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Y la avalancha se llevó pueblos.

Como cerró mi presentación, a mis 21 años decidí no dejarme llevar por mi mala primera y única experiencia hasta el momento, y decidí apostar una ficha más en el paño del rubro 59, sector "T". Es increíble, viendo hacia atrás, como esas pocas carillas de la sección Clasificados del diario Clarín me cambiaron la vida tanto como haber "jugado" con las bombachas de mi hermana a mi tan temprana edad. Mi vida se iba convirtiendo en un cocktail explosivo que a esa altura ni podía vislumbrar. Esa leal sección Clasificados, la cual me volaba la cabeza con solicitadas tipo "TRAVIESA Mica act/pas 19x5 con tanguita" o "TRAVESTI Sandra 22x6 te atravieso con mi lanza" y que fuera compañera fiel de mis primeras masturbaciones por fuera del género hetero, aunque más no fueran palabras agrupadas con un sentido. Pero ese sentido era lo que activaba mi cerebro con imágenes lujuriosas de cuasimujeres con hermosos falos contenidos en una bombacha preferentemente de encaje. Y esa puerta era una puerta que jamás se volvió a cerrar. 

Y así llegué al departamento de la segunda travesti de mi vida. Recuerdo que era en el 5° piso, por su voz en el teléfono diciéndome "5° "E" de "erótica" que me erizó todos mis vellos del perineo. Al momento en que salgo del ascensor en ese piso que para mí era el paraíso mismo, me cruzo con una travesti vestida con jean y campera de jean que iba a bajar en el ascensor. Inmediatamente supuse que sería amiga de la que yo estaba a punto de conocer, y no me había equivocado. Hasta que encontré la puerta, mis ratones me hacían pensar "que pena que se fue antes de que yo llegara", porque a pesar de mi timidez natural (potenciada por estar haciendo algo prohibido), yo sabía que era un jovencito muy apuesto, de cara atractiva y buen físico, por lo que consideraba probable que hubiera existido la chance de un trío con dos travestis. Y en ese momento llegué a la puerta. 

Golpeé despacio, ya que siempre imaginé que todos los vecinos estaban atentos a los movimientos de gente que llegaban al departamento de una travesti. Al instante me abrió la puerta una rubia alta, calzada en sandalias blancas con tacos, con una bombacha de raso bordó y un corpiño negro que contenía dos muy buenas tetas. Al mismo tiempo, su cara me resultaba agradable considerando sus genes de origen. Yo, con el corazón a mil y la timidez a flor de  piel, me dejé conducir a la habitación, la cual me resultó agradable y amplia. Me quité mi ropa, quedando sólo en bóxer. Ella se aproximó, me abrazó y comenzó a acariciarme. Luego de que me hiciera un poco de SEXO oral junté coraje para preguntarle si me prestaba algo de ropa. Y su respuesta fue sí, poniéndome una tanga negra con puntilla y raso, y ella se quitó su bombacha y se puso, a pedido mío, un culote todo de encaje que le dejaba los cachetes de la cola expuestos y entangados. Una delicia de lencería. Para mi fetichismo, fue una verdadera fiesta.

Estaba tan caliente con lo que estaba sucediendo que hasta le pedí permiso para practicarle SEXO oral, cosa a la que accedió, siendo esta la primera vez que mi ser deseaba realmente tener un pene en la boca y con fines sexuales.

Fue una hermosa experiencia, dejando en el olvido aquella primera mala experiencia, y llevándome la certeza de que esta excitación sexual particular que sentía con los travestis me acompañaría sin lugar a dudas por toda mi vida. 

Y, una vez más, no me equivoqué.

Y comencé a frecuentar un ciber que tenía cabinas privadas. Iba por la noche, generalmente, y estaba muchas horas. Incluso he tenido varios orgasmos en una sola noche tan solo mirando pornografía de travestis y sintiendo el roce de mi pantalón contra mi glande. 

Era la época del Ares y el eMule, y recuerdo que cada vez que abandonaba la cabina debía eliminar una increíble cantidad de películas, videos e imágenes de travestis. Y mientras me erotizaba admirando travestis en acción, fui descubriendo sitios como distintas.com (una versión prehistórica a la actual), la cual tenía un chat. Además utilizaba chats de ciudadinternet, en el cual siempre habían una o dos travestis conectadas. Y así conocí a mi tercera travesti. En la calle Tucumán, pleno centro de la ciudad. Me fui en taxi desde la puerta del ciber hasta allí. Aproximadamente $30 fue el valor del viaje. Recuerdo haber pensado "parecería ser lo mismo pagar un taxi para estar con una travesti en forma gratuita que pagar directamente por una travesti que publique cerca de casa, pero no, porque yo quiero que la travesti no lo haga por obligación, sino porque quiere cojer conmigo".

Cuando llegué a la puerta y toqué timbre (era un edificio), me puso nervioso que había gente que estaba por salir. Además el departamento de la travesti era en la Planta Baja, por lo que no iba a demorar nada en abrirme. Todo indicaba que esa gente iba a verme entrar con esa travesti y de seguro iban a pensar que era un pervertido, cosa que era cierta pero que me daba vergüenza. Y así sucedió, porque a pesar de entrar caminando velozmente, mi cara de pendejo la habrán visto con claridad. Esa gente pensaba que yo era un pervertido. Y tenían razón.

Finalmente entramos al departamento, y si bien continué un poco nervioso por la situación de estar con una travesti (siempre pensé que hasta ellas me juzgaban por mis gustos sexuales), me relajó el hecho de que no haya más gente que me vea. Nos sentamos en sillones enfrentados y comenzamos a charlar un poco. Algo que aún no mencioné es que cuando habíamos chateado, ella me había enviado por mail unas fotos de ella en ropa interior. Se veían bastante bien para la época y ella era atractiva en todo sentido, aunque no tuviera las tetas operadas. Pero yo no disponía de fotos para enviarle, por lo que acordamos en que yo iba a su casa pero ella ser reservaba el derecho de pedirme que me vaya sin que pasara nada en el caso de que no le gustara. La  realidad es que no estuvimos ni cinco minutos hablando y ya me dijo de subir a la habitación (un entrepiso). Recuerdo como ella subía delante mío por la escalera, viéndose por debajo de su vestido una hermosa tanga de color negro. Yo le había anticipado que era activo y sólo le chupe un poco la pija por encima de la bombacha. Después de acabar nos quedamos conversando en la cama. En un momento yo me había quedad boca abajo, desnudo, y ella me agarró de la cola y me dijo "no me tientes". Me causó gracia su comentario.

Y como esta historia no es de las tradicionales, con un final que cierre todo, continúa abierta, porque la evolución es así. Mi vida sexual estaba avanzando en una dirección que se apartaba de lo convencional y socialmente aceptado hasta ese momento. Tenía una desviación clara. Y me avergonzaba. Pero me excitaba de una forma que no conseguía alcanzar con las mujeres. Me gustaban mucho las mujeres, pero el sexo con ellas era diferente. Y con una travesti era una experiencia superior. 

Y mi vida continuaba sucediendo en las cabinas de ese ciber. Comencé a visitar páginas de sex shops, porque continuaba con la fijación de la lencería. Y así encargué a lessoir mi primer compra, la cual constaba de algunas bombachas, un portaligas con medias y.... y una estaca Anal de silicona color piel. No sé qué me hizo encargarla, pero fue algo así como "no voy a volver a encargar cosas.... si la encargo tiene que ser ahora....". Y la encargué. Obviamente que me daba vergüenza también encargar telefónicamente todos estos productos, y recuerdo que los pedía por número de producto y no por su nombre. El envío me lo hicieron por moto. Yo aún vivía con mis padres y eso tenía que recibirlo yo sí o sí para luego asignarles un escondite. Aproveché un día que estaba sólo para hacer la compra y los guardé en una caja de zapatos que estaba en una repisa alta. Me pareció copado que mis bombachas y mi consolador estuvieran prácticamente a la vista, pero invisibles.

Recuerdo haber usado una bombacha de puntilla y raso con las medias y el portaligas por debajo de un jean y salir por el barrio a hacer varias cosas. Con la estaca jugué muy poco. Casi ni llegué a penetrarme. Me generaba un poco de dolor e incomodidad, lo que no le daba sentido ya que me mataba la libido.

Sin embargo, unos meses más adelante, volvía a encargar cosas. Esta vez fue un sólo producto y lo hice por Msn. Recuerdo el nombre del producto. Bananín. Y era un pene de jelly de color rojo, con una cabeza lo suficientemente pequeña como para facilitar su penetración, pero que se iba ensanchando a lo largo de sus 17 cm.

Y también me generaba incomodidad. Pero al mismo tiempo había algo que me hacía usarlo cada tanto. Y cada vez mi libido soportaba un poco más esa "incomodidad".

Hoy, mirando hacia atrás, me doy cuenta de que a pesar de mi edad en ese entonces (unos 22 ó 23 años) era aún muy inmaduro sexualmente, ya que no había estado con tantas mujeres en total. Y al mismo tiempo de no tener tanta experiencia heterosexual, por decirlo de alguna forma, estaba ya teniendo algo de experiencia sexual alternativa. Porque yo me repetía a mí mismo que la pornografía travesti era prácticamente hetero, que no era algo tan raro como se prejuzgaba, pero no eran más que maniobras de autoengaño, porque yo sabía, en el fondo, que mi sexualidad no era normal y que yo era un desviado. Y eso me avergonzaba, por lo que me permitía seguir disfrutando de ese tipo de sexualidad siempre y cuando lo mantuviera en absoluto secreto.

Ahora estoy, de a poco, descubriendo mis secretos. Y esto que conté hasta ahora apenas es la frutilla encima de la crema.