que ha despertado en este honorable foro. Incluso la idea de desplazarme a una posada por unas horas no era de mi mayor agrado, maxime si habia de dejar mi rocín atado a las puertas.

    En fin, llegó, y puntual se abrió el dintel y debo reconocer que aquellos que han exaltado sus virtudes son hombres de buena fe y honor. A los que así no lo hicieron, mis pésames profundos pues se perdieron un torbellino asesino de lujuria.

     

    Quizás todos la conocen, pero en síntesis, es una mujer con todas las letras, en edad y experiencia, con un cuerpo acorde y voluptuoso al que si bien le sobran visitas al protomedico y alguna sangria, hay que alabar a la navaja afilada que puso las cosas en su lugar, por otro lustro o quizás más. Su boca es como una orquídea caníbal, con pétalos carnosos dispuestos a devorar a cuanto hambriento llegue a tocarla. Sus carnes, en fin, duras y tiesas, pero de esa tiesura que entiesa al más ablandado de los cobardes. Sus culos, redondos y broncíneos, cual los de estatua florentina, prometían y entregaron finalmente, un torrente de placeres estrechos y prohibidos.

    Besos y tracciones, hicieron que mi sudor manara a chorros, que ni el aire helado ni las bevandas me pudieron enfriar.

    Fue una ola de SEXO preciso, contundente, voraz y servicial, pero nunca contenido o mezquino, que me sacó los maravedíes de la bolsa y todos los herederos de las entrañas.

    No ahorramos nada, ni siquiera el delicioso vicio griego, al que se entregó abnegada y hasta me atrevería decir, con divertida o experta dulzura hasta que se perdió nuevamente otra parte de mi prole no nacida.

     

    Señores, altos Maestros de Trinchera y soldados de este ruin vivir, os confieso sin mentir un ápice, que me bañó de tanta gloria dorada que pensé

    que había vuelto a la rendición de Breda.

     

    Marché pues con la esperanza de encadenar mis pieles a las suyas cuando

    la Providencia designe, y desde entonces quedé sumido en sueños lúbricos de mujeres maduras pero firmes que me abrazan con sus cabelleras rubias para sacarme el oro y el moro.

  3. Re: Xps Lavalleja, Una De Cal Y Otra De Arena

     

    Adhiero firmemente la apreciación del experimentado cofrade. A mi me pasó algo similar. Días atrás concurrí a dicho lupanar con el firme propósito de encontrarme con alguna de las deliciosas Nati, Rocío o Camila. Era la primera vez que me acercaba a tal cubículo de tentaciones así que mis expectativas eran altas. Quiso el Destino que no se encontrara ninguna de las afroditas mencionadas y me presentaron a Alina y Agustina. Craso error el mío al optar por esta última. La descripción de Maarcos es ajustada. Linda de cara, bajita, de senos turgidos y tentadores. Desnuda su cintura se perdió, pero dentro mío ardían las ganas de estrecharnos. Hielo y desgano siguieron al abrazo y un desapego propio de cirujano plástico. Apuré los caballos que sin resollar hundieron sus cascos hasta el final, y desensillé rápidamente para raudo irme, no sin antes saludar, pero con la comezón maligna de que me habían clavado.

     

    Espero que con Alina me pase lo mismo que a Maarcos. O encontrar a las encantadoramente prohibidas Nati o Rocío o Camila.

     

    Si París bien vale una misa, Lavalleja quizás merezca otra lanza.

     

    Saludos fraternos.

    Tyler

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